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EL CUMPLEAÑOS

Te amo...

Es tan fácil de decir, y aun así tan difícil de expresar a través de acciones.

¿Por qué?

Porque solemos ser egoístas por naturaleza, unos más que otros, queremos lo que sea mejor para nosotros, lo que nos beneficie, nos han enseñado a ponernos a nosotros mismos primero que a los demás, que si no nos amamos no podemos amar a alguien más. Y en ese aspecto puede llegar a ser cierto, cuanto te ames a ti mismo puede reflejarse en tu capacidad de amar a los demás. Sin embargo, hay veces en las que tenemos que echar a un lado lo que sentimos por el bienestar de la otra persona, y eso para mí es amor verdadero.

Yo sé lo que Ares necesita, lo que él de verdad anhela para su futuro, y estoy apoyándolo al cien por ciento, aunque no puedo negar que me aterra la idea de separarnos, de perderlo. Solo imaginarlo hace que mi pecho me apriete y mi estómago se sienta raro, pero lo amo, y porque lo amo es que tengo que poner a un lado lo que yo siento por él para su felicidad.

Qué jodido es el amor.

Me quedo mirando la carta en mis manos. He sido aceptada exitosamente en la Universidad de Carolina del Norte con una beca parcial para estudiar Psicología.

Estoy muy feliz, no puedo negarlo, esto es lo que siempre he querido y no debería haber nada que lo opaque. El único problema es que quiero compartir mi felicidad con Ares, y sé que él estará feliz por mí, pero también sé que esto solo hace más real el hecho de que iremos por caminos diferentes cuando se termine este año escolar.

Es una sensación agridulce, pero supongo que así es la vida.

—Esa no es la reacción que esperaba. —Dani comenta, estirándose en mi cama—. ¡Te aceptaron, idiota!

Sonrío.

—No sé, aún no me lo puedo creer.

Ella se sienta, arrancando la carta de mi mano, y la lee.

—¿Y con una beca parcial? Esto es un milagro, si no tienes ningún talento.

Le doy una mirada asesina.

—Te dije que ganar los torneos de ajedrez interestatales serviría de algo.

Dani suspira.

—Aún no sé cómo eres tan buena en ajedrez, tu coeficiente intelectual es... —Yo levanto una ceja—. Es al parecer suficiente para tener una beca, ¡YEY!

Pongo la carta en la mesa de noche y me levanto mientras el sol colándose por la ventana cae sobre Rocky, que está dormido sobre su lomo con las patas en el aire y la lengua afuera. Él definitivamente es mi reencarnación perruna.

Dani le da un vistazo, preocupada.

—¿Está bien? Parece que estuviera muerto.

—Está bien, tiene poses raras para dormir.

Dani se echa a reír.

—Como la dueña.

Dani pasó la noche conmigo porque hoy es...

—¡Feliz cumpleaños a ti! —Mi madre entra con una bandeja de desayuno, sonriéndonos ampliamente—. Vuelve a la cama, Raquel, o si no lo del desayuno en la cama pierde sentido.

Le devuelvo la sonrisa.

—Sí, señora.

Vuelvo a un lado de Dani, quien sigue sentada con su cabello negro por todos los lados de su cara y su maquillaje chorreado. Anoche bebimos un poco en nuestra fiesta de pijamas precumpleaños, lo cual terminó en ambas llorando por los Hidalgos; yo, porque recibí la carta de aceptación y me alejaría de Ares, y ella, porque no sé qué mierda le pasa con Apolo, que si lo quiere, que si no, que quiere dejarlo atrás, que no puede.

Creo que todos hemos tenido esa amiga indecisa que no tiene ni puta idea de qué es lo que quiere con un chico.

Mamá pone la bandeja sobre mis piernas, hay suficiente comida para Dani y para mí y un pequeño muffin que tiene una vela encendida. Soplo la vela y ellas aplauden como focas que acaban de comer.

No puedo evitar la sonrisa que se expande sobre mi cara, mamá se inclina y me da un beso en la frente.

—Feliz cumpleaños, hermosa.

—Gracias, mamá.

Comienzo a comer y le ofrezco un pedazo de tortita a Dani, la cual hace una mueca de asco, y le da una mirada de disculpa a mamá.

—Sin ofender, Rosa, pero no me pasa la comida.

Mamá se burla.

—¿Mucha bebida anoche?

Dani parece sorprendida.

—¿Cómo lo supo?

Mamá suspira.

—Hija, este cuarto huele a una mezcla de cerveza y vodka con un toque de vino.

Los ojos de Dani se agrandan.

—¿Cómo supo exactamente lo que bebimos?

Mamá solo se encoge de hombros, y yo vuelvo los ojos, respondiéndole.

—¿Quién crees que compró el alcohol, tonta?

Mamá se dirige a la puerta.

—Coman y levántense, tus tías y tus primas están por llegar y tenemos mucho que preparar para la fiesta de esta noche.

La fiesta de cumpleaños...

Aunque no somos muy cercanas con la familia, las hermanas de mi mamá siempre vienen en mis cumpleaños y traen a mis primas. Yo me llevo bien con algunas, pero hay otras que no las soporto.

—¡Ah! —gruño cuando mamá sale del cuarto—. Espero que no vengan las hijas de mi tía Carmen, están insoportables.

Dani asiente.

—Sí, ellas siempre me escriben en Instagram, preguntándome qué necesitan para unas audiciones para la agencia de modelos de mamá, son muy molestas.

—Vamos, tenemos que prepararnos.

Dani se acuesta de nuevo, poniendo la sábana sobre su cabeza.

—No quiero.

—Vamos, Morticia. —Le quito la sábana.

—¿Morticia?

—Mírate en un espejo y entenderás.

—Muy graciosa. —Se levanta y, de mala gana, camina conmigo al baño.

No has pasado los límites de confianza en una amistad hasta que has estado cepillándote los dientes en el lavamanos mientras tu mejor amiga orina ahí en el mismo baño.

—¿Y... lo invitaste? —Sabía que esta pregunta llegaría tarde o temprano.

—Por supuesto, es mi amigo —le respondo después de enjuagarme la boca.

—Yo sé, solo quería...

—¿Prepararte psicológicamente para verlo?

—No, solo... —No termina su frase y yo me giro hacia ella, quien aún está sentada en el inodoro.

—¿Tú solo qué? Ya hemos tenido esta conversación miles de veces y no entiendo qué pasa por tu cabeza. Si te gusta tanto, ¿por qué no estás con él?

Ella se pasa la mano por la cara.

—Es complicado.

—No, no lo es, Dani. Yo lo veo muy simple: ustedes se gustan mucho y son felices juntos. ¿Por qué no pueden estar juntos?

Ella se pasa las manos por la cara.

—Tengo miedo, Raquel.

Eso me toma por sorpresa.

—¿Miedo?

—Lo que siento por él me da mucho miedo, nunca me he sentido tan vulnerable.

Oh, por Dios, Dani es la jodida versión femenina de Ares.

¿Qué he hecho para rodearme de gente así?

—¿Es en serio, Dani? —Cruzo los brazos sobre mi pecho—. ¿Te estás escuchando? ¿Miedo? A la mierda el miedo, nunca vas a vivir la vida al máximo si vives con miedo de salir lastimada.

—Yo no soy como tú —admite, lamiendo su labio inferior—. Tú eres tan fuerte, te levantas cuando algo malo pasa y siempre sonríes como si la vida no te hubiera golpeado tantas veces. Yo no soy así, Raquel, soy una persona débil detrás de esta imagen de fortaleza que intento mostrar y tú lo sabes. Yo no me levanto fácil, me cuesta sonreírle a la vida cuando algo malo me pasa, ese es el tipo de persona que soy.

—¿No eres fuerte? —Suelto una risa sarcástica—. ¿Quién golpeó a Rafa en segundo grado cuando me llamó retardada? ¿Quién se las arregló para seguir adelante cuando su padre las abandonó? ¿Quién estuvo ahí para su mamá cuando recurrió al alcohol, cuidándola, asegurándose de que no se ahogara en una de sus borracheras y luego en cada cita de alcohólicos anónimos? ¿Quién se mantuvo al lado de su madre y la ayudó a levantar una prestigiosa agencia de modelaje? —Meneo la cabeza—. No me vengas con esa mierda de que no eres fuerte, eres una de las personas más fuertes que conozco. Está bien que tengas miedo, es normal, pero no dejes que el miedo controle tu vida.

Ella me sonríe.

—Te abrazaría, pero... —Señala sus pantalones sobre sus tobillos.

—Abrazo imaginario —le digo, golpeando su frente y saliendo del baño—. Vamos, Morti, tenemos trabajo.

Ella gruñe y luego la escucho tirar de la cadena.

—Deja de llamarme así.

—Mírate en el espejo.

Cuando lo hace, me río al escucharla dar un chillido.

—¡Por los clavos de Cristo y las chanclas de Moisés!

Tengo el presentimiento de que esta noche será interesante.

 

***

 

—Entonces yo le dije: «Claro que no, tonto, eres demasiado feo para salir conmigo», y él se quedó como en shock, así que solo lo miré mal y me fui. Todo el colegio habló de eso por meses.

Dani y yo compartimos una mirada, escuchando a Cecilia, la prima que peor me cae, y creo que con su pequeño discurso de rechazo a un chico se pueden imaginar por qué. Ella solía caerme bien antes de que mi tío hiciera un buen negocio y comenzara a ganar buen dinero, lo cual hizo que ella, su hermana Camila y mi tía Carmen se volvieran insoportablemente arrogantes y que ahora se crean mejores que todos nosotros, ya que son los únicos adinerados de nuestra familia. Mi tío es el único que sigue siendo el mismo de siempre.

Los preparativos de la fiesta están listos, mamá ha decorado el patio de la casa con luces de navidad y globos de luces, que combinan con el vestido floreado de primavera que llevo puesto. Todo se ve mucho más lindo de lo que esperaba.

Cecilia está a punto de seguir hablando cuando veo a Joshua entrar.

—¡Yoshi! —Me alejo de mi parlanchina prima y camino hacia mi mejor amigo.

Él me da una de sus grandes sonrisas.

—Rochi, feliz cumpleaños. —Me abraza fuerte y cuando nos separamos me da una pequeña caja de regalo.

—Gracias. —Me giro para saludar a Joana, la chica con la que ha estado saliendo el pasado mes, y que se conocieron en el grupo de terapia.

—Hola, bienvenida a la casa de los locos.

Joana suelta una risita.

—Joshua dijo que dirías eso como bienvenida.

Meneo la cabeza.

—Me conoce demasiado bien.

Joshua echa un vistazo detrás de mí al grupo de mis primas.

—Oh, veo que vinieron todas.

Suspiro.

—Sí, esto será interesante.

El lugar se llena rápidamente y, la verdad, tampoco es tan difícil que eso pase con el tamaño del patio de la casa; unos cuantos amigos de la preparatoria, algunos vecinos y mis tías y primas son suficientes para llenarlo.

Le echo un vistazo a mi teléfono, no hay ningún mensaje de Ares, pero no me preocupa. Lo vi anoche unos minutos antes de que llegará Dani a la fiesta de pijamas y me dijo que me dejaría el día libre para que compartiera con mi familia y que después de la fiesta sería suya. Me dijo que vendría a la fiesta con Apolo. También les envié una invitación a Artemis y a Claudia por cortesía, pero no creo que vengan. Mamá aún no lo acepta al cien por ciento, pero creo que se ha dado cuenta de que, aunque no lo acepte, no me separaré de él.

Estoy a punto de responder una pregunta que me hizo una de mis primas cuando las miradas pasan de mí y se enfocan detrás de mí hacia la entrada, así que me giro lentamente.

¿Saben esos momentos de cámara lenta de las películas?

Es lo que estoy viviendo en estos momentos y estoy segura de que no soy la única, la fiesta entera parece haberse paralizado. Los hermanos Hidalgo caminan hacia nosotros, Artemis lleva puesto un traje negro sin corbata y los primeros botones de la camisa que lleva dentro están desabotonados, su cabello está peinado hacia atrás perfectamente, esa ligera barba adornando su varonil rostro.

Apolo sonríe ampliamente, su lindo rostro iluminándose, su cabello húmedo acariciando sus orejas y frente, lleva puesta una camisa azul oscuro con jeans.

Y Ares...

Ares viene en medio de ellos, caminando como si el mundo le perteneciera, como el puto dios griego que es, moviendo las mangas de su camisa negra hasta sus codos, revelando un hermoso reloj negro, para luego pasarse los dedos por su cabello desordenado. Ese rostro deslumbrador nos regala una sonrisa torcida, y sus ojos azules brillan, dejándome sin aliento.

Virgen de los Abdominales...

—Santa Madre de Dios. —Escucho a Cecilia exclamar detrás de mí.

Mi tía tiene la boca abierta, literalmente.

—¿De dónde salieron esos chicos?

Todo el mundo los observa en absoluto silencio mientras se acercan a mí. Artemis es el primero en hablar amablemente, saludando con su mano a todos.

—Buenas noches.

Ares me da una sonrisa pícara, y se inclina hacia mí, dándome un beso corto.

—Feliz cumpleaños, bruja.