Era

Era caótica, intensa, arrebatada,

un fuego envuelto detrás

de la palidez de porcelana.

La seguridad se erguía

entre el caminar de sus palabras.

Pero era endeble,

un cristal que se quebraba

detrás de una mirada rocosa

que todo lo controlaba.

No había ojos ni dulzuras

susurradas que la cotejaran.

Ella solo le pertenecía a esa mirada,

de pestañas espesas y arqueadas,

que en su oleaje oscuro

la hechizaba.