Te despedí con dolor,
pero en paz.
El lazo que nos unía
por fin logramos cortar.
En el piso quedaron derramadas
las cenizas de ese adiós
y se quemaron las ropas
de un pasado atroz.
Fuimos culpables de haber peleado
hasta el final,
de herirnos hasta ver al otro sangrar.
El precio de la batalla
fue perseguirnos con la angustia
embebida en oscuridad.
Ahora que puedo verte ir
y desearte lo mejor,
sé que he recuperado mi corazón.
Será un desafío convertir cada cicatriz
en una flor,
vestirme de aire y agua
para amanecer con un amor
y un nuevo sol.