Había una vez una tímida niña llamada Sara que se movía y bailaba sin parar por toda la casa. A los tres años su madre la anotó en una clase de ballet. ¡La fascinó! Cinco años después ingresó a la Escuela de Danza del Sodre.
—¡Una vida de ensueño! Era donde me sentía libre.
Cuando la institución cerró, Sara se sintió devastada, pero no se rindió. Continuó estudiando con el bailarín Eduardo Ramírez y a los 15 años se incorporó al cuerpo de baile del Ballet Nacional del Sodre.
El ballet requiere disciplina para alcanzar niveles profesionales. Sara se aprendía cada paso de los solistas, cada parte del cuerpo de baile. Sabía todo porque amaba bailar sin parar.
La gente decía de ella que era fuerte a la hora de interpretar, y ella estaba de acuerdo. Pero un día descubrió que en su interior había más lirismo que fuerza.
Sara bailó y bailó sobre la punta de sus pies, tuvo dos hijos, siguió bailando. Llegó a ser primera bailarina del Sodre. Un incendio volvió a dejar sus sueños en pausa. Entonces la vida le presentó otra oportunidad: ir a Chile como primera bailarina.
Gracias a su talento y dedicación Sara interpretó diversos papeles en más de 1500 funciones de ballet por todo el mundo. Tuvo roles protagónicos al menos en 100 obras.
En 1986 Sara fue nombrada Primera Bailarina Estrella, un reconocimiento que nadie más había recibido. Cuando decidió colgar las zapatillas se despidió con una función emocionante en Chile y otra en Uruguay.
Actualmente Sara dirige una academia de ballet y la compañía Ballet del Teatro Nescafé de las Artes en Santiago de Chile.
1948
MONTEVIDEO
ILUSTRACIÓN DE LUCÍA PINTO
EL ALMA ES LA QUE HACE MOVER AL CUERPO, POR ESO ES TAN IMPORTANTE QUE UNA VIBRE Y LLEGUE AL PÚBLICO.
SARA NIETO