DELMIRA AGUSTINI

POETA

Había una vez una niña llamada Delmira que leía mucho, escribía versos y tocaba el piano. Su madre y su padre no le permitían salir mucho, la educaban en su casa y cultivaban su conocimiento artístico.

Delmira era callada y, aunque pasaba la mayor parte del tiempo sola, su madre siempre la vigilaba. Había un solo lugar en el que la niña era completamente libre: sus versos.

A los dieciséis años Delmira comenzó a escribir sobre literatura en La Alborada, una publicación que se imprimía una vez por semana. Incluso creó una sección en la que, bajo el pseudónimo Joujou, retrataba a diferentes mujeres destacadas de la época.

Delmira publicó algunos de sus poemas en medios de prensa reconocidos y se convirtió rápidamente en una joven conocida en el ámbito social y cultural. Durante su vida publicó tres libros de poesía: El libro blanco, Cantos de la mañana y Los cálices vacíos.

Como poeta Delmira causó gran controversia en la sociedad de la época. Ella escribía sobre temas que les estaban prohibidos a las mujeres. La gente de la alta sociedad comenzó a esquivarla.

Delmira no hacía caso a las críticas. Cuando escribía versos era libre, decía lo que sentía y lo que quería sin pudor. ¡Revolucionó la poesía de su época!

La prensa y los críticos literarios se esforzaron por crear una imagen de Delmira que no era real. La describían como una niña incluso cuando ya tenía más de veinticinco años, decían que era angelical y tierna. Nada de eso coincidía con la poesía honesta y profunda que escribía.

Delmira escribió contra la voluntad de su familia, de los intelectuales y de la clase social a la que pertenecía. Fue libre, deseó y amó a través de sus versos.

24 DE OCTUBRE DE 1886 – 6 DE JULIO DE 1914

MONTEVIDEO

Ilustración

ILUSTRACIÓN DE LUCÍA FRANCO

UNA PALABRA INSÓLITA, CAÍDA COMO UNA HOJA DE OTOÑO.

DELMIRA AGUSTINI