CV se refiere a la serie de Companion Volumes de la biografía oficial, Winston S. Churchill, de Randolph Churchill y Martin Gilbert. A partir de 1939, estos volúmenes se titulan The Churchill War Papers (a los que aquí se alude como Papeles de la guerra), de los que hasta ahora se han publicado tres volúmenes, solo hasta el final de 1941.
1. David Cannadine, artículo en Blake and Louis (eds), Churchill, p. 11.
2. CV, I, I pt, pp. 1-2.
3. Winston S. Churchill, Lord Randolph Churchill, I, p. 44.
4. CV, I, pt I, p. 12.
5. Winston S. Churchill, My Early Life, p. 19.
6. CV, I, I pt, pp. 78-160 passim.
7. Ibid., pp. 210-219 passim.
8. Ibid., p. 221.
9. Ibid., p. 207.
10. Ibid., p. 226.
11. Información de Randolph Churchill a través del difundo lord Harris de Greenwich.
12. Nombre semisatírico del grupo de activistas tories que lord Randolph Churchill montó en el Parlamento de 1880. Solo tenía cuatro miembros y era dirigido tanto contra el liderazgo conservador como contra el Gobierno de Gladstone.
13. Foster, Lord Randolph Churchill, p. 222.
14. Ibid., p. 130, citado de una carta de Salisbury a lady John Manners.
15. Diario de la reina Victoria, 25 de julio de 1886, Archivos Reales, Windsor.
16. John Grigg, artículo en Blake and Louis (eds), Churchill, pp. 97-98.
17. Winston S. Churchill, My Early Life, pp. 30-31.
18. Ibid., p. 36.
19. Ibid., pp. 39-40.
20. Ibid., p. 76.
1. Winston S. Churchill, My Early Life, p. 118.
2. CV, I, pt 2, p. 725.
3. Ibid., pp. 730-733.
4. Ibid., p. 726.
5. Ibid., p. 719.
6. Ibid., p. 734.
7. Ibid., p. 751.
8. Bath Daily Chronicle, 27 de julio de 1897.
9. CV, I, pt 2, pp. 740-741.
10. Ibid., p. 743.
11. Ibid., pp. 751-752.
12. Winston S. Churchill, Thoughts and Adventures, p. 32.
13. CV, 1, I pt, p. 599.
14. Ibid., p. 597.
15. Es sorprendente que, durante este permiso en Inglaterra, Churchill prestara tanta atención a las carreras. Aparte de esta excursión a Goodwood, escribió dos veces a principios de primavera diciendo que esperaba estar de regreso para el Derby de Epsom. Sin duda esto se debía en parte a su entusiasmo general del período por los caballos, aunque posteriormente, si bien siguió jugando al polo durante otro cuarto de siglo, nunca demostró mucho entusiasmo por las carreras hasta que su yerno, Christopher Soames, lo llevó de nuevo al hipódromo como propietario menor a finales de los años cuarenta. También en parte, sin duda alguna, se debió a que los fríos recintos de Epsom, Ascot o Goodwood representaban para él lo contrario del caluroso y polvoriento Deccan, y también que proporcionaban muy buenas oportunidades para «establecer redes».
16. Winston S. Churchill, My Early Life, p. 136.
17. Ibid., p. 137.
18. Ibid., pp. 137-138.
19. CV, I, pt 2, p. 927.
20. Ibid., p. 930.
21. Newman, Idea of a University, pp. 234-239.
22. Winston S. Churchill, Savrola, p. 27.
23. Ibid., p. 28.
24. Ibid., p. 43.
25. Balfour, Foundations of Belief, p. 19.
26. Winston Churchill, Savrola, p. 47.
27. Ibid., p. 42.
28. CV, I, pt 2, p. 971.
29. Ibid., p. 942.
30. Ibid., p. 870.
31. Ibid., p. 868.
32. Ibid., p. 906.
33. Ibid., p. 948.
34. Ibid., p. 952.
35. Ibid., p. 949.
36. Winston S. Churchill, My Early Life, p. 182.
37. CV, I, pt 2, p. 970.
38. Ibid, p. 979.
39. Anglesey, History of the British Cavalry, III, p. 385.
40. CV, I, pt 2, p. 979.
41. Anglesey, History of the British Cavalry, III, p. 388.
42. Winston S. Churchill, My Early Life, p. 211.
43. CV, I, pt 2, p. 1.015.
44. Ibid., p. 1.012.
45. Ibid., p. 1.003.
46. CV, I, pt 2, p. 1.017.
47. Ibid., p. 1.019.
48. Ibid., p. 1.017.
49. Ibid., pp. 1.019-1.020.
50. Ibid., p. 1.023.
1. CV, I, pt 2, p. 1.028.
2. Ibid., p. 1.035.
3. Ibid., p. 1.029.
4. Winston S. Churchill, My Early Life, p. 237.
5. Ibid., p. 239.
6. Ibid., p. 240.
7. Ibid., pp. 240-241.
8. CV, I, pt 2, p. 1.052.
9. Como Churchill acumuló una rica experiencia en diferentes regimientos del Ejército británico, es tentador considerar lo que hizo con los uniformes. Evidentemente, el 4º regimiento de Húsares era su ancla. Sin embargo, en la frontera noroccidental perteneció al 31er de la Infantería del Punjab y, en Sudán, al 21er de Lanceros. En Sudáfrica eran los Húsares de Lancashire y, después de huir de su cautiverio, la Caballería Ligera Sudafricana. En los años previos a 1914 perteneció a los Húsares de Oxfordshire de la reina (un regimiento voluntario), en el que ascendió al rango de comandante; asistía de forma regular, incluso cuando era ministro senior, a su campamento de verano, que tenía lugar principalmente en Blenheim. Con esta insignia fue a Francia después de dimitir del Gobierno en noviembre de 1915. Se unió entonces al 2º regimiento de la Guardia de Granaderos antes de mandar un batallón de los Reales Fusileros Escoceses. En la Segunda Guerra Mundial amplió aún más su selección de uniformes eligiendo con frecuencia ser comodoro de la RAF (uniforme que no le quedaba bien) y apareciendo en Yalta como coronel de los Húsares. Para las ocasiones navales parecía contentarse con el viejo atuendo de lobo de mar de un Hermano Mayor de Trinity House; nunca apareció como almirante. Puede ser que la primera etapa de este surtido ayude a explicar la cuantía de las facturas del sastre. En los cinco años que van de 1895 a 1900, ascendieron aproximadamente al equivalente actual de treinta mil libras y fueron pagadas con mucha lentitud.
10. Winston S. Churchill, My Early Life, pp. 257-258.
11. Ibid., p. 266.
12. CV., I, pt 2, p. 1.077.
13. Ibid., p. 1.085.
14. Ibid., p. 1.075.
15. Ibid., p. 1.086.
16. Winston S. Churchill, My Early Life, p. 319.
17. CV, I, pt 2, p. 1.091.
18. Ibid., p. 1.090.
19. Ibid., pp. 1.104, 1.110 y 1.115.
20. Ibid., pp. 1101-1102.
21. Esto fue la guinda del pastel de la suerte de Churchill. Dewsnap era de Oldham, donde aún vivía su esposa. Cuando Churchill regresó a la ciudad al iniciarse la campaña de las elecciones generales de 1900, contó en un gran mitin en el Theatre Royal la historia de su huida y se refirió a Dewsnap; entonces se oyó un excitado grito: «Su esposa está aquí». Esto redobló el calor de la bienvenida por el regreso del héroe. (My Early Life, pp. 369-370).
22. Sandys, Churchill: Wanted Dead or Alive, pp. 129-131.
23. Winston S. Churchill, My Early Life, p. 319.
24. CV, I, pt 2, p. 1.147.
25. Ibid., p. 1.143.
26. Ibid., p. 1.164.
1. Winston S. Churchill, My Early Life, p. 373.
2. Letters of Theodore Roosevelt, passim.
3. Información del profesor Arthur M. Schlesinger jr.
4. CV, I, pt 2, p. 1.224.
5. Ibid., p. 1.225.
6. Ibid., p. 1.228.
7. Ibid., p. 1.225.
8. Hansard, 4ª serie, vol. 39, cols. 407-415.
9. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 15.
10. Hansard, 4ª serie, vol. 39, cols. 1.562-1.579.
11. CV, II, I pt, pp. 6.970.
12. Winston S. Churchill, My Early Life, p. 383.
13. Hansard, 5ª serie, vol. 28, col. 1470.
14. Winston S. Churchill, My Early Life, p. 385.
15. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, pp. 283-284.
16. Ibid., p. 33.
17. Winston S. Churchill, Lord Randolph Churchill, I, pp. 283-284.
18. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 36.
19. Ibid., p. 31.
20. CV, II, I pt, p. 113.
21. Ibid., pp. 174-175.
22. Ibid., p. 184.
23. Ibid., pp. 242-244.
24. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, pp. 72-74.
25. Ibid., p. 75.
26. Ibid., p. 88.
27. No obstante, los miembros de la familia Churchill tenían cierta tendencia a montar con despreocupación caballos de aparente contradicción. Probablemente, solo lady Randolph, en diciembre de 1907, época en la que Churchill la estaba ayudando económicamente y no al revés, habría podido señalar con calma que se proponía trasladarse al Hotel Ritz para ahorrar dinero.
28. Ibid., pp. 89-90.
29. Hansard, 4ª serie, vol. 132, cols. 1.028-1.029.
30. Ibid., vol. 133, cols. 9581.001.
31. En realidad, no era así. Lord Randolph se sentaba en el asiento de la esquina del banco delantero bajo la pasarela, que en el Parlamento de 1900 estaba ocupado por Henry Labouchère. Lloyd George se sentaba en el asiento de la esquina de la segunda fila bajo la pasarela, que es donde Winston Churchill se reunió con él.
1. CV., II, I pt, pp. 164-165.
2. Ibid., p. 225.
3. Ibid., p. 371.
4. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 161.
5. Chilston MSS, Kent County Record Office, Maidstone.
6. Churchill en realidad no se dio de baja del club hasta un año después de cambiar de partido y su adopción como candidato liberal. Volvió a ingresar tras un intervalo de veinte años.
7. CV, II, I pt, p. 341.
8. Ibid., p. 219.
9. Ibid., p. 311.
10. Ibid., pp. 392-393.
11. Ibid., p. 327.
12. Hansard, 4ª serie, vol. 92, cols 1.577-1.579.
13. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 99.
14. Hansard, 4ª serie, vol. 150, col. 119.
15. CV, II, I pt, pp. 399-400.
16. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 100.
17. Ibid., pp. 101-103.
18. Ibid., p. 96.
19. CV, II, I pt, p. 441.
20. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 133.
21. Ibid., p. 132.
22. Ibid., p. 88-89.
23. Wilfred Scawen Blunt, que había conocido bien a lord Randolph en los años en cuestión, escribió una convincente refutación de esto en una carta escrita a Winston Churchill el 21 de enero de 1906. Companion Volume, II, 1, pp. 491-492.
24. Winston S. Churchill, Lord Randolph Churchill, II, p. 56.
25. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 111.
26. Ibid., p. 228.
27. Chamberlain, Politics from Inside, p. 459.
28. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 113.
29. Ibid., p. 122.
30. CV, II, I pt, p. 501.
31. Ibid., p. 417.
1. Hansard, 4ª serie, vol. 151, cols 554-571.
2. CV, II, 1 pt, p. 505.
3. Ibid.
4. Ibid., p. 500.
5. Ibid., p. 517.
6. Una de las quejas de Hopwood a Elgin era que tenía a Edward Marsh trabajando «catorce horas al día con esos memorándums en el calor y la incomodidad del Mar Rojo». Companion Volume, II, 2, p. 730.
7. Ibid., p. 605.
8. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 207.
9. Marsh, A Number of People, p. 152.
10. Hansard, 4ª serie, vol. 152, cols. 487-499.
11. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 184.
12. Ibid., p. 185.
13. Ibid., pp. 185-186.
14. Hansard, 4ª serie, vol. 162, cols. 729-753.
15. CV, II, 1 pt, p. 571.
16. Ibid.
17. Ibid., p. 574.
18. «Pobre Elgin» es la reacción natural de uno. Churchill ya le hacía la vida lo bastante difícil. Tener a su «subordinado» sentado con él en el Gabinete, y sin duda haciendo más ruido que él con mucha más frecuencia, seguramente le habría resultado imposible.
19. CV, II, 2 pt, p. 755.
20. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 243.
21. Ibid., p. 241.
1. CV, II, 2 pt, p. 782.
2. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 253.
3. CV, II, 2 pt, p. 787.
4. Dundee Advertiser, 5 mayo 1908.
5. Manchester Guardian, 5 mayo 1908.
6. Soanes (ed.), Speaking for Themselves, p. 3.
7. Ibid.
8. Dictionary of National Biography, 1912-1921, p. 382.
9. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 210.
10. Violet Bonham Carter, Winston Churchill as I Knew Him, p. 15.
11. Ibid., p. 18.
12. Ibid., pp. 217-218.
13. Mark Bonham Carter y Mark Pottle (eds), Lantern Slides: The Diaries and Letters of Violet Bonham Carter, 1904-1914, p. 162.
14. Ibid., pp. 162-163.
1. Grigg, Lloyd George, II, p. 100.
2. Wilson, C-B: A Life of Sir Henry CampbellBannerman, p. 463.
3. Un aspecto interesante de la relación fue los términos en que se dirigían epistolarmente el uno al otro. En gran parte debido a la nitidez del recuerdo de su padre, la gente se dirigía con más frecuencia a Churchill por su nombre de pila que a cualquier otro político destacado excepto Austen Chamberlain, que se encontraba en la misma situación aún con mayor fuerza. Pero Lloyd George, que no era en modo alguno un gran escritor de cartas, no empezó a dirigirse a él como «Mi querido Winston», en oposición a «Mi querido Churchill», hasta finales de 1908, mucho después de que Asquith, por ejemplo, hubiera empezado a hacerlo. A Lloyd George, por el contrario, raras veces se le dirigían por el nombre de pila; los tories preferían privarlo de la mitad de su apellido y llamarlo simplemente «George». Churchill afirmaba ser uno de los pocos que lo llamaban David. Pero esta forma de dirigirse a él no aparece en una carta hasta el otoño de 1910, después de que Churchill se hubiera alojado con él en Criccieth House. Las cartas puede que no cuenten toda la historia, pues a principios de 1914 Churchill afirmó que, durante diez años, habían estado tan unidos que apenas había pasado un solo día sin que charlaran una hora. «Qué aburridos deben de ser los dos», fue la espléndida respuesta de Augustus Birrell a esta información. A Asquith, fuera de su familia, nunca se le dirigían como Herbert, su supuesto nombre de pila. Todos sus colegas lo llamaban Asquith o primer ministro o HHA o, últimamente, El jefe. Su segunda esposa lo llamaba por el segundo nombre de Henry, que le parecía más elegante.
4. Boothby, Recollections of a Rebel, p. 52.
5. CV, II, 2 pt, p. 755.
6. La importancia de la primera consideración es que 1908-1909 fue un período de lo que entonces se denominaba «mal comercio» pero que actualmente se llamaría «recesión económica». El desempleo casi se duplicó hasta llegar al 7,2 por 100 y casi todo el regateo industrial era sobre cuánta reducción de salarios era aceptable y no sobre los aumentos salariales. El Gobierno (salvo quizá por Churchill) observaba estos acontecimientos adversos con pesar pero sin aceptar la responsabilidad de ellos. Incluso Lloyd George, en su innovador presupuesto de 1909, habló de «mal comercio» como si fuera mucho más un acto de Dios que algo de lo que debería o podría ocuparse el Gobierno. El punto de vista de Churchill sobre la Cámara de los Lores se basaba en que la segunda cámara había destruido los principales proyectos de ley «políticos» de las dos primeras sesiones del nuevo Parlamento, el de educación y el regulador de la venta y consumo de alcohol. Ninguno de los dos era particularmente popular salvo entre los activistas liberales no conformistas. Por otro lado, los Lores no habían interferido en el proyecto de ley de las Disputas de Comercio, que daba a los sindicatos una inmunidad a la ley que habría horrorizado a Mrs. Thatcher (y en la época medio horrorizó a Asquith y a Haldane). Hasta el rechazo del presupuesto de 1909, los pares elegían atentamente, y un poco cínicamente, sus objetivos, importándoles más el populismo que la independencia ciega.
7. Ibid., p. 863.
8. N. y J. MacKenzie (eds), Diary of Beatrice Webb, II, pp. 287-288.
9. Compárese la carta de Churchill a Asquith de veintiún meses más tarde.
10. Ibid., pp. 326-327.
11. Ibid., III, pp. 100-101.
12. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 21.
13. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 308.
14. Ibid., p. 305.
15. Ibid., pp. 205-316.
16. CV, II, 2 pt, p. 967.
17. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 282.
18. CV, II, 2 pt, p. 814.
19. Ibid., p. 813.
20. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 515.
21. CV, II, 2 pt, p. 943.
22. Spender y Asquith, Life of Lord Oxford and Asquith, I, p. 254.
23. Ibid., p. 254.
24. CV, II, 2 pt, p. 88.
25. Ibid., pp. 898-900.
26. Jenkins, Asquith, p. 199.
27. CV, II, 2 pt, p. 906.
28. Grigg, Lloyd George, II, pp. 206-207.
29. Cannadine (ed.), Blood, Toil, Tears and Sweat: Winston Churchill's Famous Speeches, p. 53.
30. Hansard, 5ª serie, vol. 4, cols. 1190-1193.
31. El propio Knollys casi con seguridad lamentó tener que transmitir esta decisión. Al parecer dijo al secretario del Consejo Privado del rey «muy grave y enfáticamente» que creía que los Lores estaban locos. Aquel otoño hubo muchas acusaciones de locura asociadas con el urbano y liberal Knollys. Tres meses antes, Churchill había creído que él y el rey estaban locos. Quizá estas opiniones eran más un indicio del carácter febril de la época que de cordura individual.
32. Ibid., vol. 13, cols. 546-558.
33. Ibid., (Lords), vol. 4, cols. 1190-1193.
34. Scawen Blunt, My Diaries, p. 689.
1. CV, II, 2 pt, p. 914.
2. Ibid., pp. 968-971.
3. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 363.
4. Ibid., p. 365.
5. Ibid., p. 437.
6. CV., II, 2 pt, p. 994.
7. Ibid., p. 1003.
8. Ibid., pp. 1036-1037.
9. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 434.
10. Ibid., pp. 434-436.
11. Ibid., p. 436.
12. Ibid., p. 437.
13. Ibid., 438.
14. Ibid., p. 439.
15. CV, II, 2 pt, p. 1.032.
16. Masterman fue un subsecretario notable, que poseía algunas de las características de Edward Boyle (1923-1981). Ambos eran ministros intelectuales mofletudos, ambos escribían y hablaban bien, ambos eran entusiastas en su política, pero más entregados a sus creencias que a sus carreras; uno era un socialista cristiano en el Partido Liberal y el otro lo mismo en el Partido Conservador. Y ambos murieron jóvenes, en la cincuentena. Asimismo, Masterman no daba demasiada importancia a su carrera, pues fue singularmente desafortunado en ella. En una ocasión lo echaron de su escaño, luego perdió tres elecciones parciales seguidas cuando fue ascendido al Gabinete en 1914 y, al cabo de nueve meses de su humillación, al final tuvo que dimitir. Consiguió un escaño en Manchester en 1923, pero lo perdió un año más tarde. Fue un contemporáneo casi exacto de Churchill a pesar de su papel subordinado. En conjunto, se llevaban bien, aunque Masterman a veces era crítico con la actitud y las creencias de su ministro. Fuera lo que fuera, Churchill no era un socialista cristiano.
17. Hansard, 5ª serie, vol 26, cols. 493-510.
18. CV, II, 2 pt, p. 988.
19. Ibid., p. 973.
20. Ibid., p. 1141.
21. Hansard, 5ª serie, vol. 556, cols. 1141-1151.
22. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 387.
23. Hansard, 5ª serie, vol. 522, cols. 1853-1856.
24. Troup, que al parecer fue un admirable secretario permanente (véase en particular las páginas siguientes), fue responsable de un comentario muy bueno sobre la interacción de Churchill y el Ministerio de Interior: «Una vez a la semana o más a menudo, Mr. Churchill entraba en la oficina trayendo consigo algunos proyectos arriesgados o imposibles, pero al cabo de media hora de discusión seguían siendo arriesgados pero ya no imposibles» (citado en el volumen resumido de Martin Gilbert, Churchill: A Life, p. 225).
25. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, pp. 417-418.
26. Winston S. Churchill, Europe Unite: Speeches, 1947 and 1948, p. 296.
27. CV, II, 3 pt, p. 1466.
28. Ibid., p. 1475.
29. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 343.
30. Jenkins, Asquith, p. 261.
31. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 341.
1. CV, II, 2 pt, p. 1030.
2. Ibid., pp. 1031-1033.
3. Existe cierto misterio en cuanto al momento en que se escribió esta carta. Estaba fechada el 3 de enero (un miércoles) y fue escrita, como varias de las declaraciones más bravuconamente radicales de Churchill, en papel del placio de Blenheim. Pero el 3 de enero, fecha de la escapada de Sidney Street, empezó el día en su casa de Londres y recibió la noticia de la confrontación del East End mientras se encontraba en el baño, lugar en que era frecuente que recibiera importantes noticias, al igual que Blenheim era una plataforma de lanzamiento de sus bombas. Fue entonces al Ministerio de Interior y recibió más información antes de decidir introducirse en el lugar de la acción. También está la cuestión de lo que quería decir con «copiar esta carta». No cabe duda de que deseaba conservar una copia de una comunicación tan importante, pero cabría esperar que delegara esta tarea en Edward Marsh o en algún funcionario inferior. Y si uno de ellos proporcionó la versión que llegó a Asquith, sin duda las abreviaciones que Churchill empleaba para ahorrar tiempo se habrían eliminado.
4. Hansard, 5ª serie, vol. 22, col. 55.
5. CV, II, 2 pt, p. 1172.
6. Ibid., p. 1168.
7. Ibid., p. 1172.
8. Ibid., pp. 1173-1174.
9. Jenkins, Asquith, p. 69.
10. CV, II, 2 pt, p. 1274.
11. Ibid.
12. Ibid., p. 1280.
13. Hansard, 5ª serie, vol. 29, cols. 232-236.
14. Winston S. Churchill, World Crisis, I, p. 31.
15. Grigg, Lloyd George, II, p. 309.
16. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 23.
17. Winston S. Churchill, World Crisis, I, p. 48.
18. Ibid., pp. 6064.
19. Haldane, Autobiography, p. 230.
1. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 48.
2. Winston S. Churchill, World Crisis, I, p. 92.
3. Ibid. p. 70.
4. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 30.
5. Grey of Falloden, Twenty-Five Years, I, p. 238.
6. Margot Asquith, My Autobiography, II, p. 196.
7. Winston S. Churchill, World Crisis, I, p. 62.
8. Ibid., p. 84.
9. Ibid., p. 85.
10. Aquí incluían al irremediablemente discutidor almirante lord Charles Beresford. Beresford había conseguido, en los anteriores treinta y siete años, alternar jefaturas navales cada vez más importantes con estar dentro y fuera de la Cámara de los Comunes y utilizarla como plataforma para incendiarios discursos sobre la política del Almirantazgo. A la sazón (con sesenta y cinco años de edad, era parlamentario por Portsmouth, pero anteriormente lo había sido durante breves períodos por Waterford, St. Marylebone, York y Woolwich, además de ascender en la escala naval hasta comandante en jefe de la Flota del Canal.
11. Ibid., p. 79.
12. Ibid., p. 78.
1. Riddel, More Pages from my Diary, 1908-1914, p. 46.
2. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 555.
3. The Times, 2 julio 1913.
4. Ibid.
5. Nicolson, King George V, p. 210.
6. M. y E. Brock. (eds.), Asquith: Letters to Venetia Stanley, p. 24.
7. Jenkins, Asquith, p. 239.
8. Ibid., p. 253.
9. CV, II, 3 pt, p. 1873.
10. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 43.
11. Esta lista de Asquith, que redactó mitad en broma para diversión de Venetia Stanley, situaba a Crewe en el número uno y a Grey en el número dos. En el caso de Crewe y McKenna al menos, era una indicación ligeramente deprimente de que no causar problemas al primer ministro era una ruta fácil para obtener méritos en el Gabinete. Éste y otros muchos comentarios de Asquith proceden de sus cartas a Venetia Stanley (1887-1948), posteriormente Mrs. Edwin Montague. Era la hija menor de lord Sheffield, como en esta época lord Stanley of Alderley decidió que lo conocieran. Entre 1912 y 1915, ella recibió una gran cantidad de cartas, a la vez románticas y chismosas, del primer ministro. Asquith en raras ocasiones escribía menos de dos o tres veces al día. El anuncio de su compromiso con Montague el 12 de mayo de 1915 no solo puso un brusco fin a esta correspondencia sino que también alteró considerablemente la opinión del primer ministro. Más adelante, Mrs. Montague llegó a ser una amiga íntima, pero no especial, de Churchill, y habitualmente celebraba una cena con motivo del cumpleaños de él.
12. M. y E. Brock (eds.), Asquith: Letters to Venetia Stanley, p. 45.
13. Ibid., passim.
14. Ibid., p. 287.
15. Ibid., p. 140.
16. Jenkins, Asquith, p. 339.
17. M. y E. Brock (eds.), Asquith: Letters to Venetia Stanley, p. 423.
18. Ibid., p. 508.
19. H. H. Asquith, Letters to a Friend, II, p. 53.
20. Ibid., p. 123.
21. CV, II, 3 pt, p. 1859.
22. Jenkins, Asquith, p. 270.
23. Ibid., p. 43.
24. Winston S. Churchill, World Crisis, I, pp. 142-143.
25. CV, II, 3 pt, p. 1389.
26. Belfast Telegraph, 27 enero 1913.
27. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 59.
28. Rhodes James (ed.), Complete Speeches of Winston Churchill, III, p. 2.233.
29. CV, II, 3 pt, p. 1.390.
30. Randolph S. Churchill, Winston S. Churchill, II, p. 563.
31. Winston S. Churchill, World Crisis, I, p. 181.
32. Oxford y Asquith, Fifty Years of Parliament, II, p. 148.
33. M. y E. Brock (eds.), Asquith: Letters to Venetia Stanely, p. 43.
34. CV, II, 3 pt, pp. 1.996-1.997.
35. Ibid., p. 1.997.
36. M. y E. Brock (eds.), Asquith: Letters to Venetia Stanley, pp. 150-151.
1. Threnodia Augustalis, citado por Churchill en World Crisis, I, p. 221.
2. Véase artículo de Richard Ollard sobre Churchill y el poder naval en Blake and Louis (eds.), Churchill.
3. Una de las características de la Administración de Churchill, que persistió hasta y durante la Segunda Guerra Mundial, fue su devoción por las instrucciones escritas. Esto hacía que su pauta de Administración fuera más ordenada de lo que de otro modo habría sido. Era una actitud sorprendente para alguien a quien le gustaba tanto hablar. Por fortuna, era tan elocuente y urgentemente enérgico cuando dictaba y con su propia pluma como cuando conversaba.
4. Winston S. Churchill, World Crisis, I, pp. 239-241.
5. Marder, From the Dreadnought to Scapa Flow, II, p. 82.
6. Winston S. Churchill, World Crisis, I, p. 397.
7. CV, III, 1 pt, p. 250.
8. Ibid., p. 206.
9. Winston S. Churchill, World Crisis, I, p. 338.
10. Ibid., p. 347-348.
11. M. y E. Brock (eds.), Asquith: Letters to Venetia Stanley, pp. 262-263.
12. Gilbert, Winston S. Churchill, III, pp. 133-134.
13. Soames, Clementine Churchill, pp. 113-114.
14. Winston S. Churchill, World Crisis, I, p. 358.
15. CV, III, 1 pt, p. 320.
16. Winston S. Churchill, World Crisis, I, P. 401.
17. Ibid., pp. 502-503.
1. M. y E. Brock (eds.), Asquith, Letters to Venetia Stanley, p. 357.
2. CV, III, 1 pt, p. 344.
3. Ibid.
4. Ibid., p. 814.
5. Morris, Fisher’s Face, p. 214.
6. Pottle (ed.), Champion Redoubtable: The Diaries and Letters of Violet Bonham Carter, 1914-1945, p. 51.
7. Morris, Fisher’s Face, p. 58.
8. CV, III, 2 pt, pp. 906-907.
9. Ibid., 1 pt, p. 319.
10. Ibid., 2 pt, pp. 885-886.
11. Winston S. Churchill, World Crisis, I, p. 460.
12. Morris, Fisher’s Face, p. 211.
13. M. y E. Brock (eds.) Asquith: Letters to Venetia Stanley, p. 405.
14. Hankey, Supreme Command, p. 293.
15. M. y E. Brock (eds.), Asquith: Letters to venetia Stanley, p. 390.
16. CV, III, 1 pt, p. 313.
17. Winston S. Churchill, World Crisis, II, p. 48.
18. Ibid. p. 235.
19. CV, III, 1 pt, p. 764.
20. Ibid., p. 770.
21. Winston S. Churchill, World Crisis, II, p. 305.
22. Ibid.
23. Ibid., p. 505.
24. Ibid., p. 489.
25. M. y E. Brock (eds.), Asquith: Letters to Venetia Stanley, p. 415.
26. Ibid., p. 436.
27. Ibid., p. 450.
28. Ibid., p. 449.
29. Papeles de Margot Asquith.
30. CV, III, 1 pt, p. 504.
31. Ibid., p. 495.
32. Ibid., p. 645.
33. Edwin Montagu (1879-1924), un rico liberal, inició su carrera política con cuatro años como secretario parlamentario particular de Asquith y la finalizó con cinco años como ministro de Lloyd George para la India. En el intervalo se casó con Venetia Stanley.
34. M. y E. Brock (eds.), Asquith: Letters to venetia Stanley, p. 546.
35. El objeto era el algo fantasioso de dar ejemplo a los obreros de las municiones que bebían, cuyo excesivo consumo estaba produciendo un efecto nocivo sobre la producción, en particular en zonas de gran concentración de fábricas de artillería, sobre todo en torno a Carlisle. Lloyd George, que temporalmente se obsesionó con el tema, engatusó a Haldane y a Kitchener para que realizaran esa promesa. El primer ministro creía que Haldane sufrió una marcada disminución de energía y espíritu como consecuencia de ello. Cuando seis semanas después fue excluido del Gobierno, se consideró dispensado de su compromiso y recibió un poco de consuelo por la pérdida del Woolsack. Kitchener, bastante tristemente, siguió con su sacrificio hasta su muerte poco más de un año después. Asquith, al igual que Churchill, no reparó para nada en el gesto, e incluso Lloyd George, del que se sabe que siempre bebió poco, se consideró con hábil oportunismo exento de su propio plan. El pobre rey se quedó prácticamente solo para sufrir sin alcohol durante tres años y medio hasta el armisticio.
36. CV., III, 1 pt, pp. 776-777.
37. Winston S. Churchill, World Crisis, II, p. 350.
38. Ibid., p. 351.
39. Ibid., p. 357.
40. Ibid., p. 358.
41. Ibid., p. 559.
42. Es curioso que Fisher, que carecía de educación formal casi tanto como Churchill, citara al antiguo Master of Balliol, en particular dado que esta frase suele atribuirse a Disraeli.
43. CV, III, 2 pt, p. 887.
44. Morris, Fisher’s Face, p. 216.
45. Pottle (ed.), Champion Redoubtable: The Diaries and Letters of Violet Bonham Carter, 1914-1945, p. 51.
46. CV, III, 2 pt, pp. 893-894.
47. Pottle (ed.), Champion Redoubtable: The Diaries and Letters of Violet Bonham Carter, 1914-1945, p. 52.
48. Winston S. Churchill, World Crisis, II, p. 364.
49. Jenkins, Asquith, p. 360.
50. Winston S. Churchill, World Crisis, II, p. 366.
51. CV, III, 2 pt, p. 901.
52. Ibid., p. 898.
53. Ibid., 2 pt, p. 919.
54. Ibid.
55. Ibid., pp. 919-920.
56. Ibid., p. 921.
57. Ibid., p. 932.
58. Ibid., p. 925.
59. Ibid., 926.
60. Ibid., pp. 926 y 927.
61. Ibid., p. 927.
1. Gilbert, Winston S. Churchill, III, p. 457.
2. Ibid., p. 473.
3. Rhodes James (ed.), Complete Speeches of Winston Churchill, III, p. 2348.
4. CV, III, 2 pt, p. 1.042.
5. Winston S. Churchill, Thoughts and Adventures, p. 307.
6. CV, III, 2 pt, p. 1.033.
7. Ibid., p. 1.099.
8. Ibid., p. 1.098.
9. Ibid., p. 1.180.
10. Ibid., p. 1.193.
11. Ibid., p. 1.140.
12. Ibid., p. 1.158.
13. Ibid., p. 1.191.
14. Ibid., p. 1.196.
15. Ibid., p. 1.233.
16. Ibid., p. 1.244.
17. Ibid., pp. 1.249-1.250.
18. Ibid., p. 1.272.
19. Ibid.
20. Hansard, 5º serie, vol. 75, cols. 1.514-1.515.
21. Ibid., col. 1.570.
22. Violet Bonham Carter, Winston Churchill as I Knew Him, pp. 429-430.
1. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 113.
2. Ibid., p. 137.
3. Ibid., p. 118.
4. Winston S. Churchill, Thoughts and Adventures, p. 101.
5. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 115.
6. Ibid., pp. 117-119.
7. Ibid., p. 164.
8. Ibid., p. 120.
9. Ibid., p. 130.
10. Ibid., p. 116.
11. Ibid., p. 127.
12. Ibid., p. 125.
13. Ibid., p. 124.
14. Gilbert, Winston S. Churchill, III, p. 4 12.
15. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 133.
16. Ibid., p. 137.
17. Ibid., p. 150.
18. Ibid., p. 168.
19. Ibid., p. 125.
20. Ibid., p. 139.
21. Ibid., p. 129.
22. Gilbert, Winston S. Churchill, III, p. 625.
23. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 148.
24. Gibb, With Winston Churchill at the Front.
25. Gilbert, Winston S. Churchill, III, p. 632.
26. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 114.
27. Ibid., p. 178.
28. Ibid., p. 166.
29. Ibid., pp. 197-198.
30. Violet Bonham Carter, Winston Churchill as I Knew Him, p. 449.
31. Hansard, 71 Serie, vol. 80, col. 1.430.
32. Ibid., cols 1.442-1.443.
33. Ibid., cols. 1.570-1.573.
34. Ibid., col. 1.575.
35. CV, III, 2 pt, p. 1.444.
36. Violet Bonham Carter, Winston Churchill as I Knew Him, p. 452.
37. Ibid., pp. 454-455.
38. CV, III, 2 pt, p. 1.450.
39. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 195.
1. Hansard, 5ª serie, vol, 82, col. 1.589.
2. CV, III, pt 2, pp. 1.530-1.531.
3. Ibid., p. 1.530.
4. Ibid., p. 1.531.
5. Ibid., p. 1.543.
6. Ibid., p. 1.542.
7. Ibid., p. 1.570.
8. Ibid., p. 1.578.
9. Gilbert, Winston S. Churchill, III, p. 793.
10. Este retrato algo formal tuvo una cargada historia posterior. Churchill tenía que descubrirlo durante su permiso de marzo de 1916. Pero canceló la ocasión en favor de su actividad política frenética aunque sin éxito. Quizá debido a ese trato desdeñoso, así como su cambio de dirección hacia la inaceptabilidad liberal, el cuadro, que había permanecido visible pero no se descubrió formalmente hasta 1921, fue empaquetado y almacenado. En 1941, como gesto ecuménico (por ambas partes), no solo fue resucitado sino que personalmente lo descubrió, veinticinco años más tarde, Churchill, cuando se hallaba en la cima de su prestigio. Actualmente rivaliza con Gladstone, Asquith y Lloyd George por dominar el vestíbulo del club.
11. Beaverbrook, Politicians and the War, p. 489.
12. Ibid., pp. 492-493.
13. Lloyd George, War Memories, I, pp. 635-636.
14. Ibid., p. 636.
15. Winston S. Churchill, World Crisis, III, pp. 253-254.
16. CV, IV, 1 pt, p. 64.
17. Winston S. Churchill, Great Contemporaries, p. 293.
18. Taylor (ed.), Lloyd George: A Diary by Frances Stevenson, p. 158.
1. Rhodes James (ed.), Complete Speeches of Winston Churchill, III, p. 2.565.
2. Su rival más próximo en este aspecto fue Gladstone, cuya vida parlamentaria coincidió dos años con la de Churchill, que tenía en común con él su cambio de partido y cuya capacidad para suscitar controversias corría pareja a la de Churchill. Pero Gladstone se presentó solo a dieciséis elecciones, a menos que se añadan las dos ocasiones en que fue elegido espontáneamente para un segundo distrito electoral mientras hacía campaña en otro: Greenwich y South-East Lancashire en 1868 y Leeds y Midlothian en 1880. En el primer caso, necesitaba el distrito electoral «de apoyo», pues fue derrotado en Lancashire. En el segundo caso no era así, de modo que se limitó a ceder Leeds a su ya mencionado hijo menor, Herbert, que lo conservó durante treinta años, llegando a ser chief whip liberal y ministro de Interior. En la época de Churchill, semejante pluralismo había dejado de ser posible.
3. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 207.
4. Gilbert, Winston s. Churchill, IV, p. 79.
5. Winston S. Churchill, World Crisis, III, 2 pt, p. 423.
6. Gilbert, Winston S. Churchill, IV, p. 92.
7. Ibid., pp. 9394.
8. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 206.
9. Ibid., pp. 208-209.
10. Gilbert, Winston S. Churchill, IV, p. 159.
11. Ibid., pp. 159-160.
12. CV, IV, 1 pt, p. 408.
13. Ibid., pp. 408-410.
14. Ibid., p. 410.
15. Winston S. Churchill, World Crisis, III, pt 2, p. 541.
16. CV, IV, 1 pt, p. 437.
17. Gilbert, Winston S. Churchill, IV, p. 173.
18. CV, IV, 1 pt, p. 429.
19. Ibid..
20. Ibid., p. 437.
21. Ibid., pp. 443-447.
1. Winston S. Churchill, World Crisis, V, p. 263.
2. Ibid., p. 24.
3. Gilbert, Winston S. Churchill, IV, pp 365-366.
4. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 227.
5. Ibid., pp. 234-235.
6. Ibid., p. 227.
7. Ibid., p. 256.
8. Ibid., p. 225.
9. Ibid., p. 239.
10. Soames, Clementine Churchill, pp. 218-219.
11. CV, IV, 2 pt, p. 1420.
12. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 232.
13. Winston S. Churchill, World Crisis, V, pp. 289-290.
14. Las reuniones del Gabinete lejos de Londres, donde la sala del primer ministro en la Cámara de los Comunes ocasionalmente sustituye a Downing Street, son muy poco frecuentes. En 1966 participé en una de estas pocas, que tuvo lugar en el Grand Hotel de Brighton. Fue una reunión peculiarmente insatisfactoria.
15. Hansard, 5ª serie (Lords), vol. 48, col. 204.
16. Winston S. Churchill, World Crisis, V, p. 348.
17. Ibid., p. 349.
18. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 246.
19. Ibid., pp. 247-248.
20. Ibid., p. 249.
21. CV, IV, 3 pt, p. 1.666-1.667.
22. Ibid., 2 pt, p. 1.053.
1. CV, IV, 3 pt, p. 2.126.
2. Ibid., p. 2.100n.
3. Ibid., p. 2.094.
4. Ibid., pp. 2.095-2.096.
5. Ibid., p. 2.100.
6. Gilbert, Winston S. Churchill, IV, p. 880.
7. Patterson, Churchill: A Seat for Life, pp. 238-239.
8. Gilbert, Winston S. Churchill, IV, p. 875.
9. Egremont, Under Two Flags: The Life of Sir Edward Spears, p. 104.
10. Patterson, Churchill: A Seat for Life, p. 235.
11. Gilbert, Winston S. Churchill, IV, p. 886.
12. Ibid., p. 887.
13. Winston S. Churchill, Thoughts and Adventures, p. 213.
14. Gilbert, Winston S. Churchill, IV, p. 892.
15. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 268.
16. Ibid., p. 273.
17. Sin duda debido a su participación en el Tratado de Irlanda conservó a un detective de Scotland Yard [el sargento Thompson] durante estos dos años que pasó fuera del Parlamento y del poder.
18. Ibid., p. 281.
19. CV, V, 1 pt, p. 55.
20. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 271.
21. Ibid.
22. Gilbert, Winston S. Churchill, V, pp. 15-16.
23. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 271.
24. CV, V, 1 pt, p. 82.
25. Pethick-Lawrence, Fate Has Been Kind, p. 129.
26. CV., V, 1 pt, pp. 92-94.
27. Ibid., pp. 97-98.
28. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 280.
29. CV, V, 1 pt, p. 120.
30. Winston S. Churchill, Thoughts and Adventures, p. 213.
31. Randolph S. Churchill, Lord Derby, p. 82.
32. Salvidge, Salvidge of Liverpool.
33. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 278.
1. Jones, Whitehall Diary, I, p. 303.
2. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 163.
3. CV, V, 1 pt, pp. 268-269.
4. Ibid., p. 280.
5. Ibid., p. 286.
6. Ibid., p. 304.
7. Ibid., p. 412.
8. Ibid., p. 316.
9. Ibid., p. 356.
10. Ibid., pp. 533-534.
11. Ibid., pp. 530-531.
12. Ibid., pp. 430-432 (no palabras de Churchill sino atribuidas a él por el subsecretario permanente del Foreign Office en una nota preparada para Austen Chamberlain).
13. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 94.
14. Ibid., p. 95.
15. Ibid.
16. CV., V, 1 pt, p. 411.
17. Ibid., pp. 437-438.
18. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 103.
19. Hansard, 5ª serie, vol. 183, col. 71.
20. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 118.
21. CV, V, 1 pt, p. 358.
22. Rhodes James (ed.), Complete Speeches of Winston Churchill, IV, p. 3.818.
23. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 145.
24. Hansard, 5ª serie, vol. 183, col. 69.
25. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 140.
26. CV, V, 1 pt, p. 708.
27. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 161.
28. Hansard, 5ª serie, vol. 197, col. 2.218.
29. Middlemas and Barnes, Baldwin, p. 432.
30. Jones, Whitehall Diary, II, p. 88.
31. CV, V, 1 pt, pp. 984-985.
32. Hansard, 5ª serie, vol. 205, col. 59.
33. CV, V, 1 pt, p. 986.
34. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 236.
35. Barnes and Nicholson (eds.), Leo Amery Diaries, I, pp. 542-543.
36. Soames (ed.), Speaking for Themselves, pp. 315-316.
37. CV, V, 1 pt, pp. 1.328-1.329.
1. CV, V, 1 pt, p. 1.469.
2. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 332 (referencia despreciativa a Austen Chamberlain omitida en esta versión publicada).
3. Jones, Whitehall Diaries, II, p. 186.
4. CV, V, 1 pt, p. 1.333.
5. Ibid., 2 pt, p. 36.
6. Barnes and Nicholson (eds.), Leo Amery Diaries, I, p. 49.
7. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 337.
8. Ibid., p. 341.
9. Ibid., p. 345.
10. Ibid., p. 349.
11. CV., V, 2 pt, p. 133.
12. Ibid., p. 140.
13. Ibid., p. 141.
14. Ibid., p. 331.
1. Rhodes James, Churchill: A Study in Failure, p. 181.
2. CV, V, 2 pt, p. 192.
3. Ibid., pp. 193-194.
4. Rhodes James, Churchill: A Study in Failure, p. 299.
5. CV, V, 2 pt, p. 293.
6. Ibid., p. 254.
7. Ibid., p. 257.
8. Ibid., p. 280.
9. Ibid., p. 280n.
10. Ibid., p. 307.
11. Ibid., p. 274.
12. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 354.
13. Ibid., p. 356.
14. CV, V, 2 pt, p. 302.
15. Ibid., p. 307.
16. Ibid., p. 308.
17. Hansard, 5ª serie, vol. 231, col. 1.306.
18. Ibid., vol. 249, col. 1.426.
19. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1930-1939, p. 82.
20. CV, V, 2 pt, p. 339.
21. Ibid., p. 265.
22. Ibid., p. 348.
23. Me resulta confuso el relato que hace Martin Gilbert del accidente, aunque Gilbert casi siempre es admirablemente preciso. La Quinta Avenida, a diferencia de hoy en día, entonces era de doble sentido. Como paró el taxi en el lado del parque, el tráfico adyacente habría ido hacia abajo, y si él miró a la izquierda, como Gilbert dice erróneamente que hizo, habría sido la dirección correcta en la primera etapa del cruce. Quizá debería haber mirado en ambas direcciones, pues fue en la segunda etapa cuando fue arrollado por un coche, que no era un taxi, como se ha escrito comúnmente, que subía. Su error debió de consistir, por lo tanto, en que no miró en ambas direcciones y no se puede atribuir fácilmente a la mala costumbre de los norteamericanos de conducir por la derecha. En cualquier caso, sufrió un fuerte golpe y, valientemente, sostuvo ante el policía que en seguida llegó que había sido por completo culpa suya. Debido a ello, el agresor accidental, que era un camionero italoamericano temporalmente en paro, no solo visitó a Churchill al hospital sino que también asistió, más allá del sentimiento de culpa o del deber, a la primera conferencia que dio Churchill al reanudar la gira, en Brooklyn, el 28 de enero.
24. Ibid., p. 382.
25. Ibid., p. 383.
26. Ibid., p. 396.
27. Ibid., p. 393.
28. Ibid., p. 407.
29. Ibid., p. 394n.
1. CV, V, 2 pt, p. 412.
2. Ibid., p. 374.
3. Ibid., p. 276.
4. Ibid., p. 518.
5. Ibid., p. 601.
6. Winston S. Churchill, Marlborough, I, p. 144.
7. Ibid., p. 258.
8. Ibid., p. 52.
9. Ibid., p. 117.
10. CV., V, 2 pt, p. 566.
11. Ibid., p. 532.
12. Duff Cooper, Old Men Forget, p. 171.
13. CV., V, 2 pt, p. 566.
14. Ibid., pp. 595-596.
15. Ibid., pp. 602-603.
16. Actas de las Pruebas del Comité de Privilegios, junio de 1934.
17. CV, V, 2 pt, p. 809.
18. Hansard, 5ª serie, vol. 209, cols 1.736-1.747.
19. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 399.
20. CV., V, 2 pt, p. 1129.
21. Hansard, 5ª serie, vol. 302, cols 1.925-1.934.
1. Winston S. Churchill, Second World War, V, p. 675.
2. Hansard, 5ª serie, vol. 201, col. 666.
3. Winston S. Churchill, Second World War, I, p. 62.
4. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1930-1939, p. 284.
5. Pelling, Winston Churchill, p. 384.
6. Hansard, 5ª serie, vol 310, col. 1.526.
7. Winston S. Churchill, Second World War, I, p. 65.
8. Ibid.
9. El 9 de febrero, la Sociedad de la Unión de Oxford, un club de debate autónomo y famoso históricamente dentro de la universidad, había aprobado por 275 votos a 153 la moción de «que esta Cámara declina luchar por Rey o País».
10. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 456.
11. Hansard, 5ª serie, vol. 287, cols. 394-485.
12. Self (ed.), Austen Chamberlain Diary Letters, p. 499.
13. Ibid.
14. Soames (ed.) Speaking for Themselves, p. 402.
15. Self (ed.), Austen Chamberlain Diary Letters, p. 499.
16. Hansard, 5ª serie, vol. 292, cols.
2.363-2.377.
17. Ibid., vol. 295, cols. 857-872.
18. Taylor (ed.), Lloyd George: A Diary bay Frances Stevenson, p. 294.
1. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 675.
2. CV, V, 2 pt, p. 1.364.
3. Winston S. Churchill, Arms and the Covenant, p. 253.
4. Taylor, English History, 1914-145, p. 377.
5. CV, V, 2 pt, p. 1.203.
6. Winston S. Churchill, Second World War, I, p. 133.
7. Winston S. Churchill, Arms and the Covenant, p. 253.
8. The Times, 12 septiembre de 1935.
9. Maxine Elliott reunió su fama y su dinero como actriz norteamericana en los primeros años del siglo XX. En aquella época era una animada grande dame de la sociedad internacional del período eduardiano tardío y de entreguerras. Ya en 1915 Louis Spears, que se tropezó con ella en Picardy, donde se ocupaba de refugiados belgas en un barco del Canal, la describió como «una mujer agradable y lista, debió de ser muy hermosa». Egremont, Under Two Flags, p. 44.
10. Winston S. Churchill, Second World War, I, p. 135.
11. CV., V, 2 pt, p. 1.279.
12. Ibid., p. 1.324.
13. Ibid., pp. 1.348-1.350.
14. La urgencia del mensaje de Randolph al parecer le hizo inventar partidarios. «Comandante» podía ser Desmond Morton, pero Samurai escapa a toda interpretación. Martin Gilbert omite estos dos misteriosos nombres cuando cita el párrafo. Quizá la oficina de telégrafos de Barcelona convirtió Sandys en Samurai.
15. Ibid., p. 1.353.
16. Ibid., 3 pt, p. 18.
17. Ibid., p. 37.
18. Ibid.
19. Sherriff, No Leading Lady.
20. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 414.
21. Rhodes James (ed.), Complete Speeches of Winston Churchill, VI, p. 5894.
22. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1930-1939, p. 252.
23. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 417.
24. CV, V, 3 pt, p. 392.
25. Ibid, p. 353.
26. Ibid., p. 108.
27. Ibid., pp. 387-388.
28. Ibid., p. 370.
29. Ibid., p. 363.
30. Ibid., 362.
31. Hansard, 5ª serie, vol. 317, cols. 1.098-1.118.
32. Ibid., col. 1.144.
33. Rose (ed.), Baffy: The Diaries of Blanche Dugdale, 18 noviembre de 1936.
34. CV, V, 3 pt, p. 452.
35. Citrine, Men and Work, pp. 356-357.
36. CV, V, 3 pt, pp. 455-456.
37. Ibid., p. 457.
38. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1930-1939, p. 284.
39. Barnes and Nicholson (ed), Leo Amery Diaries, II, p. 430.
40. CV, V, 3 pt, p. 465.
41. Ibid., pp. 466-472.
42. Ibid., pp. 480-481.
43. Hansard, 5ª serie, vol. 318, col. 2.189-2.191.
44. CV, V, 3 pt, p. 521.
1. CV, V, 3 pt, p. 822.
2. Ibid., p. 619.
3. Ibid., p. 709.
4. Ibid., p. 517.
5. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 426.
6. Fue necesaria la intervención personal de Churchill para que Revesz fuera admitido en Gran Bretaña en octubre de 1939 y luego para que le concedieran la nacionalidad (con notable rapidez) en febrero de 1940. El Deuxième Bureau francés informó de que era un «propagandista pro nazi muy sospechoso», al parecer basándose en el argumento algo retorcido de que vivía con la hermana del editor del periódico comunista L’Humanité. Esto fue motivo de una airada carta de Churchill a sir Vernon Kell, el jefe del MI5.
7. CV, V, 3 pt, p. 787.
8. Ibid., p. 166.
9. Rose (ed.), Baffy: The Diaries of Blanche Dugdale, 27 febrero de 1937.
10. CV, V, 3 pt, p. 188.
11. Winston S. Churchill, Second World War, I, p. 201.
12. CV, V, 3 pt, p. 673.
13. Ibid., pp. 767-768.
14. Rhodes James (ed.), Complete Speeches of Winston Churchill, VI, p. 5.894.
15. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1930-1939, p. 332.
16. Winston S. Churchill, Second World War, I, pp. 211-212.
17. CV, V, 3 pt, p. 973.
18. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 436.
19. Ibid., p. 433.
20. Edouard Herriot (1872-1957) fue un destacado socialista radical desde que fue primer ministro por primera vez en 1924 hasta su muerte. Debido en parte a que no ocupaba ningún cargo, aunque era presidente de la Asamblea Nacional durante el período previo al desastre, su reputación sobrevivió mejor que la de la mayoría de sus compañeros políticos franceses.
21. Edouard Daladier (1884-1970), otro socialista radical que también había sido ministro ya en 1924, tuvo la mala fortuna de hallarse en la cima del poder en el peor momento posible. Fue primer ministro de 1938 a 1940, tuvo la sensatez de parecer abatido ante Munich pero no fue un mejor líder de guerra que Chamberlain. Fue sustituido por Reynaud tres meses antes de la caída de Francia.
22. CV., V, 3 pt, pp. 951-952.
23. Ibid, pp. 963-964.
24. Daily Telegraph, 26 julio de 1938.
25. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 436.
26. CV, V, 3p t, p. 1.104.
27. Ibid., pp. 1.124-1.125.
28. Ibid., p. 1.129.
29. Ibid., p. 1.089.
30. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 978n.
31. CV., V, 3 pt, p. 1.156.
32. Gilbert, Winston S. Churchill, V, pp. 986-987.
33. CV, V, 3 pt, p. 1.156.
34. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1930-1939, p. 367.
35. Ibid., pp. 363-364.
36. Ibid., p. 372.
37. Coote, Editorial, pp. 173-174.
38. CV., V, 3 pt, p. 1.189n.
39. Hansard, 5ª Serie, vol. 339, cols. 360-370.
40. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 1.002.
1. CV, V, 3 pt, pp. 1.229-1.230.
2. Ibid., p. 1.210.
3. Ibid., p. 1.213.
4. Ibid., pp. 1.232-1.233.
5. Gilbert, Winston S. Churchill, V, p. 1.015.
6. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1930-1939, p. 383.
7. CV., V, 3 pt, p. 1.239.
8. Ibid., p. 1.270.
9. Ibid., pp. 1.204-1.205.
10. Hansard, 5ª serie, vol. 341, col. 1.196.
11. CV, V, 3 pt, p. 1.302.
12. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1930-1939, p. 382.
13. CV, V, 3 pt, p. 1.316.
14. Ibid., p. 1.325.
15. Ibid., p. 1.402.
16. Ibid., p. 1.455.
17. Ibid., p. 1.464.
18. Macmillan, Winds of Change, p. 592.
19. CV., V, 3 pt, p. 1.439.
20. Ibid., p. 1.461.
21. Ibid., p. 1.475.
22. Hansard, 5ª serie, vol. 339, co. 361.
23. Anotación no publicada en el diario de Harold Nicolson del día 25 de abril de 1939, Balliol College, Oxford.
24. CV, V, 3 pt, p. 1.622.
25. Ibid., p. 1.622.
26. Ibid., p. 1.463.
27. Ibid., p. 1.406.
28. Hansard, 5ª serie, vol. 347, cols. 1.840-1.849.
29. Colville, Fringes of Power, p. 404.
30. Hansard, 5ª serie, vol. 347, cols. 1.840-1.849.
31. CV, V, 3 pt, p. 1.456.
32. Ibid., p. 1.545.
33. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 451.
34. CV, V, 3 pt, pp. 1.592-1.593.
35. Ibid., p. 1.597.
36. Ibid., pp. 1.169 y 1.232.
37. Ibid., p. 1.591.
1. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diary and Letters, 1930-1939, pp. 421-422.
2. Thompson, I Was Churchill’s Shadow, p. 20.
3. War Papers, I, p. 187.
4. Ibid., p. 153.
5. Ibid., p. 146.
6. Ibid., p. 128.
7. Winston S. Churchill, Second World War, I, pp. 388-389.
8. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Letters and Diaries, 1939-1945, p. 37.
9. Cartland, Ronald Cartland, p. 232.
10. War Papers, I, p. 160.
11. Colville, Fringes of Power, p. 29.
12. War Papers, I, p. 195.
13. Ibid., p. 304.
14. Ibid., p. 358.
15. Colville, Fringes of Power, pp. 50-51.
16. Rhodes James (ed.), Chips, p. 220.
17. War Papers, I, p. 100.
18. Winston S. Churchill, Second World War, I, p. 392.
19. War Papers, I, p. 312.
20. Winston S. Churchill, Second World War, I, p. 392.
21. War Papers, I, pp. 369-370.
22. Ibid., p. 505.
23. Thompson, I Was Churchill’s Shadow, p. 25.
24. CV, V,, 3 pt, p. 571.
25. Thompson, I Was Churchill Shadow., p. 25.
26. Ibid., pp. 2627.
27. War Papers, I, p. 611.
28. Ibid., pp. 611-612.
29. Stephen Roskill, en su obra Churchill and the Admirals, p. 118, en conjunto una autoridad aunque en ocasiones polémica, dice que Churchill solo se convenció de esta opinión a raíz de una discusión directa con el almirante Forbes, el comandante en jefe de la Flota Nacional, en el Nelson el 31 de octubre. Sin embargo, esto es completamente incompatible con su ya citada nota de los «Capitanes de la puerta» de dos días antes. Los recuerdos históricos orales son manifiestamente inexactos, pero incluso los datos escritos tienen la fea costumbre de contradecirse entre sí con bastante frecuencia.
30. Ibid., p. 244.
31. Gilbert, Winston S. Churchill, VI, pp. 67-68.
32. War Papers, I, p. 553.
33. Ibid., p. 555.
34. Ibid., p. 642.
35. Ibid., p. 652.
36. Ibid., pp. 667-675.
37. Ibid., p. 689.
38. Ibid., p. 690.
1. Spears, Assignment to Catastrophe, I, p. 97.
2. Ibid., p. 99.
3. Colville, Fringes of Power, p. 95.
4. Spears, Assignment to Catastrophe, I, p. 100.
5. War Papers, I, pp. 922-923.
6. [Sir] Frank Roberts (1907-1997), a veces conocido como El ratón eléctrico, posteriormente fue embajador en Moscú y Bonn.
7. (Sir) Roger Makins (1904-1996), posteriormente fue embajador en Washington, secretario permanente del Tesoro y lord Sherfield.
8. Sir William (posteriormente lord) Strang (1893-1978), fue subsecretario permanente del Foreign Office.
9. Sir Alexander Cadogan (1884-1968), fue subsecretario permanente en 1938-1946, luego embajador en las Naciones Unidas y, posteriormente, presidente de la BBC.
10. Después de todo, el informe de Sumner Welles a Roosevelt fue menos favorable de lo que aquí se da a entender. Dijo que Churchill era «inestable, bebe demasiado». Sin duda, la conversación de tres horas precisó de mucha bebida. Según Five Days in London, p. 72, del profesor Lukacs, este informe fue un factor para que Roosevelt no depositara toda su confianza en el liderazgo de Churchill al menos durante ese crucial mes de mayo.
11. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 70.
12. Colville, Fringes of Power, p. 101.
13. Ibid., p. 102.
14 Hansard, 5ª serie, vol. 360, cols. 1.073-1.086.
15. Ibid., cols. 1.094-1.130.
16. Barnes and Nicholson (eds.), Leo Amery Diaries, I, p. 592.
17. Hansard, 5ª serie, vol. 360, cols. 1.250-1.283.
18. Ibid., col. 1.283.
19. Ibid., cols. 1.320-1.329.
20. Rhodes James (ed.), Chips, p. 246.
21. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 79.
22. Pimlott (ed.), Political Diary of Hugh Dalton, 1918-1940, 1945-1951, p. 342.
23. Entre ellos, y junto con Quintin Hogg, uno de los dos únicos de los cuarenta y uno que sobrevivieron hasta el siglo XXI, se encontraba John Profumo, quien inesperadamente, casi para él mismo, votó con este bando crucial. Entonces tenía veintitrés años y había sido elegido sin mucha oposición como candidato pro Chamberlain en unas elecciones parciales de Northamptonshire en abril. En aquella época servía en una unidad del Ejército estacionada en las afueras de Essex. Tenía permiso para ir a Londres veinticuatro horas y participar en la votación, aunque, como le oí contar una vez en una fascinante descripción del acontecimiento, la mayoría de los demás oficiales creían que su principal propósito era ir a un club nocturno y no a la Cámara de los Comunes. En realidad hizo ambas cosas, pero la Cámara de los Comunes fue primero. De pronto, al final del debate, cuando se había convocado la división, creyó su deber, en interés de su país y su regimiento, votar contra el Gobierno. Fue una decisión atrevida e incluso noble. A la mañana siguiente, con los ojos un poco hinchados tras la segunda de sus actividades nocturnas, fue llamado a presencia del capitán Margesson, el temible chief whip. En una denuncia rica en improperios, le dijo que había traicionado todo aquello por lo que había sido elegido, o más bien nombrado, para apoyar. Pero el aspecto de la entrevista que quedó más nítidamente grabado en su recuerdo cuando contaba la historia más de cincuenta años más tarde, era la maldición que Margesson había intentado hacerle. «Y puedo asegurarle esto, despreciable mierdecilla. Cuando despierte todas las mañanas durante el resto de su vida se avergonzará de lo que hizo anoche». Pocas veces una profecía puede haberse condenado tan rápida y completamente. Sin embargo, para mantener cierto sentido de la proporción respecto a la política, es necesario dejar constancia también de que Profumo contó que aquella tarde regresó a su unidad. No estaba seguro de si los demás oficiales lo tratarían como a un héroe o como a un villano. Ni lo uno ni lo otro. El debate y la votación se les había pasado completamente por alto.
24. Winston S. Churchill, Second World War, I, pp. 523-524.
25. Dilks (ed.), Diaries of Sir alexander Cadogan, p. 280.
26. War Papers, I, pp. 1.260-1.261.
27. Ibid., pp. 1.261-1.262.
28. Templewood, Nine Troubled Years, p. 432.
29. Lloyd George creía que Churchill, en 1940, temía a Chamberlain (Lukacs, Five Days in London, p. 22), pero, aunque fuera cierto, era mejor que temer a Hitler, lo que había ocurrido con el propio Lloyd George; el 13 de mayo se negó a entrar en el nuevo Gobierno al creer que las perspectivas de Gran Bretaña eran desesperadas.
30. War Papers, I, pp. 1.285-1.286.
1. War Papers, II, pp. 14-15.
2. El padre del autor, Arthur Jenkins (1882-1946), fue parlamentario laborista por Pontypool, en Monmouthshire, desde 1935 hasta su muerte y un secretario particular inusualmente próximo a Attlee desde 1937 hasta principios de 1945, cuando fue subsecretario en el Gobierno de coalición de Churchill.
3. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 85.
4. Rhodes James (ed.), Chips, p. 252.
5. War Papers, II, p. 22.
6. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 85.
7. Rhodes James (ed.), Chips, p. 252.
8. Colville, Fringes of Power, p. 129.
9. Thompson, Sixty Minutes with Winston Churchill, p. 444.
10. Winston S. Churchill, Second World War, I, pp. 526-527.
11. Colville, Fringes of Power, pp. 133-134.
12. Ibid., p. 138.
13. Churchill heredó de Chamberlain a Colville, trasladado de su departamento madre del Foreign Office, como secretario particular en el número 10 de Downing Street. A pesar de su lealtad a Chamberlain, pronto se convirtió en el secretario particular favorito de Churchill (lo siguió siendo hasta 1955), así como el mejor escritor de diarios de la vida oficial en los años posteriores de Churchill.
14. Ibid., p. 133.
15. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 454.
16. War Papers, II, p. 35.
17. Ibid.
18. Ibid., pp. 110 y 116.
19. Ibid., pp. 156-157.
20. El general sir Hastings («Pug») Ismay se había convertido en el enlace esencial y diplomático entre Churchill como ministro de Defensa y los jefes del Estado Mayor, y lo seguiría siendo durante toda la guerra.
21. Ismay, Memoirs, p. 133.
22. War Papers, II, p. 220.
23. Hansard, 5ª serie, vol. 361, cols. 787-796.
24. War Papers, II, p. 226.
25. Ibid., p. 153.
26. Hansard, 5ª serie, vol. 361, col. 796.
27. Lukacs, Five Days in London., pp. 117-118.
28. War Papers, II, p. 158.
29. En su juventud, John Lukacs (n. 1924) se marchó de Hungría a Estados Unidos y fue profesor en el Chestnut Hill College, Filadelfia. En 1990 publicó The Duel: Hitler v. Churchill y en 1999 Five Days in London, May 1940.
30. Lukacs, Five Days in London, pp. 115-116.
31. Ismay, Memoirs, p. 131.
32. Birkenhead, Halifax, p. 458.
33. Colville, Fringes of Power, pp. 140-141.
34. War Papers, II, pp. 166-167.
35. Ibid., pp. 180-181.
36. Winston S. Churchill, Second World War, II, pp. 87-88.
37. Sir Oswald Mosley había convertido su bastante respetable Nuevo Partido en la Unión Británica de Fascistas en 1932. Estuvo en prisión preventiva primero en la de Brixton y después, junto con su esposa, en Holloway desde 1940 hasta 1943.
38. Pimlott (ed.), Second World War Diary of Hugh Dalton, p. 28.
39. Ibid., p. 28 y n.
40. War Papers, II, p. 185.
41. Ibid.
42. Ibid., p. 187.
43. Ibid.
44. Winston S. Churchill, Second World War, II, p. 157.
1. Esto era cierto, evidentemente pero en modo alguno de forma exclusiva, en el caso del discurso, que, aparte de todo, debe de haber sido parodiado al menos un centenar de veces:
Aunque grandes tramos de Europa y muchos antiguos y famosos Estados han caído o pueden caer en manos de la Gestapo y todo el odioso aparato del Gobierno nazi, no vacilaremos ni desfalleceremos. Iremos hasta el final. Lucharemos en Francia, lucharemos en los mares y océanos, lucharemos con creciente confianza y creciente fuerza en el aire, defenderemos nuestra isla, cueste lo que cueste. Lucharemos en las playas, lucharemos en los campos de aterrizaje, lucharemos en los campos y en las calles, lucharemos en las colinas; nunca nos rendiremos, y aunque, cosa que no creo ni por un instante, esta isla o una gran parte de ella esté subyugada y muerta de hambre, nuestro imperio allende los mares, armado y protegido por la Flota británica, librará la lucha hasta que, si Dios quiere, el nuevo mundo, con todo su poder y fuerza, avance para rescatar y liberar al viejo.
(Hansard, 5ª serie, vol. 361, cols. 787-796.).
2. Rhodes James (ed.), Chips, p. 256.
3. War Papers, II, p. 248.
4. Ibid., pp. 248-249.
5. Ibid., p. 249.
6. Sherwood (ed.), The White House Papers of Harry L. Hopkins, I, p. 145.
7. War Papers, II, p. 294.
8. Ibid., p. 320.
9. Los puertos irlandeses del sur preocupaban a Churchill en esa época. Como se había visto obligado a abandonar su deseo, como Primer Lord del Almirantazgo, de capturar el llamado Tratado Irlandés (véase p. 631-632), en parte debido al efecto causado en la opinión norteamericana, creía que el mejor sustituto podía ser una visita naval estadounidense, que ayudaría a impresionar a los irlandeses con la fuerza de apoyo de los Aliados y a advertir a los alemanes contra una posible invasión vía Irlanda. «También estamos preocupados por Irlanda—telegrafió a Roosevelt el 11 de junio—. Un escuadrón norteamericano en Berehaven estoy seguro que nos haría un bien infinito». (Churchill War Papers, II, p. 285.).
10. Ibid., p. 255.
11. Ibid., p. 333.
12. Ibid., p. 338.
13. Spears, Assignments to Catastrophe, II, pp. 137-138.
14. Eden, Reckoning, p. 116.
15. War Papers, II, p. 305.
16. Ibid., p. 305.
17. Winston S. Churchill, Second World War, II, p. 158.
18. No fue hasta que el Gobierno francés se trasladó a Burdeos cuando el famoso, pero actualmente desaparecido, restaurante Chapon Fin se convirtió en el escenario del último acto de la tragedia de la Tercera República, cuando diferentes grupos políticos y militares y el personal de varias embajadas ocuparon durante unos días las mismas mesas y se encaminaron hacia la catástrofe en medio de un esplendor gastronómico.
19. War Papers, II, p. 349.
20. Ibid., p. 348.
21. Ibid., p. 346.
22. Ibid., p. 359.
23. Dilks (ed.), Diaries of Sir Alexander Cadogan, 18 de junio de 1940.
24. Hansard, 5ª serie, vol. 362, cols. 51-61.
25. Winston S. Churchill, Second World War, II, p. 205.
26. Ibid., p. 211.
27. Winston S. Churchill, Second World War, II, p. 212.
28. Ibid., p. 211.
29. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 103.
30. War Papers, II, pp. 483-484.
31. Colville, Fringes of Power, p. 193.
32. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 103.
33. Rhodes James (ed.), Chips, p. 262.
34. Hansard, 5ª serie, vol. 363, cols. 367-404.
35. Ibid., cols. 1.193-1.194.
36. Pimlott (ed.), Second World War Diary of Hugh Dalton, p. 67.
37. War Papers, II, p. 594.
38. Ibid., p. 595.
39. Ibid., p. 555.
40. Ibid., p. 579.
41. Ibid., p. 514.
42. Ibid.
43. Ibid., p. 493.
44. Pimlott (ed.), Second World War Diary of Hugh Dalton, p. 67.
1. La fuerza relativa del poder aéreo alemán y británico resultaba aún más desconcertante para Churchill en la época de lo que parece ahora. En Navidad y Año Nuevo (1940-1941) pidió prestado un juez (Mr. Justice Singleton) para juzgar y sopesar los datos en conflicto. Singleton llegó a la conclusión, sorprendentemente equilibrada, de que, sobre todo, la superioridad alemana no era más que de cuatro a tres. El «préstamo» de Singleton fue casi la única ocasión durante el núcleo de la guerra en que Churchill se dignó tener algún contacto con el Lord Chancellor Simon, demostrando con ello el éxito que había tenido en hacerle «inocuo», en palabras de Attlee.
2. A Eden le ofrecieron entonces la presidencia del Consejo, pero mostró una ligera preferencia por seguir siendo ministro de Guerra, preferencia que Churchill alentó. Churchill le dijo entonces que el futuro estaba, en cualquier caso, con él (Eden). «Reiteró que ahora era un hombre viejo, que no debía cometer el error de Lloyd George de seguir después de la guerra, que la sucesión debía ser mía» (Eden, The Reckoning, p. 145). En vista de esto, quizá no fue sorprendente que Eden se impacientara cuando, casi una década y media más tarde, la prometida sucesión aún no se había producido.
3. Colville, Fringes of Power, p. 280.
4. Ibid., p. 297.
5. Winston S. Churchill, Second World War, II, pp. 324-325.
6. Valentine, Willesden at War, passim.
7. Ronald Tree (vía Harold Nicolson) escribió que Churchill había dicho «que no era una tarea insuperable, ya que admiraba muchas de las grandes cualidades de Neville. Pero ruego a Dios en su infinita misericordia que no tenga que pronunciar un discurso similar sobre Baldwin. Esto, en realidad, sería difícil». (Nicolson, ed., Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 129.) Esto era ser injusto con Baldwin. Chamberlain provocó más daño y también fue una personalidad menos atractiva y más estrecha de miras.
8. War Papers, II, p. 1017.
9. Eden, Reckoning, p. 175.
10. War Papers, II, pp. 1.068-1.069.
11. Colville, Fringes of Power, p. 283.
12. Ibid.
13. Hansard, 5ª serie, vol. 365, cols. 766-778.
14. War Papers, II, pp. 1.189-1.197.
15. Ibid., p. 816.
16. Ibid.
17. Ibid., p. 883.
18. Ibid., pp. 1.066-1.067.
19. Hansard, 5ª serie, vol. 364, cols. 1.159-1.171.
20. Colville, Fringes of Power, p. 227.
21. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 109.
1. Winston S. Churchill, Second World War, II, p. 539.
2. Colville, Fringes of Power, p. 331.
3. War Papers, III, p. 90.
4. Moran, Winston Churchill, p. 6.
5. Colville, Fringes of Power, p. 332.
6. Sherwood (ed.), White House Papers of Harry L. Hopkins, I, p. 257.
7. Colville, Fringes of Power, p. 417.
8. Con estas palabras concluyen dos estrofas de «Say Not the Struggle Naught Availeth», del poeta victoriano Arthur Hugh Clough, con las que Churchill puso fin a su emisión radiofónica del domingo 27 de abril de 1941. Tras la emisión telefoneó a Violet Bonham Carter para decirle que ella le había leído el poema por primera vez treinta años antes y que desde entonces había permanecido en su memoria.
9. Ibid., p. 375.
10. Churchill había hablado allí por última vez el 7 de mayo, cuando realizó una masiva y agresiva defensa de la política del Gobierno en un momento en que casi todo iba mal. Conservó una admiración incondicional por la vieja sala en la que había actuado durante cuarenta años. Cuando seis semanas más tarde le preguntaron por la reconstrucción, dijo: «No puedo concebir que nadie desee efectuar la más mínima alteración estructural en la Cámara de los Comunes aparte de, quizá, alguna mejora en la ventilación [...]» (Hansard, 5.ª serie, vol. 372, col. 814).
11. Winston S. Churchill, Second World War, III, pp. 307-308.
12. Dilks (ed.), Diaries of Sir Alexander Cadogan, 26 mayo de 1941.
13. War Papers, III, p. 713.
14. Danchev y Todman (eds.), War Diaries, 1939-1945: Field Marshal Lord Alanbrooke, pp. 160-161.
15. War Papers, III, p. 447.
16. Winston S. Churchill, Second World War, III, p. 323.
17. Colville, Fringes of Power, p. 404.
18. War Papers, III, pp. 835-838.
19. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters: 1939-1945, p. 174.
20. Colville, Fringes of Power, p. 406.
21. Winston S. Churchill, Second World War, III, p. 352.
22. War Papers, III, p. 841.
23. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, pp. 52-53.
24. Sherwood (ed.), White House Papers of Harry L. Hopkins, I, p. 435.
1. War Papers, III, p. 1.659.
2. Sherwood (ed.), White House Papers of Harry L. Hopkins, I, p. 449.
3. Soames (ed.), Speaking for Themselves, pp. 461 y 459.
4. Winston S. Churchill, Second World War, III, p. 587.
5. Con este título alcanzó un gran éxito en Nueva York y Londres una obra de finales de los años treinta. Escrita por George S. Kaufman y Moss Hart, en la que Monty Woolley interpretaba el pequeño papel, retrata a un gran hablador que llega a comer y a pasar quizá una noche, sufre una caída que le hace precisar una silla de ruedas y le impide partir durante varias semanas. La diferencia era que, en la obra, el anfitrión es el que tiene que empujar al invitado a todas partes, mientras que en la Casa Blanca, durante la Navidad y el Año Nuevo de 1941-1942, fue el invitado quien empujó al anfitrión. «Lo llevaba en su silla de la sala de estar al ascensor como señal de respeto, y pensando también en sir Walter Raleigh extendiendo su capa ante la reina Isabel», escribió Churchill en Second World War, III, p. 588.
6. Ibid.
7. Ibid., p. 588.
8. Sherwood (ed.), White House Papers of Harry L. Hopkins, I, p. 446.
9. Moran, Winston Churchill, pp. 16-17.
10. Gilbert, Winston S. Churchill, p. 25.
11. Wheeler-Bennett, King George VI, p. 535.
12. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 43.
13. Ibid., p. 47.
14. Winston S. Churchill, Second World War, III, p. 625.
1. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 211.
2. Danchev y Todman (eds.), War Diaries, 1939-1945: Field Marshal Lord Alanbrooke, p. 231.
3. Rhodes James (ed.), Chips, p. 321.
4. Hansard, 5ª serie, vol. 377, cols. 592-619 y 1.006-1.017.
5. Winston S. Churchill, Second World War, IV, pp. 57 y 61.
6. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 207.
7. Winston S. Churchill, Second World War, IV, p. 62.
8. Ibid., p. 54.
9. Eden, Reckoning, p. 319.
10. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 212.
11. Dilks (ed.), Diaries of Sir Alexander Cadogan, p. 438.
12. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 69.
13. Winston S. Churchill, Second World War, IV, p. 56.
14. Ibid., p. 80.
15. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 261.
16. Sherwood (ed.), White House Papers of Harry L. Hopkins, II, p. 536.
17. Winston S. Churchill, Second World War, IV, p. 296.
18. Ibid., p. 305.
19. Ibid., p. 299.
20. Ibid., p. 302.
21. Ibid., p. 338.
22. Winston S. Churchill, Second World War, IV, pp. 342-343.
23. Ibid., pp. 343-344.
24. Ismay, Memoirs, p. 257.
25. Winston S. Churchill, Second World War, IV, p. 353.
26. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 231.
27. Hansard, 5º serie, vol. 381, cols. 205-214.
28. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 231.
29. Hansard, 5º serie, vol. 381, cols. 552-558.
30. Winston S. Churchill, Second World War, IV, p. 446.
31. Ibid., p. 449.
32. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 187.
33. Ibid., p. 185.
34. A principios del Gobierno Churchill habían sido silenciadas salvo en el caso de invasión, cuando su repique daría una serie de avisos locales vinculados. Churchill, como era típico en él, echaba de menos esos familiares sonidos de un domingo inglés, aunque no se conoce ningún ejemplo de que respondiera a su llamada cuando se encontraba en Chartwell.
35. Ibid., p. 254.
36. Danchev y Todman (eds.), War Diaries, 1939-1945: Field Marshal Lord Alambroke, p. 319.
37. Harvey (ed.), War Diaries of Oliver Harvey, 2 de octubre de 1942.
1. Moran, Winston Churchill, p. 82.
2. Sherwood (ed.), White House Papers of Harry L. Hopkins, II, p. 762.
3. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, pp. 346-349.
4. Sherwood (ed.), White House Papers of Harry L. Hopkins, II, p. 730.
5. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 437.
6. Sherwood (ed.), White House Papers of Harry L. Hopkins, II, p. 730.
7. Ibid., p. 734.
8. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 436.
9. Sherwood (ed.), White House Papers of Harry L. Hopkins, II, p. 668.
10. Winston S. Churchill, Second World War, IV, p. 729.
11. Kimball (ed.), Churchill and Roosevelt: The Complete Correspondence, II, p. 231.
12. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 299.
13. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 445.
14. Winston S. Churchill, Second World War, V, p. 73.
15. Sehrwood (ed.), White House Papers of Harry L. Hopkins, II, p. 793.
16. Danchev y Todman (eds), War Diaries, 1939-1945: Field Marshal Lord Alanbrooke, p. 442.
17. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 478.
18. Esto no impidió que Brooke confiara a su diario uno de sus comentarios más ácidos sobre lo que él consideraba la obsesión de Churchill con esta isla. «Tuve otra discusión con él—escribió Brooke en Quebec el 19 de agosto—. Se negó a aceptar que era necesario cualquier plan general [para derrotar a Japón], recomendó una política puramente oportunista y se comportó como un niño mimado que quiere un juguete en una tienda sin respetar el hecho de que sus padres [una visión bastante grandiosa de los jefes del Estado Mayor sobre Churchill] le dicen que no». War Diaries, 1939-1945: Field Marshal Lord Alanbrooke, p. 444.
19. Ibid., p. 477.
20. Hansard, 5ª serie, vol. 392, cols. 69-105.
21. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, pp. 320-321.
22. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 531.
23. Kimball (ed.), Churchill and Roosevelt: The Complete Correspondence, II, p. 541.
24. Sarah Churchill, Keep on Dancing, p. 69.
25. Winston S. Churchill, Second World War, V, p. 371.
26. Foot and Matthew (eds), Gladstone Diaries, IV, p. 510.
27. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 563.
28. Ismay, Memoirs, p. 357.
29. PRO: CAB 80/77, Informe de la 1ª Reunión Plenaria de la Conferencia de Teherán.
30. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 579.
31. Ibid.
32. Ibid., p. 580.
33. Winston S. Churchill, Second World War, V, p. 330.
34. Moran, Winston Churchill, VII, pp. 136-141.
35. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 585.
36. Ibid., p. 586.
37. Ibid., p. 593.
38 Macmillan, War Diaries, p. 321.
39 Danchev y Todman (eds.), War Diaries, 1939-1945: Field Marshal Lord Alanbrooke, p. 492.
40. Ibid., p. 493.
41. Ibid., p. 496.
42. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 603.
43. Montague Browne, Long Sunset, p. 142.
44. Colville, Fringes of Power, p. 455.
45. Una ventaja de la presencia de Beaverbrook era que estimulaba la conversación llena de recuerdos de Churchill. En la cena del 1 de enero de 1944, según Colville, cuando hubieron repasado casi todo el curso de la primera y de la segunda guerras mundiales, Churchill se volvió con aire simpático a su ayudante naval, el capitán de fragata Thompson, y dijo: «Bueno, Tommy, es usted testigo de que no repito mis historias tan a menudo como mi querido amigo el presidente de Estados Unidos». (Colville, The Fringes of Power, p. 461.)
46. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, pp. 344-345.
1. Winston S. Churchill, Second World War, V, p. 432.
2. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 706.
3. Ibid., p. 669.
4. Colville, Fringes of Power, p. 474.
5. Danchev y Todman (eds.), War Diaries, 1939-1945: Field Marshal Lord Alanbrooke, p. 525.
6. Colville, Fringes of Power, p. 475.
7. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 352.
8. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 697.
9. Ibid., pp. 709-710.
10. Colville, Fringes of Power, p. 475.
11. Ibid., p. 476.
12. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 714.
13. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 356.
14. Danchev y Todman (eds.), War Diaries, 1939-1945: Field Marshal Lord Alanbrooke, p. 535.
15. Gilbert, Winston S. Churchill, p. 715.
16. Colville, Fringes of Power, p. 480.
17. Winston S. Churchill, Second World War, V, p. 476.
18. Ibid., p. 485.
19. Ibid., p. 479.
20. Ibid., p. 480.
21. Ibid., p. 483.
22. Danchev y Todman (eds.), War Diaries, 1939-1945: Field Marshal Lord Alanbrooke, p. 544.
23. Colville, Fringes of Power, pp. 495-486.
24. Ibid., p. 487.
25. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 765.
26. Winston S. Churchill, Second World War, V, p. 567.
27. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 759.
28. Dixon, Life of Sir Pierson Dixon, pp. 89-90.
29. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 789.
30. Ibid.
31. Eden, Reckoning, p. 453.
32. Esta visita de De Gaulle a Estados Unidos estuvo marcada por una escena de casi farsa total, en la que De Gaulle se comportó con rígida propiedad. Durante toda la visita hizo hincapié en su lado militar, vistió de uniforme todo el tiempo y, como también estaba ansioso por no ser mimado por Washington, expresó su determinación de visitar al general Pershing, el comandante norteamericano en Francia de 1917-1918. Pershing al final fue localizado con dificultad en una residencia de ancianos en los Apalaches. Cuando De Gaulle llegó, la memoria semi senil de Pershing despertó al ver un uniforme francés y un képi por primera vez en muchos años. «Dígame cómo está mi viejo amigo el mariscal Pétain» fue, por tanto, su primer comentario desconcertante a De Gaulle. «La dernière fois que je l’ai vu, il se portait bien», fue la tensa pero apropiada y formalmente exacta respuesta de De Gaulle. Esa visita a Pershing no fue un éxito. (Para este recuerdo estoy en deuda con Etienne Burin de Rozier, quien acompañó a De Gaulle a Washington y a visitar a Pershing.)
33. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 772.
34. Ibid., p. 773.
35. Colville, Fringes of Power, p. 485.
36. Bradford, King George VI, p. 359.
37. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, pp. 793-794.
1. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 835.
2. Kimball (ed.), Churchill and Roosevelt: The Complete Correspondence, III, pp. 227-229.
3. Ibid., p. 229.
4. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 822.
5. Ibid., p. 825.
6. Kimball (ed.), Churchill and Roosevelt: The Complete Correspondence, III, p. 229.
7. Ibid., p. 223.
8. Danchev y Todman (eds.), War Diaries 1939-1945: Field Marshal Lord Alanbrooke, p. 565.
9. Kimball (ed.), Churchill and Roosevelt: The Complete Correspondence, p. 229.
10. Ibid., p. 270.
11. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 501.
12. Dixon, Life of Sir Pierson Dixon, pp. 99-100.
13. Ibid., p. 104.
14. Winston S. Churchill, Second World War, VI, p. 107.
15. Colville, Fringes of Power, p. 510.
16. Ibid., p. 509.
17. Gilbert, Winston S. Churchill, VI, p. 961.
18. Moran, Winston S. Churchill, p. 178.
19. Gilbert, Winston S. Churchill, p. 967.
20. Moran, Winston S. Churchill, p. 178.
21. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 971.
22. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 402.
23. Diario inédito de Colville, anotación del 8 de diciembre de 1944, Churchill College, Cambridge.
24. Winston S. Churchill, Second World War, VI, p. 197.
25. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 506.
26. Winston S. Churchill, Second World War, VI, p. 208.
27. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 991.
28. Ibid., p. 992.
29. Winston S. Churchill, Second World War, VI, p. 198.
30. Ibid.
31. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 992n.
32. Ibid., p. 1.015.
33. Ibid., p. 1.009.
34. Ibid., p. 1.002.
35. Los informes al Gabinete de Guerra y a la Cámara de los Comunes tuvieron lugar el 27 de octubre, día para el que el admirable escritor de diarios Alex Cadogan proporciona una visión fascinante de lo que, según las pautas normales, eran costumbres sorprendentes de Churchill. Convocó a Cadogan para «comprobar algunos puntos» con el primer ministro a las 10:15 de la mañana en que tenía que pronunciar el discurso a las 11 y lo encontró en la cama, en Downing Street, de la que «no se levantó [...] hasta las 10:40» (Dilks, ed., Diaries of Sir Alexander Cadogan, p. 675). A qué finalidad de reposada preparación, nervios calmados para la ocasión o llegada sin aturdimiento podía servir esta política arriesgada es imposible de imaginar. Pero sí un buen ejemplo de lo difícil que resulta juzgar a Churchill según las pautas normales.
36. Ibid., p. 1.047.
37. Ibid., pp. 1.041-1.042.
38. Ibid., pp. 1.081-1.082.
39. Kimball (ed.), Churchill and Roosevelt: The Complete Correspondence, III, pp. 434 y 448.
40. Acheson, Present at the Creation, pp. 217-225.
41. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 1.055.
42. Colville, Fringes of Power, p. 536.
43. Churchill debería haber estado alerta al peligro de las frases resonantes en el contexto griego, pues el mismo día, antes de su gran espectáculo de última hora de la noche o primera hora de la mañana, Clementine le había escrito una de sus famosas cartas de advertencia. Era sobre un tema diferente pero que tenía que ver con ello: «Te ruego que, antes de averiguar datos completos, no repitas a nadie con quien te encuentres hoy lo que me has dicho esta mañana». (Mary Soames, ed., Speaking for Themselves, p. 507.)
44. Winston S. Churchill, Second World War, VI, p. 252.
45. Ibid., p. 26.
46. Eden, Reckoning, p. 499.
47. Soames, Clementine Churchill, pp. 363-364.
48. Colville, Fringes of Power, p. 538.
49. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, pp. 1.132-1.133.
50. Winston S. Churchill, Second World War, VI, p. 273.
51. Colville, Fringes of Power, p. 541.
52. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 1.123.
1. Colville, Fringes of Power, p. 550.
2. Kimball (ed.), Churchill and Roosevelt: The Complete Correspondence, III, p. 502.
3. Colville, Fringes of Power, p. 550.
4. Eden, Reckoning, p. 550.
5. Publicado entero en Harris, Attlee, pp. 241-243.
6. Colville, Fringes of Power, p. 554.
7. Ibid., pp. 554-555.
8. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 1156.
9. Ibid., p. 1257.
10. Colville, Fringes of Power, p. 563.
11. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 1191.
12. Ibid., p. 1208.
13. Ibid., p. 1180.
14. Dilks (ed.), Diaries of Sir Alexander Cadogan, p. 707.
15. Sherwood (ed.), White House Papers of Harry L. Hopkins, II, p. 839.
16. Sarah Churchill, cartas a su madre, 7 de febrero de 1945.
17. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 1215.
18. Winston S. Churchill, Second World War, VI, p. 315.
19. Ibid., p. 343.
20. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 1190.
21. Sarah Churchill, Keep on Dancing, p. 77-78.
22. Soames, Clementine Churchill, p. 365.
23. Winston S. Churchill, Second World War, VII, p. 418.
24. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 1294.
25. Colville, Fringes of Power, p. 589.
26. «Pasado el tiempo lamento no haber seguido la sugerencia del nuevo presidente. No le conocía, y tengo la sensación de que había muchos puntos en los que las conversaciones personales habrían sido de sumo valor [...]». (The Second World War, VI, p. 418.)
27. Kimball (ed.), Churchill and Roosevelt: The Complete Correspondence, III, p. 630.
28. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 530.
29. El paréntesis de la anotación fue omitido en la versión publicada por Colville. La causa de la bonhomie de Stalin era que Churchill le había asegurado que, pese a los sondeos en esta dirección por parte de varias fuentes alemanas, no era posible que Occidente accediera a una paz por separado.
30. Colville, Fringes of Power, p. 593.
31. Ibid., pp. 591-592.
32. Winston S. Churchill, Second World War, VI, pp. 512-513.
33. Dilks (ed.), Diaries of Sir Alexander Cadogan, pp. 562-563.
34. Winston S. Churchill, Second World War, VI, p. 508.
35. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 1082.
36. Ibid., p. 1082.
37. Pimlott (ed.), Second World War Diary of Hugh Dalton, p. 865.
38. Soames, Clementine Churchill, p. 383.
39. Cannadine (ed.), Blood, Toil, Tears and Sweat: Winston Churchill’s Famous Speeches, pp. 270-277.
40. Nicolson (ed.), Harold Nicolson: Diaries and Letters, 1939-1945, p. 472.
41. Soames, Clementine Churchill, p. 383.
42. Jenkins (ed.), Purpose and Policy: Selected Speeches of C. R. Attlee, p. 3.
43. R. B. McCallum, posteriormente director del Pembroke College de Oxford, y Alison Redman, primeros psefólogos, escribieron las primeras historias patrocinadas por el Nuffield College de las elecciones generales de después de la guerra. En un párrafo posterior escribieron otra metáfora de la campaña que, debido a la alusión al críquet y debido a la comparación, a Attlee le habría gustado mucho más que a Churchill: «[Attlee] tenía el aire de un bateador robusto y firme, manteniendo su palo con facilidad contra un lanzador demoníaco que estaba perdiendo ritmo y longitud». (The British General Election of 1945, p. 175.)
44. Harris, Attlee, p. 252.
45. Winston S. Churchill, Second World War, VI, p. 528.
46. Rhodes James, Anthony Eden, p. 307.
47 Winston S. Churchill, Second World War, VI, p. 593.
48. Soames, Clementine Churchill, p. 386.
49. Eden también la rechazó, aunque ambos se convirtieron en «Jarreteros» a principios de los años cincuenta, sin duda pensando que el honor era más apropiado después de la victoria de 1951 que después de la derrota de 1945. Fue sorprendente que Churchill la aceptara incluso entonces, pues significaba cambiar su estilo al de sir Winston Churchill no primer ministro, lo que no estaba en la tradición de Mr. Pitt, Mr. Gladstone, Mr. Asquith o Mr. Lloyd George. Todos los anteriores primeros ministros que se habían convertido en Caballeros de la Jarretera cuando ocupaban el poder habían sido nobles, de modo que no implicaba ningún cambio de estilo. Churchill, sin embargo, aceptó la Orden del Mérito en la Lista de Honores del Año Nuevo para 1946, declarando que este honor, como venía directamente del soberano y no por consejo ministerial, lo hacía más atractivo a sus ojos. Pero Attlee estaba a punto de situar la Jarretera exactamente en la misma categoría real, y, en cualquier caso era el rey y no el primer ministro quien se lo había ofrecido a Churchill en julio. Entra a formar parte de la Orden de la Jarretera, cuyos miembros están limitados a veinticuatro, desde entonces se ha convertido casi en una rutina para los ex primeros ministros, pero hasta 1945 había sido concedido de forma más selectiva. De los primeros ministros del siglo XX, sólo Salisbury, Balfour, Asquith y Baldwin lo habían conseguido.
50. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 109.
51. Danchev y Todman (eds), War Diaries, 1939-1945: Field Marshal Lord Alanbrooke, p. 712.
52. Ibid., p. 207.
53. Ibid., p. 713.
54. Ibid., p. 209; Winston S. Churchill, Second World War, III, p. 539.
1. Soames, Clementine Churchill, p. 390.
2. Ibid., p. 391.
3. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 535.
4. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 176.
5. Cannadine (ed.), Blood, Toil, Tears and Sweat: Winston Churchill’s Famous Speeches, p. 308.
6. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, pp. 211-212.
7. Ibid., pp. 209-210.
8. Ibid., p. 286-287.
9. Ibid., p. 542.
10. Winston S. Churchill, Europe Unite: Speeches 1947 and 1948, pp. 310-311.
11. Ibid., p. 313.
12. Ibid., p. 294.
13. Hansard, 5ª serie, vol. 476, cols. 2140-2159.
14. Winston S. Churchill, In the Balance: Speeches, 1949 and 1950, p. 152.
15. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 188.
16. Ibid., p. 534.
17. Ibid., p. 405.
18. Ibid., p. 357.
19. Ibid., p. 412.
20. Ibid., p. 344.
21. De la primera de ellas Deakin recordó posteriormente que Churchill «no trabajó mucho. Quería compañía. La mayor parte del tiempo lo pasaba pintando» (citado en Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 383).
22. Ibid., p. 443.
23. The Times, 3 de agosto de 1951.
24. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 315.
25. Ibid., pp. 328-329.
26. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 551.
27. Sunday Telegraph, 30 de enero de 1966.
28. Moran, Winston S. Churchill, p. 324.
1. Soames (ed.), Speaking for Themselves, pp. 552-553.
2. Winston S. Churchill, In the Balance: Speeches, 1949 and 1950, p. 206.
3. Ibid., p. 210.
4. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 512.
5. Hansard, 5ª serie, vol. 472, col. 890.
6. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 559.
7. Ibid., p. 564.
8. Winston S. Churchill, Stemming the Tide: Speeches, 1951 and 1952, p. 29.
9. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 569.
10. Hansard, 5ª serie, vol. 478, cols. 971-987.
11. Ibid., vol. 482, cols. 1362-1363.
12. Ibid., vol. 484, col. 642.
13. Ibid, cols. 640-641.
14. Macmillan, Tides of Fortune, p. 322.
15. Pimlott (ed.), Political Diary of Hugh Dalton, 1918-1940, 1945-1951, p. 543.
16. Ibid., p. 547.
17. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 601.
18. Ibid.
19. Ibid., p. 647.
20. Winston S. Churchill, Stemming the Tide: Speeches, 1951 and 1952, p. 130.
21. D. E. Butler, British General Election of 1951, pp. 66-67.
22. Winston S. Churchill, Stemming the Tide: Speeches, 1951 and 1952, p. 131.
1. Disraeli, Sybil, or The Two Nations, p. 26.
2. Colville, Fringes of Power, p. 654.
3. Ibid., p. 672.
4. Ibid., p. 662.
5. Ibid., 661.
6. Ibid., 685.
7. Winston S. Churchill, Stemming the Tide: Speeches, 1951 and 1952, p. 189.
8. Howard, RAB: The Life of R. A. Butler, p. 190.
9. R. A. Butler, Art of the Possible, p. 157.
10. Winston S. Churchill, Stemming the Tide: Speeches, 1951 and 1952, p. 199.
11. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 669.
12. Ibid., p. 670.
13. Acheson, Present ant the Creation, pp. 598-599.
14. Macmillan, Tides of Fortune, p. 465.
15. Dutton, Anthony Eden, p. 296.
16. Rhodes James, Anthony Eden, p. 351.
17. Montague Browne, Long Sun set, p. 138.
18. Colville, Fringes of Power, p. 634.
19. Ibid., p. 647.
20. Ibid., p. 654.
21. Ziegler, Mountbatten, pp. 502-503.
22.
23. Hunt, On the Spot: An Ambassador Remembers, p. 63.
24. Colville, Fringes of Power, p. 668.
1. Moran, Winston Churchill, p. 415.
2. Ibid., p. 417.
3. Macmillan, Tides of Fortune, p. 517.
4. Moran, Winston Churchill, pp. 425-426, 736.
5. Colville, Fringes of Power, p. 671.
6. Ibid., p. 672.
7. Ibid., p. 674.
8. Soames, Clementine Churchill, p. 436.
9. R. A. Butler, Art of the Possible, p. 171.
10. Moran, Winston Churchill, p. 441.
11. Hansard, 5ª serie, vol. 515, cols. 883-898.
12. Diario de Eden, anotación del 27 de noviembre de 1954, citada en Rhodes James, Anthony Eden, p. 365.
13. Winston S. Churchill, The Unwritten Alliance: Speeches, 1953 and 1954, pp. 57-67.
14. Ibid., p. 67.
15. Moran, Winston Churchill, p. 485.
16. Hansard, 5ª serie, vol. 515, cols. 883-898.
17. Rhodes James (ed.), Chips, p. 479.
18. Macmillan, Tides of Fortune, pp. 526-527.
19. Moran, Winston Churchill, p. 494.
20. Macmillan, Tides of Fortune, p. 523.
21. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 575.
22. Colville, Fringes of Power, p. 683.
23. Moran, Winston Churchill, p. 508.
24. Ibid., p. 532.
25. Ibid., p. 536.
26. Ibid., p. 538.
27. Shuckburgh, Descent to Suez, p. 157.
28. Moran, Winston Churchill, p. 523.
29. R. A. Butler, Art of the Possible, p. 173.
30. Shuckburgh, Descent to Suez, p. 145.
31. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 976.
32. Ibid., p. 989.
33. Ibid.
34. Ibid.
35. Ibid., p. 991.
36. Winston S. Churchill, The Unwritten Alliance: Speeches, 1953 and 1954, p. 151.
37. Soames (ed.), Spea- king for Themselves, p. 580.
38. Ibid., p. 582.
39. Colville, Fringes of Power, p. 691.
40. Ibid., p. 692.
41. Ibid., p. 693.
42. Ibid.
43. Ibid.
44. Ibid., p. 695.
45. Ibid., p. 696.
46. Ibid.
47. Ibid., p. 699.
48. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 1027.
49. Colville, Fringes of Power, p. 702.
50. Gilbert, Winston S. Churchill, VII, p. 1036.
51. Jenkins, Gladstone, p. 610.
1. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 596.
2. Colville, Fringes of Power, p. 704.
3. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 1063.
4. Colville, Fringes of Power, p. 706.
5. Gilbert, Winston S. Churchill, Winston S. Churchill, VIII, pp. 1.049-1.051.
6. Rhodes James, Anthony Eden, pp. 385-386.
7. Colville, Fringes of Power, p. 705.
8. Moran, Winston Churchill, p. 623.
9. Colville, Fringes of Power, p. 707.
10. Moran, Winston Churchill, p. 617.
11. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 1.070.
12. Ibid., p. 1.071.
13. Soames, Clementine Churchill, p. 445.
14. Moran, Winston churchill, p. 620.
15. Ibid., pp. 616-617.
16. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 1.074.
17. Moran, Winston Churchill, p. 630.
18. Macmillan, Tides of Fortune, p. 550.
19. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 1.086.
20. Ibid., p. 1.094.
21. Ibid., p. 1.097.
22. Ibid.
23. Hansard, 5ª serie, vol. 537, cols. 1.893-1.905.
24. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 1.103.
25. Ibid.
26. Ibid., p. 1.104.
27. Ibid., p. 1.107.
28. Ibid., pp. 1.106-1.107.
29. Ibid., p. 1.107.
30. Ibid., p. 1.111.
31. Soames, Clementine Churchill, p. 451.
32. Colville, Fringes of Power, p. 707.
33. Ibid.
34. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 1.115.
35. Colville, Fringes of Power, p. 708.
36. Ibid.
37. Ibid.
38. Moran, Winston Churchill, p. 640.
1. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 1.148.
2. Moran, Winston Churchill, p. 699.
3. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 593.
4. Ibid., p. 595.
5. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, pp. 1.220-1.221.
6. Colville, Fringes of Power, p. 721.
7. Ibid.
8. Moran, Winston Churchill, p. 709.
9. Ibid., p. 603.
10. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 598.
11. Ibid., p. 603.
12. Ibid.
13. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 1.220, 1.315.
14. Soames (ed.), Speaking for Themselves, p. 601.
15. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 1.279.
16. Montague Brown, Long Sunset, p. 242.
17. Gilbert (ed.), Winston Churchill and Emery Reves: Correspondence, 1937-1964, pp. 385-387.
18. Coote, Other Club, p. 110.
19. Gilbert, Winston S. Churchill, VIII, p. 1.335.
1. The Collected Essays, Journalism and Letters of George Orwell, edición de Sonia Orwell e Ian Angus, vol. 4. In Front of Your Nose, 1945-1950 (Harcourt Brace, 1968), pp. 491-495.
2. Clement Attlee. «The Churchill I Knew», citado en Churchill by His Contemporaries (Londres, Hodder and Stoughton, 1965), p. 35.
3. Londres: Allen Lane; Dial, 1969.
4. World Publishing Company, 1970.
5. Paul Addison, Churchill on the Home Front, 1900-1955 (Londres, Jonathan Cape, 1992).
6. Londres, Hodder and Stoughton.
7. Yale University Press, 1999. (Trad. esp. en Turner-Fondo de Cultura Económica, 2001.) Véase la reseña de M. F. Perutz, «What if?», The New York Review, 8 de marzo de 2001.
8. Churchill: A Study in Greatness (Londres, Hambledon Press, 2001).
9. Random House, 1997.
10. War Diaries, 1939-1945: Field Marshall Lord Alanbrooke, editado por Alex Danchev y Don Todman (University of California Press, 2001).