Había una vez una niña que creció rodeada de árboles frutales en el departamento de Salto. Pasaba muchas horas jugando con su hermana entre la naturaleza y le encantaba ir a la escuela. Durante el liceo comenzó a escribir artículos para la revista estudiantil; poco a poco su pasión por la literatura la volvería una de las escritoras más singulares del país.
A los 22 años publicó su primer libro de poesía y firmó con el nombre que la inmortalizaría: Marosa. Era una persona muy especial. Llamaba la atención por su forma de vestir y maquillarse, pero era tímida. Le gustaba recitar en público, pero no daba conferencias ni discursos.
En sus libros, creó un universo hechizante compuesto de seres sobrenaturales, colores, paisajes, niñas, mariposas y liebres. Su hermana Nidia y su sobrina Jazmín la llamaban «la reina mariposa».
A lo largo de su vida varios reconocimientos le permitieron viajar por el mundo y conocer a otros poetas y artistas. Cuando se mudó a Montevideo era frecuente verla en los cafés, como el legendario Sorocabana. Ella se sentaba en una mesa redonda y recibía con amabilidad y respeto a todo aquel que se acercara a conversar. Sus recitales de poesía se hicieron muy famosos en la ciudad; tenía una presencia magnética y una sensibilidad profunda.
Marosa fue una escritora diferente. Rompió los moldes literarios y se atrevió a construir mundos nuevos con palabras, mundos mágicos y propios. Una vez le preguntaron qué haría si fuera presidente y ella respondió: «Adjudicaría una mariposa como guardia personal a cada ciudadano».
1 DE ENERO DE 1932 – 17 DE AGOSTO DE 2004
SALTO – MONTEVIDEO
ILUSTRACIÓN DE LUCÍA FRANCO
AQUELLA MUCHACHA ESCRIBÍA POEMAS ENERVANTES Y DULCES, CON GUSTO A DURAZNO Y A HUESO.
MAROSA DI GIORGIO