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EL PARTIDO DE FÚTBOL
Fútbol.
El deporte más popular del mundo y uno de mis favoritos. No sé cuándo desarrollé la pasión por ver los partidos, tal vez fue desde el día que vi a Ares jugando con una pelota en el patio de su casa o tal vez fue aquel primer partido al que la mamá de Dani nos llevó a ver jugar a su hermano, no lo sé. El hecho es que disfruto mucho ver un partido de fútbol. Así que, al pasar de unos días, no dudo al venir con Dani, Gabo, Carlos y Yoshi al partido del equipo del hermano de Dani para apoyarlo. Contra todo mi ser, intento olvidar que este también es el equipo de Ares y que eso significa que lo veré por primera vez desde aquella dolorosa mañana.
No voy a negar que ha sido difícil, sobre todo por las noches cuando cierro mis ojos y no puedo evitar darle vueltas a todo una y otra vez en mi mente; como tratando de encontrar el momento o la razón por la que todo terminó así. Incluso, hubo momentos en los que llegué a asumir parte de la culpa; él me lo advirtió, me dijo claramente lo que quería, pero aun así fui y me entregué a él no solo una vez, sino dos veces.
Sacudo mi cabeza de esos pensamientos, he venido a divertirme y a disfrutar de mi deporte favorito con mis amigos. Aunque, siendo honesta, sé que el latido acelerado de mi corazón y mis manos sudadas no son efecto del deporte, esas reacciones son por él.
¿Por qué me pone tan nerviosa saber que lo voy a ver?
Él estará lejos, ni siquiera me verá o notará mi presencia entre tanta gente en las tribunas de la cancha. Necesito calmarme. Llegamos y, como lo predije, el lugar está lleno. Dani tuvo problemas para encontrar un lugar en el estacionamiento, pero, después de buscar bastante, encontró uno. Caminamos dentro de la cancha y vamos uno detrás del otro, buscando un puesto donde sentarnos. Hay un espacio grande en la segunda línea de asientos, y tendremos una buena vista sobre la cancha, así que ahí nos quedamos. Apolo se nos une, ha estado con nosotros todos estos días en la preparatoria.
Dani se sienta primero, luego Apolo, Carlos, Yoshi y yo. No me gusta quedar tan lejos de Dani, pero no quiero que Yoshi piense que no me quiero sentar a su lado o que tengo preferencia. Hay dos bandos claros, nosotros estamos en el lado del equipo de Daniel y Ares. El césped de la cancha está muy verde y bien podado. Aún hay un poco de luz del día, aunque el sol ya no está. El cielo luce gris, dándole la bienvenida a la oscuridad de la noche, las grandes luces de la cancha están encendidas, iluminando.
Trago grueso mientras mis ojos danzan por los jugadores haciendo estiramientos y practicando con el balón cerca de la portería. El uniforme del equipo de Ares es de color negro con rayas y números rojos mientras que el del otro equipo es blanco.
Número 05. ¿Dónde estás, dios griego?
Como si quisiera responderme, Ares sale de un grupo de chicos de su equipo, caminando con esa confianza que lo caracteriza. Mi corazón sale volando a perseguirlo. Los shorts del uniforme se tallan perfectamente a sus definidas piernas y la camisa le queda apretada revelando esos brazos que me han tomado con fuerza. Lleva puesta una especie de cinta elástica superfina roja para mantener su cabello negro lejos de su frente. Y en su brazo izquierdo tiene puesta la banda de capitán del equipo.
Dios mío, ¿por qué me lo pones tan difícil? ¿Por qué se tiene que poner más bueno cada día? Ya estoy lo suficientemente confundida.
Ares se encuentra con otro jugador del que solo puedo ver la espalda, pero me parece muy familiar. Ellos hablan, y Ares luce serio, como decidiendo algo importante. El jugador desconocido se gira ligeramente y puedo ver quién es: Marco. ¿Cómo es que olvidé que él también juega en este equipo?
Me muerdo el labio recordando el baile que le hice a Marco. Dios, qué vergüenza. Pero, bueno, Marco no se ve nada mal en ese uniforme. Mis ojos inquietos bajan a su trasero, oh, qué buen par de nalgas.
¡Raquel, por Dios!
Me doy una bofetada mental, definitivamente tener sexo ha liberado mi lado salvaje en su máximo esplendor. Ares se ríe y menea su cabeza ante algo que Marco dice y yo dejo de respirar. Se ve tan lindo cuando se ríe.
—¿Raquel? —Yoshi me trae de vuelta a la realidad.
—¿Sí? —Lo miro y Yoshi tiene sus ojos entrecerrados.
—¿Disfrutando la vista?
Suelto una risita.
—Un poco.
—Te pregunté que, si quieres soda, voy por unas.
—No, estoy bien.
Carlos asoma su cabeza por detrás de la espalda de Yoshi.
—¿Seguro que no quieres nada, princesa mía?
—Estoy bien.
Apolo y Dani parecen estar conversando, bueno, Dani está hablando y Apolo solo está ahí asintiendo rojo como un tomate. Carlos y Yoshi bajan a buscar sodas cuando el narrador comienza los anuncios.
—¡Buenas noches! Bienvenidos al partido inaugural del campeonato municipal del fútbol de este año escolar. ¡Démosle la bienvenida al equipo invitado Los tigres de Greenwich!
La barra del equipo de afuera aúlla, grita y hace fiesta mientras nosotros solo los abucheamos. Luego el narrador prosigue.
—Ahora démosle un aplauso de apoyo a nuestro equipo local: ¡Las panteras!
Todo el mundo hace escándanlo, gritando y saltando, me incluyo. Aprovecho que los chicos se han ido para cambiarme de sitio y así quedar al lado de Apolo. Dani me ve y de inmediato toma a Apolo de los hombros y lo mueve para quedar ella entre nosotros. Dani me susurra en el oído.
—Ya entiendo por qué venías a las prácticas, todos están buenos, claro, con la excepción de mi hermano, porque iuuuu.
—¿Dónde está Daniel?
Dani toma mi mentón y mueve mi cara en dirección de la portería.
—Allá. Seguro estás muy enfocada en tu Voldemort para notar a mi simple hermano.
—Bueno, ha llegado la hora del gran juego señores. ¡Démosle un aplauso a ambos equipos y vamos a desearles lo mejor!
La multitud grita, alzando sus manos en el aire. De mi lado, todos comienzan a gritar «Panteras, panteras», la emoción del juego se filtra en mis venas y por un segundo lo disfruto, olvidando a aquel capitán arrogante que tiene mi corazón en sus manos.
La rivalidad entre los dos equipos se siente en el aire. Greenwich es la ciudad más cercana y siempre nos denigran, alegando que somos unos pueblerinos sin talento. Les hemos hecho tragar sus palabras una y otra vez. Las panteras han ganado varios campeonatos e incluso hemos ido a los estatales mientras ellos no pasan la primera eliminatoria.
Los equipos salen al terreno, cada jugador a su posición, y las tribunas vibran con los brincos, gritos y ánimo de la gente. Aplaudo, mis ojos cayendo sobre él otra vez. ¿Cómo no mirarlo cuando se ve tan seguro de sí mismo, tan emocionado?
Eres una idiota, Raquel.
Mi consciencia me reprocha, él me ha hecho tanto daño y yo aún sigo mirándolo y suspirando como una estúpida. ¿Por qué no puedo controlar lo que siento? Quisiera que los sentimientos tuvieran un botón de encendido y apagado. Eso haría las cosas tan fáciles para mucha gente.
Sentimientos...
Esa es una palabra fuerte, una que no me tomo a la ligera. Pero sé que tengo sentimientos por él, sé que me engaño a mí misma diciendo que «Me estoy enamorando de él», cuando la verdad es que ya estoy enamorada, ya no hay vuelta atrás. Sin embargo, admitir lo que siento no cambia nada, porque él no siente lo mismo, así que debo tragarme mis sentimientos y seguir con mi vida como si nada. Yoshi aparece a mi lado, Carlos sentándose al lado de él. Yoshi me ofrece su soda.
—¿Seguro que no quieres? Es Coca-Cola, tu bebida favorita.
—Solo un sorbo. —Bebo un poco y se la devuelvo.
Yoshi acomoda sus lentes y me lanza unas cuantas miradas, como si quisiera decir algo, pero no lo hace. Nuestros ojos se encuentran y he olvidado lo lindo que es mi mejor amigo.
—Raquel... ¿Pasa algo entre tú y ese chico de los Hidalgo?
—¿Apolo? Claro que no, es un...
—No me refiero a Apolo, y lo sabes.
Me muerdo ambos labios, ganando tiempo.
—No, claro que no. —¿Por qué le estoy mintiendo?
Yoshi abre su boca para protestar, pero el árbitro suena el silbido, comenzando el partido. Sonrío a Yoshi y me enfoco en el juego. Todos los jugadores están llenos de energías y ganas de ganar, así que el principio del juego es muy movido, con pases muy buenos y acertados. Carlos chifla de emoción.
—¡Guao! ¿Vieron cómo corrió para tener ese pase? Ese delantero es muy bueno.
Ares está jugando muy bien y eso no ayuda con todo lo de tragarme mis sentimientos cuando quiero gritar como una fangirl cada vez que se acerca a la portería. Dani me golpea con su codo.
—Tienes un gusto acertado; además de lindo e inteligente, es bueno con los deportes.
Y también es muy bueno en el sexo.
Quiero decirlo, pero me limito a sonreír. Ya casi en la mitad del primer tiempo, Ares va corriendo con la pelota solo, acercándose a la portería, y todo el mundo se levanta en las tribunas, animándolo a seguir. Pero entonces el portero sale y corre hacia él estrellándose contra Ares en un golpe seco. Un grito de horror deja mis labios cuando veo a Ares en el suelo, retorciéndose de dolor sosteniendo su cara.
Sin pensarlo, me pongo de pie de un brinco y casi corro hacia él, pero Dani me toma del brazo y me detiene, recordándome la realidad entre él y yo. Lo veo levantarse con la ayuda de Marco y de otros jugadores que lo traen a la orilla de la cancha cerca de las gradas, me alarmo aún más cuando veo la sangre saliendo de su nariz.
El narrador informa a la audiencia.
—Vaya, parece que hubo un gran choque entre el delantero y el portero. El árbitro saco tarjeta amarilla, pero Las panteras no están conformes.
El entrenador le pasa un trapo y Ares lo toma limpiando la sangre. Sus ojos azules encuentran los míos y no puedo evitar preguntarle, moviendo mis labios con la esperanza de que entienda la pregunta en la distancia.
—¿Estás bien? —Él solo asiente.
Vuelvo a sentarme, Yoshi desvía la vista y Dani me dedica una mirada cómplice. Me doy cuenta de que Apolo no está en su lugar, Dani lo explica.
—Se fue corriendo por el otro lado cuando te levantaste, creo que está asegurándose de que su hermano esté bien.
—Esa fue una jugada muy sucia —comenta Carlos—. Eso fue contra las reglas.
Yoshi toma un sorbo de su soda.
—Estoy de acuerdo.
Apolo vuelve, con su cara roja, pero no de pena esta vez, es la primera vez que lo veo tan enojado. Dani aprieta su hombro de forma reconfortante.
—Va a estar bien.
Apolo no dice nada, solo aprieta sus puños a los costados y se sienta, tomando una respiración profunda. Me parece sumamente lindo que se preocupe tanto por su hermano. Apolo es el chico más dulce que he conocido. El juego continúa, pero la tensión entre los equipos se puede sentir en el aire. Las panteras están enojadas por el injusto golpe que recibió su capitán. Ares sigue jugando, revisando su nariz de vez en cuando; ya no hay sangre, pero me imagino que aún le duele.
Pobrecito.
No, pobrecito nada, él te rompió el corazón.
Estúpida, reacciona, idiota.
Ya casi es el final del primer tiempo cuando la mejor jugada del partido comienza: el mediocampista hace un pase largo a Marco, quien luego de burlar dos jugadores se la pasa Ares, quien corre para recibirla a un lado de la portería. Todos se levantan de la emoción, Ares patea la pelota diagonalmente y esta entra en la portería por una esquina en un ángulo impresionante.
—¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL!
El lugar va a explotar, todos brincamos y gritamos como locos.
—¡En tu cara, portero de mierda! —Apolo grita, sorprendiéndonos.
Ares sale corriendo con sus brazos extendidos en el aire, celebrando el gol, él se acerca a las tribunas y toma la orilla de su camisa levantándola y mostrando algo escrito en su estómago. Dice:
Bruja.
Dejo de respirar, llevando mi mano a mi boca en sorpresa.
El narrador habla.
—¡Goool! Vaya, parece que el goleador está dedicándole su gol a alguien. ¿Quién será la afortunada bruja?
La mirada de Ares se cruza con la mía y me sonríe antes de ser abrazado desde atrás por todos sus compañeros de equipo, celebrando. Mi corazón amenaza con salirse de mi pecho, latiendo desesperado. ¿Acaso él acaba de...?
Ares Hidalgo me va a volver loca con sus señales confusas. Corrección, ya me volvió loca.