Había una vez una tímida joven llamada Estela que se convirtió en «la dama del teatro». Si bien nunca había hecho teatro, se inscribió en la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático siendo adolescente. Estela estuvo entre los quince actores que conformaron la primera generación de egresados.
Estudió con la actriz catalana Margarita Xirgu, de quien aprendió el amor por los versos y el recitado. Se destacaba por su disciplina y compromiso. Se integró al elenco oficial de la Comedia Nacional en la década de los años cincuenta y jamás dejó de actuar.
Estela interpreta cada uno de los personajes con el mismo respeto y orgullo. Ha actuado en más de cien obras de teatro, hizo numerosas giras por el mundo y fue la primera actriz en ganar el premio Florencio en 1962, que ganaría once veces más.
Todos los días ejercita su cuerpo, su voz y su intelecto. Por su rigurosidad, inteligencia y talento, llegó a ser Primera Actriz de la Comedia. Cada vez que Estela estrena una obra las salas se llenan y el público, agradecido, la ovaciona con aplausos. Además de las distinciones y premios nacionales, ha sido reconocida en varios países por su trayectoria y trabajo en las artes escénicas.
Estela recibió el título doctora honoris causa de la Universidad de la República. Incluso en esto marcó camino: fue la primera vez que se entregó esa condecoración a una actriz.
—Lo vivo no como personal y propio, sino como algo colectivo —dijo—. El teatro nos hace mejores.
El día de la ceremonia y frente a una audiencia emocionada, Estela cerró su discurso como solo ella sabe hacerlo. Recitó Rebelde, de Juana de Ibarbourou.
13 DE FEBRERO DE 1932
MONTEVIDEO
ILUSTRACIÓN DE LUCÍA FRANCO
EL ESCENARIO ES MI CASA.
EL TEATRO ES MI VIDA.
ESTELA MEDINA