Y el camino de tus labios
que me aprendí de memoria.
Y la intensidad de tu boca
desmoronándose sobre la mía.
No recuerdo otra cosa
más que el deseo
de anclarme en tu beso,
estrellarme en tu sonrisa
y morder tu silencio.
Ese silencio que todo lo dice,
cuando las palabras
no pueden expresar
todo el amor que sentimos.