El amor.
Solo he amado a una mujer en mi vida y fue hace quince años.
Sí, me he divertido. Recojo a una señorita en The Dusty Rose de vez en cuando, tal vez salgo con ella una o dos veces.
Pero es todo. Solo he sentido esa chispa una vez y nunca la volví a encontrar.
Así que dejé de pensar en el amor. Estar soltero no es tan malo. Me encanta la tierra, los animales, el trabajo en el rancho. Demonios, incluso amo a mis nuevos hermanos.
Ambos trajeron amor y romance a la casa, maldita sea, en semanas. No tuvieron problemas en encontrarlo aquí en Bayfield, en mi pueblo natal. Para ser justos, no encontraron el amor. El amor pareció encontrarlos a ellos. Pero nunca me ha encontrado a mí ni una vez en quince años.
Es cierto, yo no lo he estado buscando y la vida ha sido como un tornado desde que murió mi padre. Todavía soy sospechoso por la muerte de Joey Hopkins. Soy inocente y estoy bastante seguro de que la información que Sadie descubrió ayudará a demostrarlo, pero hasta entonces...
Todo esto afecta a cualquiera después de un tiempo.
—Necesito cabalgar como el viento, chico —le digo a Raphael, mi caballo cuarto de milla negro como la medianoche, mientras lo peino.
Hoy estoy solo en el rancho. Miles está cuidando a Sadie, quien necesita mucho tiempo libre. No los he visto y tampoco planeo hacerlo. No han salido de su dormitorio, según tengo entendido y no espero verlos pronto. Austin fue con Carly a su sesión de terapia en Billings.
Así que también me estoy tomando la mañana libre. Solo Raphael, yo y la luz del sol.
Necesito escapar.
Ivory, una hermosa yegua cremello, resopla en la cabina de al lado. Es la yegua que Carly estaba cuidando cuando Austin la vio por primera vez. Me ha contado la historia cientos de veces como si fuera la primera vez, la historia de cómo se enamoró en cuanto la vio.
Miles dice lo mismo sobre Sadie. Apenas ella se acercó a él en ese bar y le pidió que aceptara sus bragas, él se enamoró perdidamente. No suena como una historia de amor, pero la mirada en los ojos de Miles cuando la cuenta elimina toda duda.
Tal vez debería ir alguna vez al bar.
—¿Qué piensas, amigo? —Cepillo un nudo en la melena de Raphael—. ¿Crees que hay una mujer ahí afuera para mí?
—Me gustaría pensar que sí —responde una voz melódica con un matiz seductor y áspero.
Dejo caer de golpe el peine en la suciedad cubierta de heno.
Me volteo.
Parada en la puerta del establo veo un espejismo.
Un maldito espejismo de hace quince años.
No puede ser. No puede.
—¿Avery? ¿Avery Marsh?
—Hola, Chance.
Maldita sea.
Justo estaba pensando en ella.
Una mujer. Solo he amado a una mujer en mi vida. Las personas dicen que es amor de jóvenes, pero yo sé la verdad. Sé que lo que sentí fue especial.
Mi corazón se rompió cuando ella se marchó. Ella y su madre se mudaron unos meses antes de la graduación de la secundaria y nunca volví a saber nada.
Pero aquí está.
Sé que el establo apesta a heno y estiércol de caballo, pero juro por Dios que todo lo que logro olfatear es el dulce perfume floral cítrico de Avery. Siempre ha olido muy bien.
—No puedo creer que eres tú —digo.
—En realidad estoy aquí de... —Ella mira sus pies.
Lleva el cabello rubio amarrado en un moño y viste pantalones negros, una blusa blanca de seda y una chaqueta roja oscura.
Pero la recuerdo en pantaloncillos desflecados y un top violeta, con el cabello sedoso color trigo sobre sus hombros.
Así vestía la última vez que nos vimos.
Esa fue la ropa que se puso después de que hicimos el amor esa primavera en los límites del rancho. Ese día perdimos nuestras virginidades y al día siguiente se marchó.
—¿Aquí por que´? —pregunto.
—Por negocios, Chance. —Respira hondo mientras abre un empaque negro para revelar una placa—. Soy un agente especial del FBI.
—¿Qué? La APA...
—La APA está avanzando con su propia investigación. Estoy aquí por la muerte de Joseph Hopkins.
Yo sacudo mi cabeza.
—No comprendo. Hemos estado trabajando con la oficina del alguacil local.
—Ya no. —Ella cierra su portacredenciales—. Desde ahora, los federales van a encargarse de esta investigación. Eso significa que estaré aquí en el rancho Bridger hasta nuevo aviso.