Había una vez una niña llamada Magela que ansiaba entender todo lo que ocurría alrededor de ella. Le encantaba reflexionar, formularse preguntas y buscar respuestas.
En ese afán de captar el mundo Magela comenzó a sacar fotos, pero no era suficiente. Luego del disparo de la cámara ponía las imágenes frente a ella, pensaba por qué había elegido ese momento, cómo se sentía al verlas. El paso final de su íntimo proceso era escribir todo lo que se le ocurría.
Le tomaba muchísimas fotos a su hermano cuando jugaba a la pelota, cuando andaba en skate, cuando iba a la panadería y también cuando volvía.
—Mi interés es mostrar, con lo que fotografío, algo que existe.
La pequeña y curiosa Magela creció y estudió fotografía, cine y video. Siguió escribiendo, haciendo collages y cantando. Por su talento y perseverancia logró trabajar en medios de prensa y en películas. ¡Una artista muy versátil!
Hay muchas formas de hacer arte; a ella le gusta combinarlas. En sus obras, igual que en su infancia, aparecen imágenes, poemas y palabras sueltas. Le encanta intervenir las fotos que saca. Como si trazara el mapa de su propio mundo las pinta, las raya y las subraya: «Esto es importante», le dice a quien mira.
Le encanta observar la realidad y en eso basa muchas de sus obras, que ha expuesto en Uruguay y en otros países del mundo. Magela se alegra profundamente si alguien al ver sus creaciones capta un mensaje, como si ella lo lanzara al mar en una botella, y le contestaran. El arte es para ella un puente o un abrazo.
13 DE SETIEMBRE DE 1966
MONTEVIDEO
ILUSTRACIÓN DE MICHELLE MALRECHAUFFE
BIEN PUEDE DECIRSE QUE LA PALABRA ES EL MÁS AMADO ÚTIL DE MI OBRA.
MAGELA FERRERO