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EL CUMPLEAÑOS II

¿Cómo dejar una fiesta en silencio absoluto?

Solo invita a tres dioses griegos, funciona perfectamente. Hasta la música se ha detenido, pero no crean que es algún truco de magia o algo, no, es que mi tía Helena es la encargada de cambiar las canciones y está deslumbrada por los tres chicos que están frente a mí.

La verdad, entiendo a mi familia, toma su tiempo acostumbrarte a ellos. Siento la necesidad de romper el silencio.

—Gracias por venir, chicos —les digo de corazón. No puedo negar que me sorprende ver a Artemis aquí, jamás me imaginé que vendría.

Apolo me da una sonrisa dulce y escucho a Camila suspirar detrás de mí.

—No tienes que agradecer nada, gracias a ti por invitarnos.

Mi tía Carmen, por supuesto, no se puede quedar callada.

—Raquel, nena, ¿dónde están tus modales?

Ese momento incómodo cuando tienes que presentar a tu hermoso novio y a sus hermanos a tu familia.

—Apolo, Ares y Artemis, están son mis tías Carmen y María, y mis primas: Cecilia, Camila, Yenny, Vanessa, Lilia y Esther.

Después de todo el protocolo, y el desmayo de mis primas, los Hidalgo se van a un grupo donde está Daniel (el hermano de Dani) y otros chicos a conversar. Mis primas sueltan un chillido.

—¡Oh, por Dios, Raquel! Tu novio es... No puedo explicarlo.

Cecilia está muda. Mi tía Carmen tampoco dice nada. Mis tías se van a conversar a otro lado, dejando el gran grupo de chicas a solas. Camila suspira.

—Apolo... Hasta su nombre es bonito. —Me agarra de los hombros—. ¿Tiene novia?

Mis ojos se encuentran con los de Dani, quien parece estar bastante molesta con el interés de Camila.

—Ah, creo que sí tiene novia.

Camila hace puchero.

—Ay, no, por supuesto que tiene novia. ¿Cómo esa cosa tan tierna y hermosa no va a tener novia?

Yenny toma un trago de la bebida de frutas con un poco de alcohol que preparamos.

—¿Novios? Que se joda el noviazgo, daría lo que fuera por tirarme al mayor.

Cecilia escupe su bebida.

—¡Yenny!

Yo no puedo evitar sonreír. Vanessa le da cinco a Yenny.

—Me leíste la mente, una sola noche es lo que le pido a cualquiera de esos chicos.

Levanto una ceja.

—¿Disculpa?

Vanessa se ríe.

—Tranquila, no el tuyo, los otros dos.

Dani interviene.

—Apolo también tiene novia. ¿Recuerdan?

Vanessa la mira.

—¿Y?

Dani no puede ocultar su molestia.

—¿Y? ¿Te meterías con un chico que tiene novia?

Vanessa bufa.

—No lo quiero para casarme con él, una noche, unas horas serán suficientes.

Todas silban y hacen bulla, haciéndole frente a lo directa que es mi prima. Admito que me recuerda a lo directo que es Ares. Al parecer, en cada familia hay alguien así. Dani le da una mirada incrédula.

—Tiene dieciséis años.

Yenny y Vanessa se encogen de hombros.

—¿Y?

Dani no puede creerlo.

—¿No les importa lo que dirán de ustedes?

Vanessa menea la cabeza, sonriendo.

—Necesitas actualizarte, nena, o es que aún crees en esa mierda machista de que sí está bien que los hombres salgan con chicas mucho menores que ellos, pero está mal si nosotras lo hacemos.

Yenny asiente.

—Exacto, no estamos hablando de pedofilia. Él es un adolescente consciente de lo que quiere. Si ambas partes se gustan, ¿cuál es el problema?

Camila gira la vista.

—Ambas cállense, Apolo es para mí.

Yenny se encoge de hombros.

—Como quieras, a mí me interesa el mayor, esa ligera barba es tan sexy.

Vanessa le golpea el hombro juguetonamente.

—Tendrás que vencerme porque ese es el que me gusta.

Cecilia habla por primera vez en un rato.

—Hablan como si tuvieran alguna oportunidad con esos chicos, por favor, aterricen.

Camila cruza sus brazos sobre su pecho.

—Si Raquel lo logró, que no tiene nada especial, nosotros también podemos.

—¡Ey! —protesto, tirándole del pelo.

Camila se suelta.

—Sin ofender.

Mis ojos se encuentran con los de Ares, quien tiene un vaso plástico rojo en sus manos y se da un trago. Hay una sonrisa pícara danzando en sus labios cuando baja el vaso.

—Ya vuelvo —les digo, acercándome a Ares.

No puedo apartar la mirada, me siento atrapada por ese azul de sus ojos como siempre. Cada paso que doy acelera mi corazón, aprieto mis manos a los costados y las siento ligeramente sudadas.

Una por una, desaparecen las personas a mi alrededor, solo somos él y yo.

El dios griego y la bruja.

El inestable y la acosadora.

Me detengo frente a él, sonriendo como una idiota.

—Ares.

Él me devuelve la sonrisa.

—Raquel.

—¿Qué sentiste al ser violado mentalmente por todas mis primas?

Él toma su mentón, como si pensara.

—Me siento un poco usado.

Bufo.

—Claro, como si no estuvieras acostumbrado a obtener esas reacciones.

Ares levanta una ceja.

—¿Estás celosa?

—Pffff, por favor.

Ares sonríe ampliamente, pasando su pulgar por mi mejilla.

—Te ves sexy cuando estás celosa.

—No estoy celosa.

Su pulgar baja y acaricia el borde de mis labios, yo dejo de respirar.

—Verte en ese vestido está matándome.

Trago grueso.

—¿Por qué?

Él retira su mano de mi cara.

—Tú sabes por qué.

Mi tía Carmen pasa por un lado.

—Raquel, tu mamá te está llamando, está en la cocina. —Y sigue su camino.

Suspiro.

—Debo ir a ayudar. —Me doy la vuelta, pero Ares me agarra del brazo y me gira hacia él.

Se acerca a mí lo suficiente para que pueda oler su deliciosa colonia, y se inclina para susurrar en mi oído.

—Tu familia te ve como una chica tan inocente, si supieran cómo gimes y me ruegas que te dé más cuando te penetro.

Mis ojos se abren exageradamente.

—¡Ares!

—O lo mucho que te mojas cuando te doy un simple beso.

Santa Virgen de los Abdominales, ruega por nosotros, amén.

Ares me suelta y yo me pongo la mano en el pecho, manteniendo la calma. Huyo de ahí tan rápido como puedo. Mierda. ¿Cómo puede excitarme con solo palabras? Ares tiene un don, definitivamente. Echándome aire con las manos, camino dentro de la casa. Mamá me espera en la cocina con unas bandejas.

—No quería ponerte a hacer nada, pero solo necesito ayuda repartiendo estos y prometo no molestarte de nuevo.

—Cálmate, mamá, no me molesta ayudar, son mis invitados después de todo.

Tomo la bandeja y estoy a punto de irme cuando mamá se aclara la garganta.

—Hija.

—¿Sí?

—Aunque aún no me siento completamente cómoda con ese muchacho, lo que he observado estos meses me ha servido para darme cuenta de que no es malo para ti. Así que ya no tienes que inventarte excusas para salir con él.

—Oh, mamá, yo...

Me interrumpe.

—Ve a llevar las bandejas, deben estar esperando.

Le sonrío.

—Gracias.

Salgo con la bandeja y una gran sonrisa en mi cara, y me encuentro con Claudia en la entrada.

—Ey, viniste.

Ella se ve muy linda en un vestido morado y su cabello suelto y brillante.

—Así es, feliz cumpleaños. —Me quiere pasar el regalo, pero ve que tengo las manos ocupadas.

—Puedes ponerlo en aquella mesa, los chicos están atrás.

Ella duda.

—¿Los tres?

Asiento.

—Sí, pasa, voy a repartir esto y te veo allá. ¿Ok?

Reparto los bocadillos en la bandeja y estoy a punto de llegar al grupo donde están Daniel, Apolo y Artemis cuando Camila me intercepta.

—Yo les llevaré estos. —Me quita la bandeja y se dirige hacia ellos, ni siquiera me da tiempo de procesarlo todo.

La observo sonreírle a Apolo descaradamente luego de ofrecerles la bandeja y se queda hablando ahí con él. Debo admitir que es valiente.

—Qué atrevida.

La voz de Dani me hace saltar porque no la noté llegar a mi lado, su expresión es sombría.

—Voy a matarla.

—Solo está hablando con él, no creo que a él le guste. —Trato de apaciguar sus inseguridades. Yenny y Vanessa aprovechan el atrevimiento de Camila y se le unen, usándola a ella para meterse en la conversación con sutileza.

—¿Quiénes son esas? —La voz de Claudia aparece a mi otro lado, haciéndome brincar ligeramente de nuevo. ¿Por qué la gente sigue apareciendo a mi lado de la nada?

—Son mis primas —explico, dejando salir un largo suspiro.

Claudia tuerce los labios.

—Necesito un trago.

Dani la apoya.

—Yo también, vamos, sé dónde está el vodka.

—Eh, vayan y diviértanse. —Les doy el pulgar arriba, pero ambas me agarran de cada brazo y me arrastran con ellas.

Esto va a ser divertido.