La penitencia de Sierra Morena
La Sierra está llena de profundos valles y cuevas donde esconderse.
Así don Quijote y Sancho llegaron a Sierra Morena. Don Quijote estaba contento. Aquel era un buen sitio para encontrar aventuras. Dijo:
—Sancho, aquí encontraremos la gloria.
—Eso espero mi señor.
Diciendo eso estaban cuando Rocinante chocó con algo que había en el suelo. Era una maleta que estaba enterrada. Sancho la abrió. En el interior de la maleta había un libro, una camisa y muchas monedas de oro.
—Teníais razón señor, en esta aventura hemos encontrado algo bueno— dijo Sancho.
Don Quijote pidió el libro a Sancho y le dijo que guardara las monedas de oro.
Llegaron a un pequeño bosque de pinos. Se sentaron y dijo don Quijote a Sancho:
—Amigo, tengo que enviarte a una misión muy importante.
—Si señor, lo que mandéis— respondió Sancho.
—Es importante que lo hagas bien— dijo don Quijote—. Si lo haces bien acabarán mis penas y empezará mi gloria.
—¿Y qué tengo que hacer señor— preguntó Sancho.
—Te lo voy a explicar—respondió don Quijote—. Amadís de Gaula fue el mejor caballero andante. Y yo quiero imitarle. Amadís se retiró a la Peña Pobre cuando fue rechazado por su señora Oriana. Yo voy a hacer lo mismo. Esta sierra es un buen lugar para hacer penitencia.
—¿Pero que quiere hacer usted aquí?— preguntó Sancho.
—Para imitar a Amadís me haré el loco— dijo don Quijote.
—¿Y qué razón tiene usted para volverse loco?— preguntó Sancho.
—Muchas y ninguna— respondió don Quijote—. Estaré loco hasta que vuelvas con la respuesta a la carta que escribiré para mi señora Dulcinea.
—¿Y donde escribirá la carta?
—Escribiré la carta en el librito que encontramos— respondió don Quijote—. Después harás que la copien en buen papel.
—¿Y la firma señor?— preguntó Sancho.
—No te preocupes Sancho. Dulcinea no sabe leer ni escribir. Sus padres no le enseñaron porque tampoco saben. Sus padres son Lorenzo Corchuelo y Aldonza Nogales— respondió don Quijote.
—¿Que Aldonza Lorenzo es la señora Dulcinea del Toboso?— dijo Sancho.
—Ésa es— respondió don Quijote—. Y merece ser la reina de todo el universo.
—Yo la conozco. Es una buena mujer— dijo Sancho—. Señor yo pensaba que Dulcinea era una princesa.
— Para mí es más que princesa, es reina— dijo don Quijote.
Don Quijote sacó el libro que encontraron y se puso a escribir la carta. Cuando acabó llamó a Sancho. Y le dijo:
—Mira Sancho, además de la carta para dulcinea te doy este papel, es para mi sobrina. En él le digo a ella que te regale tres burros que tengo en la cuadra, para pagarte tus servicios.
— Bien— dijo Sancho—. Ahora subiré en Rocinante para irme rápido.
Don Quijote se quitó la ropa y empezó a dar saltos. Se puso cabeza abajo y comenzó a darse golpes con las piedras.