Antes de ese día
me encantaba ver el reflejo
de tu rostro en el espejo
mientras yo me maquillaba…
Tus labios se unían por puntos
en una curvilínea perfecta.
Te acercabas despacio
y yo cerraba mis ojos,
lentamente,
porque sabía que tu abrazo
me enlazaba fuerte a tu cuerpo.
El bretel de mi vestido
caía sin respiro sobre mi hombro,
y tu beso sutil
lograba que yo abriese mis ojos
para encontrarme con tu mirada oscura…
Tan oscura
como la tinta de la pluma.
Esa mirada me envolvía el corazón
y me hablaba de tu amor.
Pero hubo un día
que el reflejo de tu rostro
en mi espejo cambió.
Te acercaste a mí,
pero sentí miedo en tu abrazo.
Tu beso en mi hombro
parecía bordado en dolor.
Levanté mis ojos
y en tu mirada ya no había
emoción.
Me separé de tu cuerpo.
Miré hacia el espejo
y tus lágrimas empañaban
el reflejo de nuestro amor.
Con el alma fuera de mí
me enredé en una tristeza sin fin
mientras me decías adiós.