NUEVE

RAIN

—Yo me encargo.

Me sorprende la seguridad de mi voz. Mantengo la mirada en todos lados menos en él, aunque siento sus ojos sobre mí, pero estoy demasiado avergonzada para mirarlo. La verdad, no esperaba que Apolo y Vance interactuaran, rezaba para que eso nunca pasara. Me había olvidado por completo de que Xan es el dueño de Nora y yo había llevado a Apolo ahí. Supongo que el universo tiene formas muy retorcidas de juntar a las personas.

Xan me coge de la mano y se enfrenta a Apolo.

—Me iré con Rain. Ya no tienes nada de que preocuparte, Apolo. Todo está bien.

Quiero protestar. Nada está bien, pero lo entiendo. Xan no quiere que Apolo se meta en esta situación tan jodida y, siendo sincera, yo tampoco. No quiero que mi hermano se acerque a él lo más mínimo. Vance es peligroso y Apolo es...

Me permito echarle un vistazo rápido y su expresión preocupada le arruga un poco la cara. Esos ojos tan bonitos color café van de Xan a mí y se me acelera un poco el corazón. He subestimado lo bueno que es, tanto físicamente como de personalidad. Es gentil y amable, se sonroja con cualquier cosa y tiene una sonrisa angelical que le ilumina toda la cara.

«Basta, Rain».

—Sí, Xan tiene razón —respondo—. Estaremos bien.

Apolo duda por un segundo y sé que va a protestar, pero Xan se le adelanta.

—Esto es un asunto personal que no te incumbe, Apolo.

Hago una mueca ante la rudeza de su tono y de sus palabras. Xan nunca habla así, no es ese tipo de persona. Que decida ser así con Apolo me hace entrecerrar los ojos. Sin darse cuenta, Xan me aprieta la mano y lo miro. Lo veo tragar saliva, está... nervioso.

No me digas que...

—Sí. —La frialdad en el tono de Apolo también me deja confundida—. Ya lo has dicho, no tienes que repetirlo. Lo entiendo.

Apolo nos lanza una última mirada antes de pasar por nuestro lado y marcharse calle abajo. Me quedo en silencio unos segundos.

—¿Qué...? —Le suelto la mano a Xan y me paro delante de él—. ¿Qué ha sido eso?

—No se habría ido si no lo hubiera tratado así.

—No, ¿por qué estás tan a la defensiva con Apolo? ¿Y qué diablos ha hecho Vance esta vez?

—Nada, Vance solo se ha enfadado porque estaba aquí afuera hablando con Apolo. —Xan vuelve a mirar la acera ahora vacía por la que se ha ido Apolo y su expresión decae.

Respiro hondo y le vuelvo a tomar la mano.

—Vamos a por un café, conozco un sitio.

Llegamos a Café Nora y solo encendemos las luces de la barra, dejamos el resto de la cafetería a oscuras, lo que le da un aire casi triste y melancólico al local. Xan se prepara un café latte y a mí me prepara un chocolate caliente. Cuando termina, sale de la barra y se sienta a mi lado. Por un rato solo disfrutamos de nuestras bebidas.

—Sé lo que vas a decir, Rain. —Él suspira y lo miro. La luz amarilla de las bombillas de la barra se refleja en su rostro, su expresión es de tristeza pura. El azul de su pelo parece opaco bajo esta iluminación—. ¿Cuántas veces vamos a tener esta conversación?

—Las veces que haga falta —digo con sinceridad.

—Lo amo.

—Lo sé.

—Y él me ama.

—No —replico con firmeza—. Xan, mírame. —Cuando lo hace, tomo su mano sobre la barra—. Vance es mi hermano, es mi sangre. Tengo todas las razones del mundo para defenderlo, para abogar por él, y nunca lo he hecho ni lo haré. Porque lo conozco y no es buena persona. Él no tiene ni idea de lo que es el amor, lo único que sabe hacer es daño.

—Tú no lo entiendes, Rain. Nadie entiende lo que tenemos. Vance dice que los demás siempre intentarán separarnos, que él es único que me ama como soy, con mis fallos y todo.

—Vance te ha manipulado, Xan. Te ha alejado de todo el mundo. De mí, de los que solían ser tus amigos, hasta de tu familia. ¿Sabes por qué lo ha hecho? Para que tu mundo gire a su alrededor, para que no consideres ni por un segundo dejarlo, para que cuando intentes dejarlo no tengas a nadie en quien apoyarte por su culpa. Él se ha encargado de que sea así, de que estés solo.

—Él ha estado conmigo en los momentos difíciles, Rain. De verdad, no lo entiendes.

—Ha sido el único que ha estado contigo en los momentos difíciles porque te ha alejado de todos los demás. Cada cosa que él hace es calculada, Xan.

Toma un sorbo de su café y lo saborea como si pensara. Su mirada se pasea por todas las máquinas de café y suspira.

—Él puso una parte para comprar la cafetería cuando le conté que ese era uno de mis sueños. —Es mi turno de tomar un sorbo de mi bebida—. Me dejó ponerle el nombre de mi madre, que en paz descanse. ¿Sabes lo feliz que soy trabajando aquí todos los días? Siento que ella está conmigo, enseñándome a hacer el mejor café, como lo hacía cuando yo era un niño. Sí, sé que Vance no es perfecto, pero son gestos como este los que me hacen quedarme, Rain. Hay un lado de él que es dulce, atento y que me hace feliz.

—No puedes quedarte por una fracción de él, Xan, mientras el resto te hace daño, te cela y te controla.

—¿Por qué no? A veces soy tan feliz a su lado que siento que, cuando las cosas se ponen feas, simplemente estoy pagando esa felicidad y que está bien.

Eso me parte el corazón.

—Xan —digo con firmeza—. Tú te mereces ser feliz todo el tiempo. No tienes que pagar por nada, no es una deuda.

Xan no dice nada durante un rato.

—Creo que Apolo no volverá a hablarme después de lo que le he dicho. —Sé que intenta cambiar el tema y le dejo hacerlo porque tampoco quiero ahogarlo.

—Nah, sí lo hará. Apolo es muy comprensivo.

—Le gustas —agrega como si nada, mientras me observa con el rabillo del ojo.

—¿Eso crees?

—Lo sabes, Rain. Apolo no es más obvio porque no puede.

—De acuerdo.

Xan me hace un gesto con la mano, esperando.

—¿Qué? —Sonrío.

—No sé, y a ti... ¿te gusta?

Lo observo, divertida.

—¿Por qué esa pregunta?

Él se encoge de hombros.

—Solo curiosidad.

—Es la primera vez que muestras interés por mi vida amorosa.

—Ya te lo he dicho, es curiosidad.

—De todos los chicos que han pasado por tu cafetería que han estado interesados en mí, Apolo es el primero por el que sientes curiosidad —lo molesto.

Xan bufa y se señala.

—No sé qué estás pensando, pero no es cierto. Además, supongo que es hetero. No, gracias. Mi vida ya es lo bastante complicada.

—Tengo fe en que tu vida deje de complicarse pronto, Xan. —Le doy un apretón en la mano. No puedo obligarlo a terminar con Vance, sigue siendo su vida, su decisión—. Estoy aquí, tus amigos aún están aquí. El día que decidas salir de esa relación, estaremos aquí. Sí, dolerá al principio, será un despecho horrible, pero pasará.

Xan se pone de pie y se inclina para abrazarme.

—El mundo no te merece, Rain Adams.

Eso me hace sonreír contra su pecho.

—A este paso, te llenaré la cafetería de chicos suspirando por mí —bromeo.

—Si son como él, no me molesta para nada.

Me separo.

—¿Qué has dicho?

—Nada, nada.

Se ríe y se lleva las tazas detrás de la barra mientras lo sigo molestando con eso. Tengo el presentimiento de que la llegada de Apolo a nuestras vidas causará un cambio positivo. No obstante, el miedo que me recorre el cuerpo solo de pensar que mi hermano pueda hacerle daño opaca esa sensación.

APOLO

No puedo dormir.

Me muevo de un lado al otro en la cama. Mi cabeza repasa cada momento, cada mirada y, por supuesto, la forma en la que Rain y Xan se despidieron de mí después de lo que pasó. Sin explicaciones, solo con un «esto es un asunto personal que no te incumbe». Quería hacer tantas preguntas, quería entrometerme, pero sabía que no era mi lugar. Nunca he sido una persona que presiona o que interfiere en los problemas de los demás sin permiso. Valoro la privacidad. Sin embargo, me preocupa mucho lo de Xan con ese chico... Vance.

Y que terminara siendo hermano de Rain... La verdad, no me lo esperaba.

La sonrisa incómoda de Rain plaga mi memoria. El modo en que apretaba los puños y evitaba mirarme a los ojos... como si estuviera avergonzada. Y no tenía razón para estarlo, ella no era responsable por el tipo de persona que era su hermano. Era la primera vez que la veía así, ni siquiera aquella noche lluviosa la había sentido tan... tensa, parecía como si quisiera salir corriendo en ese mismo instante.

Me rindo y salgo de la habitación. El largo pasillo a oscuras me acoge hasta que salgo al salón y me sorprende encontrar la lámpara que hay junto al balcón encendida. Brinco cuando veo una figura en el extremo del largo sofá.

—¡Ah! —chillo—. Kelly... —murmuro su nombre al reconocerla ahí sentada en pijama, sosteniendo las rodillas contra su pecho. Mira hacia el balcón, tiene el pelo suelto a los lados de la cara—. ¿Kelly?

Ella baja la cabeza, usando su pelo como cortina para esconderse y se limpia la cara disimuladamente, ¿está llorando? ¿Se ha peleado con Gregory?

Doy un paso hacia ella.

—Estoy bien —asegura y levanta la cara para mirarme. Sus ojos hinchados dicen lo contrario.

—Kelly...

—¿No puedes dormir? Ya somos dos —dice con una sonrisa fingida que me entristece.

Me siento en el sofá a un cuerpo de distancia, no quiero incomodarla.

—Sí, ha sido una noche interesante. No dejo de darle vueltas a la cabeza.

Ella asiente.

—Apolo, el que lo analiza todo. —Ella sacude la cabeza—. Cuando te conocí, pensé que no querías hablar con nadie, que no perdías tu tiempo con nosotros, los simples mortales..., que eras un creído o qué sé yo. —Alzo una ceja—. Vamos, no me juzgues, con tu apellido y pues...

—¿Pues...?

—Lo bueno que estás. —Ella se encoge de hombros y finjo que no me afecta. No se me da bien recibir cumplidos—. En fin, ahora que te conozco, sé lo que pasa.

—¿Y eso es? —Cruzo los brazos para hacerme el interesado, lo que sea por distraerla de lo que la aqueja.

—Que te pasas el día pensándolo todo demasiado. Necesitas relajarte un poco.

—Eso es lo que todo el mundo me dice, únete al club.

Kelly hace una mueca y me saca el dedo.

—De verdad —sigo porque extrañaba esto. Siempre me he sentido muy cómodo con ella, pero supongo que los días que pasa aquí contribuyen a eso—. No eres la primera que lo dice: mis hermanos, sus novias, Greg... —Recuerdo a Charlotte y su relación abierta—. Amigas de la universidad, todo el mundo lo dice.

—Entonces ¿por qué no lo haces? —Ella se gira para mirarme a los ojos.

—¿Por qué no me relajo? —Suspiro—. No lo sé, no está en mi naturaleza.

—¿No te cansas de vivir así? Debe de ser agotador pensar cada cosa, como si vivieras caminando sobre un campo minado, analizando cada movimiento.

Ella abraza un cojín del sofá y mi atención baja a su escote por instinto, la V del pijama es ancha y puedo echar un vistazo a la piel entre sus pechos. Subo la mirada de inmediato, un poco sonrojado.

¿Qué estaba diciendo? Ah, me pierdo un momento y sin querer, de mi boca sale lo que quería preguntar desde que la he visto:

—¿Por qué estabas llorando?

«Ah, genial, Apolo, sutil».

Kelly aparta la mirada y suspira.

—Directo, ¿eh?

—Lo siento, no tienes que...

—Está bien, no es un gran secreto, soy una chica básica.

—No digas eso.

Ella se ríe.

—Es la verdad, lloro por un chico.

La dejo continuar:

—Por un chico que no me quiere.

No sé qué decir.

—¿Gregory?

—¿Quién más? —Suspira e intercambiamos una mirada, parece que pensamos lo mismo porque ella aclara—: ¿De verdad se te ha pasado por la cabeza la posibilidad de que fueras tú? No soy tan intensa como para llorar por ti, Apolo, cuando ni siquiera hemos... —Se detiene y es como si nuestras mentes estuvieran conectadas. También parece recordar la noche de la fiesta aquí, ella bailándome, restregándose contra mí, y luego cuando le confesé borracho a Gregory que ella me gustaba.

Silencio.

De acuerdo, el ambiente ligero se ha esfumado, eso es obvio. Me paso la mano por la nuca y me aclaro la garganta.

—No soy tan egocéntrico como para pensar que estabas llorando por mí, Kelly.

—Claro, lo sé, solo bromeaba. —Ella apretuja el cojín un poco más.

—Así que... Gregory, ¿eh? ¿Qué ha pasado?

—Estoy confundida... él y yo... pues lo pasamos bien, pero cada vez que parece que vamos a formalizar las cosas... alguno de los dos se cierra. Es extraño, como si nunca pudiéramos estar en la misma página al mismo tiempo. Y él...

—¿Qué pasa?

—Yo creo que sigue queriéndola.

Eso me hace fruncir las cejas.

—¿A quién?

—A su ex.

Me pilla completamente desprevenido. Gregory nunca habla de ninguna chica, es un caballero, pero creo que me habría mencionado a una ex, en especial si lo que Kelly dice es verdad y no puede olvidarla.

—No tengo ni idea de quién hablas.

—¿Ves? Nunca la menciona, es como su Voldemort.

—No sabía que Gregory había tenido una relación seria. Pensaba que su primer año en la universidad había sido salvaje como lo está siendo su segundo —comento.

Kelly suspira.

—No, por lo que sé, llevaba como dos meses en la universidad cuando la conoció.

—¿Cómo se llama?

—Érica.

—¿Qué?

Me quedo helado. No puede ser la misma Érica, la única amiga que he hecho en la universidad.