Había una vez una niña independiente y crítica llamada Fany que iba seguido al cine con su madre. Ella se indignaba porque las mujeres que veía en las películas no le parecían reales, no existían más allá de la pantalla. Miraba películas argentinas en las que las mujeres aparecían siempre calladas, no opinaban y hacían todo lo que sus esposos querían. Fany sentía fastidio.
―A mí nadie me iba a decir ni que yo era diferente a los niños varones, ni que mi vida iba a seguir determinados rumbos prefijados.
Fany creció y se recibió de abogada. Su principal preocupación era la desigualdad entre hombres y mujeres. Desde su trabajo profesional, su militancia feminista y su arte, Fany luchó para mejorar la calidad de vida de las mujeres.
Para compartir sus ideas escribió durante quince años en diversas publicaciones periódicas de Uruguay, entre ellas la del histórico colectivo feminista Cotidiano Mujer. En ellas hablaba sobre los derechos de las mujeres, política nacional e internacional y derecho, su profesión.
Fany era una gran artista. Le fascinaba el teatro y aprendió por su cuenta a escribir obras, en las que también exploraba temas de género. ¡Pero no frenó ahí! Publicó poemas y novelas. ¡De todo!
La principal herramienta de la decidida y directa Fany era el humor. Denunciaba hechos de violencia y discriminación hacia las mujeres a través de la ironía, el absurdo, el sarcasmo.
―Mi humor apunta a la libertad y al cambio.
Fany dejó de publicar en medios de comunicación porque varios de sus textos sobre la realidad de las mujeres fueron rechazados por editores varones. Para ella era un asunto de integridad y ética.
23 DE JULIO DE 1939 – 15 DE OCTUBRE DE 2010
MONTEVIDEO
ILUSTRACIÓN DE LUISA SABATINI
SOLO LA ACCIÓN COLECTIVA PUEDE DOTAR A LAS MUJERES DE SU PODER COMO SUJETAS DE DERECHO.
FANY PUYESKY