7

EL CLUB

—Bienvenido a McDonald’s. ¿Qué desea? —hablo con el dispositivo Bluetooth pegado a mi oído.

—Quiero dos Happy Meals y un capuchino —murmura la voz de una mujer como respuesta.

Seleccionando la orden en la computadora inteligente frente a mí, contesto.

—¿Algo más?

—No, nada más.

—Bien, su pedido serán 7 dólares con 25. Puede pasar a pagar a la ventana.

—Gracias.

El automóvil aparece a un lado de mi ventana, y la mujer me pasa su tarjeta para realizar el cobro. Me despido amablemente y ruego que no aparezca ningún coche en el Drive-Thru, estoy agotada. Aunque prefiero atender a la gente que solo viene a buscar comida en sus autos a trabajar dentro del restaurante. Me acomodo mi gorra que tiene la M de McDonald’s y suspiro. Aún falta una hora para que se acabe mi turno, pero ya estoy que me lanzo por la ventana. El sensor me avisa que hay un nuevo automóvil en el Drive-Thru y maldigo para mis adentros.

¡Dejen de venir a buscar comida, perezosos!

—Bienvenido a McDonald’s. ¿Qué desean?

Escucho una risita femenina y luego alguien aclararse la garganta.

—Me gustaría pedir una Raquel para llevar.

Sonrío como tonta.

—Pase a la siguiente ventana, señora.

En cuestión de segundos, Dani está al lado de mi ventana, su pelo perfecto como siempre, con sus lindos lentes de sol y muy bien maquillada.

—No puedo creer que estés pasando lo que queda del verano aquí.

—Necesito el trabajo y lo sabes. ¿Qué haces aquí?

—Vengo a secuestrarte.

—Aún falta una hora para que pueda irme.

Dani sonríe como el gato de Alicia en el país de las maravillas.

—¿Qué parte de secuestro no entiendes? ¿La parte de que es involuntario sin derecho a decir no?

—No puedo irme.

—Que sí, necia.

Voy a abrir mi boca para protestar cuando siento a alguien detrás de mí, me giro para ver a Gabriel, un compañero de trabajo.

Su cabello rojizo escapa de su gorra, observa a Dani embobado.

Mi atención vuelve a mi mejor amiga.

—¿Qué está pasando?

—Gabriel se encargará de la hora que queda.

Mis ojos van de Gabriel a ella.

—¿Por qué haría eso?

Dani se encoge de hombros.

—Hacemos cosas por nuestros amigos, ¿cierto, Gabo?

Él la mira atontado.

—Sí.

La mirada de Dani vuelve a caer sobre mí.

—Listo, busca tus cosas y te espero en el estacionamiento. Tenemos que irnos ya.

Unos minutos después, con mi pequeña mochila, me lanzo dentro del coche de Dani.

—No puedo creerlo.

—Soy supercool, lo sé.

—¿Gabriel? ¿En serio? Pensé que no te gustaban los pelirrojos.

—Ed Sheeran me hizo cambiar de opinión.

—¿Qué hiciste?

—Le prometí aceptarle una invitación a salir.

—No puedes ir por la vida usando tu físico para salirte con la tuya.

—Claro que puedo.

Resoplo.

—¿Adónde vamos?

—A Insomnia, por supuesto. —Mis ojos se abren en sorpresa. Insomnia es el club popular del pueblo, y el lugar predilecto de Dani los viernes por la noche. Nunca he ido, ser menor de edad me lo impide, lo cual Dani parece haber olvidado por completo.

—Uno, soy menor de edad; dos, de verdad no esperas que vaya oliendo a papitas fritas y con esta facha.

—Uno, ya eso está arreglado; dos, pasaremos a que te cambies a mi casa.

—¿Para que me prestes uno de esos vestidos donde se me ve hasta el alma? Paso.

Dani suelta una carcajada.

—Eres tan exagerada, que se te vean las rodillas no es un delito, Raquel.

—Pues para tu información, en el Medio Oriente sí lo es.

—No estamos en el Medio Oriente.

—Verde —le digo cuando veo el semáforo cambiar a verde. Dani se distrae fácilmente mientras conduce.

—Relájate, solo nos quedan dos semanas de verano y no has hecho más que trabajar.

—Bien, pero no voy a gastar ni un centavo.

—Eso es lo de menos.

—Claro, olvido tu habilidad para obtener lo que quieres.

Dani se pone los lentes de sol sobre el pelo y me guiña un ojo.

—Oh, sí, ahora. —Se estaciona en el garaje de su casa—. Tiempo de ponernos hermosas.

Pero la observo pasarse la puerta principal de su casa e ir a la ventana de su habitación.

—¿Dani?

—Ah, olvidaba decirte que mis padres no saben de mis salidas nocturnas, así que tenemos que escabullirnos.

Esta chica es increíble.

Lo que se sintió como una eternidad, pero en realidad fue una hora después: ya estamos en Insomnia, pudimos entrar. Lo sé, yo tampoco me lo creo.

Dani me prestó un vestido negro que se ajusta a mi cuerpo perfectamente. A pesar de que ella es más voluptuosa que yo, el vestido se talló a mi silueta como si hubiera sido mío todo este tiempo. No llega hasta mis rodillas, está como cuatro dedos por encima de las mismas, así que me siento cómoda.

Lo primero que noto es que no cualquiera entra aquí, la fila de admisión es muy larga y es mucha la gente que devuelven los porteros. Ahora que estoy dentro entiendo por qué. Este no es un lugar cualquiera, es fino y modernamente decorado. Hay luces de colores y efectos de movimiento a nuestro alrededor, la pista de baile es amplia y está llena de parejas que bailan al ritmo de la música.

La música...

Siento que vibro con ella, es imposible escuchar algo más que no sea la música. ¿Cómo se supone que se comunica la gente en lugares como este? Como si Dani me escuchara, se acerca a mí.

—¡Voy a conseguir algo que tomar! —grita en mi oído, y desaparece.

Sacudiendo mi oído, me tomo mi tiempo para mirar mis alrededores, veo muchas chicas lindas y muy bien vestidas. Me esperaba algo así porque sé que Dani no va a cualquier lugar. Su familia tiene dinero, claro, no de manera exagerada como la familia de Ares, pero viven bien. Así que es de esperarse que los sitios que Dani frecuente sean finos y bonitos. Pero obviamente no hay solo chicas lindas, también hay chicos muy guapos.

Sin embargo, nada como mi Ares...

¿Mi Ares?

Ya me he apropiado de él sin su consentimiento.

Escudriñando el lugar, me doy cuenta de que hay un segundo piso que tiene mesas con vistas a la pista de baile, y es en ese momento que mis ojos encuentran ese par de ojos azul profundo que atormentan mis días y mis noches.

Ares.

Mi amor platónico está ahí sentado, luciendo tan hermoso como de costumbre. Lleva puesto unos pantalones negros, zapatos y una camisa gris con las mangas enrolladas hasta los codos. Él está jugando con el piercing en su boca, haciendo que sus labios se vean mojados y rojos, su pelo negro está en ese desorden perfecto que solo le queda bien a él. Inconscientemente, me estoy moviendo hacia él, como un metal hacia un imán. Sus ojos me tienen atrapada, estoy bajo su hechizo. No es hasta que me encuentro con el guardia de seguridad frente a la escalera que me llevaría a mi príncipe azul que despierto de mi ensueño.

—Esta es una zona VIP, señorita. —El guardia me habla firme pero seguro. Aparto mi mirada de Ares, y sacudo mi cabeza para despertarme.

—Oh, yo..., eh... —Le echo un vistazo a Ares, quien me mira desde allá arriba todo poderoso y arrogante—. Pensé que todos podíamos subir allá.

—No, acceso reservado. —Me hace un gesto para que me vaya y lo deje seguir su trabajo de momia tiesa frente a una escalera.

Por supuesto que el engreído de Ares está en la zona VIP; él es demasiado para mezclarse con el sudor y feromonas de la gente común bailando aquí abajo. Noten mi sarcasmo, por favor.

A regañadientes, me devuelvo por donde vine y me encuentro a Dani en el camino.

—¡Pensé que no te encontraría! —grita en mi oído y me da una bebida rosa fluorescente.

—¿Qué es esto?

—¡Se llama Orgasmo! ¡Tienes que probarlo!

Una bebida que se llama Orgasmo...

Hasta una bebida ha tenido más sexo que yo.

Lentamente, observo el pequeño vaso por todos lados. Lo olfateo y el olor es tan fuerte... Mi nariz se emborracha y estornuda. Dani se toma el suyo en un solo trago dejándome atónita. Ella me anima a que me tome el mío y, por alguna razón, mis ojos viajan a esa pequeña zona VIP. Ares levanta su vaso de lo que parece whisky como si brindara conmigo y luego se da un trago.

¿Me estás retando, dios griego?

De un solo sorbo, me tomo el vaso y el líquido agridulce viaja por mi garganta incendiando todo a su paso.

¡Esto definitivamente no se siente como un orgasmo!

Toso, y Dani me da una palmada en la espalda. Nos dirigimos a la barra y ahí Dani me pasa dos bebidas más y yo de ilusa creo que es uno para mí y otro para ella, pero no, los dos son para mí. Cinco copas después, Dani me lleva a la pista de baile y tengo demasiado alcohol en mi sistema para que me importe.

—¡A bailar! —anima mientras nadamos entre la masa de gente.

Yo la sigo y se siente bien ser tan espontánea y no tener pena.

Oh, las ventajas del alcohol...

Bailo y bailo, alrededor todo es de colores y la música vibra por todo mi cuerpo. Por curiosidad, levanto la mirada hacia la estúpida realeza sentada en la zona VIP y lo veo. Y él me sigue mirando, como un halcón vigilando desde las alturas a su presa.

¿Acaso no puede dejar de mirarme? No seas ilusa, él claramente te ha dicho que no le gustas. Entonces, ¿por qué me mira?

Te daré algo que mirar, dios griego. Pienso y comienzo a bailar lentamente, moviendo mis caderas al ritmo de la música. Paso mis manos por mi pelo largo y luego por los lados de mis pechos, mi cintura, mis caderas, hasta llegar al final de mi vestido para jugar con él y subirlo un poco. Los ojos de Ares se oscurecen aún más, lleva el vaso a sus labios y se los moja para lamerlos. Esos labios que lamieron mi cuello y mis muslos, dejándome con ganas de más. Ares se ha burlado de mí dos veces, ya es hora de que tenga su merecido.

Le voy a demostrar que a mí no se me olvida nada y que hasta un dios griego puede tener una cucharada de su propia medicina.

Modo Raquel seductora, activado.