Los flanes se componen generalmente de una crema que se pone a cuajar al baño María. Conviene señalar que con este método de cocción el agua debe subir hasta 1 cm aproximadamente del borde del molde y ha de hervir despacio y sin parar, por lo que hay que ir añadiendo agua caliente a medida que se vaya evaporando, para conservar siempre el mismo nivel.
Conviene que el calor proceda de abajo, por lo que se coloca el flan en la parte más baja del horno y, si es necesario, se sube para que acabe de cuajarse.
Es muy importante dar con el punto exacto de cocción, pues si el flan se cuece poco se derrumba fácilmente al desmoldarlo y si se cuece demasiado se pone verdoso, se endurece y no resulta fino. Para saber si el grado de cocción es correcto se pincha el flan con una aguja larga: si sale limpia, el flan está cuajado y puede sacarse del horno, pero si sale húmeda, necesita más tiempo. Una vez cuajado, es conveniente dejar el flan en el agua para que se endurezca más.
Para desmoldar el flan se ladea un poco el molde y se deja escurrir el agua que va soltando a medida que se enfría. Luego se separan los bordes del flan cuidadosamente con un cuchillo y se tapa con un plato de cristal; se le da la vuelta al molde, se deposita sobre la mesa apoyado en el plato, se sujeta por ambos lados y se levanta: si está bien cuajado, el flan se deslizará fácilmente.