Avance 2
 
Tu cuerpo real es energía

Un avance no sólo debe ser audaz, sino también útil. El siguiente avance, que establece que tu cuerpo es energía pura, pasa la prueba de manera dramática. Puedo tomar cualquier objeto (un trozo de madera, un fósforo, un alambre de tungsteno) y hacerlo desaparecer del mundo físico. Cualquier pieza de materia física que se examine bajo un microscopio electrónico se convierte en una nube difusa tan sólida como la neblina. Con un grado más de aumento la neblina se borra convirtiéndose en vibraciones puras e invisibles. Liberar la energía de esas vibraciones es extraordinariamente útil, es por eso que el mundo cambió cuando el ser humano descubrió que la madera podía quemarse, los fósforos podían transportar el fuego de un lugar a otro y el tungsteno podía proporcionar tanto calor como luz si a través de él corría electricidad.

En todos los casos, la energía sin explorar se ubica en el punto de unión entre el mundo visible y el invisible, que es la manera en que hemos descrito nuestro cuerpo. Para un trozo de madera es suficiente encontrarse en ese punto de unión sin hacer nada, pero para el cuerpo no. Nuestras células se mueven constantemente de un lado a otro de esa frontera, encendiendo un fuego interior. Cómo aprendió el ADN a hacer esto sigue siendo un misterio, porque sería como si el alambre de tungsteno hubiera aprendido a brillar, o un fósforo se encendiera solo, sin ayuda externa. Pero el milagro alcanza profundidades mucho mayores. Cuando encendemos leña, esta se reduce a cenizas y desaparece. Cuando el tungsteno irradia luz, se sabe que algún día se apagará. Pero al liberar energía el ADN crece y se multiplica. De hecho, lo único que hace el ADN es convertir la energía bruta (calor e impulsos eléctricos) en innumerables procesos complejos. Dado que el ADN, al igual que cualquier otro compuesto químico, está constituido por energía, nuestro cuerpo es una nube de energía que se mantiene viva alimentándose de más energía.

Mientras más se examina, se ve con mayor claridad que aquí hay misterios ocultos dentro de otros misterios. La India en la que me crié era un país muy religioso, incluso más que hoy, y había entonces un tipo especial de fanáticos espirituales, personas a las que les gustaba acercarse a los santos (santo es un término honorario que se le aplica al que tiene un estado de consciencia superior). La gente normal los rodeaba para absorber su energía. Cuando yo era niño, a uno de mis tíos le encantaba que fuéramos a verlos. Yo tenía ocho o diez años, cuando me hizo sentarme en el suelo con las piernas cruzadas, para hacerle una reverencia a un santo y tocarle los pies a manera de homenaje. Mi tío solía conversar con el yogui o swami, pero el objetivo real de esta visita era recibir darshan, que es la manera de absorber la energía del santo.

El término darshan es muy sencillo, básicamente significa “ver” en sánscrito. Pero a mí me parecía mucho más que eso, la experiencia de recibir la energía de otro era realmente maravillosa. Algunos santos me hacían sentir fuerte y sin preocupaciones. Otros aquietaban mi mente, de modo que el estar en presencia del santo me llenaba de paz. A veces el darshan se sentía femenino sin lugar a dudas, era como si mi madre me estuviera sonriendo a pesar de que el santo era hombre (quizá era devoto de Devi, la Divina Madre).

En estas visitas tambien me percaté de otras cosas. El efecto disminuía con la distancia. Al ir caminando a la choza del santo (en general son personas pobres que viven en un aislamiento austero), mientras más nos acercábamos, más se disolvía la sensación de problemas y el proceso se invertía. La mente empezaba a llenarse de la convicción de que Dios estaba en el cielo y de que todo estaba bien en el mundo. Este estado de elevación duraba un rato, pero cuando mi tío nos llevaba de regreso a Delhi en coche, me sentía menos inspirado y más normal, como una batería a la que se le fuga la carga eléctrica. Al cabo de un tiempo, varias horas o días, la presencia del santo se apagaba en mi memoria.

Las personas como mi tío no iban sólo a absorber energía. También creían que la presencia de un alma sagrada (atman darshan) elevaba su consciencia. Por el momento no es necesario decidir si eso es válido o no. Pero sería un error decir que el darshan es puramente místico. Cuando ves a alguien que amas, tu cerebro se alinea con el amor que esa persona siente por ti y la energía pasa entre los dos (por eso el primer impacto del amor puede ser tan apabullante). En el Nuevo Testamento Jesús no sólo habla, sino que también se pasea entre la gente para que lo vean y lo toquen, y obviamente su energía personal tiene un papel absolutamente propio.

Piensa en todas las cualidades de otra persona que elijas intuitivamente a nivel energético. Además de saber si alguien está triste o contento, puedes percibir si está en paz o no. Mirando a sus ojos se descubre tensión o aburrimiento, ternura o indiferencia. Es difícil pensar en cualquier cualidad humana que no tenga una especie de “firma” en su energía. Lo útil de esto es que al cambiar tu firma personal, puedes atraer la cualidad que quieras. Las complicaciones pueden volverse paz, la tristeza felicidad, el aburrimiento atención. Tu cuerpo es un transformador de energía a un nivel muy sutil, por el cual se puede acceder a los aspectos más anhelados de estar vivo. Los santos saben muy bien que se encuentran en el punto de unión entre lo visible y lo invisible, porque se sienten en presencia de Dios. La energía que transmiten es más sutil que la del calor o la luz. Es la misma energía que usa nuestro cuerpo de maneras que la ciencia todavía no comprende.

Energía y salud

Vamos a considerar la función más básica de la energía, que es mantener a nuestro cuerpo con vida. Nuestro cuerpo se encuentra en estado saludable cuando su energía se encuentra en estado saludable. Tal noción rebasa el panorama general de la medicina convencional. Hace cien años, los gérmenes eran las estrellas de la medicina. Era emocionante descubrir nuevas bacterias y virus, asociarlos con las enfermedades que causaban y luego eliminar a los gérmenes antes de que dañaran al cuerpo … Hoy en día los genes son las estrellas del escenario y se repite el mismo patrón. El interés principal está centrado en encontrar genes nuevos, relacionarlos con enfermedades específicas, luego y tratar de manipularlos o empalmarlos antes de que dañen al cuerpo. Pero la estrella debió haber sido la energía, porque tanto los gérmenes como los genes, al igual que cualquier objeto, se reducen a energía, y por tanto todo daño causado al cuerpo emana de su fuerza fundamental.

A pesar de estos hechos, la medicina se resiste a continuar aprendiendo. La energía resulta demasiado dinámica. Se mueve y cambia. Deja pocas huellas a su paso y no se comprende bien la razón de sus miles de cambios. En contraste, los químicos son concretos, predecibles y vienen en paquetitos perfectos. Si se los convierte en drogas, se les puede administrar a los pacientes en dosis definidas. Pero esto no escapa a la verdad subyacente de que incluso las drogas son paquetes de energía, y los efectos que producen en nuestro cuerpo (hasta los secundarios) no son más que energía. Sería un gran avance poder manipular la energía del cuerpo sin recurrir a las drogas, pues la mayoría de ellas son muy agresivas para el cuerpo. Si tienes una herida superficial y el doctor te inyecta penicilina, el antibiótico circula por todo tu cuerpo. Mientras mata a los gérmenes que se encuentran en la herida, también llega al intestino y destruye la flora intestinal unicelular que propicia el proceso digestivo. A eso se debe que la diarrea sea un efecto secundario de la penicilina V, la forma actual de la droga original que se creó hace sesenta años.

Matar demasiados organismos unicelulares puede parecer una acción sencilla, como que se rebalse el agua de la tina, pero los efectos químicos de la penicilina pueden generan varios efectos secundarios, algunos muy extraños, como el de la “lengua con pelos negros”. Otros posibles efectos secundarios son: irritación de la boca o garganta, náuseas, dolor estomacal y vómitos. Pero las personas alérgicas a la penicilina pueden presentar cuadros todavía más alarmantes, como erupciones en la piel, líquido en la laringe y anafilaxis (este último es un estado repentino de shock que puede ser letal). La razón de este amplio, confuso e impredecible rango de efectos secundarios es que la energía es compleja. Nuestro cuerpo mezcla la energía de innumerables formas, y cuando se agrega una droga activa, se altera todo el estado energético.

Las drogas son potentes y problemáticas, pero los actos cotidianos también modifican el cuerpo profundamente. Cuando entras a una habitación para dar a alguien buenas o malas noticias, quizá no pienses que estás manipulando su energía, pero así es. Provocar que otra persona se ponga contenta o triste significa mucho más que un simple cambio de humor: el cuerpo recibe una influencia directa, pues las moléculas mensajeras viajan por la corriente sanguínea para llevarle a miles de millones de células el efecto energético de lo que el cerebro piensa o siente. (No por nada decimos: “Me enfermé por esa mala noticia”. Tu cerebro toma la información, la convierte en sustancias químicas y le comunica a todo tu cuerpo que hay problemas en el mundo. Literalmente, estás metabolizando las noticias y cargando con las toxinas que éstas contienen).

El mínimo cambio de energía, quizá unas pocas palabras, puede provocar alteraciones físicas masivas. Un hombre puede sentirse feliz, hasta que de pronto recibe una demanda de divorcio o se entera de que se ha vaciado su cuenta bancaria. Inyectarle esta información al cuerpo tiene el mismo efecto que inyectarle una sustancia física: suceden cambios químicos de inmediato. El estrés, la debilidad y el abatimiento de las funciones avanzarán de órgano en órgano. Lo mínimo que sufrirá esta persona es una depresión, pero si la noticia es demasiado devastadora, quizá no recupere sus patrones normales de energía. El duelo es un estado de energía distorsionado que puede durar años. La pérdida de la pareja puede aumentar la susceptibilidad a enfermedades y acortar la vida. (Esto se ha comprobado estadísticamente entre viudas, quienes están sujetas a tasas de infarto más altas y expectativas de vida más breves).

Desde una perspectiva superficial, los infartos, la muerte temprana, la depresión y los efectos físicos colaterales de una droga como la penicilina parecen completamente diferentes. Pero todos comparten la misma causa: la distorsión de los patrones de energía del cuerpo. No se requiere más que una semilla de distorsión, como una sola célula maligna, para que la incoherencia se extienda por todos lados; si se permite que la semilla crezca, se destruirá la energía de todo el cuerpo. Puede parecer extraño pensar que el cáncer es energía distorsionada, pero es justamente eso. Para poder eliminar ese problema, hay que empezar a pensar en todo el cuerpo en términos de energía. Lidiar con tu propia energía es la manera más sencilla de curarte a ti mismo, porque estás yendo directamente a la fuente. Cuando el patrón de energía distorsionado regresa a la normalidad, el problema desaparece. La experiencia cotidiana demuestra que esto es verdad. Un niño pequeño que piensa que su madre lo abandonó en el supermercado mostrará múltiples signos de aflicción física y mental. Pero cuando su madre aparece se eliminará la causa de la ansiedad y recuperará el patrón normal de sentirse amado, deseado y seguro. De la misma manera en que se da esta recuperación automática, sucede sin esfuerzo cualquier tipo de sanación.

La historia de Graham

El hecho de que la energía esté siempre creando patrones en, alrededor de y a través del cuerpo ha resultado de gran utilidad para la gente que puede sintonizarse con su propia energía.

“Hace varios años, estaba cenando en una fiesta cuando vi temblar la mano de un invitado al tomar la sal”, recuerda Graham, un amigo mío mayor de cuarenta, que trabaja como sanador de energía. “El hombre tenía casi cuarenta años, y cuando le pregunté si le pasaba algo, me comentó con naturalidad que padecía de Parkinson. Se llamaba Sam, tenía una pequeña compañía y le habían diagnosticado la enfermedad hacía siete años. Sam controlaba su Parkinson cuidadosamente con una mínima dosis de medicamentos, pero sabía que eso era temporario, pues los temblores aumentarían poco a poco hasta que su Parkinson lo dominaría”.

En el momento de este encuentro, Graham estaba empezando a interesarse en el trabajo energético. Invitó a Sam a un taller de entrenamiento en California sobre una forma antigua de sanación china llamada qigong.

“Yo jamás había practicado ningún tipo de sanación con las manos, pero siempre estuve abierto”, dijo Graham. Hacía años que meditaba y había leído mucho sobre espiritualidad oriental. “A diferencia de muchos escépticos, yo no rechazaba la idea de que el cuerpo se compone de energías sutiles.

“Mi nuevo conocido tenía dudas, pero a la vez sentía deseos de acompañarme al curso de sanación. Cuando pasé a buscarlo para ir al aeropuerto, sus temblores eran mucho más intensos que la primera vez que lo vi. Pero no hablamos sobre ello y al día siguiente nos encontrábamos sentados con otras cincuenta personas para aprender acerca del qigong”.

El qigong, como otros tratamientos médicos de la tradición china, se basa en controlar y dirigir el qi (o ch’i), la fuerza básica de la vida que sustenta al cuerpo. Dado que algunas prácticas del qigong se asocian con creencias espirituales ajenas al comunismo, el gobierno de la República Popular China ha regulado e incluso a veces prohibido su ejercicio.

“Nuestro maestro, proveniente de Hong Kong, nos dijo que el qi existe en el cuerpo a un nivel sutil. Su flujo natural mantiene saludables a las personas, pero cuando estas energías sutiles pierden su equilibrio, se presenta la enfermedad. En general, requiere años de entrenamiento disciplinado poder controlar y cambiar el qi de nuestro cuerpo, pero el maestro tenía una idea nueva: que cada pensamiento provoca un pequeño cambio en los patrones del qi. Creía incluso que las enfermedades y los traumas graves podían desenredarse, por así decidirlo, sanando pequeños errores del qi, uno por uno, como si fueran pequeños eslabones en una cadena”.

Graham tomó el entrenamiento en serio y aprendió rápido. Sam resultó menos disciplinado; empezó muy emocionado, pero aprendió a trompicones.

“Nuestro maestro llamó al frente a personas del público que padecían condiciones críticas, como dolor en la parte baja de la espalda o en el cuello. Hizo un diagnóstico sencillo y luego ajustó su qi”, agregó Graham. “El método era simple. En su mente, el sanador preguntaba si ciertos aspectos de la persona estaban débiles o fuertes. Si sentía que algún aspecto estaba débil, pedía que recuperara a su fortaleza, tal como la tendría una persona sana. Estos aspectos pueden ser físicos, psicológicos o ambientales. Por ejemplo, si alguien tenía asma, nuestro maestro no se limitaba a preguntar sobre los pulmones y el sistema respiratorio. Preguntaba si el sistema nervioso se encontraba débil o fuerte, y si existía depresión y fatiga general. Todo desorden requiere buscar dónde se rompió la cadena de energía, para después repararla, eslabón por eslabón. Lo más sorprendente fue que los voluntarios que se acercaban con dolor en la espalda o el cuello quedaban curados en el momento”.

Para muchos occidentales, esta historia contiene dudas sin resolver. ¿Puede alguien detectar la energía de otro cuerpo? Sabemos lo que es sentir que alguien esté enojado o triste, pero tendemos a llamarlos estados emocionales y no estados de energía. ¿Podríamos ir más allá y llamar a la enfermedad un estado de energía? Es importante ver que muchas veces el paciente es el primero en detectar su cáncer, pues experimenta una baja repentina de energía o una inexplicable depresión o ansiedad. El qigong definiría esto como un colapso en el patrón del qi, en tanto que la medicina occidental espera a que haya más cambios físicos concretos antes de actuar.

Aunque entendamos en teoría que los patrones de energía del cuerpo se ven afectados a nivel cuántico, los occidentales no reconocen que el paciente o el sanador pueden detectar la energía de manera subjetiva. El punto más delicado de la historia de Graham, la noción de que un sanador de qigong pueda cambiar la energía de otra persona valiéndose de su intención, se ajusta en realidad bastante bien al modelo de la física. En la medicina china, el qi es un campo exactamente igual a un campo magnético, y abarca al paciente y al sanador sin que ninguna barrera los separe. Un imán de bolsillo, en apariencia separado y aislado, está unido al campo magnético de toda la tierra.

Graham descubrió que esa sencilla demostración contribuía a disipar su desconfianza inicial. “En el qigong el sendero principal de la energía recorre toda la columna vertebral. Formamos parejas e hicimos una prueba muscular sencilla. Yo mantuve mi brazo estirado mientras que mi compañero lo empujaba hacia abajo. Nadie tuvo problema para resistir la presión que se ejerció para tratar de bajarle los brazos. Luego nos pidieron que visualizáramos la energía que corría hacia abajo por nuestra columna vertebral y que la siguiéramos con el ojo de la mente. En cuanto lo hice, dejé de resistir la presión sobre mi brazo, que instantáneamente quedó débil.

“Después revertimos el ejercicio. En tanto que mi compañero seguía empujando hacia abajo mi brazo tendido, yo me imaginaba la energía corriendo hacia lo alto de mi columna. Esta vez fue fácil resistir la presión sobre el brazo; de hecho, me sentí más fuerte. Primero hicimos la prueba muscular con el brazo extendido (una manera simple de kinesiología), pero un rato después el sanador podía llevar a cabo la prueba en su mente, preguntando ‘¿débil o fuerte?’, sin tocar el cuerpo del paciente. Sé que parece increíble, pero en eso se basa la sanación que practico hace varios años”.

Y ¿qué pasó con Sam, el hombre que sufría principios de Parkinson?

“Mientras estábamos en el curso sus temblores disminuyeron notablemente”, dijo Graham. “Sam estaba muy emocionado y habló de abandonar sus medicamentos. En el coche, de regreso del aeropuerto, parecía una persona diferente, entusiasta y sin ningún síntoma visible. Pero le pedí a Sam que me prometiera que no dejaría sus medicamentos. Ahí nos separamos, y no sé qué sucedió después. Sólo espero que haya continuado practicando el qigong”.

Esta historia no trata sólo del qigong; ilustra un punto mayor: El cuerpo está compuesto de patrones de energía que estamos manipulando de manera consciente o inconsciente. “Energía” es una palabra muy general, que no alcanza a denotar lo vivo que está el cuerpo, la manera en que miles de millones de células pueden cooperar para crear un todo y el modo en que, si la energía positiva de alguien aumenta, esa persona cobra mayor vida.

El concepto de energía vital no se ha comprendido en Occidente porque éste no deja huella física. Sin un mapa del flujo de esta energía, comparable al mapa del sistema nervioso central, los escépticos pueden decir que la energía de la vida es imaginaria. Pero existen muchos tratamientos médicos en la India y en China que están basados precisamente en esos mapas, trazados con sólo ver los canales de energía a través de la intuición. La acupuntura y la acupresión son los sistemas chinos más conocidos.

Esta historia me la contó Henry, un amigo que fue a ver a un acupunturista local en Los Ángeles. “Me había lastimado un músculo del brazo haciendo reparaciones en casa, y aunque pensé que el dolor se iría solo, al cabo de tres semanas empeoró. Yo sabía, porque me había pasado antes, que se trataba de una tendinitis. En vez de ir a mi médico de cabecera, decidí acudir primero a un tratamiento alternativo.

“Me dieron los datos y pedí una cita con un buen acupunturista. Este me dijo que podría ayudarme y, tendido en su mesa de exploración, me clavó agujas en algunos lugares, no sólo en el músculo afectado, sino también en otras áreas del cuello y del hombro. Cuando terminó el tratamiento y yo estaba a punto de irme, el acupunturista me sorprendió al preguntarme si estaba deprimido. Mi madre había muerto el año anterior y le dije que me sentía decaído, aunque no creía estar todavía en duelo.

“Me dijo que había detectado energía débil a mi alrededor. Fue así como descubrió que estaba deprimido, y me sugirió que le permitiera hacer algunas cosas. Yo no quería que me pusiera más agujas, pero eso no fue lo que hizo. Me presionó unos cuantos puntos a lo largo de la columna vertebral, muy suavemente. También me dijo que haría algo de labor psíquica al mismo tiempo. El proceso no duró más de diez minutos y no me cobró.

“De regreso hacia mi coche no sabía si la tendinitis había mejorado, pero mi estado de ánimo era otro. De pronto me sentí muy bien. Estaba encantado, caminaba más ligero. Sólo entonces, cuando desapareció la nube gris que traía encima, me di cuenta de que llevaba mucho tiempo decaído. Al día siguiente seguí de buen humor, casi eufórico. Mi hombro mejoró lo suficiente como para no regresar al acupunturista. Esa visita comprueba una sanación que jamás esperé”.

La energía para cambiar

La diferencia entre la energía saludable y la no saludable puede resumirse así:

La energía saludable fluye, es flexible, dinámica, balanceada, suave y está asociada con sentimientos positivos.

La energía no saludable está estancada, congelada, es rígida, quebradiza, dura, desbalanceada y está asociada con emociones negativas.

Cambiando un estado de energía no saludable a uno saludable se puede sanar cualquier aspecto de la vida. La gente que no encuentra la manera de cambiar está enredada en una o más de las cualidades enumeradas. Las miradas duras, gélidas, de odio, que se dirigen los cónyuges de un mal matrimonio expresan un tipo de energía; en tanto que las miradas suaves y amorosas que intercambia un matrimonio feliz expresan la otra clase de energía. La diferencia entre lo físico y lo no físico ya no es importante. En nuestro cuerpo las grasas suaves y saludables que fluyen en la sangre se pueden endurecer y convertirse en depósitos obstructivos dentro de las arterias coronarias, afectando la salud. En lo social, el intercambio suave que fluye entre las personas mutuamente tolerantes puede convertirse en un sentimiento duro y estancado de prejuicio y rencor.

Existen claros indicadores de que la energía es más poderosa que la materia. Por ejemplo, los estudios sobre longevidad examinan por qué algunas personas llegan a la vejez con buena salud. Su secreto no son los buenos genes, la dieta, el no fumar y, ni siquiera, el hacer ejercicio, por más benéfico que sea todo lo anterior. La correlación más alta para llegar a los noventa o a los cien años en buena forma es la resistencia emocional; la habilidad para recuperarse de los reveses de la vida, que encaja perfectamente con una de las cualidades de la energía saludable: la flexibilidad.

A finales de la década de 1940, la escuela de medicina de Harvard realizó un estudio en hombres jóvenes para investigar por qué algunos presentaban infartos prematuros. La correlación principal no fue el colesterol elevado, la mala alimentación, el tabaco o un estilo de vida sedentario. Los hombres que no sufrieron de infartos prematuros fueron en general los que enfrentaron sus problemas psicológicos entre los veinte y los treinta años, en vez de ignorarlos. Los problemas psicológicos conllevan actitudes estancadas, rígidas y emociones distorsionadas, lo cual nos demuestra una vez más la importancia de la energía.

Conozco a una mujer de carácter explosivo que hace poco recibió un video de broma que andaba circulando, de esos que ponen tu nombre en un escenario cualquiera. Era época de elecciones, y el video llevaba por título: “La persona que causó que se perdiera la elección”. Un noticiero ficticio informaba que la presidencia se había perdido por una sola votante que se había quedado en casa el día de las elecciones. Allí habían insertado su nombre. La mayoría de la gente tomó este video como un inofensivo recordatorio de votar, pero esta mujer estalló. Escribió correos electrónicos de reclamo a la organización que hacía circular los videos, acusándola de irrumpir en su privacidad. Pasaron varias horas para que dejara de echar fuego, y durante gran parte del día su familia prefirió mantenerse lejos de ella.

Aquí se ven en acción todos los signos de energía no saludable. Ella ya estaba estancada en un patrón de enojo. Reaccionó rígida e implacablemente. Tardó mucho en calmarse a causa de su asociación con emociones negativas (no sólo enojo, sino también resentimiento, victimización y autocompasión). Una vez que explotó, de nada ayudó tratar las manifestaciones exteriores, afirmándole que el video era sólo una broma, rogándole que entrara en razón, calmándola con distracciones o animándola, pues se omitió la causa subyacente, su energía.

La medicina tradicional poco entiende sobre la manera en que las emociones negativas se derraman hacia los síntomas físicos. Pero hay dos problemas que han bloqueado el éxito de estos tratamientos. Primero, la energía distorsionada es demasiado general y está muy difundida. Por ejemplo, no es posible definir una “personalidad de cáncer”, porque la gente que tiende a la enfermedad está abierta a todo tipo de desórdenes; no existe una relación de uno a uno, por ejemplo, entre la ansiedad y el cáncer. Tampoco ha funcionado encontrar una correlación sencilla entre el pensamiento negativo y un desorden en especial; los pensamientos positivos en general tampoco protegen de un desorden en particular. Nuestros factores de riesgo serán menores en un cierto porcentaje (normalmente bajo) en comparación con la gente negativa, pero fuera de eso, las estadísticas no presentan mayores respuestas.

Segundo, aún habiendo decretado patrones de energía no saludables, la medicina convencional no está capacitada para ofrecer curación. La psiquiatría es la disciplina que más se acerca, pero ésta es lenta e impredecible, la terapia tradicional de conversación o “asesoría” puede prolongarse años. La solución rápida de recetar medicamentos contra la ansiedad y la depresión alivia el síntoma pero no cura el desorden subyacente. La efectividad de una pastilla termina el día en que dejas de tomarla. Aún así, la psiquiatría nos acerca a la región de la energía, donde las palabras y los pensamientos cuentan con suficiente poder para movilizar a las moléculas. Para dar sólo un ejemplo, el Prozac, un antidepresivo que inauguró la era de las drogas en miles de millones de dólares, tuvo un efecto secundario inesperado: demostró su efectividad para tratar desórdenes obsesivo-compulsivos (DOC).

Los pacientes que sufren de DOC son ejemplos perfectos de gente cuya vida la rige el cerebro. No pueden dejar de repetir el mismo comportamiento (lavarse las manos, limpiar la casa, sumar los números de las placas de los coches) y su mente está llena de pensamientos obsesivos que regresan sin importar cuánto se esfuerce la persona por evitarlos. Por medio de una ecografía de cerebro, los neurólogos pueden detectar alguna anormalidad en dichos pacientes, en particular, bajo flujo sanguíneo hacia la corteza cerebral orbitofrontal. Esta región está asociada con la capacidad de tomar decisiones y comportarse de manera flexible.

El Prozac restaura la actividad normal del cerebro en pacientes con DOC y, con este descubrimiento, la neurología comenzó a ver al cerebro como una fábrica de sustancias químicas para todo uso que determina el comportamiento. Pero un nuevo descubrimiento puso en duda esta cuestión. Cuando los pacientes con DOC buscan lo que se conoce como terapia “de sofá”, resulta que hablar de sus problemas puede contribuir al alivio de sus síntomas, y en ecografías de cerebro se ha visto restablecida la actividad normal del cerebro sin recurrir a medicamentos. Esto también tiene un sentido lógico. Si alguien se deprime porque perdió su dinero en la bolsa, tomar un antidepresivo puede aliviar los síntomas, pero la recuperación del mercado surtirá el mismo efecto, incluso mucho más efectivo, porque habrá una razón para sentir euforia.

Un hábito arraigado en nuestra sociedad es tomar Prozac y saltarse al psiquiatra, que una vez más se resume en confiar más en lo físico que en lo no físico. Hay que superar este desvío. Pero, ¿cómo? ¿Significa esto que todos deberíamos acudir de inmediato a la psicoterapia?

La mayoría de los estudios indican que, con cada década, nos estamos convirtiendo en una sociedad más ansiosa y deprimida, más dependiente de los antidepresivos y tranquilizantes. Los niveles de estrés siguen en aumento, ya sea por el ruido fuerte, las largas horas de trabajo sin descanso, los patrones de sueño interrumpidos o la presión en el trabajo. Cualquiera que sufra estos factores estresantes tenderá a mostrar un marcado desequilibrio en el cuerpo, como presión arterial alta, aumento de las hormonas del estrés (como cortisol) o ritmo cardíaco irregular. La psiquiatría no puede cubrir un rango de problemas tan amplio. Poco ayuda el intento de crear un pequeño espacio de coherencia en la vida de alguien cuando todo el sistema está en caos.

Lo que en realidad se necesita es un espectro de cura más amplio. Si todos los componentes de la energía no saludable, desde bloqueos y rigidez hasta emociones negativas, se pudieran curar de golpe, nuestro cuerpo podría recuperar rápidamente su estado natural de salud, puesto que sabe cómo manejarse con el flujo de energía sana. Se necesita un avance más para encontrar tal cura, de él hablaremos enseguida.

En tu vida: ¿Cuán eficiente es la energía?

Toda forma de vida emplea la energía con gran eficiencia. Un lobo, un leopardo o un ratón de campo saben por instinto qué comer, dónde encontrar alimento, cómo sobrevivir y cómo obedecer el ritmo de la naturaleza. Los animales de cada especie usan su energía vital de manera óptima.

A diferencia de las criaturas salvajes, tú y yo podemos manejar la energía que poseemos a voluntad. La manera de emplear nuestra energía marca la diferencia entre vivir bien y desaprovechar la vida. Nosotros analizamos nuestra energía de acuerdo con la manera en que expresamos nuestras emociones, nuestra inteligencia, consciencia, acción y creatividad, ya que todos estos aspectos requieren de energía sutil. Se trata de un asunto mucho más delicado que quemar calorías. La energía se debe considerar desde el punto de vista holístico, porque cuando el cuerpo y el alma están alineados todos los aspectos de la vida se ven beneficiados.

Para tener una mejor idea de lo que significa la eficiencia de la energía, haz el siguiente cuestionario de perfiles. Dependiendo de qué tan bien te describa, evalúate del 1 al 3 en cada punto.

3 - Así soy casi todo el tiempo.

2 - Así soy algunas veces.

1 - Así soy pocas veces.

____ Salgo de trabajar a tiempo todos los días. No me quedo tarde más de un día a la semana.

____ Me levanto y me voy a dormir todos los días a la misma hora.

____ Mi escritorio en la oficina está ordenado. Casi no tengo trabajo atrasado.

____ No aplazo nada. Creo que la mejor manera de manejar tareas desagradables es abordándolas de inmediato.

____ Descarto pronto la negatividad. Cobrar cuentas pasadas no es mi estilo.

____ Mi armario está organizado. Me es fácil encontrar lo que sea.

____ Mi refrigerador no está lleno de sobras. Nunca encuentro frutas y verduras viejas que olvidé que tenía.

____ Sé dónde estoy parado emocionalmente con respecto a la gente que habita mi vida. Somos mutuamente abiertos y claros.

____ Conozco mis debilidades y tengo un plan para superarlas. Mañana seré más fuerte que ayer.

____ Uso bien el dinero. No atesoro ni despilfarro. No me preocupan las cuentas de mis tarjetas de crédito.

____ Mi sueldo cubre mis necesidades actuales y futuras. Planeo bien mis finanzas.

____ Mi jardín está siempre en buen estado. (Si no tienes jardín sustitúyelo por patio, balcón, plantas de interior o medio ambiente personal).

____ Estoy al tanto de mis labores domésticas. Nunca dejo que la suciedad o polvo se acumulen durante semanas.

____ Cuando voy de compras, regreso con lo que necesito. Rara vez regreso corriendo porque olvidé algo.

____ Me mantengo en contacto con toda mi familia. Sé qué sucede en sus vidas.

____ No corro a último momento para cumplir compromisos. Soy eficiente para programar y balancear mi tiempo.

____ Siento que hay un buen equilibrio entre el trabajo y la diversión en mi vida. Cumplo uno y disfruto la otra.

____________ Resultado final

Evaluación del resultado:

43–51 puntos. Llevas una vida eficiente y es probable que te sientas cómodo, satisfecho y en control. No hay desequilibrios drásticos en el uso de tu tiempo y energía. Cada aspecto de tu existencia recibe la atención adecuada.

36–42 puntos. En general, tu vida está bajo control y se desarrolla bastante bien. Sin embargo, tienes áreas menores de negligencia, hay ocasiones en que te abruma un poco todo lo que tienes pendiente. Si lo analizas, hay aspectos de tu vida en los que sabes que podrías ser más eficiente, si usaras tu tiempo y energía mejor. Si atiendes esos aspectos ahora, aumentará tu sentido de comodidad y satisfacción.

26–35 puntos. Tu vida es ineficiente. Sientes que caminas en contra de la corriente. Hay grandes áreas fuera de tu control y tu habilidad para enfrentar los retos diarios es por demás inadecuada. Para que empieces a sentirte más cómodo, tendrás que disciplinarte y cambiar tus hábitos. Sé realista ante tu ineficiencia, porque el descuido o desorganización, el aplazar o rechazar todo, y lo impulsivo o negligente consumen nuestra energía.

17–25 puntos. Tu vida casi no es tuya porque hay demasiado fuera de tu control. La vida diaria es una lucha para tratar de salir adelante y en general sientes que pierdes la batalla. Quizá esté sucediendo algo muy malo en la periferia. Estás rezagado psicológicamente o debido a las circunstancias. Para retomar el camino, vas a necesitar ayuda profesional.

Como se ve, la energía se diversifica hacia decenas de áreas en tu vida. Cuando la gente lucha, desperdicia su energía. Hay dos soluciones: aumentar el flujo de energía sutil hacia tu vida o usar la que tienes con más eficiencia. La mejor manera de aumentar tu cantidad de energía sutil es dejar de bloquearla. La mejor manera de usar la energía que tienes con mayor eficiencia es expandir tu consciencia. El gran secreto de la consciencia, como ya vimos, es que puede lograr casi todo sin hacer casi nada. El modelo del cuerpo es siempre el alma, y el alma no consume energía. Profundizaremos más en esto cuando veamos cómo se bloquea y se distorsiona la energía sutil. Por ahora basta con saber que podemos recibir más de la energía ilimitada que nos ofrece el alma para darle buen uso en nuestra vida.