AGRADECIMIENTOS

Gracias a mis queridos vecinos y amigos que se tomaron el tiempo para posar o inspirar este cuento. En primer lugar a Rosalind Bell, quien lo vivió. Y a Blanca Bolner Bird y su hija Eleanor, Penny Boyer y Lydia Sánchez, Antonia Castañeda, Theresa E. Chavana y familia, David A. Chávez, Olivia Doerge, Issac Flores, Josephine F. Garza, Helen G. Geyer, René Guerrero, Rodolfo S. López, Carolyn Martínez, Rolando Mata y su hijo Roland Mata, Craig Pennel, Gloria Ramírez, Irma Carolina Rubio, William Sánchez, Beverly Schwartzman, John M. Shirley Jr., Roger S. Solís, John Stanford, Brad y Dina Toland y sus hijos Alec y Maddie, Mike Villarreal y Jeanne Russell y sus hijos Bella y Marcos, Anne Wallace y, por último, la verdadera María. Por darme la libertad de imaginar tu historia, hago una caravana de agradecimiento.

Quiero agradecer a la maestra Elena Poniatowska su generosidad por prestarme sus palabras de La flor de lis.

Les doy las gracias a mis cuates de Macondo, que hacen de mis revisores personales: Dennis Mathis, Kristin Naca, Erasmo Guerra y Ruth Béhar. Por su fe y su visión me siento bendecida por mi agente Susan Bergholz y mi editora Robin Desser. Liliana Valenzuela una vez más iluminó mi obra con su resplandeciente traducción; como siempre lo hizo con oído de poeta, velocidad de colibrí y paciencia de Buda. Gracias a Olivia Doerge e Irma Carolina Rubio por su tierno cuidado durante mi tiempo de duelo. Por último, ¿cómo fue que convencí a Ester Hernández de ir más allá de lo conocido? Quién sabe, pero good lucky, como decía mi mamá.

Gracias, San Antonio. Gracias a la vida.

—SANDRA CISNEROS

Gracias, Sandra, por ser una hermana y comadre al honrarme y confiarme las ilustraciones de tu hermosa historia, nuestra historia, lo que me permitió adentrarme en nuevos territorios de creatividad. A Susan Bergholz, nuestra agente, y a Robin Desser, nuestra editora de Knopf, por su apoyo respetuoso, sabiduría y consejos a lo largo del proyecto de este libro, que es el primero para mí. A mi hijo Jacobo, mi nuera, Kazuyo y mi nieta Anais Yuzuki, por su apoyo y cariño incondicionales. Al resto de mi familia y amigos que paciente y amorosamente me respaldaron mientras yo me “desaparecía”. A todos ustedes que nos inspiraron y que posaron para nosotras, sobre todo Geri Montano, Michelle Mounton, Ana Guadalupe Avilés, Anais Tsujii Durbin, Luz Medina Hernández, Esperanza López, Sonia (SashaBlue) Martínez, Renee Peña-Govea, Maya Paredes Hernández y Buzter Chang Chidmat: no podríamos haberlo hecho sin ustedes … Gracias por creer en este libro. Y, gracias a Tonantzin/la Virgen de Guadalupe y al espíritu de mis antepasados, sé que nunca estoy sola…

—ESTER HERNÁNDEZ