Para que las masas fritas resulten buenas se requiere, además de una correcta elaboración, que se frían en abundante grasa, preferentemente en aceite de oliva virgen extra, excepto las crepes, que se fríen en una nuez de mantequilla. El punto adecuado para freír es cuando el aceite empieza a echar humo.
Se le da el nombre de buñuelo a todo lo que, envuelto en masa para freír, se fríe en aceite. Hay buñuelos azucarados de fruta (albaricoque, manzana, plátano, piña...) y buñuelos de viento, que son sólo la pasta frita en mucho aceite.
La clave para elaborar unos buñuelos deliciosos es dejar reposar la pasta antes de usarla; de este modo, resulta más ligera y fina, sin grumos, y se esponja más. La pasta de buñuelos nunca se pone en el frigorífico, aunque se haya preparado el día anterior.
Las crepes, postre de origen francés, son muy parecidas a las hojuelas españolas, los frixuelos de Asturias y las filloas de Galicia. Se trata de una torta más o menos delgada que se cocina en una sartén o una plancha especial; si son sumamente delgadas y se consumen en seguida, resultan deliciosas.
La pasta de las crepes está compuesta esencialmente de harina y huevos, y se puede diluir con leche o agua. Para freírla, se derrite una nuez de mantequilla en una sartén y se mueve para que el fondo quede totalmente impregnado. Cuando la sartén está caliente, se vierten 2 cucharadas de pasta de modo que recubran todo el fondo. A fuego moderado, se agita la sartén con un movimiento de vaivén para que la crepe no se pegue. Cuando se despega fácilmente, es señal de que ya está hecha por una cara. Con la ayuda de una espátula flexible se le da la vuelta, o bien se gira en el aire (se desliza la crepe hasta el borde de la sartén y con un brusco movimiento de muñeca se le da la vuelta en el aire y se recoge de nuevo con mucha destreza en la sartén). Se deja en el fuego 1 o 2 minutos, moviendo de vez en cuando para evitar que se pegue, y ya estará lista.
Las crepes se presentan, siempre muy calientes, o bien extendidas, o bien enrolladas o dobladas en dos o cuatro y espolvoreadas con azúcar glas. También se pueden rellenar con mermelada, crema, chocolate... Para ello, en cuanto están hechas, se extienden encima del mármol, se pone una cucharada del relleno y se doblan. Si se quieren flamear, se colocan en una fuente, se rocían con un poco del mismo licor que lleve la pasta y se prenden en el momento de servirlas.