PROMESAS QUE
PUEDES CUMPLIR

El ser completo es el resultado de conectar el cuerpo, la mente y el alma. El ser completo no nos divide contra nosotros mismos; por lo que todas las decisiones que toma son benéficas en todos sus niveles. Una vez que nos damos cuenta de cómo funciona el alma, no hay razón para dar marcha atrás y vivir de ninguna otra manera diferente que desde el nivel del alma. Sin embargo, vivir sin el alma ha sido muy fácil, ignorando el hecho de estar divididos contra nosotros mismos. La vida sigue sin que ese punto se resuelva. Las malas decisiones aportan dolor y sufrimiento, pero la gente se acostumbra a vivir así. En otras palabras, la vida de un ser no completo es “fácil” porque en realidad cuesta trabajo romper los hábitos, la inercia y los viejos condicionamientos. (Recuerdo a mi primer maestro de meditación que insistió en que, si no me comprometía con la práctica diaria, era mejor que ni siquiera empezara. “No sé cuántos años tarde uno en alcanzar la iluminación”, decía, “pero desertar se hace en un día”).

El secreto es vivir el Todo ahora, incluso antes de lograrlo por completo. Lo que se necesita es un estilo de vida que mantenga viva nuestra visión. Lo “holístico” significa comida orgánica, no dejar huellas contaminantes, practicar la prevención y confiar en la medicina alternativa. Todo lo anterior es innegablemente bueno (prueba el crecimiento de la consciencia en el que apenas soñaban las generaciones anteriores). Pero no te mantendrá en el camino espiritual. El estilo de vida holístico debe apoyar los nexos con tu alma, aún cuando sean frágiles.

Los maestros espirituales han luchado con este problema durante siglos, preguntándose cómo tender un puente entre la vida vieja y la vida nueva. Enseñar y predicar no basta. Poner ejemplos resulta insuficiente. Aunque muchos seres humanos han cruzado este puente impulsados por la luz (podemos decirles santos, yoghis, bodishattvas o simplemente ejemplos inspiradores) y lo que han logrado es real. Si analizamos sus historias, veremos un estilo de vida que puede aplicarse a cada uno de nosotros en estos tiempos de transición. Es un estilo de vida sencillo, y puede seguirse sin necesidad de que nadie más lo sepa y lo apruebe. Lo he desglosado en diez pasos sencillos.

10 pasos hacia la plenitud

  1. Alimenta tu “cuerpo de luz”.
  2. Convierte la entropía en evolución.
  3. Comprométete con la consciencia profunda.
  4. Sé generoso de espíritu.
  5. Enfócate en las relaciones en vez de en el consumo.
  6. Relaciónate conscientemente con tu cuerpo.
  7. Recibe cada día como a un mundo nuevo.
  8. Deja que lo atemporal se encargue del tiempo.
  9. Siente al mundo en vez de tratar de entenderlo.
  10. Busca en pos de tu misterio personal.

Todos estos pasos se dan en la consciencia. Significan mucho para mí en lo personal porque son el fruto de mi propio viaje. Cuando era niño, en la India, aprendí que mi destino se encontraba en una balanza entre vidya, o sabiduría, y avidya, o ignorancia. Esta elección, que se remonta miles de años, se pintó en términos gráficos que un niño pequeño puede entender. Yo nací en la época de desorden en que el país luchaba contra todo lo imaginable, desde enfrentamientos en las calles entre hindúes y musulmanes hasta la gran desigualdad social y las millones de personas que vivían al borde de la hambruna. ¿Qué podría salvarnos? Ni creer en Dios, ni los programas sociales masivos, por buenos que fueran, lo lograrían. Aprendí desde pequeño que la vida se desarrollaba a partir de los valores que tuviera uno en su consciencia. ¿El camino de la luz o el camino de la oscuridad? A mis ocho años yo sabía cuál elegir. La felicidad, el éxito, la prosperidad y el bienestar llegarían a mí si vivía yo a la luz de vidya.

En años posteriores perdí la inocencia y llegué a ver a esta promesa algo vacía, como la de Benjamin Franklin que dice que “levantarse temprano y dormirse temprano hace al hombre saludable, rico y sabio”. Lo que sí era efectivo era el temor a vivir en avidya, que traía enfermedad, pobreza y desgracia. Esas amenazas no me acosaban de la manera en que los niños temen que el diablo está esperando si se alejan de Dios. Pero durante cerca de cuarenta años deambulé entre los dos polos, de la sabiduría a la ignorancia, o si lo prefieren, entre creer y no creer. Conozco por experiencia propia la brecha que existe entre la visión y la realidad. Hoy, que con toda firmeza creo en la transformación, a veces regreso a la brecha. La mayoría de la gente sabe lo que se supone que le conviene, pero sigue haciéndose promesas personales (“Nunca haré trampa”, “No terminaré divorciándome”, “Jamás daré una puñalada por la espalda con tal de salir adelante”), que nunca son suficientes. (Una vez un discípulo confundido le preguntó a un gurú: “Maestro, ¿cómo puedo convertirme en una buena persona?”. El gurú le respondió: “Es casi imposible. Si lo piensas mucho, existen miles de razones para levantar un alfiler del piso y miles de razones para no levantarlo”. El discípulo se sintió muy preocupado. “¿Entonces qué puedo hacer?”. El gurú sonrió. “Busca a Dios”. Entonces el discípulo se sintió mucho más preocupado. “Pero, señor, buscar a Dios me parece fuera de mi alcance”. El gurú negó con la cabeza. “Encontrar a Dios es cien veces más fácil que tratar de ser bueno. Dios forma parte de ti y cuando localizas esa parte, ser bueno llega naturalmente”).

Para que el sendero espiritual nos conduzca a nuestro objetivo, debemos hacer promesas diarias que podamos cumplir. Los diez pasos que presenté son justamente eso. No requieren que excedas tus límites, que de cualquier modo se expandirán. A estos diez pasos no los pueden afectar los viejos hábitos y condicionamientos, porque no se te pedirá que luches contra tu viejo yo. Lo único que tienes que hacer es ayudar a tu nuevo yo para que crezca en silencio. No se necesita más. El secreto es que la transformación interior no puede verse mientras sucede. El cerebro se modifica. El cerebro no tiene manera de preservar sus antiguos senderos una vez que se crean otros nuevos. En cierto sentido, el alma borra sus caminos, aunque también sucede algo muy tangible.

Un buen amigo mío sostuvo una profunda búsqueda durante años. En apariencia llevaba una vida normal. Siempre que me lo encontraba le preguntaba cómo iba su búsqueda. Su respuesta, acompañada siempre de una sonrisa, era siempre la misma. “Estoy saliendo de la incubadora”. Así pasaron varios años. Él era muy discreto y dudo que más de unos cuantos hayamos sabido sobre su búsqueda interior. Llegó así el día en que abandonó sus estrictas disciplinas espirituales y se veía mucho más feliz. Cuando le pregunté qué había cambiado, respondió con elocuencia.

“Cuando empecé, sentía mucha timidez por mi condición espiritual. Mi familia me veía como antirreligioso desde que me negué a ir con ellos a la iglesia al cumplir dieciocho años. Después empecé a meditar, pensé que estaba cambiando, pero si alguien me veía, no opinaba nada. A la gente le gustaba cómo era yo antes. De manera que persistí en silencio y dejé que todos creyeran que era el de siempre.

“Después me di cuenta de que mis deseos ya no eran los mismos. Ya no había nada que quisiera o no quisiera con desesperación. Dejé de perseguir las cosas que todos consideraban importantes. Mis amigos y mi familia se dieron cuenta de que me había vuelto mucho más raro. Eso era todo lo que decían. Seguí trabajando en mí mismo y avanzando.

“Pasó el tiempo y sucedieron más cambios. Me enfrenté a mi ego y todo lo que implicaba. Entré en mis antiguas creencias y mi necesidad de tener la razón todo el tiempo. Todos los días había que revisar algo nuevo. Continué vigilando y avanzando. Nada del exterior resultaba drásticamente diferente, pero hubo momentos en que me sorprendió que las personas cercanas a mí no se dieran cuenta de lo diferente que me había vuelto”.

“¿Todo esto sucedió cuando estabas en la incubadora?”, le pregunté.

Mi amigo sonrió. “Exacto. Pero un día todo terminó. Desperté sin deseos de meditar. Francamente me sentía como en blanco, como si no hubiera pasado nada en los últimos diez años. Me miré en el espejo y un tipo normal me devolvió la mirada. Casi sentí miedo un segundo, pues percibí una leve onda de terror. Me recosté en la cama y luego lo sentí como un líquido tibio que me bañaba. ¿Qué era eso? La vida misma, como un río que me llevara a flote. Desde entonces, voy a donde me lleva el río y las cosas funcionan. A partir de ese momento todo funciona”.

Su rostro mostraba una especie de rubor de éxtasis. Pero quise preguntarle algo. “¿Por qué no dejar que el río te lleve desde el primer día? ¿Por qué esperarte hasta el final?”

“Ese es el punto”, dijo mi amigo. “Hubo miles de días que pensé que eran el último. Pero tampoco estoy seguro de poder decir cuál fue el primero, porque eso sucede cuando quiere”.

Con toda honestidad, ninguno de nosotros sabe cuál fue el primer día del camino (o cuál será el último). Por tanto, lo mejor es vivir cada día como si fuera el primero y el último. En el espíritu, cada vez que sale el sol nace un mundo nuevo. La vida tiene una frescura perpetua, de modo que tu camino puede gozar de la misma frescura. De otro modo, si pospones tu vida esperando a que te llegue un regalo magnífico y glorioso, quizá nunca lo recibas y tu vida se pospondrá siempre. El Todo debe aprovecharse en este momento, porque la eternidad surge sólo en un momento así. El objetivo de los siguientes pasos es convertir el Todo en una posibilidad diaria. La visión y la realidad quieren unirse. El momento de hacerlo es ahora.

Paso 1. Alimenta tucuerpo de luz

Tu alma actúa como tu cuerpo espiritual, de tal modo, necesita alimento. De la misma manera que tus células intercambian oxígeno y alimento, tu cuerpo espiritual envía y recibe energía sutil o “luz”. Tu corazón, hígado, cerebro y pulmones (todos tus órganos) sobreviven literalmente alimentados de luz que proviene del sol. Cada bocado de comida representa luz del sol atrapada que tu cuerpo libera en forma de energía química y eléctrica. Tus células no tienen futuro si no es a través de la luz.

La “luz” desempeña la misma función a nivel sutil. Todo mensaje proveniente de tu alma es energía codificada, porque el cerebro debe convertir el amor, la verdad, la belleza en actividad física. La energía sutil lleva a la mente a su existencia material, de manera que en términos prácticos tu futuro dependerá de lo bien que alimentes a tu cuerpo de luz. Si lo alimentas a diario con energía fresca, este te brindará inspiración y guía. En Occidente no estamos acostumbrados a pensar de esa manera, pero en sánscrito, la palabra jyoti, o luz, supera lo físico. Jyoti es portadora de significado, crecimiento, influencias buenas y malas, y de toda la trayectoria que seguirá la vida de una persona. Aunque seas un estricto materialista que cree que el cerebro es la fuente de la mente, nada es posible en el cerebro sin energía; por tanto llegarás a la misma conclusión, que las esperanzas, los deseos y los sueños de una persona deben alimentarse de luz (en este caso de luz del sol). Y tendrás que responsabilizarte de la manera en que la luz en bruto, compuesta de fotones, se convierte en un rico despliegue de significado de la mente. Solo un frijol no sabría cómo pintar una Virgen con Niño y una coliflor no podría levantar el Partenón.

Todos los días dependerá de ti la conversión de la energía del alma en significado para tu vida. No hay experiencia que carezca de significado. Tu cerebro existe para procesar el significado. De una u otra forma la luz llegará hasta ti. Apoyará la visión que tengas de ti mismo, si así lo decides. Pero en ausencia de visión, también le dará apoyo a tus viejos hábitos y tus creencias cerradas.

Piensa en la energía de tu alma como si fuera la electricidad que corre por tu casa. Una porción debe destinarse al apoyo básico de la vida. Tu cerebro necesita regular los diversos sistemas del cuerpo para mantenerte vivo. Otra porción de energía se dirige hacia la actividad rutinaria. Tu cerebro funciona para mantener la existencia de tu familia, para realizar el trabajo que desempeñas en tu oficina, etc. Hay también energía dedicada al placer. Tu cerebro busca las sensaciones de placer y trata de llevar al máximo esas sensaciones por medio de la diversión, los juegos, la fantasía, la motivación sexual y similares.

Hasta el momento la analogía entre la energía del alma y la electricidad con la que funciona una casa resulta bastante adecuada. Muchas personas manejan su vida y su casa de la misma manera en función del sustento básico, la rutina diaria y cierta cantidad de placer. Pero dentro de una casa puede vivir un Picasso o un Mozart, y aquí es donde se rompe la analogía, porque los genios potencian al máximo la energía del alma para otros fines. El significado se vuelve desproporcionadamente importante en su vida. Afortunadamente la disponibilidad de energía sutil es tan abundante como lo deseemos. Una vez que se tienen cubiertas las necesidades básicas de la vida, queda mucho combustible para la visión personal y las intenciones superiores.

Al abordar cada día, debemos canalizar conscientemente la energía hacia nuestra visión. Toma cualquier cualidad del alma para convertirla en propia y usarla. Estas cualidades no son misteriosas, porque en nuestro entorno hay mucha gente que crea una vida llena de sentido a partir del nivel del alma. Ahora verán la riqueza de alternativas de la que dispone cada persona.

El alma es dinámica. Esta cualidad puede hacer que una vida esté llena de aventura, exploración y de actividad para progresar. El tema principal aquí es alcanzar el objetivo.

El alma es amorosa. Esta cualidad puede llenar a la vida de romance, devoción y adoración. El tema principal aquí es la dicha en expansión continua.

El alma es creativa. Esta cualidad puede llenar a la vida de arte, descubrimientos científicos y transformación del yo. El tema principal aquí es la inspiración.

El alma es espontánea. Esta cualidad puede volver a la vida emocionante y llenarla de revelaciones y exploración emocional. El tema sobresaliente aquí es la sorpresa.

El alma es juguetona. Esta cualidad puede llevar a una vida de recreación, deporte y gozo despreocupado. El tema dominante aquí es la inocencia.

El alma es conocedora. Esta cualidad puede conducir a una vida de observación, estudio y meditación. El tema principal aquí es la reflexión.

El alma se encuentra en expansión constante. Esta cualidad puede proporcionarnos una vida de viajes, avances y crecimiento personal. El tema principal aquí es la evolución.

Con estas cualidades en mente, puedes dar a la energía del alma la forma de la vida que deseas. Dar forma nunca es algo automático y nadie puede sustituirte en esa tarea. Pero ello no significa que tengas que tomar una decisión súbita y de una vez por todas. En diferentes etapas de tu vida te atraerán diversas cualidades. “Saber” generalmente domina los años del estudiante; “amar” domina la fase de las relaciones y la familia; “juguetear” domina la infancia.

¿Se puede dar forma a una vida sin recurrir al alma? Una vida de este tipo sería inconsciente o miope. Naturalmente existen esas vidas; hay personas que se dedican por completo a trabajar en beneficio de su materialismo y de salir adelante, ahorrando para el futuro o protegiendo el presente. Uno podría definir estas opciones como carentes de significado, porque a todas les falta el potencial inspirador del alma. En algunas culturas una vida completa es la que pasa a través de diferentes etapas de significado que se supone que todos deben atravesar. Pienso principalmente en la India antigua, en donde las cuatro ashramas, o etapas de la vida, se asignaban al estudio, la vida familiar, la jubilación y, por último, la renuncia al mundo. Cada etapa tenía sus obligaciones específicas y la meta general era integrar al alma individual con el alma universal (en otras palabras, esto constituía el mapa del camino espiritual que toda persona aceptaba durante muchos siglos).

En la sociedad moderna, ese extenso acuerdo se rompió y debemos pagar un precio caro que se traduce en vidas inquietas, caóticas y carentes de significado. Pero no se necesita la aprobación de la sociedad para usar la energía del alma con significado (no se necesita la aprobación de nadie). La trayectoria de tu vida puede seguir cualquier sendero que elijas. Lo importante es que no desperdicies la energía de las muchas maneras en que estás tentado a desperdiciarla: por medio de fantasías absurdas, de sufrimiento inconsciente, de hábitos sin salida, de inercia y de repetición en círculo. Todo lo anterior va en contra de una vida llena de propósitos. Alimenta tu “cuerpo de luz” con significado. Reconoce la cualidad del alma que te atraiga e interactúa con el potencial que desee desplegarse.

Paso 2. Convierte la entropía en evolución

Tu alma te ofrece un futuro que constituye desde este momento en adelante un camino ascendente. No habrá mesetas planas ni pendientes resbalosas por las que caigas hacia abajo. Un futuro así depende de la renovación constante. Tu visión debe permanecer fresca y eso sólo sucede si le das un uso fresco a tu energía. Sin embargo, si tu alma no interviene constantemente, la energía tiende a menguar. La gente ha llegado a aceptar que la vida se desgasta con los años. Esto es difícil de evitar, incluso si te ves a ti mismo en términos materiales. Como se mencionó antes, todo el universo es un concurso de energía que intenta disiparse y gastarse (entropía) y la energía que quiere convertirse en algo más coherente y complejo (evolución). El mismo concurso aparece en un micronivel, es decir, en tus células. Tus decisiones diarias inclinan la balanza hacia un lado u otro. Si propicias la evolución día a día, será totalmente razonable que sigas evolucionando mientras vivas.

Cuentas con un aliado poderoso de tu lado, la mente. La mente no está sujeta a entropía. Cuando un pensamiento desaparece, se va sin agotar tu capacidad de adquirir un nuevo pensamiento que lo sustituya o cien nuevos pensamientos. El secreto para desafiar la entropía es construir estructuras más y más elevadas en la mente. Estas estructuras pueden detener el tiempo y darle una forma cada vez mejor al futuro. Para comprender lo que esto significa, piensa en cualquier estudio que dure más de un día: un cuadro, un libro, un proyecto científico o un proyecto de trabajo. Cuando retomas esa labor, tu mente no tiene que arrancar desde el principio. Habrá una estructura en tu mente que mantiene intacto tu trabajo anterior, lo cual permite que continúes donde te quedaste.

Existe un término especial en sánscrito para describir las estructuras normales que perduran. Se denomina devata (la palabra deriva de devas, que suele traducirse como “ángeles”; los devas realmente son los que construyen y le dan forma a la realidad. Sin los devas la consciencia jamás cobraría forma; fluiría como el agua de la lluvia a través de un campo abierto). Para los antiguos videntes vedas la labor de los devatas era garantizar que la creatividad se mantuviera sin permitir su disolución. Tú puedes realizar múltiples tareas ya que la mente es capaz de construir cualquier cantidad de estructuras a la vez. Puedes cerrar tu mente consciente (por ejemplo dormirte) sin que te preocupe que la entropía destruya tus pensamientos como si fueran polvo frente al viento. (Todo el mundo ha tenido la experiencia de despertar en la mañana y que sus primeros pensamientos fueran idénticos a los últimos de la noche anterior. La química del cerebro no puede explicar esta continuidad, dado que las reacciones químicas cambian de manera constante a una tasa de miles por segundo en cada neurona. Pero algo mantiene intactos a nuestros pensamientos y les permite apoyarse uno a otro).

Usa el aspecto devata de tu mente para construir y continuar la creación. Tu meta es la creatividad sin fin. En términos prácticos, esto significa desbancar el aburrimiento, la rutina y la repetición. Encuentra oportunidades creativas en todos los niveles de tu vida de la siguiente manera:

Vida familiar: Es creativa en tanto que cada persona se interese por cada una de las demás. Nadie mete a nadie dentro de una caja con frases como “Tú siempre …” o “Ya sabía que tú”. No se etiqueta a nadie ni se espera que otro se comporte según la etiqueta. No se asignan papeles fijos (por ejemplo: rebelde, niño malo, niña buena, consentido de mamá, insoportable, víctima, mártir). Se alienta a cada uno a expresarse. No se rechaza a nadie por actuar diferente.

Relaciones: Son creativas si las dos personas encuentran cosas nuevas que descubrir en la otra. Esto requiere que uno vaya más allá del ego. El ego por naturaleza se mira a sí mismo, primero y antes que nada. Incluso en las relaciones con mayor nivel de igualdad aparece una tendencia a sentirse muy seguros de su pareja porque se involucran los dos egos (debes ver no sólo más allá de tus límites, sino también de los límites del otro). El incentivo de encontrar algo nuevo en tu pareja proviene de tu propio sentido del cambio. Si quieres que se valoren tus cambios personales, debes observar el cambio en tu pareja. Esto entabla un mutuo dar y recibir. Una vez que empieza, este dar y recibir florece en el aspecto más rico de cualquier relación: la evolución compartida.

Trabajo: Es creativo cuando satisface el centro más profundo de creatividad de una persona. Los nuevos retos se enfrentan descubriendo nuevos recursos en uno mismo. Como lo ven muy pronto en su carrera la mayoría de las personas, el problema del aburrimiento y la repetición resulta muy real en cualquier trabajo. Pocos empleados toman medidas para superar este problema, de modo que la responsabilidad radica en ti. Vigila los signos que muestren que no te sientes desafiado, y cuando aparezcan, exige un cambio. Asume una responsabilidad más, no un riesgo innecesario. Si tu situación actual no te permite una expansión creativa, busca otra situación que la permita. Lo peor es conformarse con la inercia en el trabajo, valiéndote de la excusa de que la creatividad y el placer son para las horas libres y los fines de semana. Habrá un gran hueco en tu vida que hará imposible que te constituyas en un ser completo.

Visión: Es parte de tu vida e implica la posibilidad pura. Cualquier energía que le dediques a construir una vida familiar, relaciones y trabajo, deja todavía muchísimo espacio para alcanzar mayores alturas. Genera tu visión todos los días. No importa cuál sea, pero debe superar tus barreras normales. Para algunas personas, su visión es humanitaria o religiosa, para otras es artística. (La mía, en los primeros años de mi edad adulta, apabullado por mi carrera médica, la familia naciente y la constante presión financiera, resultó ser espiritual). Independientemente de cuánto ames a tu familia, relaciones y trabajo, estos son pasajeros. Tu visión no. Es tu nexo con el amplio espectro de la cultura y la civilización. Te permite participar en el mito y el arquetipo, en el mundo de los héroes y las aventuras. Si mantienes enfocada tu visión, puedes tocar los bordes de la eternidad. Sin embargo, nada de esto es posible sin una visión. Al desplegarse el tiempo, la vida material se retrae. Contar con una visión te garantiza que no habrá un vacío esperándote al final de la jornada. El milagro es que cuando te dedicas a una visión, te integras a la misma fuerza cósmica de la evolución, que no tiene ni principio ni fin.

Paso 3. Comprométete con un
consciencia más profunda

Imagínate en una noche estrellada de junio después de que bajó la luna. Camina hasta que encuentres un espacio de campo abierto. Recuéstate sobre tu espalda y mira al cielo. ¿Puedes verte en esa posición? Ahora piensa en esto: El infinito está en todas direcciones, y yo me encuentro en el centro. No se trata de una exageración (es una verdad literal independientemente de dónde te ubiques). Tú eres el centro del infinito que se extiende en todas direcciones. La misma verdad se aplica al tiempo. En cada minuto de tu vida la eternidad se tiende ante ti y detrás de ti. Una vez que absorbes esas dos ideas es difícil que te sientas limitado por el tiempo y el espacio. Pero todavía hay una capa más que agregar. Cierra los ojos, entra en ti y alberga este pensamiento: El silencio que experimento es la fuente del infinito y la eternidad.

Todas las enseñanzas de las grandes tradiciones espirituales se resumen en ese pensamiento. Jesús y Buda tienen en común su conocimiento de que la consciencia es la fuente de todo lo que es, fue y será siempre. En tu fuente, el tiempo depende de ti y no al contrario. Cada evento que sucede depende de ti, de hecho, porque sin tu consciencia el universo deja de existir. Las estrellas y las galaxias desaparecen. La creación es absorbida por un hoyo negro. Tu consciencia hace que la realidad florezca en todas las direcciones, y mientras más profunda sea tu consciencia, más rica será la creación. Si puedes vivir como si fueras el punto central de la realidad, con la eternidad y el infinito expandiéndose a tu alrededor, estarás viviendo en el nivel del alma.

Resulta un gran misterio que la gente no se vea a sí misma de esta manera. Aunque es fácil que sus ojos la convenzan, pues no ven muy lejos. Es fácil que su mente la convenza, pues ésta recoge sólo una cantidad de información. Y es fácil que el ego la convenza, pues vive diciéndonos que somos pequeños, individuos aislados y abrumados por la gran escala del cosmos. Por fortuna, al extenderse la consciencia, le enseña a nuestros ojos, a nuestra mente y a nuestro ego a cambiar. En términos prácticos, cuando te comprometes todos los días con la consciencia profunda, estás viviendo una nueva visión, nuevas creencias y un nuevo sentido del yo.

Nueva visión: Es posible cuando dejas de estar atado a los datos en bruto que te proporcionan tus sentidos. La gente se conforma, por ejemplo, con que sus ojos sean instrumentos ópticos a los que bombardea la luz exterior. Los fotones inciden en la retina, que después transmite miles de millones de fotones por minuto a la corteza cerebral visual para que los analice. Pero en muchas culturas tradicionales, este proceso se ve a la inversa. La vista sale de la mente con la intención de descubrir el mundo. En otras palabras, la vista lleva a la consciencia a donde quiera ir. Este modelo de los sentidos resulta verdad en nuestra experiencia de muchas maneras. Si hay algo que no quieres ver, no importa cuántos fotones bombardeen tu retina. Por otro lado, si estás profundamente interesado en ver, no habrá límite a lo que puedas lograr. Piensa en un pintor talentoso, que camina en medio de una multitud en una ciudad llena de actividad y ve inspiración en cada rostro con el que se cruza, en cada cambio de la luz del sol y en cada ángulo del paisaje urbano.

La nueva visión es una visión creativa que se puede cultivar todos los días. Existe inspiración ilimitada escondida tras las cosas cotidianas esperando a que la rescatemos. Una de las pinturas chinas más famosas consiste en dos duraznos que se encuentran uno al lado del otro. El artista redujo cada durazno a una sola pincelada. En la superficie parece lo más fácil del mundo y casi muestra carecer de calidad artística. Intenta empapar tu pincel de tinta negra y con un giro de la muñeca dibuja un círculo que parezca un durazno. Pero, ¿puedes hacerlo tan perfectamente que se pueda ver que el durazno está maduro, dulce y que brilla en su belleza? ¿Puedes hacer también que quien lo contemple sienta que tú, el pintor, eres infinitamente sensible ante la naturaleza? En esta famosa imagen sucedieron ambas cosas.

Aplica ahora este tipo de visión a ti mismo. ¿Puedes ver a tu hijo o a tu esposa de manera que su esencia te impacte, de manera intensa e inmediata? ¿Puedes transmitir amor en tu mirada y sentir amor a cambio? Todos contamos con esta habilidad. De la misma manera en que te ubicas en el centro del espacio y del tiempo, te ubicas también en el centro del amor. No necesitas hacer nada. Una nueva visión proviene de la consciencia de quién eres. Cuando te comprometas a ver con ojos nuevos, estos se abrirán.

Nuevas creencias: suceden de manera automática al ver las cosas de una manera nueva. Una vez un alumno se le acercó a su maestro espiritual y le dijo: “No creo en Dios”. El maestro le respondió: “Creerás en Dios cuando lo veas. ¿Realmente lo has buscado?”. El alumno se ruborizó y tomó esto como una crítica. “Lo he buscado con mucha dedicación, señor. Le ruego a Dios que me conteste. Busco signos de que me ama. Nada funciona. Quizá Dios no exista”. El maestro negó con la cabeza. “Tú crees que Dios es invisible y por eso no lo ves. El Creador se encuentra en la Creación. Ponte en contacto con la naturaleza. Aprecia los árboles, las montañas, los campos verdes. Ve todo con gran amor y afecto, no de manera superficial. En un momento determinado, Dios se dará cuenta de que amas su creación. Como un artista que ve a alguien admirando su cuadro, Dios querrá conocerte. Entonces llegará hasta ti y una vez que lo veas creerás en él”.

Puedes tomar esta historia como una parábola o como una verdad literal (tomando en cuenta que Dios es tanto hombre como mujer, o ambos fusionados en uno). Como parábola, la historia dice que al ver con amor y apreciación surgen los niveles sutiles de la naturaleza (incluso de tu propia naturaleza) y que, al volverse más fina tu percepción, se revela el nivel sagrado de la vida en sí. En este momento lo único que tienes que creer es lo que hayas experimentado personalmente. Pero también vale la pena tomar la historia literal. Mira cualquier cosa que ames. Ya sea una persona querida, una rosa o una obra de arte, y ahí verás a Dios. Resulta inevitable porque no hay nada fuera de ti mismo y, cuando aprendes a mirar debajo de la superficie, verás tu propia consciencia. Así, tu sistema de creencias se modificará de acuerdo con tu consciencia, porque habrás descubierto que creer en ti mismo es todo lo que necesitas.

Un nuevo sentido del yo: Aparece cuando crees en ti mismo con toda seguridad. Todos nos aferramos con fuerza a una imagen propia que es parte fantasía, parte proyección y parte reflexión de otra persona. Si la manzana nunca cae lejos del árbol, lo mismo sucede con nuestro sentido del yo. Empezando con nuestras familias originales, hemos dependido de otras personas para que nos definan. ¿Eres bueno o malo, amado o no amado, brillante o aburrido, líder o seguidor? Para responder estas preguntas, y cientos más, acumulas información del exterior. La mezclas luego con tus propias fantasías y deseos. El ingrediente final es lo que proyectas en otras personas; es decir usas a otros para medirte a ti mismo. Este sentido total del yo es una choza construida con varas, pero dependes de él porque crees que así debe de ser, de otro modo no tendrías idea de quién realmente eres.

Un nuevo sentido del yo puede sustituir a esta construcción, vara por vara, al experimentar tu consciencia, entrar en ti y conocerte a ti mismo. La persona que conocerás no tiene una construcción débil. Todo lo contrario, descubrirás apertura, silencio, calma, estabilidad, curiosidad, amor y el impulso de crecer y expandirse. Este nuevo sentido del yo no necesita construirse. Ha existido desde el principio y existirá siempre. Una vez que conoces a tu nuevo yo, se vuelve cada vez más fácil deshacerte de los fragmentos y de las piezas del antiguo yo. El proceso requiere paciencia; necesitas conocerte día a día. Pero también se trata de un proceso jubiloso, porque en el fondo de tu corazón nunca compraste la construcción débil, o no del todo. Hay muchísimos recuerdos de cómo se constituyó, pieza por pieza, a veces por accidente, otras en contra de tu voluntad. Nadie quiere en realidad ser menos que lo que otros ven. Anhelamos ser reales y, si ese anhelo vive en tu mente, bastará. La persona que buscas es la misma que te está buscando a ti.

Paso 4. Sé generoso de espíritu

El Todo se puede permitir la generosidad. Nunca siente carencias. Independientemente de cuánto des, más recibirás. Creo que ése es el secreto que proviene del dicho: “Se bendice más al que da que al que recibe”. Cuando das, revelas una verdad espiritual que sostiene que el flujo de la vida nunca se agota. Sin embargo, la gente entra en conflicto cuando da a nivel superficial pero por debajo siente carencia. La generosidad empieza en el nivel del alma, a la que nunca le faltan las dos cosas totalmente necesarias para la vida: energía y consciencia. Cuando tienes la seguridad de que tú como persona no carecerás de esos dos elementos, puedes permitirte ser generoso de espíritu. Ése es un mayor regalo para el mundo que el dinero. Ninguno de los dos excluye al otro. Siendo generoso de espíritu, dar a cualquier nivel resulta fácil y natural. En términos prácticos, la generosidad de espíritu se resume así:

Ofrecerte tú primero

Nunca retener la verdad

Ser una fuerza de armonía y coherencia

Ubicar tu confianza en el flujo de la abundancia

Todos estos puntos concuerdan con tu objetivo general de crear un estilo de vida que puedas seguir en privado mientras generas un verdadero cambio en todo tu entorno.

Ofrécete tú primero. En este caso “tú” significa el yo real. Ofrecer una versión que sea copia de ti mismo resulta tentador, y la mayoría de la gente termina por ceder ante ella. Muchos desempeñan un papel que complace las expectativas de la sociedad (esposo, trabajador, figura de autoridad, seguidor, dependiente, víctima). Siguen las demandas del ego bajo el patrón de “favor con favor se paga”, de manera que cuando dan algo tienen la expectativa de que regrese. Se apoyan en el estatus y en el ingreso como rasgos definitorios. Estos factores, por ser externos, crean un yo falso. No hay ningún flujo del interior hacia afuera que es lo que significa la generosidad de espíritu. Existe una enorme diferencia entre presentarse como benefactor que dona dinero y tiempo, y presentarse como alguien que ofrece su verdadero yo. El yo real es abierto y vulnerable. Siente compasión ante la condición humana. No reconoce divisiones entre un alma y la otra.

Ofrecer el yo real nos puede asustar, pero como suele suceder, el miedo es un mal consejero. Cuando ofreces el yo real, no te constituyes en presa de las enormes necesidades de otras personas o de su capacidad de sacar ventaja. Más bien, te fortaleces. El yo falso, por su condición externa, es como una delgada armadura, en este caso confeccionada con un sentido de inseguridad. Deshacerte de lo falso te quita la armadura que siempre fue una ilusión. En realidad, tu cuerpo ha estado usando el irrefrenable flujo de energía y de consciencia para poder sobrevivir. Cuando fingías estar cerrado, tu cuerpo permanecía abierto ante el universo. ¿Por qué no adoptar una estrategia que ya se ha demostrado que funciona? Alínea tu espíritu con los débiles, los desposeídos, los equivocados y con los niños de la Tierra. Ábrete a ellos, no te estás ofreciendo a ti mismo como alma sola, te estás ofreciendo como un espíritu del Todo.

No retengas la verdad. Cuando la energía y la consciencia fluyen, la verdad fluye con ellas. Cualquier elemento falso bloquea al espíritu de su fuente. No se te pide que defiendas la verdad con mayúscula, porque los absolutos no están en cuestión. Al desplegarse la vida, lo único que puedes representar es tu verdad, que cambiará con el tiempo mientras evolucionas. Considera la verdad como el bien frente al mal. Alguien menos evolucionado, siente el mal como un poder que genera miedo y que se opone con fuerza al bien. Con un mayor crecimiento, esto cambia: existen áreas grises entre el bien y el mal, pero también hay menos temor al mal o idea de que tiene poder. Cuando una persona ha evolucionado mucho, el bien y el mal tienen menos importancia que la separación del alma y existe la confianza de que el Todo resolverá los conflictos del bien contra el mal. Toda posición tiene su propia verdad según la siente cada persona.

Lo importante es no retener la verdad, cualquiera que sea. La verdad retenida es una verdad congelada y estancada. Siempre que hables con la verdad avanzarás en tu evolución personal. Mientras más suceda esto, más mostrarás tu confianza en que prevalezca la verdad. La ausencia de verdad se debe más al silencio que a las mentiras. No estoy pensando tanto a gran escala, sino a nivel íntimo. En los hogares donde existe abuso físico o emocional, donde alguien bebe en exceso o consume drogas, donde los signos de depresión y ansiedad son inconfundibles pero no se tratan, los demás miembros de la familia en general guardan silencio. Apelan pasivamente a su propio sentido de impotencia. Esperan en vano que la situación mejore por sí misma o que, por lo menos, permanezca estable. Lo que en realidad sucede es que el silencio hace que el problema empeore, porque el silencio implica indiferencia, hostilidad sin palabras y carencia de opciones. Al hablar con la verdad se abren las opciones. Se demuestra interés. Se rechaza la desesperanza.

Sé una fuerza de armonía y coherencia. Por definición, el ser completo se encuentra en estado de armonía en tanto que la fragmentación constituye un estado de conflicto. Si no nos encontráramos divididos por dentro no lucharíamos contra la tentación, el enojo, el miedo y las dudas personales. El alma es una influencia armonizadora, y demuestra su generosidad de espíritu irradiando esa misma cualidad. Hace poco un amigo me contó una anécdota impresionante: Cuando caminaba por la calle de una gran ciudad donde estaba de visita, tuvo el impulso de entrar a una pastelería elegante, atraído por su vidriera extravagante. En cuanto cruzó la puerta percibió problemas. El dueño de la pastelería le estaba gritando a la chica que atendía en el mostrador. Ella lloraba y los dos estaban tan ensimismados que no se dieron cuenta de que había un cliente en la tienda. Mi amigo dijo que tuvo una intuición súbita. Yo puedo traer armonía a esta situación.

Le dio la espalda a la discusión, que terminó en cuanto se percataron de su presencia. Por sí solo, eso es insignificante, pero mi amigo persistió. Se centró en su paz personal (cuenta con experiencia de años en meditación). Y pudo sentir que la atmósfera de la tienda se suavizaba, y aunque pocos puedan creer lo que sucedió en seguida, el dueño y la empleada del mostrador intercambiaron sonrisas. Cuando mi amigo salió de la pastelería vio que se abrazaban y que se expresaban disculpas mutuas. ¿Puede tu sola presencia generar armonía en una situación del mismo modo? El primer paso es creer que es posible, el segundo es la voluntad de no tomar partido, sino de actuar únicamente como una influencia de paz, en silencio si se puede, pero hablando si resulta necesario. En el fondo, los conflictos no tratan de lo correcto y lo equivocado, sino más bien de lo incoherente y de emociones y pensamientos caóticos que son producto de energía caótica y consciencia fragmentada. Lo correcto y lo equivocado entran en escena como reflejos del escándalo; al gritar que tienes la razón, no tienes que admitir que te sientes lastimado, confuso o destrozado. En vez de contribuir al escándalo, puedes traer paz no sólo porque suene moral y bueno hacerlo, sino porque sin la influencia de la paz no se da ningún cambio productivo.

Confía en la abundancia. El Todo contiene justamente todo, que emana de fuentes infinitas. Puedes pensar que esto es una verdad incierta en tu vida personal, porque nadie cuenta con dinero, estatus, poder y amor infinitos. Donde no predomina la carencia, sigue prevaleciendo el miedo de sufrir la carencia. Es necesario reubicar la abundancia. Cuando la consideras uno de los infinitos recursos del espíritu, tu atención se desvía de las cosas materiales, para confiar en que siempre habrá suficiente de lo que tu alma tiene para dar. Muchas personas se limitan a la fe religiosa (creen que Dios nunca los expondrá a retos mayores de los que puedan manejar). Pero esto me parece simplista, porque cuando miras a tu alrededor, hay mucha gente que sufre en silencio sus cargas y mucha más que vive disminuida y aturdida. En el campo opuesto se encuentran los materialistas espirituales, los que miden el favor divino por las dimensiones de sus cuentas bancarias, que declaran que Dios ayuda a los que se ayudan a sí mismos. (Debajo de la superficie, ¿no estarán diciendo en realidad que Dios sólo ayuda a los que se ayudan a sí mismos? Ése es el verdadero abandono de la fe, porque reduce a Dios al papel de porrista de los ricos).

Me parece que lo mejor es excluir por completo la fe de este punto. La abundancia no es ni materialista ni religiosa. Se trata de confiar en el flujo, sabiendo que el Todo no tiene huecos y que jamás deja un vacío. Puedes ser generoso con cualquier cosa que te brinde tu alma y habrá más que fluya hacia ti. Sé generoso con la compasión, el amor, la inteligencia, la verdad y la creatividad. Mientras más expreses estos factores, más se te dará en todos los niveles. Al mismo tiempo, no conviertas tu alma en un cajero automático. El flujo no constituye una línea recta entre A y B, y cuando eres generoso no hay garantía de que a continuación se presentará un resultado que te beneficie. Pero en el gran esquema, evolucionarás cada día, porque el alma, en su flujo a través de ti, te transforma al mismo tiempo.

Paso 5. Concéntrate en las relaciones
en vez de en el consumo

El Todo depende de relaciones completas. No puedes estar completo si estás aislado. Las relaciones son la verdadera prueba de cualquier estado espiritual, de otro modo quizá te engañes a ti mismo (tu ego puede estar utilizando a tu alma para fortalecerse). En eso se centra la siguiente famosa anécdota del yoga:

Un recluso espiritual ha estado sentado en una cueva de las cumbres Himalayas en busca de iluminación día y noche. Por fin, luego de años de ardua disciplina, se presenta la luz y el recluso se da cuenta de que ha alcanzado su meta. Lleno de alegría, baja la montaña para darle la noticia a los habitantes del pueblo. Cuando llega a las afueras del pueblo, un mendigo que apesta a alcohol choca con él. “Fíjate por dónde caminas, tonto”, le reclama el iluminado. De pronto hace una pausa y, sin decir palabra, regresa a la cueva.

Las relaciones se vuelven completas cuando tú te vuelves completo. Pero el paralelo no es automático. Debes poner atención para ver el potencial oculto de otra persona. Me conmovió mucho una visita a Cuba hace unos años. Mis anfitriones me pasearon alrededor de la isla, y vi a varios cantantes y bailarines callejeros, muy comunes en la India cuando yo era niño, pero que hoy han desaparecido. Vi que las meseras sonreían y coqueteaban con los clientes de los cafés y que una atmósfera de felicidad prevalecía en casi todas partes, por lo menos en apariencia. Un día le pedí a mi chofer que me explicara lo que yo veía. “Somos demasiado pobres y no podemos comprar nada”, me dijo. “Por eso tenemos que enfocarnos en las relaciones”. Nunca se me había ocurrido que el consumismo minara las relaciones de manera tan seria. Consumir implica enfocarse constantemente en bienes materiales, pero también distraerse con el torrente de videojuegos, televisión, música, aparatos de alta tecnología, etc.

Es degradante definir a cualquier persona como consumidor. Me viene a la mente la imagen de una boca voraz y abierta (y el inevitable proceso del manejo de deshechos una vez que termina la digestión). Pero no quiero convertir esto en un asunto moral. Desde el punto de vista de tu alma, tú estás conectado con todo. Estar conectado significa relacionarte. Debajo de todo evento en el mundo hay hilos subyacentes que tiemblan como cuando se maltrata una telaraña. Nos comunicamos por medio de estos filamentos de amor, compasión, cooperación, comunidad y crecimiento. Cuando los filamentos se debilitan, pasa lo mismo con todas las cosas. (Como lo vimos antes, los niños que pasan horas dedicados a los videojuegos crean una modificación en su cerebro que les genera habilidades motrices especiales en detrimento de habilidades sociales: pueden combatir a cincuenta invasores extraterrestres por minuto, pero no pueden relacionarse con seres humanos reales). El consumismo impone una cuota escondida al cerrar los canales del crecimiento. En cambio, la cultura digital ha generado redes que sirven para conectar a la gente, en general para beneficio mutuo. Mientras más relacionado estés en términos electrónicos, más sujeto estás a la comunidad global. Pero no existe un vínculo emocional o un sentido de seguridad en esta unión. Los mensajes de texto lanzan unas cuantas palabras, pero provienen del nivel más superficial de la interacción humana.

Si examinas tu propia vida, podrás medir con facilidad cuánto ha cercenado tus relaciones el consumismo. A continuación, les hago unas preguntas sencillas:

¿Mi familia encuentra tiempo para relacionarse entre sí?

¿Cuán juntos nos sentimos todos?

¿Mis hijos me manipulan para obtener lo que quieren?

¿Calmo a mis hijos sobornándolos con cosas nuevas que comprar?

En nuestra familia, ¿nos apresuramos para estar solos frente a las computadoras, iPods, televisiones y videojuegos?

¿Podemos sostener una conversación familiar sobre algo que realmente importe?

¿Con qué frecuencia manejamos nuestros problemas buscando más distracciones?

¿Mido lo que valgo por la cantidad de dinero que tengo y las posesiones que he acumulado?

¿Comprar es una terapia?

Pocas personas podrán responder estas preguntas con honestidad sin sentirse incómodas. Desde luego que las distracciones ofrecen una salida fácil y en las relaciones surgen sensibilidades que nos gustaría evitar. Pero el relacionarse es la única manera en que dos personas pueden compartir una vida juntos. No se necesita agregar calificativos como relación comprometida, relación a largo plazo o incluso relación feliz. Como emoción o estado de la mente, la felicidad puede lograrse sin involucrarse en el problema de la relación con otra persona y, en el mejor de los casos, pedirle a otra persona que lo haga feliz a uno carece de justicia y de realismo. Lo que resulta profundamente importante en una relación es el nivel de consciencia que conlleva.

A nivel superficial, te relacionas con alguien para sentirte mejor, para obtener lo que quieres y para compartir cosas buenas.

Si logras llevar la relación a un nivel más profundo, se pueden compartir metas comunes, sentir apoyo mutuo y expandir el “yo” al “nosotros”.

Si puedes alcanzar todavía mayor profundidad, una relación empieza a disolver las barreras del ego. El resultado es una comunicación real entre dos personas, en donde cada una vive en el interior de la otra. Por último, en el nivel del alma no hay “otra persona”. La individualidad renuncia a sus exigencias y el ego se rinde ante el espíritu. En este nivel participas del Todo y todas tus relaciones son expansiones del Todo.

Los expertos dicen con frecuencia, y parece que todo el mundo está de acuerdo, que las relaciones requieren mucho trabajo. Eso sin duda es verdad a nivel del ego, porque los conflictos surgen cuando dos egos entran en contacto. Pero para empezar, relacionarse a nivel del ego garantiza un fracaso porque se orienta hacia el punto opuesto del alma. Siempre que te encuentres trabajando mucho para superar lo que sea en tu relación (aburrimiento, irritación, hostilidad, opiniones irreconciliables y puntos de desacuerdo) habrás caído en la agenda del ego. Trabajarás con toda la dedicación posible, pero no te estarás relacionando, sino que estarás sólo negociando. El secreto es darte cuenta de que las relaciones existen en su totalidad dentro de la consciencia. Dado que tú eres la fuente de la consciencia, puedes modificar cualquier relación dentro de ti mismo. No tienes que pedir, exigir ni negociar ningún cambio en la otra persona. Me doy cuenta de que esto va en contra de los principios de consejeros y terapeutas, pero ten en mente que la gente que acude a terapia a causa de relaciones conflictivas, lo que tiene en realidad son egos frustrados; la consciencia se perdió antes de que empezara la primera hora de terapia.

Una vez que te dedicas a profundizar tu consciencia, las relaciones mejoran, porque estás mandando nueva energía a través de los filamentos invisibles que nos unen a todos. La única advertencia es que no debes hacer de la consciencia una propiedad privada, ni una razón más para sentirte aislado. Deja que la otra persona obtenga todas las ventajas de tu crecimiento interior. Esto significa que cualquier impulso de amor será para ella. Toda revelación que se presenta se compartirá. Al expandirte, debes transformar el ser en el hacer. Sin embargo, no importa lo que suceda en la superficie, descansa con la seguridad de que todas las personas con las que te relaciones percibirán tu energía. Los vínculos no mienten. No pueden fingirse, lo cual es una razón más para encontrar el verdadero nivel en el que se presenta la unión. Sólo ahí las relaciones dejan de ser trabajo y se dan sin esfuerzo. Una vez que entablas un vínculo, no hay razón para desconfiar de la otra persona, porque los dos son uno y se encuentran en el único camino que importa, compartiendo el mismo Todo. La soledad, el aislamiento y la inseguridad del ego saltan a la luz por lo que son (productos secundarios de las almas desconectadas antes de que se encuentren).

Paso 6. Relaciónate conscientemente con tu cuerpo

A todos nos han adiestrado para ignorar el valor espiritual de nuestro cuerpo. Siglos de programación han fomentado la ilusión de que el cuerpo no tiene mente y mucho menos alma. Pero como lo hemos visto varias veces en este libro, tu cuerpo se ha mantenido fiel al alma a pesar de que tú no lo hayas hecho. Se abre al flujo de la vida. Mantiene a cada célula a través de la abundancia infinita de energía e inteligencia del universo. Irónicamente, la gratitud que le damos a Dios debería recibirla también nuestro cuerpo, que nos ha mantenido de una manera más confiable que cualquier poder “superior”. Tu cuerpo te cuida conscientemente todos los días, sin perder nunca el foco o la atención. Puedes agradecerle este fiel servicio relacionándote conscientemente con él.

O, para ser más precisos, completando el círculo. La consciencia quiere fluir con libertad del cuerpo a la mente y regresar de nuevo. Sin embargo, con demasiada frecuencia el cuerpo envía mensajes que provocan un corto circuito en la mente. Ciertos mensajes nos dan miedo o menguan nuestra imagen personal. No tenemos tiempo para escuchar al cuerpo o lo posponemos porque hay cosas más importantes. Considera las siguientes situaciones cotidianas:

Sientes una punzada de dolor.

Ves signos de envejecimiento.

No te sientes “muy bien” físicamente.

Percibes que tu energía disminuye.

Tu piel te hace sentir incomodidad.

No ves correspondencia entre el aspecto de tu cuerpo y tu yo interior real.

Hay dos formas de relacionarse con estas experiencias. Puedes separarte de las sensaciones físicas y verte a ti mismo lejos de ellas. O puedes pensar en las sensaciones físicas como mensajes conscientes de una parte de ti mismo a otra. La primera reacción es la más sencilla y común. Existe un sentido de falsa seguridad que proviene de ignorar lo que nuestro cuerpo tiene que decir. Tu debes decidir si lo tomas en serio; cuándo y dónde le prestas atención. Pero, en esencia, estás rechazando a tu cuerpo. La seguridad real llega cuando te relacionas con tu cuerpo con la misma consciencia con la que te relacionas contigo mismo. Entonces el dolor y la incomodidad adquieren un significado diferente. Dejan de ser señales de peligro de las que quisieras huir y se convierten en mensajes que requieren respuesta. (Por analogía, si te encuentras en un restaurante sentado cerca de un bebé que llora, instintivamente tiendes a sentirte irritado; si el llanto continúa quizá pidas otra mesa. Pero si el que llora es tu hijo, tu instinto es acercarte al problema y tratar de solucionarlo).

Relacionarte con tu cuerpo implica las mismas actitudes básicas que una relación íntima. Prestarles atención diaria mantiene la salud de la relación.

Confianza

Consideración

Honestidad

Cooperación mutua

Apreciación amorosa

Todos estos son aspectos de la consciencia. La gente se enfoca demasiado en las opciones fijas que presenta el cuerpo (tomar vitaminas, cuántas calorías ingerir, cuánto ejercicio hacer). Sin consciencia estas consideraciones tienden a resultar bastante inútiles. Tu cuerpo sabe si le temes a algo; se rebela ante una disciplina como un niño desobediente. Cuando lo ignoras se aburre y cae en la inercia. El propósito de relacionarte conscientemente con tu cuerpo es constituir una especie de base que es realmente necesaria. Después de esto, puedes tomar cualquier medida física en el estado espiritual adecuado y eso dará espléndidos resultados.

Confianza. La verdadera confianza está implícita. No depende de cambios de ánimo. No necesita verificarse ni comprobarse. La mayoría de la gente confía poco en su cuerpo. Preven una época en que su cuerpo les traerá dolor y sufrimiento mientras envejece. Si piensas que tu cuerpo fallará te estás relacionando con la desconfianza. Eso es lo opuesto a lo que se necesita. Replantea tu situación. Piensa en los millones de procesos que se llevan a cabo perfectamente en miles de millones de células cada segundo. En comparación con el funcionamiento continuo y perfectamente coordinado de tu cuerpo, las pocas veces que ha manifestado sufrimiento resultan mínimas. Es mucho más realista confiar en tu cuerpo que tenerle desconfianza. Después de todo, confías en tu mente a pesar de que en algunas ocasiones explota con reacciones irracionales y es susceptible a estados de depresión y ansiedad. Tu cuerpo es solidario contigo sin pedirte ninguna recompensa. Y su firmeza es mucho mayor que los vientos cambiantes de la mente.

Consideración. Tu cuerpo no exige consideración, pero te recompensará ampliamente si se la demuestras. Puedes hacerlo retirándote de las situaciones estresantes. El estrés presiona enormemente los mecanismos de respuesta de tu cuerpo, y esto incluye el estrés de los ruidos fuertes, de los ambientes de trabajo congestionados, de las exigencias físicas extremas y de las alteraciones emocionales. Por ejemplo, puedes disfrutar, correr un maratón, pero debes considerarlo desde el punto de vista de tu cuerpo antes de obligarlo a que obedezca a tus deseos. Otra necesidad básica es el descanso periódico con ritmos diarios. En vez de que esperes a estar demasiado cansado para seguir adelante, dale descanso a tu cuerpo varias veces al día (sólo se necesita estar unos cuantos minutos sentado en silencio con los ojos cerrados). Una rutina diaria de alimento saludable y ejercicio es otra forma de mostrarle consideración. Si estás acostumbrado a hábitos irregulares, quizá te resulte aburrido adoptar hábitos nuevos, pero si lo haces durante una semana, notarás una respuesta positiva de parte de tu cuerpo. Se sentirá más relajado y al mismo tiempo más eficiente y energético. Incluso el mínimo esfuerzo por hacer ejercicio, como levantarte de tu escritorio y estirarte una vez luego de un par de horas, le inyecta algo de atención personal al cuerpo. Ten en mente que tu atención es el nutriente básico para las necesidades de tu cuerpo.

Honestidad. En las relaciones personales mantener un frente falso genera tensión. Sucede lo mismo en la relación con nuestro cuerpo. En ambos casos la falsedad suele reflejar la imagen personal. Miras a tu cuerpo y quieres que concuerde con los deseos de tu ego de tener un buen aspecto ante los ojos de los demás. La gente pasa miles de horas en el gimnasio, no para beneficiar su cuerpo, sino para satisfacer el ideal del ego de belleza, vanidad, fuerza y seguridad, y para tratar de cumplir con las expectativas de los demás. La imagen del cuerpo representa un problema enorme para muchos y en general las mujeres sufren más al respecto. Puedes replantearte el problema comparando a tu cuerpo con el de la persona que más amas en el mundo. ¿Te importa realmente el aspecto de la persona que ves en el espejo? ¿Denigras a esa persona por no tener una imagen de supermodelo, por no estar en su peso ideal, por no tener bíceps perfectos o senos suficientemente grandes? ¿El paso de los años hace menos valiosa a esa persona ante tus ojos?

La razón por la que esas consideraciones carecen de importancia es porque te estás relacionando con una persona, no con un objeto que debe responder a una imagen ideal. Piensa ahora en tu cuerpo como una persona íntimamente relacionada contigo. No tienes que llamarle “yo” a esa persona. Bajo cualquier nombre, tu cuerpo se ha relacionado contigo igual que el más fiel de tus amigos, y cuando lo veas así, la imagen del ego perderá importancia. En resumen, aprende a personificar a tu cuerpo y así tendrás menos tentación de considerarlo un objeto.

Cooperación mutua. No puedes esperar que tu cuerpo te sirva si no le das nada para que funcione. El cuerpo de un ejecutivo de edad mediana no se dispone a sabotearlo cuando el hombre decide palear medio metro de nieve para salir del garaje. Pero si lleva años ignorando su corazón, existe el riesgo de que el ejercicio fuerte se convierta en un peligro fatal. La clave de la confiabilidad del cuerpo radica en la cooperación: pídele sólo lo mismo que le has dado. En comparación con otras relaciones íntimas, tu cuerpo pide únicamente una parte pequeña de lo que te da a cambio. Ésta es otra área donde resulta útil personificar a tu cuerpo en vez de darle calidad de objeto. Piensa en tu cuerpo como un trabajador bien dispuesto que se limita a pedir un salario modesto, pero que no puede sobrevivir sin pago. El salario que necesita es que se le preste atención personal. Si en realidad quieres cooperar con tu cuerpo, prestándole un poco de atención, lleva una dieta adecuada, haz ejercicio y descansa (lo harás porque quieres que tu trabajador bien dispuesto se sienta feliz en su empleo).

Apreciación amorosa. Tu cuerpo servirá a tus intereses y los apoyará toda la vida. Es justo apreciar su servicio y, de ser posible, apreciarlo con afecto genuino. La mayoría de la gente está lejos de hacer algo semejante. Por lo contrario, ven a su cuerpo como un coche viejo que cada vez necesitará más reparaciones y causará más problemas por su desgaste. Se provoca así una desconexión importante. Lo que la gente espera de la vida (un futuro más cómodo y satisfactorio) no concuerda con su cuerpo, que es cada vez más incómodo y decepcionante. Sin embargo, esa falta de concordancia no es culpa del cuerpo; es producto de creencias y suposiciones que nacen en la mente. Todos nos relacionamos con seres amados que envejecen y, si tenemos suerte, nos relacionamos mejor con ellos a esa edad. La familiaridad genera apego en este caso, donde el aprecio fluye con mayor naturalidad.

Lo mismo debe suceder con nuestro cuerpo. Por ser un compañero de la familia, puedes quererlo más con el paso del tiempo. Los dos están destinados a compartir la vida y saben cosas mutuas que nadie más podría saber. Si esto suena a matrimonio, de eso se trata exactamente. El mayor objetivo de la vida es el matrimonio entre mente y alma y, como el cuerpo une a los dos, merece ser parte de una unión más perfecta en el transcurso de los años. Esto no es una fantasía que trata de compensar el avance del envejecimiento físico. Se trata más bien de enfocar tu propia consciencia. Si pretendes ser más consciente, sabio y tener mayor satisfacción en el futuro, invita a tu cuerpo a unirse a ese futuro en una sociedad igualitaria. Cuando el cuerpo, la mente y el alma se unen, los resultados serán muy diferentes que si se encuentran separados uno del otro.

Paso 7. Recibe cada día como a un mundo nuevo

Para que la vida se convierta en una gran victoria tienes que ganar muchas pequeñas batallas a lo largo del camino. Estas batallas se libran en el paisaje plano de la vida cotidiana. Vemos todos los días a las mismas personas, y, en gran medida, esperamos de ellas lo mismo. Trabajamos según una rutina que se convierte en naturaleza arraigada, con lapsos de aburrimiento, indiferencia e inercia que son posibles en todo momento. Pero debajo de esta apariencia plana, la vida se está renovando de manera constante. Tus células nunca se aburren, jamás se distraen, sufren de inercia o se aíslan. Están totalmente inmersas en estar vivas. Parece que existe una brecha, entonces, entre la vida y el cuerpo. Como la mente maneja la agenda del cuerpo, si pierdes las pequeñas batallas contra la rutina, la inercia y el aburrimiento, esta brecha crecerá. El flujo renovador se retirará y el movimiento hacia adelante se detendrá poco a poco. Sin embargo, si puedes cerrar la brecha, sucederá lo contrario. Cada día paracerá una renovación.

Existen dos lados en toda brecha. El modelo de esto es la sinapsis, brecha microscópica que separa los extremos con forma de ramas de las células del cerebro. Para tener cualquier tipo de actividad celular, los mensajes químicos deben saltar a través de las sinapsis. Cuando la sinapsis deja de funcionar, el cerebro pierde su equilibrio, y tú tienes la experiencia de perder también tu equilibrio. Todo tu sentido del yo depende de lo que sucede en la brecha. Los investigadores han descubierto, por ejemplo, que la depresión está asociada con la cantidad de serotonina, molécula mensajera del cerebro, que se envía a través de las sinapsis y se retoma después para abrirle el camino al siguiente estallido. En un cerebro normal, la cantidad correcta de serotonina atraviesa la brecha, después se reabsorbe sólo lo suficiente para que el remitente y el destinatario estén listos para el manejo de nuevos mensajes. En el cerebro de una persona deprimida se reabsorbe demasiada serotonina, y al agotarse las reservas no queda suficiente para enviar de manera correcta el siguiente mensaje. Ciertos receptores se obstruyen y otros quedan vacíos. Sin el balance correcto, no puedes tener un estado de ánimo seguro y estable.

Presenté un panorama simplificado pero que dice mucho acerca de la manera en que te encuentras con un nuevo día. Tu alma envía energía y consciencia, que tú debes recibir. Si tu cerebro está ocupado con muchas experiencias viejas y gastadas, sólo puedes recibir una fracción de la nueva energía y la nueva consciencia que se te está enviando. Todos sabemos exactamente lo que se siente, por ejemplo, al salir de una relación que fracasó: no nos permite pensar en una nueva relación. No nos sentimos receptivos en ningún nivel, empezando por los receptores de las células del cerebro, y siguiendo con el sentido del yo, de lo que esperamos del amor, de cómo vemos a las demás personas, de cómo manejamos nuestra decepción, etc. Resulta demasiado crudo pensar exclusivamente en términos de moléculas que cruzan la brecha. Todo tu yo va y viene a través de la brechas, y los receptores de los que depende tu vida son receptores de experiencia a través de todo el rango de la mente y del cuerpo.

Esta mañana al despertar, tu día pudo haber sido totalmente fresco. Todo día es un mundo nuevo. Tu cerebro está construido para recibir miles de millones de datos nuevos. Nada lo obliga a aferrarse a experiencias pasadas que atoran el mecanismo de recepción. La razón por la que el día de hoy no se siente como algo completamente nuevo es que se requiere un nuevo yo. En la medida en que quieras levantar un puente entre ayer y hoy con el mismo yo, estarás bloqueando la renovación como si trataras de llenar un receptor del cerebro que ya está lleno. Bajo el microscopio, un biólogo celular puede ver los receptores obstruidos, y con una resonancia magnética un neurólogo puede señalar las áreas del cerebro que no muestran la actividad adecuada. Pero no debemos caer en la trampa de pensar que la materia controla al yo. Tu cerebro no llenará ningún receptor que quieras mantener abierto. Si te reinventas todos los días, experimentarás un nuevo mundo con cada aurora.

Decir algo así suena alarmante en la sociedad materialista. ¿Estamos diciendo que los pacientes deprimidos provocaron su propio desequilibrio de serotonina? ¿No lograron recibir la alegría y la satisfacción que su alma quería darles? La mejor respuesta es ambigüa, por desgracia. El cerebro tiene un doble control. Se maneja a sí mismo automáticamente, lo cual significa que los desequilibrios químicos pueden generarse por sí mismos y los patrones distorsionados de actividad cerebral tienden a tener su propio impulso. Una vez que se colocan en su lugar, reinciden sin intervención exterior. De manera que sería injusto y médicamente falso decir que un paciente deprimido provocó su condición. Por otro lado, la gente contribuye a su depresión. En gran medida, la actividad del cerebro es voluntaria. Quien bebe demasiado, se involucra en relaciones tóxicas o carece de capacidad para enfrentar las épocas de estrés, sufrirá de una función deprimida del cerebro. Es muy difícil definir la zona de sombra entre lo voluntario y lo involuntario. Al final, todos vivimos en ambas áreas y debemos navegarlas de la mejor manera posible.

Por fortuna, gran parte del control radica en tu persona. Puedes decir: “Hoy quiero ser una persona nueva” y el 90 por ciento del trabajo queda hecho. Lo importante es decir “Hoy quiero ser una persona nueva” con tal claridad y compromiso que el mensaje se reciba sin errores ni confusión. Dos células del cerebro que se encuentran una frente a otra en la sinapsis pueden actuar como entidades separadas, pero en realidad son parte del total del cerebro. El cerebro es parte de un todo mayor (tú). La gran diferencia radica en que tu eres tanto remitente como destinatario de cada mensaje. Mucha gente no se da cuenta de este hecho crítico; han construido un mundo de “yo” y “no yo”. En cuanto lo hacen, los bombardean toda clase de mensajes desde el exterior puesto que el “no yo” incluye a otras personas, al mundo en general y a la propia naturaleza.

Pero si todo es “yo”, entonces todos los mensajes son de un aspecto del yo a otro. El nuevo día al que despertaste esta mañana eres tú disfrazado. Sus oportunidades frescas provienen de un nivel del yo que es invisible e inmaterial; por tanto, ponerse el disfraz del mundo exterior ha demostrado ser efectivo. Cuando oyes que suena el teléfono y lo contestas, oyes una voz que es de “no yo”. ¿Qué podría ser más convincente? Pero no te dejes convencer tan fácilmente. Cada experiencia que llegó con este día fue subjetiva; la recibió, procesó, juzgó y absorbió tu consciencia. Por tanto este día sucedió en la consciencia, en ningún otro lado y tú eres la consciencia.

No hay dos personas que experimenten este día de la misma manera. Ni siquiera un minuto puede vivirse de la misma manera. Dado que experimentas un mundo singular, depende de ti cómo se reciba, procese, juzgue y absorba cualquier momento determinado. El yo realiza estas tareas y la calidad del yo determina lo que obtienes de la vida de momento a momento. En el nivel superficial hay otra persona que te habla en el teléfono (“no yo”), pero en el nivel del alma es un aspecto de la consciencia que le está enviando mensajes a otro aspecto.

El momento presente es el único lugar donde se hace posible la renovación, porque los mensajes los recibimos ahora. Sin embargo, no hay ninguna magia especial en el ahora. Si un gran chef coloca una comida deliciosa frente a ti, la experiencia de comer no depende de estar presente en el ahora. Lo que importa es la calidad del yo que recibe la experiencia. Una persona distraída apenas probará la comida, una persona deprimida la sentirá insípida, pero alguien enamorado pensará que la misma comida es divina. De manera que el ahora es como un receptor abierto del cerebro en espera de enviar y recibir el próximo mensaje.

Si estás totalmente abierto, con la consciencia alerta y expandida y la mente libre de antiguos condicionamientos, el ahora te parecerá mágico. En realidad eres tú quien confiere la magia. Una vez que te das cuenta del papel central que desempeñas, resulta natural recibir cada día como un mundo nuevo. Todo lo que hace que parezca ser el mismo mundo viejo está en ti, y al enfocarte en tu evolución personal puedes evitarlo. La niebla que oculta al nuevo mundo seguirá levantándose, hasta que llegue el momento en que la renovación sea espontánea y sin esfuerzo. Precisamente ese es el momento en que el remitente y el destinatario se encuentran en un abrazo ininterrumpido.

Paso 8. Deja que lo atemporal se encargue del tiempo

Nos dicen que el tiempo debe usarse con sabiduría, pero, ¿qué significa eso en la práctica? Para la mayoría de la gente se reduce a administrar el tiempo. Hay un número definido de horas en el día y se desperdicia mucho tiempo; el día se va antes de que hayamos hecho la mitad de las cosas que nos propusimos. Pero tu alma no ve el tiempo de la misma manera. Su marco de referencia es atemporal. Por tanto, usar el tiempo con sabiduría significa usarlo de manera atemporal. Si has oído a alguien decir: “Mi vida es atemporal”, debes haber supuesto que se trataba de alguien sumamente religioso y que atemporal significa estar cerca de Dios. O que se trataba de alguien que vive en un lugar como por ejemplo el desierto, donde el tiempo parece detenerse. Hay otras posibilidades. Podría seruna persona dedicada a la meditación (quizá un budista que trata de escapar de la prisión del tiempo para alcanzar el Nirvana). En otras palabras, el término atemporal tiene un tono místico que puede volverlo confuso e impráctico: Si eres realista, tu tiempo se invierte mejor si logras hacer todo lo que tienes que hacer en un día.

Es muy importante hacer práctico lo atemporal. Si vuelves la espalda y te olvidas de que lo atemporal existe te desconectarás de tu alma, que no puede abarcarse en el programa de un día. Entonces, ¿es posible hacer lo contrario y expandir tu vida hacia un horario atemporal? Para abordar esta pregunta piensa en las varias maneras en que el tiempo puede tomar caminos equivocados. Podemos valernos de un ejemplo que ilustra la trampa escondida que el tiempo nos presenta: Has decidido irte de vacaciones al lugar de tus sueños, las Bahamas, que será como una segunda luna de miel. Tú y tu esposo coinciden en que ambos merecen unas vacaciones largas y que se irán sin el resto de la familia. Lo que tu esperas es volver a encender el fuego en tu relación. Por desgracia, se presentan reveses inesperados. Planear el viaje consume el poco tiempo libre con el que cuentas y empiezas a quejarte de que tu esposo no se hace cargo de su parte. Luego se cancela el vuelo al Caribe, varándolos durante un día en el aeropuerto. Los dos llegan rendidos de cansancio e incapaces de relajarse prácticamente hasta el día en que tienen que volver a casa. Además, pasas más tiempo preocupándote por los niños que se quedaron en casa que reconectándote íntimamente con tu marido. Es un alivio que terminen las vacaciones y, un mes después, la noción de una segunda luna de miel parece un recuerdo remoto.

La diferencia entre pasar un buen momento y pasar un mal momento depende del tiempo en sí. En este ejemplo salió mal lo siguiente:

El tiempo se volvió muy escaso y limitante.

El tiempo generó sufrimiento psicológico.

Bajo la presión del tiempo, la experiencia resultó superficial e insatisfactoria.

El tiempo no permitió que sucediera lo que en realidad querías.

Que lo atemporal pueda resolver estos problemas resultará sumamente práctico porque el mismo mal nos afecta a todos día a día. Para empezar, tomemos la queja básica que comparte toda la gente: el tiempo no alcanza. Con la presión de las fechas límite, con demasiadas exigencias en cuanto a nuestro tiempo, la vida diaria se convierte en una carrera con demasiadas metas que se nos alejan cuanto más rápido corremos. La administración del tiempo intenta resolver estos problemas, pero cuanto mucho sólo los mejora un poco. El trabajo llenará todo el tiempo que le concedas. La solución es vivir desde un lugar atemporal. El tiempo sólo alcanza cuando desaparece. Aunque suene a paradoja, esta afirmación conlleva un razonamiento profundo:

El tiempo no está separado de ti, forma parte de tu ser. Desde tu origen todos los eventos han sido colocados en un tiempo perfecto. El principio conoce el final. Se ha dispuesto de suficiente tiempo no sólo para que hagas todo lo que necesitas, sino para que la experiencia de moverte de A a B también sea satisfactoria. En otras palabras, el despliegue del tiempo significa realmente el despliegue del yo. El tiempo no puede atrapar al yo, tratándose del verdadero tú.

Piensa en tu cuerpo cuando estabas dentro del útero. Un embarazo normal tarda nueve meses por una sola razón. Toda la complejidad de un recién nacido se ajusta perfectamente a ese lapso de tiempo. Si el embrión necesita menos o más tiempo el nacimiento realiza el ajuste. No hay presión quedicte que nueve meses sea un plazo fijo. Con esa misma flexibilidad, cualquier cosa que quieras lograr viene en un paquete con su propio horario interior. El tiempo se sujeta a tus deseos, y no al revés. Si dos personas leen el mismo libro, lo importante es a quién le aportó más la lectura y no quién lo terminó primero.

Una vez que te das cuenta de que el tiempo es completamente subjetivo, dirigido por lo que deseas de la vida, se desvanece toda la noción de la presión del tiempo. (La escritora inglesa Doris Lessing, premio Nobel de Literatura 2007, abandonó la escuela en Rodesia a los catorce años y nunca regresó. Una vez declaró en una entrevista que su decisión resultó una gran ventaja, porque en vez de leer los libros que se asignaban en preparatoria y la universidad, tuvo la libertad de leer cualquier libro cuando y solamente cuando le interesara. De ese modo aprovechó mucho todo lo que leyó y su vida se desplegó en sincronía con los libros que la absorbieron). Si estás atado a un sentido externo del tiempo, te pierdes la clave de la existencia, que es no cumplir con fechas límite.

Lo atemporal sabe cómo usar el tiempo de una manera más eficiente de la que podría calcular la mente humana. Ni siquiera somos capaces de organizar los ritmos biológicos básicos del cuerpo, tan complejos y entrelazados que se deben dejar por completo a la naturaleza. Pero la mente es muy capaz de confundir esos ritmos. Lo mismo sucede con el tiempo en general. La mente puede decidir arbitrariamente que el tiempo no alcanza, que el tiempo se acaba y que las cosas hay que hacerlas a tiempo, pero en realidad lo atemporal se encarga del tiempo. Imagínate que de manera muy despreocupada te tardas una hora en preparar la comida, leer un artículo de una revista y hacer algunas tareas domésticas sencillas. Todas carecen de horario. Tienes un vago sentido de que quieres llevar comida a la mesa a cierta hora, pero por lo demás poner todo en su lugar no requiere esfuerzo. Te sobra incluso tiempo para pensar sobre tu lectura y quizá para perderte en un sueño con los ojos abiertos sobre un proyecto futuro que apenas está empezando a gestarse.

Toma ahora la misma situación, pero añádele una llamada en la que tu esposo te avisa que llegará a casa a cenar con su jefe. El tiempo no ha cambiado, pero tu relación sicológica con el tiempo sí. Sientes presión y lo que era fácil de lograr se carga de angustia. No hay tiempo para que leas el artículo de la revista, mucho menos para reflexionar, soñar con los ojos abiertos o planear un proyecto futuro. Has perdido el elemento de lo atemporal, cuya primera cualidad es ocuparse del tiempo. Cuando se le encarga a la mente la tarea de administrar el tiempo, ésta trata de imponer un orden crudo e insatisfactorio en comparación con la organización espontánea de lo atemporal.

Para integrarte al Todo debes permitir que lo atemporal se funda con el tiempo. No es sólo cuestión de cambiar nuestras actitudes. Necesitas cultivar la consciencia profunda, porque en la superficie la consciencia cambia constantemente cuando una serie de actividades exige nuestra atención. Un río corre más rápido en la superficie, pero casi carece de movimiento en el fondo. Aborda tu mente de esa manera, encontrando las profundidades quietas y silenciosas que se abren por medio de la meditación. Al igual que en el río, las profundidades quietas de tu mente no están separadas de la actividad de la superficie. Cada nivel del río está hecho de la misma agua y se mueve hacia la misma meta. Pero el viaje se vuelve mucho más cómodo cuando no te agitas como una hoja al viento.

El que un río pueda estar quieto y moverse al mismo tiempo no tiene nada de místico. Como tampoco hay razón para buscar misticismo en la capacidad que tiene la mente de estar quieta y moverse al mismo tiempo. Lo atemporal se funde con el tiempo tan fácilmente como el agua se funde con el agua. Podemos experimentar esto de manera personal. Cuando descubrimos que la quietud interior elimina la presión del tiempo es inevitable que demos el siguiente paso; veremos que si se permite que lo atemporal maneje al tiempo nunca nos faltará tiempo ni quedaremos sujetos a fecha límite alguna. Lo atemporal aporta libertad, cualidad que se filtra en el tiempo y hace que te sientas libre en este mismo instante.

Paso 9. Siente al mundo en vez de tratar de entenderlo

No puedes pensar en tu camino hacia el Todo, pero sí puedes sentirlo. Hacia el final de su vida, Leonardo da Vinci pasó cientos de horas tratando de entender los patrones turbulentos del agua al tomar su camino corriente abajo, pero no lo logró. El flujo rechaza el análisis y lo mismo sucede con el flujo de la vida. Sin embargo, fuimos diseñados con una consciencia que es mucho más poderosa que el pensamiento. Es posible que entremos en una habitación y percibamos tensión en el aire. Puedes sentir si alguien te quiere o no. A nivel sutil puedes sentir si perteneces a un lugar o si estás seguro. Estos aspectos sutiles de la consciencia guían la vida mucho más de lo que la gente cree. Y en su ausencia nos damos cuenta de lo paralizante que puede resultar no sentir el mundo.

Pienso en un joven que conozco, que se enamoró de una mujer y pronto se mudó a vivir con ella. Ella estaba muy enamorada de él, pero pronto se apoderó de ella una extraña sensación de inseguridad. Cada vez que el joven se iba a otro cuarto, ella lo seguía. Si él se ponía a leer un libro, enseguida le preguntaba: “¿En qué piensas?”. Al principio, él no le daba importancia a la pregunta y contestaba: “En nada en especial. ¿Por qué?”. Pero pronto la situación empeoró. Cada cinco minutos ella preguntaba: “¿En qué estás pensando?”. Y no había respuesta que la satisficiera. El joven no tenía idea del origen de esta obsesión, que al final destruyó la relación. Fue mucho después que se percató de que la mujer era incapaz de sentirse amada. Cada vez que el joven permanecía en silencio (mientras leía, trabajaba en la computadora o no hacía nada) ella sentía pánico de que él no la amara. Cuando le preguntaba: “¿En qué piensas?”, la única respuesta satisfactoria hubiera sido: “En ti, mi vida”, pero incluso cuando él con mucho afecto le contestó de esa manera, ella siguió sintiendo pánico cada cinco minutos.

Este es un ejemplo de alguien que no pudo sentirse amada, lo cual se convirtió en una discapacidad paralizante. Por principio, si te sientes indigno de ser amado, no puedes sentir que alguien te ama. Hay un pensamiento fijo que bloquea tu consciencia. De la misma manera, la gente que se siente insegura no puede sentir seguridad con ningún tipo de protección externa. Los que sienten que no valen nada, no pueden mejorar su autoestima a través de ningún tipo de logro. Si los analizas en profundidad, todos estos casos ilustran una desconexión entre el yo y el mundo. Proyectamos hacia el mundo exterior el modo en que nos sentimos. Si te sientes indigno de ser amado, el mundo parece carecer de amor. Si sientes inseguridad, el mundo parece peligroso. Pero, ¿no es el mundo un lugar peligroso? ¿No estamos rodeados de acciones carentes de amor y de indiferencia generalizada? Sí, pero no se trata de absolutos. A veces el mundo es peligroso, pero la mayoría de la veces no. Hay ausencia de amor en algunas situaciones, pero en momentos inesperados el amor brilla a través de la más oscura de las situaciones. En vez de tratar de entender a un mundo que nunca deja de cambiar, puedes encontrar tu camino sintiendo y confiando en lo que sientes. Sólo entonces sabrás qué se está desplegando a tu alrededor.

Todo requiere de un sentimiento muy específico: yo me basto a mí mismo. Al sentirlo, el mundo te bastará también. Sin embargo, si lo que sientes es: “Yo no soy suficiente”, al mundo siempre le faltará algo. Albergarás una vaga sensación de que de algún modo te falta un ingrediente crítico para sentirte satisfecho, e independientemente de cuánto intentes entenderlo, jamás encontrarás la pieza que falta. He dicho muchas veces en estas páginas que tu cuerpo está más cerca de tu alma de lo que te imaginas, y ésta no es la excepción. Tu cuerpo sabe que es suficiente. Las células no experimentan inseguridad ni se preocupan. Si pudieran hablar afirmarían lo siguiente con absoluta certeza:

Soy autosuficiente

Me siento seguro

Sé exactamente cómo vivir

La vida satisface mis necesidades

Yo pertenezco aquí

Las células viven una verdad que no se puede expresar en palabras: son siempre autosuficientes, encajan perfectamente con el resto de las células, cumplen de manera impecable con su papel dentro del cuerpo. Tomando el cuerpo como base, puedes sentir tu camino hacia la certeza de que eres suficiente. Quizá has visto los videos que mucho han circulado de un adolescente ciego que de niño sufrió cáncer de ojo y que ha inventado su propio sonar. Al igual que un delfín, el niño emite una serie de clics varias veces por segundo y escucha el eco de estos sonidos al rebotar con los objetos. De esta manera, se mueve con una gracia notable a través de un mundo oscuro. El chico anda en su propia bicicleta, juega básquetbol y hace tareas domésticas. Cuando camina por la banqueta y siente que un objeto bloquea su recorrido, puede afinar su foco y “ver” que ese obstáculo es un bote de basura; entonces le da la vuelta. En la literatura médica hay otro puñado de pacientes ciegas que también han hecho esta adaptación. Aparentemente, su sonar les permite a los invidentes formar una fotografía mental a partir del sonido. Pero aquí hay algo raro. El sonar que usan los delfines (técnicamente conocido como ecolocalización) requiere de pulsos sonoros extraordinariamente rápidos, que llegan a 1.750 por segundo. En el mejor de los casos una persona ciega puede emitir cinco por segundo, que no bastan ni remotamente para construir una imagen mental de los objetos más inmediatos. ¿Cómo ve entonces una persona que pierde la vista? Una respuesta es que el cuerpo tiene ojos que no son ojos (que así es, literalmente. En experimentos confiables se ha demostrado que hay sujetos que pueden percibir, por ejemplo, cuando alguien que está detrás de ellos los mira). Ciertos ejemplos más extraños se refieren a personas que ven a su propio cuerpo pararse enfrente de ellos. Los neurólogos han registrado a diversos pacientes con esta clase de visión. Cuando alguien pasa por una experiencia de muerte próxima y relata haberse elevado en el aire y ver abajo a su cuerpo muerto puede también haber experimentado un tipo de visión autoscópica.

Estos ejemplos no explican las sensaciones de muerte próxima o que algunos ciegos puedan ver, pero demuestran que la consciencia se extiende mucho más allá de lo que en general se supone. El cuerpo está diseñado para tener consciencia más allá de sus cinco sentidos. Si crees que esto no es cierto, tu actitud mental puede bloquear la consciencia sutil que se supone te guía. Por otro lado, puedes aceptar que la consciencia sutil es real, y cuando lo hagas, el sentir tu camino por el mundo se volverá parte crítica de tu viaje espiritual. Para volver a la mujer que siempre preguntaba “¿En qué piensas?”, si hubiera tenido consciencia, hubiera percibido el miedo que estaba debajo de su pregunta obsesiva. Al sintonizarse con este sentimiento de pánico, hubiera tomado consciencia de que se sentía indigna de ser amada y hubiera fomentado este sentimiento para concluir finalmente que se sentía indigna de amor. Aquí llegamos a un punto decisivo. Esta mujer se enfrenta a una realidad. O bien no sentirse digna de amor es un hecho que el mundo sigue reforzando con crueldad o se trata de algo que ella tiene que sanar en sí misma. Si toma la decisión de curarse, deberá reconectarse con su consciencia más profunda (el alma), que es la fuente del sentirse amado.

En vez de “no merezco amor” puede aparecer “no me siento seguro”, “no estoy satisfecha” o “no tengo un propósito”. Cualquier sentido de carencia puede rastrearse en el pasado y se debe a una desconexión con la fuente. Por tanto, puedes mirar hacia atrás y curar el daño. Toda la existencia del alma depende de la seguridad de que resulta suficiente. Nada puede existir fuera del Todo. Al reconectarte con tu alma, sintiendo tu camino paso a paso, tu consciencia se modificará. Estarás sintiendo quién eres en realidad. La meta de todo ser en su búsqueda espiritual debe ser pensar: “Soy suficiente”. La buena noticia es que por tratarse de tu estado natural, tu búsqueda del Todo (si eres fiel a ella) está destinada a triunfar.

Paso 10. Busca descubrir tu propio misterio

El Todo es tuyo si así lo deseas. La gente desea trabajos, casas, coches, dinero y familia. Obtiene estas cosas porque van tras ellas y la sociedad está programada para que eso sea posible. Pero la sociedad no está diseñada para que logremos ser individuos completos. Todo lo espiritual se puso en una caja separada del resto del material de la vida. Es cierto que algunas personas tienen convicciones religiosas tan fuertes que quieren vivir una vida cristiana o una vida judía o una vida musulmana en todos sentidos. La ventaja de entregarte a una religión es que cuentas con un camino hecho, junto con un fuerte grupo de apoyo. El problema de entregarse a la religión es que exige conformidad, y si te conformas adecuadamente te convertirás en un perfecto cristiano, musulmán o judío, pero sin la garantía de ser un individuo íntegro.

Hay dos hechos ineludibles: seguramente anhelas ser un individuo íntegro con el mismo fervor que deseas tener una casa, coche, trabajo o familia, y quieres recorrer el camino por ti mismo. Me conmovió mucho la publicación de las cartas personales de la Madre Teresa, años después de su muerte, en las que la “Madre de Calcuta” revela que nunca tuvo la experiencia de Dios. A pesar de las décadas de servicio dedicado a los pobres y en contra de su imagen pública de santa perfecta, la Madre Teresa no logró lo que quería (el conocimiento personal de lo divino). Para muchos esta revelación fue deprimente. Si una santa no pudo alcanzar sus metas espirituales, ¿cómo podremos nosotros? Me gustaría sugerir que la respuesta radica en buscar tu propio misterio, no el que te entregue nadie. Los budistas expresan esto diciendo: “Si te encuentras a Buda en el camino, mátalo”. Lo que esto significa es que si te encuentras a ti mismo tratando de conformarte con un ideal preestablecido, debes desterrar esa idea de tu mente.

El misterio de la vida es un misterio que tú debes resolver. Cada paso del camino debe darse sin prejuicios. Es complicado mantenerse fiel a una pasión sin una meta fija inmediata. Es mucho más fácil decirte a ti mismo: “Un día seré perfecto” o “Un día encontraré a Dios y Él me amará”. Sin embargo, si persigues una meta fija, funcionarás como un tren cuyas ruedas se desplazan entre dos rieles incapaces de moverse hacia la derecha o hacia la izquierda por voluntad propia. Considero fundamental la habilidad de desplazarse hacia cualquier dirección en el momento necesario. La vida no nos llega sobre rieles. Nos llega desde todas las direcciones y por esa razón necesitamos poseer una libertad de movimiento completa, que implica una total libertad de elección. Si sientes pasión por la libertad, no necesitarás nada más en ninguna etapa del camino espiritual.

Esto se ilustró con gran claridad en un reciente experimento con ratas en el cual se intentó descubrir cómo éstas experimentaban la felicidad. Los investigadores veterinarios definen la felicidad de las ratas como una respuesta cerebral. Cuando una rata come, hay ciertas áreas de su cerebro que se iluminan indicando satisfacción. Más tarde si a la rata sólo se le recuerda la comida (por ejemplo, por medio de un olor), basta para que se iluminen las mismas áreas. Algo similar sucede con los seres humanos. Cuando nos dan señales que nos recuerdan que somos felices (no sólo el aroma de la comida, sino también fotografías de seres amados o películas de bellas playas tropicales), las áreas de la felicidad de nuestro cerebro también se iluminan.

Pero aquí surge un misterio. Cuando a una rata se le recuerda la felicidad, busca aumentar esa respuesta. El olor de la comida le despierta hambre y quiere comer. Los seres humanos no perseguimos la felicidad de una manera tan lineal y predecible. En términos del cerebro, lo perverso carece de sentido. Si hay una respuesta de felicidad, lo natural sería encenderla con la mayor frecuencia posible. Las palomas en sus jaulas llevarán a cabo la misma tarea miles de veces si reciben la recompensa de un poco de comida para picotear. Los seres humanos, por otro lado, prescindimos de la comida porque podemos olvidarnos de la biología. Una madre pobre renuncia a su plato para que si hijo coma. Un idealista político como Gandhi ayuna para sacudir la consciencia de los ingleses que oprimen a su país. Una supermodelo sobrevive con galletas y limones para tener la figura que le permite conservar su trabajo. En todos estos casos, un investigador del cerebro que estudie la situación puede pensar en la palabra perversidad, pero existe un mejor término: trascendencia.

Superamos a la biología para alcanzar mayores alturas, para satisfacer una visión de la felicidad que trascienda la felicidad que sentimos hoy. Comer es una necesidad biológica, pero trascenderla es una necesidad humana. Para nosotros la felicidad es más intensa cuánto mayor es su significado, propósito, potencia e integridad. Para millones de personas, esto puede satisfacerse con su trabajo, casa, coche, dinero y familia. Pero si te imaginas que estarás totalmente satisfecho una vez que tengas todo eso, te espera una sorpresa. En el momento en que alcances cualquier nivel de satisfacción se abrirá un nuevo horizonte y tu deseo de alcanzar ese horizonte será tan intenso como cualquier otro deseo que hayas sentido en la vida.

En última instancia, ése es el misterio. Los seres humanos nunca podrán quedar satisfechos con logros limitados. Estamos diseñados para trascender. Aunque te esfuerces por ignorar ese deseo que vive en tu interior, será imposible ahogarlo. Buscarás un tipo de felicidad mejor y al hacerlo estarás buscando descubrir tu propio misterio. Ése es el misterio que le pertenece al común de la humanidad. Llevarnos al nivel de Buda y de Jesús y bajarlos a nuestro nivel. El mismo anhelo de trascender te une a ti con tu alma y con todas las almas, por tanto, nunca tendrás que encender tu pasión por el Todo. La pasión vive ya en ti, es tu derecho de nacimiento.