57
EL BAILE DE GRADUACIÓN
RAQUEL
Agridulce...
Así se sienten las noticias cuando Ares me cuenta lo que pasó con su abuelo. Estoy feliz por él, a pesar de que mi parte egoísta, mi corazón, se entristece ligeramente porque ahora es real.
Nos vamos a separar de verdad.
No se había sentido real hasta ahora, y el solo hecho de imaginarme lejos de él me aprieta el pecho, cortando mi respiración. Sin embargo, sé que es su sueño, sé que es lo que quiere y jamás haría nada para impedírselo.
Pero vaya que duele.
La voz de Dani suena lejos de mí cuando en realidad está a mi lado.
—¿Raquel? ¿Me estás escuchando?
—Ah, lo siento, mi mente está en otro lado.
—Es nuestro último día de preparatoria, trata de estar presente. —Se toca su frente para enfatizar que mi mente necesita dejar de dar vueltas y disfrutar este día.
El último día de clases.
Una parte de mí no puede creer que mi último año de preparatoria haya llegado a su fin, que ya el verano esté aquí de nuevo, anunciando casi un año desde que hablé con Ares por primera vez.
—¡Amor mío! —Escucho detrás de mí y no tengo que darme la vuelta para saber quién es.
Dani desvía su mirada frente a mí.
—Aquí viene tu príncipe intenso.
Unos brazos fuertes me toman desde atrás.
—Mi Julieta, mi bella, mi todo.
Me quito sus brazos de encima y lo enfrento.
—Carlos, ¿qué te he dicho de andar abrazándome todo el tiempo?
Si Ares supiera...
Carlos hace puchero.
—Pero abrazarse es algo normal entre futuros esposos.
Dani lo agarra de la oreja como de costumbre.
—Futuros esposos... Cada día estás más loco.
—¡Au! —Carlos gime de dolor, pero le hace ojitos—. Más loco de amor. —Dani le aprieta la oreja de nuevo—. ¡Au! ¡Au!
—Eres tan empalagoso. —Dani lo suelta, haciendo falsas arcadas.
Carlos se soba su oreja.
—¿Qué tal están pasando el último día de escuela?
Yo recuesto mi espalda contra mi casillero.
—Se siente como cualquier otro día.
Dani suspira y me da una mirada triste.
Carlos toma nuestras manos.
—No se preocupen, aunque la distancia nos separe, siempre estaremos juntos.
Eso me hace sonreír.
Carlos es una persona muy dulce y contagiosamente alegre, definitivamente lo voy a extrañar.
La nostalgia me golpea de sorpresa, no más estos pasillos, ni mis compañeros de clases de toda la vida, ni las locuras de Carlos, no más de esas conversaciones locas en las clases antes de que llegara el profesor.
Se acabó.
No solo me iré de la preparatoria, sino también de este pueblo, viviré en las residencias del campus de la universidad. Dejaré todo esto atrás y una parte de mí está aterrorizada. Por suerte, Dani y Yoshi asistirán a mi universidad, no me separaré de ellos, solo tendré que separarme de él.
Dios griego...
Alejo esos pensamientos porque son muy dolorosos.
Carlos se aclara la garganta.
—Sé que es una pregunta tonta, pero ¿quieres ir conmigo al baile de graduación?
Le doy una sonrisa amable.
—Carlos...
Dani me pasa un brazo por el hombro, abrazándome de lado.
—Lo siento, Casanova, ya me tiene a mí.
Dani y yo lo decidimos cuando nos dimos cuenta de que no teníamos pareja. Ares tiene que asistir al baile de graduación de su preparatoria, no al de la nuestra.
Carlos gruñe.
—Ah, no me digan que harán esa cosa de ir con la mejor amiga, qué aburrido.
Dani le sonríe con malicia.
—Pues sí, no tenemos pareja con quién ir, así que ya está hecho.
Carlos me hace ojitos, yo le doy un beso a Dani en la mejilla y lo miro.
—Lo siento, le pertenezco, soy su perra esta noche.
—Sabía que ustedes tenían una relación lésbica oculta. —Se nos une Joshua, con su típica gorra, acomodando sus lentes para vernos mejor, supongo.
—Joshua. —Carlos lo agarra de los hombros dramáticamente—. Ellas están pensando en ir juntas al baile de graduación, diles que no, que Raquel vaya conmigo.
Yoshi suspira, poniendo sus manos sobre las de él.
—Carlos, no sé si recuerdas que ella tiene un novio, un chico alto, capitán de un equipo de fútbol que estoy seguro de que te pateará el trasero si vas con ella.
—No le tengo miedo. —Carlos se suelta de Yoshi—. El amor me hace aventurado.
Yoshi le da una palmada en el hombro.
—Bien golpeado es que vas a quedar si vas con ella.
Dani se despega de la pared donde estaba recostada.
—Es hora de irnos, tenemos que prepararnos para esta noche.
Carlos hace puchero.
—¿Para qué? No tiene un chico a quien impresionar.
Dani se le acerca.
—No necesitamos a uno —le dice con determinación—. Las chicas no tenemos que ponernos bonitas solo para impresionar a un chico, disfrutamos con mirarnos al espejo y admirar nuestra propia belleza.
—Oh, alguien se puso profunda. —Yoshi asiente de acuerdo.
Nos despedimos de los chicos y caminamos por el pasillo hacia la salida. Cuando llego a la puerta, me giro para darle una última mirada al largo pasillo donde pasé tantos años de mi vida.
Con un suspiro, salgo de la preparatoria.
***
—¡Ohhhhh! —cantamos a todo pulmón Dani y yo en medio de la pista de baile de graduación. Ese cóctel rojo definitivamente tiene alcohol. No sé cómo hicieron para escabullir el alcohol, pero no me quejo.
Es nuestro jodido baile de graduación.
Dani me canta, y me ofrece su vaso plástico rojo para brindar. Mi mejor amiga se ve maravillosa, con un vestido negro de escote, que hace juego con su cabello oscuro, y un maquillaje grandioso. Siempre he admirado sus pómulos, su estructura facial, es tan llamativa. Con razón ha modelado varias veces para la agencia de su mamá, Dani nació para eso.
Por mi parte, me puse un vestido rojo que me aprieta en la cintura, y se ajusta a mis caderas muy bien, pero es suelto de ahí para abajo.
Agarramos las orillas de nuestros vestidos para menearnos mejor.
Somos unas locas, pero unas locas que la están pasando espectacular.
Dani levanta su teléfono y graba un Snapchat o una historia de Instagram de nosotras bailando, mostrando nuestros vasos con un montón de hashtags, entre esos ***NoSeNecesitanChicos, ***AlcoholEnGraduación, ***UuupsWeDidItAgain.
Me río al verla bajar el celular para enviarlo; sin embargo, su expresión cambia cuando ve algo, sus cejas casi uniéndose.
Sus ojos encuentran los míos y no tenemos que hablar, le doy la mirada de «¿qué pasa?».
Ella me pasa su teléfono y le da clic a la historia de Instagram de alguien, lo primero que veo es la cara de Ares, su sonrisa torcida dándole esa expresión de picardía que tanto me gusta. Se ve perfecto en el traje que lleva puesto con una corbata de un color oscuro que no se distingue bien en la foto porque es oscuro donde está.
En otras circunstancias, habría disfrutado esta foto, pero tiene el efecto contrario, siento mi buen humor evaporarse.
Porque no está solo.
Nathaly está a su lado, y se los ve demasiado pegados para mi gusto, sus mejillas casi se tocan para poder aparecer en el selfie. Sus hashtags solo empeoran la situación: ***ConElHidalgo, ***FuturoDoctor, ***AsíOMasBello, ***LoQuePasaAquíHoyAquíSeQueda.
Siento el calor invadir mi cara de rabia y mi estómago apretarse con lo que reconozco como celos. Dani se acerca para gritar en mi oído a través de la música.
—Estoy segura de que ella lo hizo a propósito.
Oh, yo sé que lo hizo, pero aun así estoy hirviendo.
Los celos son tan desagradables, alimentan la imaginación y ya se han cruzado por mi mente diferentes escenas de ellos dos besándose, tocándose, bailando juntos, pero sacudo mi cabeza porque estoy segura de que eso no pasará, confío en él. Sin embargo, no puedo negar la molestia que siento porque sé que ellos tienen una historia juntos.
Salimos de la pista de baile y yo tomo mi teléfono, calmándome.
No actúes de forma inmadura, Raquel.
Le escribo un texto a mi novio:
¿Cómo la pasas?
Se tarda en responder y eso me molesta aún más, la está pasando tan bien que no me responde. ¿Eh? Dios, debo dejar de pensar así.
Mi teléfono vibra con una respuesta:
Normal, haces falta tú para que sea perfecto.
Yo: ¿Con quién estás?
Él: ¿Con toda la preparatoria?
Su sarcasmo no me da risa, pero no sé cómo preguntarle con quién está exactamente sin sonar intensa.
No le respondo y él me escribe de nuevo:
Ya casi salimos de aquí para ir al after.
El after será en la casa de Ares, por supuesto; de nuevo no le respondo porque sé que debo confiar en él y que si le hablo ahora mismo se me notará la molestia. Así que decido enviar la imagen de esa foto lejos de mi mente y me enfoco en pasarla bien con mis amigos. Nos ponemos a bailar en grupo, tomando turnos para pasar al medio y demostrar nuestras habilidades para bailar, que no son muy buenas, pero con las luces disco sobre nosotros nos vemos como expertos.
Debo decir que quien está echándole alcohol al supuesto cóctel de frutas del baile se está pasando un poco, cada vez está más fuerte. Me da un poco de miedo que alguno de los profesores que están de chaperones lo prueben y nos metamos en problemas. Esa preocupación desaparece con el cuarto vaso de cóctel.
Al pasar un rato, mi teléfono vibra en mi mano.
Llamada entrante
Dios griego <3
Me alejo de la música y salgo del gimnasio de la preparatoria a un pasillo solitario y silencioso. Ver su nombre en la pantalla me recuerda a esa foto con Nathaly de nuevo.
Tragando con dificultad, contesto.
—¿Aló?
—Ey, ¿todo bien?
—Eh, sí. —Mi voz suena forzada.
—Nunca has sido buena con las mentiras, bruja.
—Estoy bien.
—¿Sabes que tiendes a torcer los labios a un lado cuando algo te molesta?
Eso me hace arrugar mis cejas.
—Lo estás haciendo justo ahora —me dice y yo levanto la mirada para verlo ahí en el pasillo desolado y semioscuro de la preparatoria caminando hacia mí. Si de por sí él es hermoso en ropa simple, con traje y corbata parece de otro mundo.
Ares baja el celular de su oído y me da una sonrisa que no es con picardía o con arrogancia, es una sonrisa genuina que me desarma, él se ve tan feliz de verme que me olvido de Nathaly o de cualquier duda en mi cabeza.
Él me ama, está escrito por todo su rostro, en sus ojos, en su sonrisa. Y me siento tonta por dudar de eso por un segundo, por una simple foto cuando lo que él y yo sentimos es tan sincero, tan puro.
Él llega a mí y me da un beso corto para susurrar contra mis labios:
—Estás preciosa.
—Tú tampoco estás nada mal —admito.
—¿Qué pasó? —Su pulgar acaricia mi mejilla—. ¿Qué te ha molestado?
Honestamente, ya no me molesta nada, solo me importa él y este momento. Así que me pongo de puntillas, me agarro de su corbata y lo beso, tomándolo por sorpresa; no es un beso gentil, es un beso donde dejo salir todos mis sentimientos, todo este amor que me consume. No le toma mucho tiempo seguirme el ritmo, nuestras bocas moviéndose juntas, acelerando nuestras respiraciones.
Cuando nos separamos, lo llevo de la mano a una clase vacía a un lado del pasillo y cierro la puerta detrás de mí. Ares me observa divertido y hambriento de mis besos, de mí. Mordiendo mi labio inferior, lo enfrento, con el escritorio del profesor justo detrás de mí. Ares no disimula, sé que esto lo está poniendo tanto como a mí, sus ojos me recorren de una forma lujuriosa y descarada.
—Hoy es tu graduación. —Sus manos aterrizan en mis caderas, y las aprieta. Su rico olor me hace morderme el labio, me encanta cómo huele—. Y nunca has follado en este lugar. —Me levanta, sentándome en el escritorio, y se mete entre mis piernas, su pulgar acaricia mi boca—. Eso está a punto de cambiar, bruja.
Sus labios caen sobre los míos en un beso posesivo pero jodidamente abrumador y delicioso.