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EL EXAMEN
RAQUEL
Amigos...
¿En qué estaba pensando cuando le dije eso?
Estoy muriéndome por enviarle un mensaje de texto. Él no me ha contactado mucho, solo me ha enviado un mensaje diciéndome que está lidiando con algo, que pronto me hablará. Han pasado varios días ya.
¿Cómo carajos piensa ganarse mi cariño de esta forma? ¿Pasaría algo con Samy? ¿Y si decidió darse por vencido y ya no quiere luchar por mí? Mi mente se ha paseado por una variedad de opciones que rayan en la locura. Eso es, me estoy volviendo loca. ¿Será ese su plan? ¿Ignorarme para que dé mi brazo a torcer y lo acepte de nuevo como si nada? ¡Ja! En tus sueños, dios griego.
Gruño, cerrando el libro en mis manos y poniendo mi cara sobre la mesa. Dani suspira a mi lado.
—Parece que el castigo que le impusiste te está afectando más a ti.
Dani pasa la página del libro que lee.
—Él nunca ha sido fácil de entender, así que no sé por qué estás tan sorprendida.
Me desordeno el cabello en frustración.
—Se supone que ahora yo tengo todo el control, pero este silencio me está matando.
—Tal vez ese sea su plan, ¿no crees? Que lo extrañes tanto que, cuando lo veas, brinques sobre él, olvidando lo de comenzar como amigos.
—¿Tú crees?
—¡Shhhhhh! —nos silencia la bibliotecaria.
Ambas le regalamos una sonrisa. Vinimos aquí a ver si por fin terminamos de leer el libro que nos asignó la profesora de Literatura. Me gusta leer, pero esa profesora solo nos asigna libros anticuados y aburridos. Quisiera decir que aprecio un buen clásico, aunque eso sería mentir.
—El examen es mañana, jamás terminaremos de leerlo —murmuro cuidadosamente de no llamar la atención de la bibliotecaria.
Dani me da una palmada en la espalda.
—Ten fe, ya vamos en la página 26.
Me tapo la cara.
—26 de 689 páginas, estamos perdidas.
No puedo recordar la última vez que leí un libro de los asignados. ¿Cómo he sobrevivido a esa materia en secundaria sin leer? Y entonces lo recuerdo: Joshua, a él sí que le gustaba leer de todo. Él siempre nos ayudaba con estas asignaciones y a cambio nosotras lo ayudábamos con cualquier otra materia que tuviera dificultad.
Una ola de tristeza me invade al recordarlo, solíamos venir los tres a leer juntos y hacer nuestras tareas aquí. ¿Por qué tuvo que traicionarme de esa forma? ¿Por qué? ¿Cómo pudo tirarse una amistad de toda la vida así? Su tierna sonrisa invade mi mente, la forma en la que se acomodaba los lentes mientras arrugaba la nariz.
Tú me gustas mucho, Raquel, me encantas.
Puedo recordar claramente la vulnerabilidad en su rostro cuando dijo eso. ¿Sería ese el problema? ¿Se dejó llevar por sus sentimientos? Eso no lo justifica, pero por lo menos lo explica; yo también he hecho tantas estupideces por lo que siento por Ares. No puedo negar lo mucho que extraño a Joshua, él siempre ha sido parte de mi vida y me importa mucho a pesar de todo.
Ah, los hombres en mi vida no son nada normales.
Estoy tan metida en mis pensamientos que no noto a la persona que está de pie frente a nuestra mesa hasta que su mano pone dos pilas de hojas y dos cafés frente a nosotras. Levanto la mirada para encontrarme con la persona que estaba en mis pensamientos hace unos segundos.
Joshua nos da una sonrisa.
—Es el resumen del libro, tienen puntos claves que solo una persona que lo leyó sabría, creo que estarán bien si leen y se estudian esto.
Antes de que pueda decir algo, él se da la vuelta y se va. Dani y yo compartimos una mirada de sorpresa.
Ella recoge la pila de hojas y las revisa.
—Está loco... —sigue hojeando—, pero esto... ¡Está perfectamente redactado y entendible! Dios, ¡gracias! Y café... —Le da un beso al café—. Debo decir que ya no lo odio tanto, ade... —Dani se detiene en seco cuando me mira—. Oh, lo siento... Me emocioné un poco. No tenemos que aceptar su ayuda si te incomoda.
No es eso... Su sonrisa, sus ganas de ayudar... se veían tan genuinas en su expresión.
Joshua siempre ha sido tan fácil de leer, tan opuesto de Ares, que con su fría expresión no me deja saber nada. Incluso ahora que se supone que debo estar en control de la situación no sé qué está pensando o qué es lo que quiere, o cómo debo interpretar su silencio. Quisiera poder leer a Ares de la misma forma que puedo hacerlo con Joshua. Aunque es comprensible, porque tengo toda una vida conociendo a Joshua, y en cambio a Ares tan solo unos meses.
Tiempo...
¿Es eso lo que necesito para entender a ese loco?
—¿Raquel? —Dani pasa su mano frente a mis ojos—. ¿Aceptaremos esto o no?
Vacilo por un momento, pero de igual forma no tiene sentido rechazarlo. Joshua no sabrá si lo usamos o no.
—Lo aceptaremos.
Pasamos el resto de la tarde leyendo el resumen y estudiando para el examen.
***
VIERNES
—¡Pasamos! —grita Dani revisando las notas en la cartelera informativa.
—¡Ahhh! —Salto y la abrazo con fuerza mientras damos vueltas, brincando como locas.
Nos separamos, volvemos a gritar y nos volvemos a abrazar. No nos hemos ido a pesar de que la última clase terminó, estamos esperando a ver si la profesora publica las notas del examen de esta mañana.
—¿Qué es todo este alboroto? —Carlos aparece a nuestro lado.
Nos separamos de nuevo y Dani pellizca sus mejillas.
—¡Sanguijuela! Pasamos el examen de Literatura.
—¡Au! —Carlos se libera, acariciando sus mejillas—. ¿En serio? Necesitamos celebrar, yo invito.
—Por primera vez, dices algo inteligente. —Dani le da cinco, sorprendiéndonos a ambos. Debe estar de muy bien humor para aceptar una invitación de Carlos.
Joshua sale de una de las clases y camina en nuestra dirección. Lleva su mochila de lado, y un suéter con capucha, con su rebelde cabello castaño escapándose a los lados de su cara, mientras sus ojos miel encuentran los míos y, por un momento, sus pasos titubean como si no supiera qué hacer, pero finalmente decide seguir adelante.
Carlos abre la boca para decirle algo, pero Dani toma su brazo, y menea la cabeza. Joshua me pasa por un lado, bajando la mirada. Sé que debería decir gracias por lo menos, pero las palabras no parecen querer salir de mi boca. ¿Podré perdonarlo algún día?
¿Estoy siendo hipócrita por darle tantas oportunidades a Ares y no ser capaz de darle una segunda oportunidad a mi mejor amigo?
Son preguntas para las que aún no tengo respuesta.
Dani parece leer mi mente y se gira hacia él.
—Oye, nerd. —Joshua se detiene y se gira hacia nosotros ligeramente—. Gracias.
Él solo nos sonríe y sigue su camino. Sin embargo, no puedo evitar notar la tristeza en sus ojos, esa aflicción que ha estado presente desde que trató de explicarme por qué me había traicionado, cuando trajo el resumen a la biblioteca, y ahora cuando acaba de darnos una sonrisa tan falsa que no logra remover ni una pizca del desamparo en sus ojos.
Por primera vez, me pongo en sus zapatos, Joshua no tiene más amigos. Sus amigos siempre hemos sido él, Dani y yo. Socializar no ha sido su fuerte, habitualmente lo han catalogado como el nerd de clase, solo acercándosele para obtener apuntes o ayuda. Él siempre ha estado en su mundo de cómics, libros y videojuegos.
Debe estar tan solo ahora...
Dani aparece a mi lado y toma mi mano, apretándola.
—Él tomó sus propias decisiones. —La miro. ¿Cómo puede leer mi mente tan bien? —La está pasando mal por su culpa. Está bien si te sientes mal, pero no por eso te sientas obligada a perdonarlo, tómate tu tiempo.
Me las ingenio para sonreír y, dándole una última mirada al pasillo por donde él desapareció, trato de enfocarme en el hecho de que pasé el examen.
—Bien, creo que deberíamos irnos.
Carlos sonríe de oreja a oreja, y me abraza de lado.
—¡A celebrar con la dueña de mi corazón!
Dani lo agarra de la oreja.
—No te pongas pegajoso o no irás con nosotras.
—¡Au! ¡Au! Entendido.
Salimos de la preparatoria, molestando a Carlos porque no pasó el examen y aun así va a celebrar con nosotras. Me estoy riendo cuando cruzo la esquina para entrar al estacionamiento y mis ojos se encuentran con esa camioneta negra que conozco tan bien. Me detengo en seco.
Dani y Carlos siguen adelante sin mí unos cuantos pasos hasta que se dan cuenta de que me he detenido y paran, girándose hacia mí.
Dani me da una mirada extrañada.
—¿Qué pasa?
Mi pobre corazón lo siente antes de que mis ojos lo vean, y comienza a palpitar desesperado en mi pecho. Dejo de respirar, apretando mis manos sudadas a los costados. Mi estómago se siente raro. Dios, había olvidado el efecto que ese ser tiene sobre mí.
Y entonces pasa...
Ares se baja de la camioneta, cierra la puerta y recuesta su espalda contra la misma. Él mete sus manos dentro de los bolsillos de la chaqueta de cuero negro que trae puesta. Se ve tan hermoso como siempre, si no más. Me mira y el mundo a mi alrededor desaparece cuando esos ojos azules encuentran los míos.
Te extrañé tanto...
Quiero correr hacia él, brincar y abrazarlo tan fuerte que se queje de que no puede respirar. Quiero tomar su rostro en mis manos y besarlo hasta que me quede sin aire. Quiero sentirlo contra mí, con su rico olor envolviéndome.
Pero no puedo...
Y eso duele.
¿Dónde has estado, idiota, que me has hecho extrañarte tanto?
Me enfoco en la rabia y frustración que siento por no haber sabido nada de él esta semana. Trato de apartar los impulsos que siento de correr hacia él y que me dé un abrazo haciéndome girar como en las películas, porque esta es la realidad, y si él no aprende ahora, nunca sabrá valorarme.
Tengo que ser fuerte.
Recuperando mi respiración, calmo mi corazón y camino hacia él, pasando por un lado de Dani y Carlos.
—Ya vuelvo.
Mientras camino hacia él, no puedo evitar pensar en lo que llevo puesto. Mis jeans desgastados, viejas botas y suéter rosa de lana no son lo mejor de mi armario, pero ¿cómo se supone que sabría que Ares aparecería de la nada aquí? Por lo menos, mi cabello está en una cola decente. Me detengo frente a él, de cerca se ve aún más apuesto. ¿Cómo es que tiene pestañas tan largas y bonitas? Qué envidia.
¡Concéntrate, Raquel!
Cruzando mis brazos sobre mi pecho, levanto mi mentón.
—Su majestad decidió honrarnos con su presencia —bromeo.
Ares sonríe, y mi control se tambalea. Sin previo aviso, él toma mi mano y me lleva hacia él. Me estrello contra su pecho, su fino olor invade mi nariz haciéndome sentir segura. Él me pone sus brazos alrededor en un abrazo firme, siento su respiración sobre mi cabeza y luego se inclina para susurrar algo en mi oído.
Su voz tan suave, calmada y varonil como siempre.
—Yo también te extrañé, bruja.
Como una idiota, sonrío contra su chaqueta y cierro mis ojos.