8

SADIE

Me alegro de que Miles insistiera en que me cambiara. Odio la manera en que Mark me mira cuando estoy completamente vestida y que me viera en mi bata de seda me haría sentir asco. Aun así, en mi ropa deportiva, cruzo mis brazos sobre el pecho. No llevo sujetador y no voy a permitir que Mark se entere.

—Él... Él vino a traerme información sobre el caso —digo rápidamente.

—¿Oh? ¿Tienes nueva información, Bridger? —Mark mira a Miles, quien está completamente vestido, gracias a Dios—. ¿Por qué no me llamaste a mí? Yo soy el líder en este caso, no mi compañera. Además, ¿no juraste y todo que tú y tus hermanos no tuvieron nada que ver?

Diablos. Acabo de empeorar las cosas para Miles.

Y para mí.

Pero maldita sea. Pudo haberse quedado en el dormitorio.

Miles me mira. No puedo mirarlo a los ojos pero lo siento, esa mirada intensa que probablemente significa que luego recibiré algunas nalgadas o algo así. No tengo idea por qué me atrae la idea.

—Resultó ser nada —dice Miles.

—Yo seré el que lo decida. —Mark camina hacia Miles pero se detiene, dejando unos diez pasos entre ellos.

Buena decisión.

Miles no parece muy feliz.

No lo culpo. Pero ¿qué espera que haga? Estoy investigando un caso y él es... Bueno, Mark diría que es un sospechoso. Yo no estoy de acuerdo con esa evaluación. Pero, sin importar la evidencia, él es una persona de interés junto con sus hermanos. Si Mark sabe que estoy durmiendo con Miles, va a sacarme del caso. O peor, puede hacer que me despidan.

Técnicamente, solo el alguacil Bryant o el alcalde Vance pueden despedirme pero Mark tiene mucha antigüedad. Sería algo más para usar contra Miles, haría que pareciera que Miles se acostó conmigo para arruinar el caso, en vez de lo que es en realidad. Lo cual es... No tengo idea.

¡Joder! Sabía que no debía haber aceptado la invitación a cenar de Miles. Lo sabía, pero igual lo hice.

Lo hice porque me gusta.

Es mucho más que un gusto. Es increíble. Me hizo sentir cosas anoche que nunca había sentido. Y no me refiero solo a los orgasmos ridículamente increíbles. Me gusta él y cómo me hace sentir.

Miles mira a Mark desde arriba, debiera darle a Mark una estrella por aguantar la mirada de Miles. Es mucho más de lo que yo puedo hacer ahora.

—Entonces, ¿qué sucede, Bridger? —pregunta Mark.

—Como dije —retoma Miles con los dientes apretados— resultó ser nada.

—Y como dije yo. Yo seré quien lo decida.

Es momento de interferir.

—Yo ya tomé la decisión. Es irrelevante.

—¿Qué es, Bridger? —Mark presiona.

—Jesús. La respuesta es la misma. Nada. —Miles pasa rápidamente junto a Mark y se para en la puerta.

—¡Espera un minuto! —le grita Mark.

—Déjalo ir. —Coloco mi mano en el brazo de Mark para sostenerlo—. No fue nada.

Mark me mira todo el cuerpo y yo retiro mi brazo.

—¿Qué demonios está sucediendo aquí, Hopkins?

—Nada que sea de tu incumbencia.

Él entrecierra los ojos.

—Claro que es mi incumbencia si Bridger está ocultándome evidencia.

Me froto la sien intentando calmar el dolor de cabeza que acaba de surgir.

—No es nada. Mentí. Estaba aquí porque lo invité.

Mark se queda callado por un momento. Bastante tiempo. Evito moverme en la silla.

Finalmente...

—Ya veo.

—Vino a desayunar. Solo para desayunar.

—¿Y lo recibiste en eso? —Señala mi ropa.

Por Dios, Sadie. ¡Sé valiente!

—Cenamos anoche. Él se quedó a dormir. ¿Satisfecho?

La tensión en mi sala puede cortarse con un cuchillo. No me avergüenza el haber estado con Miles. Fue increíble. Tampoco quiero que Mark sepa de mi vida sexual. Nunca. No es su problema y él me da escalofríos.

Pero crucé la línea.

—Sabía que vi en sus ojos ayer que te reconoció cuando estuvimos en su casa. —Él gira hacia Miles y señala.

—Soy una mujer adulta, Mark —contesto—. A quien vea en mi tiempo libre es mi problema.

—¡No cuando es un sospechoso en el caso que estás investigando!

Miles avanza por el lado de Mark y se para frente a mí, bloqueándolo para que no se acerque a mí.

—No le vas a hablar así.

Me gusta cómo me protege, pero yo ocasioné esto. Por supuesto, él debió haberse quedado en el dormitorio, aunque eso tampoco era justo.

—Por una maldita última vez, los hermanos Bridger no son sospechosos. —Rodeo la enorme figura de Miles—. No me importa qué tipo de problema tengas con su padre. Ellos no son él.

Mark echa los hombros hacia atrás. Esta vez me señala.

—Estás fuera del caso, Hopkins.

Suspiro, sabiendo que acabo de arruinar mi carrera.

—Vale. Como sea.

—Debería ir a hablar con el alguacil sobre esto. —Mark suena mezquino como un chico de secundaria.

—Adelante.

—Pero no lo haré.

Dios, aquí viene. Va a querer algo a cambio. ¿Una mamada? ¿O algo incluso más asqueroso? Aunque no va a decirme lo que espera frente a Miles.

—De acuerdo. Gracias. —Es más fácil calmar al hombre que discutir.

—Eres una buena oficial de policía, Sadie. No quiero sacarte del caso.

—Entonces no lo hagas.

—¿Estás dispuesta a olvidarte de él? —Mark hace un gesto hacia Miles.

Miro al hombre que solo ha sido bueno conmigo. Amable. Atento. Minucioso.

No.

La palabra queda atrapada en mi garganta y quiere salir con desesperación. Pero también amo a mi trabajo y este cadáver es el caso más emocionante que ha aparecido en Bayfield en poco más de un año que llevo aquí.

—Mark —digo—. A quien vea es mi propio asunto. Si aparece evidencia que conecte a Miles con el cuerpo, dejaré de verlo o me retiraré del caso. Pero hasta entonces, no tengo motivo para no verlo.

Un enorme carga como de cemento desaparece de mis hombros.

Me defendí. Defendí a Miles.

Se siente demasiado bien. Lo que sucedió entre nosotros es real.

¿Por qué no lo hice en primer lugar en vez de decirle a Mark que Miles había venido a hablarme del caso? En cambio, hice parecer que lo que hicimos fue sucio o ilegal. Somos adultos haciendo lo que queremos con nuestro tiempo.

Miro a Miles, cuya mandíbula está apretada, que mira con odio a Mark. Su ira se dirige a mi compañero en este momento pero estoy segura de que en parte es para mí por haberle pedido que se oculte en mi dormitorio. Probablemente piense que siento que estuvo mal y fue incorrecto.

No es así. Se siente... bien.

Dios, una noche y ya estoy en problemas. Anhelo que me diga que soy su buena chica una vez más. Que me mire como lo hizo anoche. Como hace un rato.

Debe perdonarme. Debe hacerlo. No quiero dejarlo ir.

—Que sea como tú digas, Hopkins. Creo que saldrás mal parada de esta. —Mark asiente hacia los archivos que ha traído—. Analiza esos. Quiero un reporte completo el lunes por la mañana.

No solo debo trabajar todo el fin de semana, probablemente no volveré a ver a Miles cuando salga por esa puerta.

«Creo que saldrás mal parada de esta».

Mark se equivocó. Ya está sucediendo.