Habrá un momento en el que creas que todo ha llegado a su fin.
Ese será el comienzo.
Louis L’Amour
Hay una escena famosa en el ya clásico libro Harry Potter y la piedra filosofal, de J. K. Rowling, en la que el joven Harry Potter va en camino a la escuela Hogwarts de magia y hechicería para recibir entrenamiento formal como mago. Le han dicho que tome el tren en la plataforma nueve y tres cuartos, pero cuando llega a la estación de trenes, no puede encontrar ese número. Existen las plataformas nueve y diez, pero ninguna nueve y tres cuartos. Harry le pregunta a sus compañeros magos dónde puede encontrar esa plataforma. “Allí,” responde uno, señalando una pared de cemento.
Harry queda perplejo. No puede ver ninguna puerta, sólo una gruesa pared. Luego, para su asombro, sus compañeros más experimentados corren, de a uno por vez, a toda velocidad hacia la pared y desaparecen por arte de magia. Claro que cuando Harry los sigue, él también puede atravesar la pared en forma milagrosa y aparece parado sobre la plataforma nueve y tres cuartos mirando el maravilloso tren que los llevará a él y a sus compañeros a la escuela Hogwarts, donde aprenderá los secretos de la magia. Harry ya comienza a comprender una de las lecciones esenciales para convertirse en un gran mago: Las cosas no siempre son lo que aparentan.
Cuando vivimos momentos de gran desafío, transición y transformación, también podemos encontrarnos como Harry Potter, frente a lo que aparenta ser una pared impenetrable, un callejón sin salida. Miramos fijamente el obstáculo y a pesar de querer superarlo, no podemos ver ninguna puerta que nos permita pasar ni tampoco un sendero cercano que nos permita rodearlo:
¿Cómo se supone que superaremos estos momentos tan difíciles? ¿Cómo podremos atravesar lo que parecen ser bloqueos de ruta imposibles de eludir en nuestro camino a la felicidad?
Debemos comenzar por recordar: las cosas no siempre son lo que aparentan.
Los que aparentan ser callejones sin salida en nuestras relaciones, pueden llegar a ser oportunidades muy poderosas para lograr una intimidad más profunda, o un amor nuevo más allá de lo que podemos imaginar.
Los que aparentan ser callejones sin salida en nuestros trabajos o carreras, pueden ser oportunidades poderosas para abrir nuevas avenidas de creatividad y nuevos campos de éxito.
Los que aparentan ser callejones sin salida en nuestra felicidad, pueden ser oportunidades poderosas para tener nuevas experiencias de redescubrimiento y renovación.
Los que aparentan ser callejones sin salida en nuestra fe y esperanza, pueden ser oportunidades poderosas para lograr nuevos niveles de sabiduría y consciencia.
En el mundo mágico de Harry Potter, él corre directamente hacia la pared para poder atravesarla. En nuestra realidad menos encantada, no deberíamos lanzarnos contra lo que parecen ser paredes de piedra que bloquean el camino. En cambio, debemos considerar lo siguiente:
Los obstáculos en nuestro camino no nos están
bloqueando, nos están marcando otra dirección. Su
propósito no es interferir en nuestra felicidad sino
mostrarnos nuevos caminos hacia ella,
nuevas posibilidades, nuevas puertas.
Recuerdo que de niña solía participar en un interesante juego para el que nos dividíamos en dos grupos, una de las personas en cada equipo tenía los ojos vendados y los demás le tenían que dar instrucciones para que lograra atravesar un circuito con obstáculos hasta llegar al final. El primer equipo en lograr que su representante superara los obstáculos ganaba el premio.
Por supuesto, parte del desafío y de la diversión eran nuestros intentos de evitar que nuestro compañero se lastimara al golpearse con árboles o arbustos, tropezara con piedras o cayera en algún pozo. Nos parábamos todos juntos y gritábamos las instrucciones que servían de protección contra peligros y de ayuda alentadora: “Dos pasos a la derecha... ahora hacia delante... adelante... despacio o te chocarás contra un árbol... ¡NO! ¡ALTO!... Bien, ahora gira a la derecha... sigue girando... NO, eso es mucho, da la vuelta... Bien, ahora da cinco pasos hacia delante... Vas muy rápido, ¡DA PASOS MÁS PEQUEÑOS!... Ya casi llegas... Ahora arrodíllate porque deberás gatear por debajo de ese seto... ¡BAJA LAS MANOS!... ¡Uy! Demasiado tarde...”
¿Qué sucedería si la Inteligencia Universal nos estuviera tratando de guiar por un circuito con obstáculos hacia un destino que ni siquiera podemos imaginar? ¿Cómo se comunicaría con nosotros? ¿Cómo lograría que cambiemos la dirección que creíamos correcta y que nos dirijamos hacia otra dirección que nos lleve donde verdaderamente debemos ir? ¿Si no hay nadie que grite las instrucciones, cómo somos guiados hacia nuestros objetivos?
La respuesta parece clara: habrá un corte en el camino para que no podamos continuar avanzando por esa autopista. Se cierra una puerta para que no podamos atravesarla. Se pierde una oportunidad para que no la busquemos. Estos son mensajes, comunicaciones de la inteligencia cósmica, por así decirlo. Nos están guiando por un viaje misterioso y nos conducen hacia un objetivo, aunque parezca que tenemos los ojos vendados y que aún no podemos ver dónde estamos o cuál es nuestro nuevo destino.
Cuando se cierra una puerta, otra se abre;
pero permanecemos mirando la puerta cerrada por tanto tiempo
y con tanto pesar,
que no vemos las que se nos abren.
Alexander Graham Bell
Mi perro Bijou y su hermana Shanti son la luz de mi vida. Bijou es un bichón frise y es afectuoso, coqueto, enternecedor y abnegado. Además, tiene una gran capacidad para centrarse en lo que quiere y muestra asombrosos niveles de decisión.
Una de las cosas que siempre me hace reír es cómo logra que le dé golosinas para perros. Bijou conoce la puerta que da a la despensa donde se guardan las cosas ricas para los perros. Se para allí y mira fijamente la puerta como si la mirada pudiera derretir la madera y hacerlo entrar al paraíso de los gustos. Cuando es hora de una golosina, entro en la despensa y salgo con un puñado de galletas para Bijou y su hermana. A veces, está tan abstraído mirando la puerta que ni siquiera nota que dejé las galletas en otro lugar. Simplemente sigue mirando la puerta cerrada. “Bijou, ¡Mira!” le digo, señalando las galletas en la otra habitación. Bijou no se mueve. Continúa en una concentración profunda, esperando que se abra la puerta.
Finalmente, Bijou encuentra las galletas. Incluso cuando cambio las cosas de lugar, él recuerda que solían estar tras esa puerta. Si Bijou desaparece de repente de una habitación, sé hacia dónde va: a velar la puerta cerrada de la despensa.
A menudo ocurre lo mismo con nosotros. Se ha cerrado una puerta en tu vida: la puerta a una relación, a una oportunidad, a un trabajo, a un sueño. Sabes que debes continuar. Sabes que es hora de ir en una nueva dirección y encontrar nuevas puertas, nuevos caminos, nuevas posibilidades. Pero tú, al igual que Bijou, te quedas mirando con nostalgia la puerta cerrada, recordando lo que solía haber detrás de ella.
“Estábamos tan enamorados hace cinco años.”
“Podría haber sido un negocio tan maravilloso si hubiera despegado.”
“Tenía tanta esperanza en ese proyecto.”
“Nada será lo mismo ahora que mi madre ha fallecido.”
“Era tan lindo cuando los niños eran pequeños y todos tomábamos las vacaciones juntos.”
“Era tan feliz entonces.”
Aquí está el problema: estás yendo en la dirección equivocada. La solución es simplemente girar.
Gira y aléjate de donde estabas y ya no es posible que estés.
Gira y aléjate de lo que has terminado.
Gira y enfrenta lo que yace delante tuyo: el nuevo camino, los nuevos destinos, las nuevas puertas que esperan ser abiertas.
Hasta que logres girar, no verás nada más que el pasado con todas sus decepciones. Todo lo que verás es lo que ya no es posible, lo que ya no está a tu alcance. Esto te hace sentir abatido, vencido y, lo peor de todo, impotente.
La impotencia es no poder ver ninguna opción.
Cuando sólo miras el pasado,
no podrás ver el futuro que te espera.
No verás las posibilidades que están a tu alcance.
Debes dar la vuelta y mirar hacia delante.
Incluso cuando te encuentres en lo que parece ser un callejón sin salida, siempre hay alternativas, nuevas posibilidades. Nos quedamos estancados cuando sólo miramos aquello que ya no es posible y no observamos todo lo demás que ahora está a nuestro alcance.
Joel acudió a mí porque parece no poder reponerse de la noticia de que su esposa, Eileen, quiere el divorcio. Hace meses que le ha dicho que ya no quiere estar casada, algo que él debió haber percibido, pero no hizo. Eileen está esperando que Joel se vaya de la casa, pero él sigue diciéndose a sí mismo que quizá ella cambie de opinión, aunque ella le aclara que eso no va a suceder. A pesar de todo, Joel parece no poder hacer nada. Se siente abatido y varado.
Escucho a Joel y sé que veo a un hombre aturdido ante la devastación de su antigua vida. Está parado en el camino, mirando la pila de escombros que solía ser su matrimonio y vida familiar. Sabe que debe continuar, pero no puede ver caminos alternativos. Está tan absorto mirando atrás que no se da cuenta que el camino continúa más allá de donde se encuentra. Debe dar la vuelta.
“Sólo quiero a mi esposa y mi hogar nuevamente,” dice Joel con aire taciturno.
“Esa puerta se cerró. Ya no puedes atravesarla. Pero existen muchas otras posibilidades para ti. ¿Qué otras puertas puedes ver?”
“No veo otras posibilidades,” se queja. “Lo único que quiero es lo que tenía.”
“Por supuesto que hay otras posibilidades, simplemente no estás mirando,” le explico. “Siéntate tranquilo, pregúntate lo siguiente y verás que aparecerán respuestas.”
“¿Qué cosas nuevas tengo la libertad de hacer ahora?”
Joel permanece en silencio por unos minutos. Luego, comienza lentamente:
Soy libre para vivir en una casa nueva, quizá una que esté más cerca del pueblo y en una calle donde los niños puedan jugar en lugar de estar aislados como ahora.
Soy libre para decorar mi casa con el estilo que me guste, puesto que mi esposa y yo tenemos gustos muy distintos.
Soy libre para pasar más tiempo realizando actividades que disfruto como el excursionismo y los campamentos ya que a ella no le gustaban las actividades al aire libre.
Soy libre para pasar más tiempo con mis amigos ya que no pasaré todos los fines de semana con los niños.
Soy libre para viajar más.
Soy libre de pasar más tiempo solo con los niños y hacerlos conocer cosas que mi esposa no disfrutaba.
Soy libre de tener un perro ya que mi esposa es alérgica y no podíamos.
Es sorprendente ver el rostro de Joel transformarse e iluminarse a medida que recita la lista. Estas eran las cosas que no había pensado cuando permanecía mirando las puertas que se habían cerrado. Esta es la lista de puertas nuevas, esperando ser abiertas, que conducen a experiencias y oportunidades que Joel no podía ver ni imaginar hasta que logró dar la vuelta.
Han pasado varios meses y Joel me llama para contarme novedades. Suena como un hombre diferente. “¡Encontré la casa más maravillosa!” me cuenta Joel con entusiasmo. “Queda a unos minutos de la otra casa, pero mucho más cerca del pueblo en un barrio fantástico para los niños, con un hermoso jardín trasero. No lo creerás, pero la utilizaron durante años como clínica de curación holística. Es literalmente una casa de curación. Sabía que te agradaría esa parte. La he estado decorando con las antiguas cosas que guardaba y compré algunos muebles que me encantan. Los niños están enloquecidos con la nueva casa. Debo admitirlo, estoy bastante contento con mi nueva vida.”
Joel prosigue, “Debo contarte lo que sucedió la semana pasada. Eileen y yo llevamos a los niños a comer afuera. A veces, hacemos cosas todos juntos como una familia y resulta bastante armonioso. Durante la cena, Cassie, la mayor de mis hijas, que acaba de cumplir nueve, dijo: “He estado pensando, ahora que ustedes se están por divorciar, pueden casarse nuevamente, ¿no? ¡Dos bodas! Eso quiere decir dos vestidos. No pude ir a su primera boda, pero puedo ir a estas. ¡Viva!”
“Cassie y su pequeña hermana Carly comenzaron a aplaudir y a reír tontamente. En ese momento,” me dice Joel, “supe que los niños iban a estar bien. Creo que fue la forma que Cassie encontró para decirme que me relaje y que sepa que todo está bien, aunque sea diferente. Cassie está viendo puertas que yo no había detectado aún, pero voy a poner todo de mí para encontrarlas.”
Aunque nadie puede volver atrás y comenzar de nuevo, cualquiera puede comenzar ahora y realizar un cierre nuevo.
Carl Bard
Una vez, en un momento de gran turbulencia, llamé a medianoche a mi amiga Amanda, que vive en Australia (por la diferencia horaria, la madrugada en California es la tarde en Sidney). Amanda también es terapeuta así que nos ayudamos mutuamente. En esa oportunidad, estaba disgustada y abrumada, tratando de darle sentido a varias situaciones estresantes de mi vida. Luego de conversar con Amanda por una hora, concluí diciendo:
“No lo he descifrado todavía, ¡pero sí he descifrado que debo descifrarlo!”
Muchas veces, ese es el primer paso, admitir que: “estoy en un callejón sin salida. Debo dar la vuelta y encontrar nuevas puertas.”
Una de las lecciones más importantes que aprendí en mis viajes espirituales es que el estado de ignorancia es un estado poderoso, repleto de semillas de concientización. Saber que tenemos que descifrar algo es el comienzo del proceso. Recuerda lo que escribí en el primer capítulo del libro:
“¿Cómo llegué acá?” tiene un “acá”.
No estamos perdidos, sólo estamos en un lugar que es
más incierto que certero, más cambiante que estático.
Y a partir de este lugar comenzamos a buscar nuevas puertas para abrir.
Que no podamos ver con claridad el final del recorrido no es motivo para no emprender el viaje esencial.
John F. Kennedy
Con gran valor hemos dejado nuestros viejos mapas de lado. Con gran renuncia hemos dejado los lugares en los que hubiésemos deseado estar, y hemos decidido que finalmente estamos listos para avanzar. De repente, nos damos cuenta de que algo falta: un mapa para guiarnos en esta parte del recorrido.
Esperamos que este mapa se revele y deseamos descubrir un plan detallado de esta nueva etapa de la vida. Nada de eso sucede. Buscamos a nuestro alrededor en forma desesperada, seguros de que debe de haber un mapa en algún sitio, pero por más que busquemos, no podemos encontrarlo. Vemos viejos mapas que pueden trazar el rumbo a lugares que otros han ido o donde nosotros ya hemos ido: las vidas que llevaron nuestros padres, los destinos convencionales que la sociedad elegiría para nosotros, caminos profesionales y personales que están marcados con claridad. Pero para aquellos de nosotros que estamos en medio de un renacimiento espiritual y emocional, a menudo no hay mapa que nos guíe, sólo una inmensa extensión frente a nosotros desconocida e inexplorada.
Estamos acostumbrados a los mapas, horarios, planes y líneas de tiempo. Estas generan la ilusión de que vamos en la dirección correcta, aunque no sea así. Nos alivian y muestran que no estamos viajando fuera de curso, aunque así sea. Sin un mapa a mano, nos sentimos confundidos, desorientados y temerosos de perdernos si avanzamos.
Entonces esperamos, con miedo a tomar nuevas decisiones, a trazar un nuevo recorrido o probar una nueva dirección hasta recibir el itinerario. “Sé que debo superar este período,” nos decimos. “Sé que debo ponerme en acción para llegar a un nuevo lugar. Sólo desearía que alguien me dé una lista de los pasos a seguir para poder comenzar. Estoy impaciente. Siento que debo moverme, pero no sé qué hacer.”
He aquí el problema:
Muchas veces quedamos varados cuando insistimos en
ver todo el trayecto antes de disponernos a avanzar,
en lugar de simplemente ver el paso siguiente.
Esto es particularmente difícil para aquellos de nosotros a los que nos disgusta sentirnos fuera de control. No estamos cómodos cuando desconocemos lo que nos espera, entonces nos quedamos donde estamos, demasiado inseguros para realizar algún movimiento o tomar alguna decisión por miedo al error.
En medio de mi renacimiento poderoso, recuerdo haberle dicho a un amigo:
Solía poder ver tan lejos de mí, a años de distancia. Era como si reflectores enormes iluminaran todo el camino y todo estaba muy claro. Ahora siento que sólo tengo suficiente luz como para ver un minúsculo paso delante de mí.
Cuando nos hemos acostumbrado a la certidumbre y la estabilidad, el encontrarnos con sólo la luz suficiente para ver un paso puede resultar aterrador. Debemos dejar a un lado ese miedo y recordar que no tenemos que ver todo el trayecto para poder comenzar, sólo debemos ver un paso frente a nosotros.
Aprender a seguir adelante sin mapas significa
ir de a un paso por vez, aunque no podamos ver con
claridad el camino a nuestro destino o incluso
no podamos saber cuál será ese destino.
Es la fórmula para avanzar sin mapas: comienza con un paso por vez y una cosa por vez. Quizá ese primer paso sea todo lo que puedas ver. Aunque sea así, tómalo, y muy pronto luego de haberlo hecho, el próximo paso se verá con claridad, y luego de tomar ese, el próximo se hará visible, y el siguiente y el siguiente.
Siempre hay una escena en las clásicas películas de espías en la que el héroe o heroína debe ir a un lugar: una esquina, un café o cabina telefónica y esperar más instrucciones. Sigue las instrucciones y llega al destino. Espera. Finalmente, recibe otro mensaje, ahora debe ir a otro lugar y esperar más instrucciones. Este patrón se repite hasta que encuentra lo que sea que haya estado buscando.
El proceder sin mapa cuando nos estamos transformando es muy similar a esta escena, damos un paso, el único que podemos descifrar y luego esperamos. Dentro de nosotros surgirá la claridad que servirá de guía hacia el próximo paso. Allí esperaremos nuevamente. Quizá en ese punto algo o alguien nos ayudará a descubrir nuestro nuevo paso. Continuaremos avanzando así, de manera intuitiva, momento a momento, paso a paso, y con cada uno, se revelará el nuevo destino. El mapa se torna una actividad en progreso que vive y respira en lugar de un programa rígido y plagado de fórmulas que aplicamos mecánicamente.
Puedo no haber ido donde pretendía ir,
Pero creo que terminé donde pretendía estar.
Douglas Adams, The Hitchhiker’s Guide to the Galaxy
He aquí algo más que he aprendido en mi propia búsqueda: el universo no es muy receptivo con aquellos que insisten en recibir un itinerario detallado antes de disponerse a actuar. “Esperaré hasta tener una señal antes de continuar,” nos decimos. Pero considera esto: ¿y si el universo te está esperando a ti? ¿Y si las fuerzas benéficas que nos guían misteriosamente durante nuestro viaje están esperando hasta que tú señales tu intención?
No se puede aprender nada al no hacer nada.
No puedes descubrir tu futuro al permanecer
inmóvil, donde estás.
Haz una elección.
Decide.
Actúa.
Luego el universo corregirá tu curso
y te señalará la dirección correcta.
No puedes obtener ayuda de la Inteligencia Universal cuando estás paralizado, temeroso de hacer un movimiento. Ella no puede corregir tu dirección si no estás dispuesto a elegir una, ni te puede ayudar a navegar hacia tu destino si no abandonas el aparentemente seguro puerto de la inacción.
Para darnos cuenta de las nuevas puertas que se abren ante nosotros debemos prestar atención y buscar posibles aperturas, a menudo donde menos esperamos que se den. Al principio podrían parecer guiarnos en direcciones sin sentido, incluso hacia desvíos. Pero ellas pueden perfectamente ser “citas con el destino”, encuentros al parecer casuales o no planificados que transforman radicalmente nuestras vidas.
He aquí algunas historias verdaderas acerca de citas con el destino.
Una buena amiga de Sharon se enferma y la llama para ofrecerle su entrada para un concierto esa noche. Ella ha tenido una semana agotadora, pero decide aprovechar un poco de entretenimiento y resuelve ir. Apenas ha salido desde que rompió con su novio seis meses atrás, y se prometió a sí misma que se obligaría a salir de su casa, incluso cuando no tuviera ganas.
Cuando Sharon llega al teatro y camina desde el pasillo a su asiento, se siente un poco ansiosa. No le gusta ir a eventos sociales sola, y espera no tener que sentarse con un extraño. Sharon encuentra su lugar y descubre a un hombre muy atractivo sentado en el asiento de al lado. Y resulta que él también ha venido al concierto solo. En cuanto empiezan a hablar vuelan chispas entre ellos, y al final del show van a un restaurante y hablan por horas. Aunque te parezca un poco loco, Sharon está segura de estar enamorándose. Y lo están. Un año más tarde, Sharon y este hombre están casados.
La última cita del día de Gloria se atrasa y ella pierde el tren a casa. Ahora debe esperar una hora hasta el próximo. Enojada consigo misma por entretenerse demasiado con el último paciente, Gloria considera en qué ocupar la próxima hora. Piensa en volver a la calle y hacer unas compras, pero decide simplemente sentarse y tomar un té, con la esperanza de calmarse, ya que no ha tenido un buen día y ha habido algunos eventos traumáticos en las últimas semanas.
En el café, Gloria entabla una conversación con una mujer que también está esperando el tren, y descubre que es una médica que se especializa en la investigación sobre cáncer. Gloria le cuenta que a su hermana menor hace poco le han diagnosticado una extraña forma de cáncer terminal. La doctora se sorprende y explica que es el mismo tipo de cáncer que ha estudiado por diez años. Y casualmente en tres semanas comenzará una prueba con una nueva droga y está en el proceso de elegir candidatos. Gloria obtiene el número telefónico de la doctora y arregla que su hermana sea parte de la prueba, prueba de la cual ni siquiera su propio médico tenía idea. Cuatro meses después, gracias a las drogas experimentales, el cáncer de su hermana entra en total remisión, y nunca vuelve.
Patrick tiene un día terrible. Ha intentado durante semanas obtener una audición con el director de reparto de una nueva película, pero no ha tenido éxito. Está seguro de ser perfecto para un papel en un filme de próxima aparición, pero no sabe cómo hacer para ver a este hombre tan ocupado. Hoy, de nuevo, estuvo en la oficina y fue rechazado por la poco amistosa secretaria. Su próxima cita es recién a las seis de la tarde y todavía no ha ido al gimnasio, al cual falta muy poco. Sin embargo, por alguna razón decide en cambio ir a una librería New Age que está cerca, un lugar que normalmente nunca visitaría, con la idea de encontrar un libro inspirador que levante su espíritu.
Patrick se encuentra en la sección que contiene libros de yoga y meditación. De repente se queda pasmado al ver al director de reparto que ha perseguido, parado a unos pocos metros de distancia. Patrick se acerca y se presenta, confiesa que intenta obtener una audición y comparte su asombro al tropezarse con este hombre en esta tienda. Ambos hablan por diez minutos y el director lo invita a verlo para una audición la mañana siguiente. Patrick obtiene el papel en la película, lo que lo lanza como una nueva estrella.
Cada una de estas personas tenía una cita con el destino: algo bueno estaba esperando por ellas en un lugar en el que no esperaban encontrarlo. En todos los casos, ellos sentían que las cosas en su vida estaban yendo en la dirección equivocada. Sin un mapa que los guiara hacia lo que estaban buscando —una relación, un milagro médico, un salto profesional—, se sentían perdidos y desanimados. Luego, en un momento, cada uno de ellos fue guiado a un encuentro que cambiaría sus vidas. Al ir adonde no tenían intención de ir, terminaron donde pretendían estar.
El regalo de los callejones sin salida es que no hay otro
lugar adonde ir excepto a otro lugar.
La bendición de no tener un mapa es que
estás forzado a ir a lugares a los que no irías
si tu camino estuviera predeterminado y bien definido.
Proceder sin un mapa es para nosotros un nuevo paradigma a entender y poner en práctica. Significa permitir que la vida nos diseñe, antes que intentar diseñarla nosotros. Mientras menos intentemos controlar la nueva dirección que nuestra vida está tomando, mejor. Somos invitados a dejar a un lado nuestra lista de deseos, nuestras metas, y estar abiertos a experimentar nuestra vida de manera plena en cada momento, escuchar cada momento, reaccionar a cada momento.
Al hacer esto dejamos lugar para lo mágico, y para el develamiento de las sorpresas que el universo tiene reservadas para nosotros. Cuando estamos atravesando nuestro sendero sin destino cierto, podemos detenernos en algún sitio que no hubiéramos advertido si estuviéramos apurados por llegar a un determinado lugar. Podemos cambiar de opinión. Podemos volver y empezar de nuevo. Podemos hacer lo que sea que queramos. No estamos limitados por un límite rígido que hayamos establecido. Somos libres.
John Schaar, profesor emérito de filosofía política en la Universidad de California en Santa Cruz, nos ayuda en esta nueva comprensión de nuestro futuro como algo que no está planificado, sino que vamos creando a cada momento:
El futuro no es el resultado de elecciones entre senderos alternativos ofrecidos por el presente, sino un lugar creado, primero en la mente y la voluntad, luego en la actividad. El futuro no es un lugar al que nos dirigimos, sino uno que estamos creando. Los senderos no son encontrados sino hechos, y la actividad de hacerlos modifica tanto al que los hace como al destino mismo.
El cuerpo primero, y el espíritu después; y el nacimiento y
crecimiento del espíritu, en aquellos atentos a su
propia vida interior, son lentos y sumamente dolorosos.
Nuestras madres son atormentadas por los dolores de nuestro
nacimiento físico; nosotros mismos sufrimos los dolores aun
mayores de nuestro crecimiento espiritual.
Mary Antin
Renacer toma tiempo. Como el proceso de nuestro nacimiento físico, no puede ser apurado. Esto significa que debemos tener la comprensión y la voluntad de soportar los dolores de parto que experimentamos mientras atravesamos la brecha entre quienes somos y aquello en que nos estamos convirtiendo:
En la vida, navegar por lo inesperado requiere un gran
coraje emocional: el coraje de ser nada
y nadie por un momento, mientras se cuestiona
quién has sido y quién quieres ser.
Las decisiones más difíciles que he hecho en mi propio proceso de renovación durante los últimos siete años no han sido decisiones acerca de hacer algo, sino más bien decisiones acerca de no hacer cosas: no conducir un programa de TV; no escribir otro libro inmediatamente después de haber terminado el anterior; no comprometerme con tantas conferencias; no seguir mis viejos mapas automáticamente, pese a que me habían llevado a un gran éxito. No hacer esto significaba renunciar a muchas cosas a las que les había tomado apego, y crear un profundo sentido de vacío en mi vida.
Sabía que me estaba vaciando para volver a ser llenada, con nueva visión, nueva inspiración, nuevo propósito, nuevo amor. Pero sentir el dolor de ese vacío y contenerme del impulso de llenarlo instantáneamente era, por momentos, más de lo que podía soportar. “¡Ya he pasado por suficiente!” anunciaba en mis plegarias a cualquier poder cósmico que estuviera escuchando. “He aprendido tantas lecciones, y crecido de manera profunda. ¿No es hora ya de parar? Estoy segura de haber ‘terminado’, y de estar lista para volver a ser llenada.”
Como una niña en un largo viaje en auto que continúa preguntando a sus padres “¿ya llegamos?” me sentía impaciente por llegar al fin de mi viaje de despertar, por moverme rápidamente a través de la brecha entre quien había sido y quien sea que estaba resultando ser, por correr a través del denso bosque de preguntas y confusión que llenaba mi cabeza hasta el lugar que albergaba las respuestas. Me cansé de sentirme insegura, de no saber. Añoraba sentirme confiada y segura, volver a ver la totalidad del camino, y no sólo el pequeño peldaño frente a mí.
Lentamente, caí en la cuenta de una aguda y asombrosa revelación: había pasado toda mi vida apurada por hacer algo: por terminar la más pequeña tarea, por hablar, por leer, por tener éxito, por ser profunda, por enamorarme, por alcanzar la iluminación. Era como si estuviera corriendo contra un reloj invisible que sólo yo podía ver. ¿Por qué estaba tan apurada?, ¿Qué me llevó a ser de este modo?
Repentinamente supe la respuesta. Había estado en una eterna lucha con el vacío. Estaba intentando llenar el espacio vacío, temerosa de que si no lo hacía, permanecería así para siempre. Y entonces me apresuraba a llenar cualquier vacío que encontrara, así fuera un espacio sin ocupar en una conversación, en mi agenda, en mi pared, mi mesa, mis estantes, mi armario o cualquier otro lugar en mi hogar, y especialmente, y más difícil de admitir, en mi corazón.
No es sorprendente que haya siempre creado una nueva vida amorosa poco tiempo después del fin de la anterior. No es sorprendente que haya siempre empezado a trabajar en un nuevo libro en cuanto terminaba de escribir el último. Y no es sorprendente que ahora esté aterrada en tanto elegí convertirme en nada y nadie, más de lo que alguna vez lo había hecho.
Colapsé en este vacío, y lo dejé convertirse en mi propia respiración, mi propia conciencia, mi propio latido. De esto es de lo que había estado huyendo toda mi vida. Ahora llenaba mis días y noches con su inconfundible y demandante presencia. Y ahora, de alguna manera, me rendía a él, sabiendo que quizás aquí era donde me había traído finalmente mi excavar profundo.
En este dejarme ir, para mi gran sorpresa, descubrí más luz que la que sabía que existiera, y abracé una transformación que había esperado largamente. Es de ese despertar que este libro y la sabiduría que contiene han emergido.
Cuando estamos en el proceso de rediseñarnos
a nosotros mismos, perdemos claridad.
Perdemos certeza.
No nos gusta cuando las cosas son opacas.
Pero por más que intentemos, no podemos ni debemos
apurar un nuevo entendimiento.
No podemos forzar que nuestro despertar suceda
más rápido de lo que realmente puede. Debemos
ser pacientes.
Considera esta sabiduría del Tao Te Ching, escrito en China hace aproximadamente 2.500 años por el filósofo taoísta chino Lao Tzu:
¿Tienes la paciencia para esperar
hasta que el barro se asiente y el agua sea clara?
¿Puedes permanecer inmóvil
hasta que la acción correcta llegue por sí misma?
Realizamos nuestro movimiento, y luego esperamos a que el universo haga el suyo, y esperamos el despertar al alba. Siempre será así.
Cuando las cosas parecen demorarse más de lo esperado, cuando sientes que tus nuevas puertas no se están revelando lo suficientemente rápido, puede que estés creciendo y desarrollándote de hermosos modos que aún no puedes ver. He aquí una parábola de origen desconocido.
Un hombre encontró un capullo de polilla emperador. Fascinado por el misterioso y raro espécimen, lo llevó a su casa para observar a la polilla salir del capullo.
Al día siguiente una pequeña abertura apareció. El hombre se sentó y miró la polilla por varias horas mientras esta luchaba por forzar el cuerpo a través de ese pequeño orificio. Más tarde pareció detenerse. Daba la impresión de haber ido tan lejos como había podido a través del orificio, y se había quedado atascada. Luego dejó de moverse por completo.
El hombre se sintió mal por la pequeña polilla. En su bondad, decidió ayudar a liberarla. Tomó unas tijeras y cortó la parte restante del capullo. Entonces la polilla emergió fácilmente. Pero el hombre notó que su cuerpo estaba hinchado, y que sus alas eran pequeñas y arrugadas.
El hombre continuó observándola porque esperaba que en cualquier momento las alas crecieran y se expandieran como para poder soportar el cuerpo, que se contraería a su debido momento. Pero nada de esto pasó. De hecho, la pequeña polilla pasó el resto de su vida arrastrándose con un cuerpo hinchado y alas arrugadas. Nunca fue capaz de volar.
Lo que el hombre en su compasión y apuro no entendió era que el capullo restrictivo y la lucha requerida para atravesar la pequeña abertura era el modo que tenía la Naturaleza para quitar fluido del cuerpo de la polilla y hacerlo llegar a sus alas. Esto ayudaría a desarrollarlas completamente, de manera que una vez que se librara del capullo, se encontraría lista para el vuelo.
Para la polilla, la libertad y el vuelo sólo podrían venir luego de su lucha. Pero el hombre no lo sabía. Al privar a la polilla de la lucha e intentar apurar su salida del capullo, la inutilizó sin intención, evitando que se convierta en todo lo que estaba destinada a ser.
He compartido mis experiencias personales con ustedes de modo que cuando atraviesen su propio renacimiento, ustedes también puedan encontrar la fuerza y la sabiduría para no apurar o malinterpretar sus propios vacíos, sus propias desolaciones. Esos son el capullo que permitirá que tus alas crezcan. Con amor, paciencia y orgullo, debemos observar nuestros primeros movimientos desde nuestros despertares, un paso a la vez, como los padres miran a sus hijos dar lentamente su primer paso, y luego otro, y otro.
Necesitamos conocer la diferencia entre estar atascados y estar todavía en el capullo. Necesitamos darle a nuestro nuevo ser tiempo para emerger, de manera que cuando lo haga, sepamos cómo volar.
Cuando persigas tu dicha... se abrirán puertas
donde no pensabas que habría puertas;
y donde no existiría una puerta para nadie más.
Joseph Campbell
Las nuevas entradas están ahí. Tal vez no las podamos ver todavía, pero de todos modos están esperando. Entonces, ¿cómo las localizamos?
Proceder sin un mapa no significa que no haya nada para guiarnos. Significa simplemente que la vieja manera que utilizábamos para movernos puede no ser útil en tiempos de desafío y renacimiento. Es la sabiduría intuitiva del corazón la que puede ayudarnos en nuestro viaje hacia el descubrimiento de nuevas entradas.
El corazón siempre nos está hablando en pequeños, moderados susurros, tan suaves que a veces pasan desapercibidos. Experimentamos una fugaz sensación; tenemos el fragmento de un pensamiento; nos topamos con una repentina, inexplicable emoción. A menudo las descartamos, si es que tenemos conciencia de ellas. Al hacer esto, ignoramos nuestra propia voz interior que está intentando comunicarse con nosotros, para desviarnos del peligro, para señalarnos una nueva dirección, para conducirnos hacia nuevas entradas que nos están esperando.
La sabiduría intuitiva del corazón no siempre tiene sentido. No siempre parece lógica, práctica o incluso razonable. Esto se debe a que no es lineal, no nos lleva del punto A al punto B en una línea recta. En cambio, nos mueve con pasos que están en sintonía con ritmos y diseños cósmicos. Sólo al arribar a nuestro nuevo destino comenzaremos a comprender la ruta misteriosa que hemos tomado para llegar hasta allí.
Hay muchos nombres para la sabiduría que habla a través del corazón. Algunos la llaman “Mente Superior” a diferencia de la mente convencional. Otros le dicen Inteligencia Cósmica o Espíritu. Para muchos, se trata simplemente de la voz de Dios.
Cualquiera sea su nombre, ¿cómo aprendemos a escuchar la voz del corazón y a seguir su guía? Debemos dejar de preguntarnos a nosotros mismos: “¿qué debo hacer ahora?”, “¿cuál es mi nueva lista de objetivos?” o “¿qué pasos para la acción debo tomar?” En cambio, debemos comenzar a contemplar lo que denomino “las preguntas dentro de las preguntas.” Estas preguntas no están diseñadas para darnos información. Su propósito es pasar por la mente y abrirnos a la sabiduría de nuestro propio corazón. No pueden ser respondidas cabalmente utilizando nuestro intelecto; debemos sentir las respuestas, en lugar de pensar acerca de ellas.
Hay muchas maneras de trabajar con estas preguntas. Puedes tomar una por vez y escribir lo que te sugiere. Puedes contemplar las preguntas mientras meditas. Puedes discutir cada pregunta con tu compañero, con un amigo o un terapeuta. Puedes escarbar profundamente en una pregunta cada semana. No son parte de un ejercicio intelectual. Son guías muy poderosas que te ayudarán a viajar profundo dentro de ti. Presta mucha atención a las respuestas que recibes. Como dice el refrán: “cuando tu corazón habla, toma buenas notas.”
He aquí algunas “preguntas dentro de preguntas” para que ejercites:
¿Estoy viviendo como la persona que quiero ser?
¿Cuánto tiempo me ven los otros como realmente soy?
¿Qué partes auténticas de mí mismo he ocultado a la gente que me conoce?
¿Soy feliz con lo que he hecho de mi vida?
¿Me traen alegría mis actividades e interacciones cotidianas?
¿Qué partes de mí mismo he estado ignorando, descuidando o negando?
¿Qué necesito hacer o dejar ir para finalmente crecer?
¿Qué necesito hacer o dejar ir para finalmente ser libre?
Si mi vida terminara mañana, ¿me sentiría satisfecho con el modo en que he vivido y con lo que he logrado?
¿Cómo sería mi vida si no la estuviera juzgando a partir de las expectativas que he tenido o comparándola con la vida que otros tienen?
Si no estuviera preocupado por lo que otra gente pudiera pensar o por el modo en que pudieran reaccionar, ¿qué cambios y decisiones haría en mi vida?
Si me quedara un año de vida, ¿qué cambios o decisiones haría en mi vida?
Si escuchara lo que mi corazón ha estado tratando de decirme, ¿que haría, cambiaría o decidiría?
Si podemos ver el sendero tendido para nosotros, hay una
buena posibilidad de que no sea nuestro sendero: es probablemente
el de alguien más al que hemos tomado por el nuestro.
Nuestro propio sendero debe ser descifrado a cada paso del camino.
David White
Mientras nos esforzamos por escuchar la sabiduría de nuestro corazón, debemos recordar que es nuestra sabiduría, nuestra visión, nuestro despertar, y el de nadie más, lo que nos llevará hacia nuevas entradas. Podemos ser inspirados por mentores, maestros, pastores, curas, terapeutas, autores, amigos y seres queridos bien intencionados. Pero en última instancia, para que nuestro viaje sea auténtico, debemos descifrar nuestro propio sendero.
Tú serás el único al que le será dada la claridad para ver tus nuevas entradas.
Uno de mis proverbios chinos favoritos nos recuerda: “la persona que dice que no se puede hacer algo no debe interrumpir a la persona que lo está haciendo.” Si alguien no puede ver lo que tú ves, no entenderá por qué estás haciendo lo que estás haciendo. No permitas que esto te detenga. Te ha sido dada tu visión por alguna razón. Debes seguirla.
Hace varios años, luego de terminar de escribir y promocionar mi último libro, había llegado el momento de empezar a escribir uno nuevo. Eso es lo que se supone que hacen los escritores: decidir sobre su próximo proyecto y empezar de nuevo. Tenía muchas ideas inteligentes para libros que serían fáciles de escribir y divertidos de promocionar, sin embargo, no era ese el modo en que me había dedicado al oficio de autora. Mis libros surgen a través mío, antes que de mí. Me eligen a mí, yo no los elijo a ellos. Eso significa que debo esperar hasta que la sabiduría decida que está lista para emerger y que yo estoy lista para recibirla, y sólo entonces puedo finalmente comenzar. En ese momento de mi vida, nada venía.
Mientras esperaba más de lo que generalmente esperaba para que el tema de mi próximo libro se materializara en mi conciencia, algunas de las personas que me rodean se pusieron nerviosas y comenzaron a hacer sugerencias:
“¿Por qué no escribes otro libro sobre sexo? Seguramente resultará un bestseller, y será fácil llevarte a los programas de entrevistas.” O “escribe una secuela de alguno de tus libros más populares. No tienes que presentar una nueva idea cada vez: otros autores no lo hacen.” O “escribe algo corto y fácil de leer, de cualquier modo nadie quiere pensar tanto acerca de sí mismo.”
Esas eran las entradas que otros pretendían hacerme atravesar. Eran familiares, incluso lógicas, y tenían sentido financieramente hablando, pero no eran la entrada que yo podía sentir que esperaba por mí. Como una de mis mentoras espirituales me recordó cuando le dije que estaba rechazando ideas que sonaban demasiado comerciales, “Barbara, tu nunca has trabajado por el dinero. Tu has siempre trabajado para Dios.” Y tenía razón. Esto no siempre me ha hecho una hábil mujer de negocios, pero me ha definido como una buscadora y sirviente de la Verdad.
Por supuesto que ustedes ya saben lo que pasó: ¿Cómo Llegué Acá? comenzó finalmente a revelarse, y por último estaba lista para escribirlo. Luego de tanto tiempo en la oscuridad, divisé la entrada que había añorado descubrir.
Ser fiel a tu visión significa adaptar tu vida
a tus sueños antes que
intentar adaptar tus sueños a tu vida.
Mientras esperas a que nuevas entradas se revelen, amárrate con fuerzas a la visión que se está desarrollando. No importa si nadie más aprueba el sendero por el que transitas, o aprecia el lugar al que estás intentando llegar. Lo único que importa es que seas fiel a la sabiduría en tu propio corazón, una voz que sólo tú puedes escuchar que susurra: “¡ve por ese camino!”
Nuevamente, escuchamos de la escritora Katharine Hathaway:
Oh, afortunado entre la mayoría de los seres humanos es la... persona audaz y suficientemente loca como para desafiar al casi abrumador coro de complacencia e inercia, y a las ideas de otras personas, y seguir la singular, fresca y viviente voz de su destino, la que en el momento crucial le habla en voz alta y le dice: ¡adelante!
Sin saber cuándo vendrá el alba, abro todas las puertas.
Emily Dickinson
En la mágica isla hawaiana de Kauai, hay una hermosa ruta que es un paseo popular para los turistas que visitan esta parte del mundo. Esta ruta es paralela al océano y está bordeada por palmeras, jardines perfectamente diseñados, fragantes árboles en flor y lujosos complejos turísticos. Al conducir por la autopista de dos carriles bien pavimentada, puedes ver a la distancia montañas bañadas en sol y millas y millas de exuberante esplendor tropical.
Repentinamente, en uno de sus puntos más pintorescos, la ruta pavimentada llega a su fin en un sendero sucio y angosto, lleno de baches y piedras, rodeado a ambos lados por indisciplinados y crecidos arbustos que se elevan a ocho pies de altura. No hay señales que adviertan al conductor que la ruta está terminando o que indiquen que hay algo más allá de ese lugar. El sucio sendero parece peligroso y poco atractivo y no aparenta conducir a ningún lugar, más que a un campo abandonado.
La mayoría de los visitantes que se encuentra, en su excursión por los lugares de interés, frente a este inesperado callejón sin salida, se detiene, retrocede y da la vuelta para volver por el camino por el que había venido. “No hay nada en ese sendero que haga que valga la pena arriesgarse a quedar encajado en un bache o pinchar una rueda,” se aseguran a sí mismos. Después de todo, si hubiera algo realmente maravilloso allí, ¿no estaría en el mapa?, ¿no habría una señal que indicara el camino?
En este camino de peligroso aspecto es muy difícil manejar. Debes ir muy, muy despacio, conduciendo el auto cuidadosamente entre los profundos hoyos, evitando las afiladas rocas, escudriñando a través de la enorme nube de polvo removida por los neumáticos mientras te preparas para la próxima sacudida. Supone poner en práctica una tremenda paciencia, si conduces demasiado rápido terminarás en una zanja. Luego de veinte minutos de esto, sin un final a la vista, comienzas a dudar acerca de tu decisión de tomar la ruta, y te preguntas si no has cometido un terrible error. Y luego, sucede algo que no creías que fuera posible: la ruta empeora, tan angosta y picada que sospechas que ya no es siquiera una ruta, y estás seguro de que estás perdido.
Si pese a todo esto, no te rindes y sigues andando, en unos momentos llegarás a un pequeño claro en el que puedes estacionar tu auto. Y cuando camines el sendero rocoso al final del claro, te encontrarás repentinamente en la más exótica y exquisita costa imaginable. Frente a ti se halla el mar turquesa golpeando contra las intrincadas formaciones rocosas talladas, solitarias playas arenosas, calas escondidas y senderos al borde de los acantilados que te llevan en una excursión mágica donde cada vista te quita la respiración. Miras alrededor tuyo toda esta belleza inconmensurable, y estás seguro de que has llegado al Cielo.
Cada vez que mi compañero y yo hacemos esta peregrinación a este lugar sagrado, agradezco que exista, y me siento bendecida por poder experimentarlo. Y cada vez que volvemos y llegamos al lugar donde la ruta pavimentada comienza, vemos autos llenos de visitantes que hacen giros en U, seguros de haber evitado un desastre al no viajar por esa ruta sin marcar. “¡Si sólo supieran lo que les espera al final de este sendero imposible y sucio!” nos decimos el uno al otro con una sonrisa.
Una vez escuché a alguien decir que Dios esconde las cosas poniéndolas alrededor nuestro. Creo que es verdad.
Las bendiciones son disimuladas como pérdidas y desilusiones.
La sabiduría y la revelación son disimuladas como vacío y desesperación.
Las entradas al paraíso son disimuladas como rutas sucias y callejones sin salida.
Las cosas no son lo que parecen.
Este, entonces, es el modo en que seguimos adelante con nuestro viaje, recordando este misterioso juego cósmico de escondidas, buscando nuevos senderos adecuados a nuestros ojos, sin marcar, sin trazar, desafiantes, siempre donde menos esperamos que estén, pero que están allí para conducirnos a la alegría, maravilla y el glorioso despertar.
Sin saber cuándo vendrá el alba,
pero comenzando a creer que vendrá,
abrimos todas las puertas.