29

MILES

Joder. Creo que envejecí diez años en las últimas dos horas. Sadie puede cuidarse sola. Solo la conozco por algunos días y ha hecho un buen trabajo hasta ahora, pero joder... ¿Lidiar con un padre trastornado con un arma y luego dispararle para salvarse a sí misma?

Sí, diez años.

Me alegro de que el maldito vaya a la cárcel y se quede ahí. Lo mismo va para la loca de su novia. Debería alegrarme que aprendimos más sobre la conexión de Joey con mi padre gracias a nuestra visita y la revisión del garaje, ¿pero que Sadie casi haya muerto? No vale la pena.

Peterson puede hacer su propio trabajo.

Aparcamos frente a la casa y apago el motor. Sadie ha permanecido en silencio durante todo el camino y no la he presionado para hablar. Procesar todo y lidiar con una familia horrible es demasiado. Pero estoy aquí para ella. Ni soñando va a pasar sola por todo esto.

Nada se ha resuelto con las acciones pasadas de Jonathan Bridger, el hermano de Sadie que apareció muerto en nuestras tierras y el congelamiento de los fondos Bridger. Nada. Jonathan está muerto. También Joey Hopkins. Pero Sadie está viva y voy a recordarle eso.

—Vamos, cariño.

Ella me mira y asiente.

Rodeo la camioneta y abro su puerta. La ayudo a bajar. Mantengo mis manos en sus caderas y sus ojos se levantan para verme.

—Cuando quiero despejar mi mente, voy de paseo. Así te conocí.

La esquina de su boca se levanta.

—Estaba molesto por todo lo que estaba sucediendo y me subí a mi motocicleta. Encontré un bar al azar. Encontré a una mujer al azar que quería darme sus bragas.

—Todavía las tienes, ¿sabes? —dice ella con voz gruñona.

—Oh, lo sé. Y no te las voy a devolver. —Me río—. Pero, aunque no hubiera ido a ese paseo, igual nos hubiéramos conocido, ¿cierto?

Ella hace una pausa y lo piensa.

—Cierto, estuve aquí la mañana siguiente.

—Te hubiera visto entonces y deseado de igual manera. Estamos predestinados.

—Tú, el motociclista grande y musculoso, ¿crees que estamos predestinados?

—Por supuesto que sí. —Reduzco el espacio entre nosotros y la beso.

Sadie levanta sus brazos y los cierra en mi cuello, entrelazando sus dedos en mi cabello.

La alzo y rodea mi cintura con sus piernas. Ella queda presionada contra un lado de la camioneta y mi lengua se enreda con la suya.

—Ey, vosotros, buscaos una habitación —dice Austin desde la puerta del frente.

Carly se ríe junto a él. O creo que es Carly, porque no me doy vuelta. Solo me concentro en Sadie.

Levanto mi cabeza y miro los ojos oscuros de Sadie ignorando a Austin.

—¿Quieres ir a mi habitación? —pregunto—. Tengo muchos lugares en los que quiero besarte.

Ella sonríe.

—Sí.

Mi miembro, ya duro, presiona su núcleo.

No la bajo, solo me giro y avanzo. Sadie se ríe, lo cual es el mejor sonido del mundo.

—El padre de Sadie es un imbécil. La quería matar en su horrible sótano. Ella le disparó en la pierna. Está en la cárcel. Descubrimos más información sobre su hermano, pero tendrás que esperar hasta más tarde.

Sadie me mira mientras le doy un breve resumen a Carly y a Austin de lo que ha sucedido. Carly abre los ojos de par en par y la mandíbula de Austin está tan apretada que podría romperse los dientes.

Sadie me besa el cuello.

—Mucho más tarde. —Paso junto a la pareja y entro a la casa, atravieso la sala y llego a mi dormitorio.

No tengo duda de que Austin lo pondrá al tanto a Chance. Shankle continúa haciendo su trabajo y la información que obtuvimos de Joey puede esperar hasta que folle a mi mujer y me asegure de que sepa que es mía.

Le digo justo eso cuando abro la puerta de mi dormitorio de una patada.

—No sé lo que sucederá después, pero quiero estar contigo cuando suceda.

—Pensé que ibas a besarme —dice ella—. En todos lados.

La pongo de pie y empiezo a quitarle su camisa por encima de su cabeza.

—Oh, ese es el plan, cariño. Pero no quiero que pienses que estoy ignorando lo demás.

—Lo estás haciendo. Lo estamos haciendo. —Se baja los vaqueros por las caderas—. Y está bien. Te necesito.

Su mirada se enfoca en mí. Nos quedamos mirándonos.

Gruño, bajo un hombro, la levanto y luego la suelto en la cama. Sus vaqueros están por sus tobillos y termino de sacarlos. Sus bragas vuelan por encima de mi hombro junto con el sujetador. Sadie está desnuda ante mí.

—Demonios, eres hermosa. —Desabotono mis vaqueros y los abro para darle espacio a mi erección. No me atrevo a quitármelos porque todo se trata de Sadie ahora mismo.

Tirando de un tobillo, la acerco hasta el borde de la cama y me pongo de rodillas. Beso su tobillo y luego lo coloco sobre mi hombro.

—Comenzaré aquí. —Beso la parte interna de su pierna—. Luego aquí. —Suelto mi respiración en su núcleo y luego lamo su sexo.

—Miles —respira ella.

—En todos lados. Eres mía, Sadie. Toda mía.

Y hago justo eso. Inclinando su cuerpo, respaldo mis palabras con acciones tiernas. Luego fuertes. A mi mujer le gusta todo lo que le doy.

Mientras estemos juntos, todo estará bien.