Myriam no sale de su cuarto. François Morenas le deja todos los días un biscote de pan reblandecido en un sucedáneo de café, que ella no se toma hasta las doce de la mañana. No se lava, no se cambia, sigue llevando encima sus cinco bragas. Es como detener el tiempo, dejar de cuidar de sí misma. Myriam piensa en Jacques y Noémie. 

«¿Dónde están? ¿Qué hacen?». 

Durante toda la semana sopla el viento del este. Una tarde, Myriam ve a través de la ventana de su habitación a Vicente y a Jeanine. Surgen de entre los olivos, como arrojados por un mar de espuma verde. Sabe, en cuanto se fija en la cara de su marido, que no trae noticias de sus padres, ni de su hermano y su hermana. 

—Pero ven, vamos a dar un paseo, tengo que contarte cosas. Es sobre Jeanine. 

 

Jeanine Picabia siempre había permanecido alejada del mundo de sus padres. Le parecía que los grandes artistas eran sobre todo unos grandes egoístas. Ella era como los hijos de los magos que, al haber nacido entre bambalinas, no pueden creer en la ilusión del espectáculo. 

Jeanine siempre quiso ser libre y no depender de un marido. Muy pronto se sacó el título de enfermera para ganarse la vida. 

Desde los primeros días de la guerra empezó a trabajar para lo que aún no podía llamarse así, pero que se convertiría en «la Resistencia». 

Como enfermera de la Cruz Roja, conduce ambulancias y transporta documentos confidenciales entre París y el consulado británico, que ha sido transferido a Marsella. Los documentos van escondidos en las vendas, bajo las jeringuillas de morfina. 

Más tarde empieza a frecuentar el grupo de Cherburgo, que organiza la huida de aviadores y paracaidistas ingleses. Un grupo precursor de las redes de evasiones. 

Su nombre circula. Jeanine es identificada por el SIS, Secret Intelligence Service —o, lo que es lo mismo, el servicio de inteligencia exterior inglés—, también conocido bajo la denominación de MI6. En noviembre de 1940 se cita con Borís Guimpel-Levitzky, quien la pone en contacto con los ingleses. Dos meses después recibe la orden de crear una nueva red especializada en información marítima. Acepta la misión sabiendo que pone en riesgo su vida. 

Debe asociarse con otro francés, Jacques Legrand. La red de Jeanine y Jacques recibe el nombre de Gloria-SMH. «Gloria» es el nombre de guerra de Jeanine y «SMH» el de Jacques Legrand. Tres letras que, si se leen al revés, significan «Her Majesty’s Service». 

En febrero de 1941, Gloria-SMH logra dar un golpe magistral. Unos agentes de la red localizan en la rada de Brest unos barcos alemanes: el Scharnhorst, un crucero de la Kriegsmarine, con su buque gemelo, el Gneisenau, y el Prinz Eugen, un crucero pesado. Gracias a esa información, los ingleses organizan un raid aéreo que los deja inservibles. Es una gran victoria. Gloria-SMH recibe cien mil francos de Londres para ampliar la red. 

Jacques Legrand capta a nuevos miembros entre los universitarios y los profesores de instituto. La mayoría son «buzones», es decir, gente que acepta recibir documentos en su casa. No saben lo que contienen, solo custodian el correo —pero, a pesar de todo, arriesgan su vida—. Habría que poder nombrarlos a todos, aplaudir su valor, Suzanne Roussel, profesora del Lycée Henri IV, Germaine Tillion, profesora en el Lycée Fénelon, Gilbert Thomazon, Alfred Perron, profesor en el Lycée Buffon... Legrand también integra en el grupo a un eclesiástico, el abad Alesch, vicario de La Varenne Saint-Hilaire en la región parisina. Los jóvenes que quieren entrar en las redes de la Resistencia van a «confesarse» con él. Seguidamente, el abad los recomienda a sus diferentes contactos. 

Jeanine capta, en el entorno de sus padres, a artistas que acostumbran a desplazarse a través de Europa y que a menudo hablan varias lenguas. En la Resistencia, todos los oficios que facilitan la circulación de documentos son importantes. Los empleados del ferrocarril, de la SNCF, por ejemplo, resultan muy valiosos. 

La compañera de Marcel Duchamp, Mary Reynolds, una americana de Minnesota, se convierte en una agente de la red con el nombre de Gentle Mary. También hay un escritor irlandés, que ya ha trabajado en la SOE británica. Su nombre de guerra es Samson pero su verdadero patronímico es Samuel Beckett. Tras integrarse en la red Gloria-SMH como sargento-jefe, enseguida asciende y se convierte en subteniente. 

Samuel Beckett trabaja desde su casa, en su piso de la rue des Favorites. Analiza los documentos, los compara, los compila, determina su grado de importancia, jerarquiza las urgencias, luego traduce todo al inglés antes de dactilografiarlo. A continuación esconde los documentos secretos en las páginas de su manuscrito Murphy. Alfred Perron, un miembro de Gloria-SMH, lleva el manuscrito al fotógrafo de la red para transformar los documentos en microfilms, que serán enviados a Inglaterra. 

En esa época, Jeanine introduce en la red a su hermano Vicente y a su madre Gabriële, que entra con sesenta años y el nombre de guerra Madame Pic. 

—Bueno, ya lo sabes todo —dice Vicente a Myriam. 

—Ahora eres de los nuestros. Si caemos, caes, ¿entendido? —pregunta Jeanine. 

Sí, hacía tiempo que Myriam lo había entendido todo.