Laura era una joven de espíritu rebelde y solidario. Cuando estaba estudiando Educación Social y Hotelería conoció a Alejandro y tuvo a su primer hijo. A partir de ese momento se despertó su curiosidad por los alimentos:
«¿Qué comerá mi hijo en el futuro?», pensaba.
Al poco tiempo del nacimiento de Lautaro se fueron a vivir a Suecia. Allí Laura comenzó a estudiar cocina y a investigar el origen de los alimentos. Luego de vivir un tiempo en Holanda, tomaron la decisión de regresar a Uruguay. Soñaban con vivir junto a sus tres hijos alejados del consumo que exigen las grandes ciudades.
Después de mucho esfuerzo lograron construir Ibira-pitá, una chacra agroecológica que genera su propia energía. Laura estaba convencida de que el camino de la producción ecológica debía estar acompañado del respeto por lo autóctono. Por eso se dedicó a investigar y recuperar los frutos nativos de Uruguay.
Ibira-pitá tiene más de 2600 árboles nativos de seis especies distintas: guayabo, pitanga, arazá, ubajay, guaviyú y butiá. Laura publicó dos libros, es parte del movimiento Slow Food International y Chef contra el Hambre, una iniciativa para mejorar la nutrición de los habitantes mas necesitados de América Latina. En el 2019 fue premiada en Italia junto a otras mujeres del mundo que se dedican al cultivo de la tierra, el cuidado del medio ambiente y la cocina.
La muerte de Alejandro fue un golpe doloroso, pero Laura es imparable. En un mundo saturado de productos procesados, enseña en las escuelas para motivar formas de alimentación saludables desde la infancia. Todos los días se levanta cuando apenas amanece, recorre los cultivos, respira aire fresco, huele los aromas frutales y renueva su deseo de construir un mundo mejor con el amor en la memoria.
1972
MONTEVIDEO
ILUSTRACIÓN DE GENOVEVA PÉREZ
LA GASTRONOMÍA FORMA PARTE DE LA MEMORIA Y LA TRADICIÓN ASÍ COMO DE LA IDENTIDAD DE LOS PUEBLOS.
LAURA ROSANO