Miles se acerca con un cóctel en la mano que parece bourbon o escocés. Me mira por completo y se deteniene en la falda negra, la que usé la noche anterior.
Se ve tan bien. Quiero acercarme, ponerme de puntillas y besarlo, sentir el roce de sus patillas contra mis labios. Lleva unos vaqueros y una camiseta, ambos llenos de polvo. Su cabello es un desastre y parece que pasó un día duro de trabajo en el rancho.
—Detective Hopkins. —Su voz es grave y retumbante—. Pensé que sería Peterson en la puerta.
—¿Por qué pensarías eso?
—Porque nuestra ama de llaves dijo que el detective de ayer quería verme. Solo asumí...
—Si piensas que Mark Peterson va a ir a algún lugar un sábado por la noche que no sea la sala de billar, entonces no lo conoces muy bien.
—Fue a tu casa esta mañana —Miles me lo recuerda.
—Eso fue para que hiciera su trabajo por él —susurro yo.
—Lo conozco tan bien como me importa. —Miles desvía la mirada de mí—. ¿Qué quieres, detective?
Me muerdo el labio inferior e inhalo. Su aroma me alcanza, es una mezcla de pura madera, picante y hombre.
—Lo siento mucho, Miles, por lo de esta mañana. Hice que todo fuera un desastre.
Se cruza de brazos sobre el pecho tal como lo hizo esta mañana. Sus bíceps se abultan y recuerdo la solidez de todo su cuerpo. Me mira.
—No obtendrás ninguna discusión de mí.
Muerdo mi labio.
—¿Cómo puedo arreglar esto?
—Usar esa falda es un buen gesto pero lo arruinaste, Sadie.
Asiento de manera afirmativa.
—Lo sé. Estoy molesta conmigo misma. Pero me escuchaste. Le dije la verdad a Mark.
—Eventualmente.
—Sí... Eventualmente. No voy a recibir un billón de dólares. Necesito mi trabajo.
—No uses eso en mi contra.
—Vale, pero sí necesito mi trabajo. Sabes que no es bueno para un detective estar en una relación con un sospechoso. Sé que no eres uno. Te lo dije y sabes que se lo dije a Mark. Pero él piensa que lo eres y es mi jefe.
Miro el piso de madera dura y brillante bajo mis pies y prosigo:
—No sé lo que hay entre nosotros, pero me gusta. Es... diferente. Aunque siento que te conozco desde siempre, no es así. Y tú no me conoces.
Permanece callado, muy callado, así que presiono:
—¿No tengo derecho a cometer un error? ¿Me vas a decir que nunca has arruinado algo?
Miles sigue sin contestar.
Pasa un momento y cuando voy a rendirme, Chance Bridger camina hacia nosotros.
—Hola, Sadie. ¿Qué haces aquí?
—Vine a hablar con Miles.
—¿Hubo una actualización en el caso? ¿Tienes una orden de arresto?
Yo sacudo la cabeza, negando.
—No. Nada de eso.
No explico nada más. Una cosa es contarle a Mark cuando nos atrapó a Miles y a mí juntos y otra es con el hermano de Miles. No sé lo que Miles ha hablado sobre nosotros y no quiero arruinar más las cosas.
—Bueno, la cena está lista. ¿Quieres unirte? Luisa hace suficiente comida como para alimentar un ejército. Siempre nos sobra comida.
Miro a Miles y su expresión evasiva. No quiero irme. Quiero quedarme y que Miles acepte mis disculpas.
—Uh... Sí, vale. Eso sería agradable.
—Entonces adelante. Comemos en la cocina.
No estoy segura de por qué Chance es tan amable. No estaba muy emocionado cuando Mark y yo aparecimos ayer por la mañana. Ninguno nos permitió entrar en la casa. Aunque yo no iba a revisar nada, ellos tenían razón sobre Mark. Él hubiera aprovechado la oportunidad para señalar cualquier debilidad o señal de culpa que encontrara. Por lo que pude ver, aunque no tuve mucho tiempo de ver todo, la casa no iba a tener un arma humeante o una roca cubierta de sangre o alguna otra arma asesina en cualquier lugar.
Debo asumir que el disgusto de Chance era solo con Mark. Sea cual sea la razón, agradezco que me haya dado la oportunidad de quedarme.
Sigo a Chance y noto que Miles me sigue a mí. No me atrevo a mirar por encima de mi hombro.
—Ya conoces a Austin —dice Chance— y ella es su novia, Carly Vance. Carly, Sadie Hopkins.
—Hola, Sadie. —Carly sonríe.
La he visto antes y luego recuerdo.
—Vance. Eres la hija del alcalde.
Ella asiente.
—Lo soy, pero trabajo aquí como técnica veterinaria. —Ella dirige su mirada a Austin—. Y este grandote es mío.
Ah, la novia. Se ven muy bien juntos y enamorados. Eso fue rápido. Austin solo lleva en el pueblo el mismo tiempo que Miles.
—¿Te sientas aquí? —Carly toca la silla junto a ella.
Perfecto. Una aliada. Quizás. Alguien que comprende que enamorarse de un hombre Bridger sucede rápidamente.
Todos se sientan alrededor de la mesa, incluyendo a Miles después de que se lavó las manos en el fregadero. Él se acomoda en el asiento vacío junto a mí.
—Y ella es nuestra ama de llaves, Luisa —dice Chance—. Es una cocinera increíble y evita que vayamos a morir de hambre.
Miro a la mujer mayor que lleva una fuente grande, sus manos cubiertas de guantes.
—Encantada de conocerte, Luisa.
Me ofrece una sonrisa mientras coloca la fuente en un posafuentes.
—Igualmente, Sadie. Espero que te guste la lasaña.
—Me encanta. —Inhalo—. Huele increíble.
—¿Qué puedo traerte para beber? —pregunta Louisa.
Miro alrededor de la mesa. Austin y Chance están bebiendo cerveza y Carly agua. Necesito estar sobria si quiero recuperar a Miles y tenerlo de regreso en mi cama.
—Solo agua, por favor.
—Absolutamente.
Un momento después, Luisa desliza un vaso de agua frente a mí y Carly me pasa el recipiente de la ensalada. Me sirvo una porción modesta y luego le entrego el recipiente a Miles a mi lado. Él lo recibe.
¿Es una buena señal?
Supongo que veremos.
Miles bebe el líquido marrón del vaso que sostiene desde que llegué y luego de su vaso de agua.
—Y, ¿qué te trae por aquí un sábado, Sadie? —pregunta Chance.
Termino de masticar deprisa la ensalada y trago.
—Vine a ver a Miles.
—¿Cómo tuvo tanta suerte? —pregunta Austin.
Mis mejillas se encienden y luego la mesa se queda en silencio.
¿Lo saben?
Miles se levanta y deja su servilleta en la mesa.
—Disculpad por un momento.
Luego todos me miran. Los ojos oscuros de Austin. Los ojos azules de Chance. Los de Carly, los cuales son de un verde hermoso. Incluso Luisa.
Ninguno evita escuchar la puerta de afuera que se cierra violentamente.
—Yo...
—Está bien. —Carly me da palmadas en el antebrazo—. No tienes que decir nada.
—Miles es un buen tipo —dice Austin—. Todo esto nos afecta de vez en cuando. Todo el asunto del testamento. Aunque tenga a Carly aquí, es complicado verme forzado a permanecer en este lugar por un año. Mi mamá está enferma en Seattle. —Se pasa una mano por el cabello—. Ahora aparece ese cadáver después de limpiar la represa. Es mucho para procesar.
Yo asiento.
—Por supuesto. Comprendo.
—Algo lo está molestando —dice Carly—. ¿Sabes qué puede ser?
—Tengo una idea —digo.
—¿Qué podemos hacer para ayudar?
—No creo que haya nada que podáis hacer. —Me levanto—. Yo me ocuparé. ¿Dónde se fue?
—Probablemente al garaje para trabajar en su motocicleta —dice Chance y se levanta—. Siéntate, Sadie. Yo lo buscaré.
Yo sacudo mi cabeza.
—Está bien. Esto es mi culpa.
—¿Por qué es tu culpa? —pregunta Austin.
Carly le da un ligero golpe.
—Eso no es tu problema.
Austin abre los ojos, obviamente comprendiendo.
—Oh.
Vale, entonces no lo saben. Corrección, no lo sabían. Ahora sí. Claramente Miles no le mencionó lo nuestro a su familia. No puedo decir que lo culpo después de que no pude decirle la verdad al comienzo a Mark.
Si Miles no está interesado en más, contarle a sus hermanos sobre una noche increíble conmigo no era necesario. O tal vez él no sea de contar esas cosas, lo cual es bueno, pero su abandono inesperado de la mesa significa que sigue enfadado. Como sea, estoy en problemas.
Vuelvo a sentarme en mi asiento sintiéndome derrotada.
—Decidme cómo solucionar esto.
—No conocemos tan bien a nuestro hermano todavía, Sadie —dice Chance—. Pero tú eres una detective en un caso que involucra nuestras tierras. A nosotros.
—Sí. Pero no creo por un minuto que estéis involucrados. Él lo sabe.
—Tu compañero parece pensar otra cosa. —Chance aprieta su mandíbula.
Frunzo el ceño.
—Está intentando ser inflexible pero va a comprender. Es un buen policía... La mayor parte del tiempo.
—¿La mayor parte? —Austin levanta sus cejas.
—A veces se pone un poco... vigilante. Digo, todo es bastante tranquilo en este pueblo la mayor parte del tiempo, por eso quiere hacer un arresto y resolver el caso del cadáver. No tenemos uno a menudo, así que es algo grande. Pero él va a comprender y aceptará la evidencia. Y si no lo hace, iré con su superior si tengo que hacerlo.
—¿Con el alguacil? —pregunta Austin.
Me encojo de hombros.
—Sí. O con el alcalde. Odio hacerlo, pero la evidencia no demuestra que ninguno de vosotros esté involucrado.
—Gracias. —Chance se recuesta en su silla—. Eso significa mucho para nosotros. Y te juro que nosotros, mis hermanos y yo, no tuvimos nada que ver con esa pobre alma que perdió su vida en algún lugar de este rancho. Mi papá tenía muchos enemigos. Aparentemente más de los que conocía.
—Nuestro padre era un imbécil. —Austin sacude su cabeza—. Embarazó a mi madre y luego la abandonó cuando lo descubrió. Hizo lo mismo con la mamá de Miles. También se divorció de la mamá de Chance eventualmente. Nunca nos conocimos o hablamos entre nosotros hasta solo hace algunas semanas.
—Sí, he escuchado la historia. Lamento que no hayáis podido crecer juntos.
—Ahora nos conocemos —dice Chance—. Fue duro al principio, pero nos estamos llevando mejor.
Austin suelta una risa. Aparentemente eso duro tiene una historia o dos.
—¿Pueden contarme sobre Miles? ¿Sobre cómo creció?
Chance sacude su cabeza.
—Hemos conocido a la mamá de Austin pero Miles no ha compartido su historia con nosotros.
Mmm. Es interesante. ¿Qué secretos oculta Miles Bridger si es que tiene alguno? ¿Y por eso es tan impulsivo para reaccionar?
Voy a descubrirlo. Me levanto de nuevo.
—Voy a buscarlo.
Austin señala a través de la cocina.
—Ve por la puerta trasera de la cocina y busca el garaje separado de afuera, el primero.
—Vale. Gracias por la cena. Bueno, por algo de ensalada, al menos.
—Seguirá aquí —dice Carly—. Buena suerte.
Le sonrío.
—Gracias.
Siento que voy a necesitarla.