El roce de un beso en la espalda.
La sonrisa tibia de la madrugada.
La palabra en susurro que acaricia.
El abrazo en la cintura
como un lazo de plata.
Una estrella testigo
que todo calla.
Los ojos que se vencen
en un abrir de pestañas.
La mano que apenas
se roza, invisible.
La lágrima que cae por dentro
y el otro la llora.
Recordar todo el día
esa sensación de infinitud.
Eso… es intimidad.