Capítulo XVI


La aventura de los galeotes

 

A

quella noche durmieron en un pequeño bosque.

Por la mañana muy temprano continuaron el camino. Llevaban una hora caminando cuando vieron venir por el camino a unos hombres. Unos iban a caballo y otros iban a pie. Los que iban andando llevaban cadenas en los pies y las manos. Y los que iban a caballo llevaban armas.

Sancho los vio y dijo:

—Mi señor, es mejor que vayamos por otro camino.

—¿Por qué amigo Sancho?— preguntó don Quijote.

—Esa gente que viene por el camino son presos— contestó Sancho—.Son gente mala, ladrones y violadores y van a cumplir condena a algún barco. Esa gente será obligada a remar en alguno de los barcos del rey.

—¿Son condenados, Sancho?—preguntó don Quijote.

—Sí, señor— contestó Sancho.

—¿Esa gente encadenada va obligada, no por su voluntad?— preguntó don Quijote.

—Así es, señor— contestó Sancho.

—Entonces tengo que ayudarles— dijo don Quijote.

—Mi señor, no. Esa gente es gente mala y está condenada por algún delito— dijo Sancho.

—Mi oficio es ayudar a los que lo necesitan y ellos me necesitan— dijo don Quijote.

Don Quijote se acercó al primero de los presos y le preguntó:

—¿Tú porque vas encadenado y preso?

—Señor voy a galeras dos años por enamorado— contestó el preso.

—¿Solo por eso?— preguntó don Quijote.

—Pero no por amor a una mujer, estoy condenado por amor a lo que no es mío— contestó el preso.

Don Quijote preguntó lo mismo al preso que iba detrás. Pero el preso no contestó. El preso que iba primero dijo:

—Este, está condenado por cantante.

—¿Por cantante?— preguntó don Quijote—. ¿También van a galeras los cantantes?

—Si, por cantar que era ladrón de caballos— contestó el preso.

Y así don Quijote preguntó a todos. Al final de la cadena venía un preso con más cadenas que los otros. Don Quijote preguntó al guardia:

—¿Por qué lleva ese preso más cadenas?

—Porque ese es el famoso Ginés de Pasamonte— dijo el guardia—. Tiene más delitos que los otros y es muy peligroso.

—¿Y cuanto tiempo está condenado?— preguntó don Quijote.

— A diez años en galeras— contestó el guardia—. Diez años en galeras es lo mismo que la muerte.

Don Quijote se apartó a un lado y pensó. Después de pensar dijo:

—Queridos hermanos, se que vais obligados a galeras. Y es mi obligación liberaros. Así que pido a vuestros guardias que os dejen en libertad.

—¡Déjenos en paz!— dijo uno de los guardias—. ¡Y deje usted de decir tonterías!

—¡Tonterías! Ahora verás— dijo don Quijote.

Y diciendo esto, don Quijote atacó al guardia con la lanza. Lo tiró del caballo. Los otros guardias atacaban a don Quijote. Mientras Sancho cogió las llaves del guardia que estaba en el suelo. Y comenzó a liberar a los presos. Sancho soltó las cadenas de Ginés de Pasamonte. Cuando los guardias vieron a Ginés libre salieron corriendo.

—Vámonos de aquí, señor— dijo Sancho a don Quijote—. Los guardias van a avisar a los alguaciles y nos meterán en la cárcel.

—Si, Sancho, vamos a escondernos— dijo don Quijote—. Pero antes tengo que hablar con estos hombres.

Subió don Quijote a unas piedras y dijo:

—Señores, para pagarme lo que he hecho. Tenéis que ir al Toboso a hablar con mi señora Dulcinea.

—Eso es imposible— dijo Ginés.

—¿Por qué es imposible?— dijo don Quijote.

—Porque si vamos todos juntos nos apresarán— respondió Ginés.

—¡Desagradecido! Irás tu solo —gritó don Quijote—. Cargando con las cadenas.

Ginés de Pasamonte vio que don Quijote quería volver a ponerle las cadenas y comenzó a tirarle piedras. Los otros presos también tiraban piedras a Sancho. Arrojaban las piedras con tanta fuerza que los tiraron al suelo.

Cuando Sancho despertó vio que se habían llevado a su asno.

—¿Qué ocurre, Sancho?— preguntó don Quijote.

—Señor, me han quitado mi asno— respondió Sancho.

— No te preocupes, Sancho— dijo don Quijote—. Cuando volvamos a casa te daré dos asnos. Y ahora ayúdame a subir a Rocinante.

Ayudó Sancho a don Quijote a subir sobre Rocinante. Y don Quijote a caballo y Sancho andando fueron a esconderse a Sierra Morena.