![]() | ![]() |
Cuando desperté, me sorprendí porque vi a Boone, al grandísimo Boone Collingwood, a MetaphoricETC en persona, durmiendo en el suelo de mi habitación. Recordé todo el día anterior y la conversación en la noche, y súbitamente me sentí mal porque tal vez y solo tal vez habría dormido mejor o descansado más o lo que fuera si en serio hubiera dormido con él.
—Que estés aquí es una locura tan grande que la creo únicamente porque la estoy viendo con mis propios ojos —hablé en voz baja aunque no podía escucharme.
Salí de mi habitación ya duchado y vestido, y le pregunté a mi madre si opinaba que debíamos despertar a Boone para llevarlo al colegio. Me dijo que no, que no le parecía que fuera muy prudente de nuestra parte, y que si él estaba tan cansado como sabía que estaba por toda la tensión emocional que debía haber atravesado el día anterior, dejarlo dormir sería el acto más considerado que podríamos hacer por él en el mundo entero.
—¿Y... qué ocurrirá cuando despierte? —pregunté y su boca se transformó en una línea recta.
—Lo veremos cuando llegue el momento, ¿sí?
––––––––
FUI AL COLEGIO Y TODO marchaba con la misma normalidad de la semana anterior. Algunos preguntaban por Boone o murmuraban entre sí cuando llegaba su nombre en la lista de la asistencia, y escuché algunos rumores o comentarios que eran tan descabellados e irreales que me pregunté cómo era que la gente los creía o siquiera los inventaba en un principio.
Sin embargo, no le dije nada a Conrad hasta que fue la hora del almuerzo, porque quería contar la historia una sola vez y con todos presentes, para no tener que estar repitiéndola, y para evitar que terceros indeseados escucharan en el proceso.
—Boone está en mi casa —hablé, y todos me miraron con ceños fruncidos. De estar en su caso, yo habría reaccionado igual, así que no me molestaba—. Sus padres lo echaron de la suya porque les dijo que es bisexual y le rompieron el teléfono. Ayer me llamó cuando lo reparó y me dijo dónde estaba, que era en casa de unos amigos. Ellos me contaron que no podría quedarse ahí por más tiempo, y le pedí permiso a mamá para que durmiera en la casa, así que justo ahora está allí. O, al menos, debería estarlo.
Todos siguieron mirándome con la misma expresión y tragué saliva.
—¿Qué? —pregunté y Conrad sacudió la cabeza, como si estuviera volviendo a la realidad o saliendo de un ensimismamiento profundo.
—Nada, es solo que... —Se pasó la mano por el pelo—. ¿De verdad está en tu casa?
—Durmió en mi habitación. En serio está allí.
Ruth tenía los ojos abiertos de par en par.
—¿Y no tienes ninguna foto o algo así?
—¿Para qué voy a tener una foto de él en un momento así? Estaba triste, llorando y prácticamente roto. ¿Para qué quiero tener una foto suya viéndose de esa forma?
—Lo que Ruth quiere decir es que le cuesta un poco creerlo porque suena bastante de películas —explicó su novia—, pero sabemos que cosas así pasan en la vida real y aquí hay una prueba de ello. Gracias por haberle abierto las puertas de tu casa y preocuparte por él. Me alegra que te haya llamado.
Sonreí. Me sentía útil.
—Gracias. Yo también estaba muy preocupado.
—¿Y por cuánto tiempo se quedará allí? —inquirió Conrad y suspiré.
—No lo sé. Espero que sea al menos por unos días más, porque no tiene donde quedarse y sé que es algo que le preocupa bastante.
—Pues me alegra que al final todo haya salido bien —comentó Ruth sonriendo—. Es decir, sí, aún no tiene un hogar fijo, pero el saber que ha pasado más de una semana sin casa y que en ninguno de esos días ha dormido en la calle ya es algo por lo que alegrarse.
Me sentí incluso peor. ¿Era esa la clase de cosas que debían enfrentar con regularidad los LGBTQA+? ¿Ese era el precio a pagar por ser ellos mismos? ¿Y aun así la gente decía que ellos elegían ser así? No entendía la forma de pensar de las personas.
—Supongo —finalicé.
—Lo más loco no es eso —comentó Conrad riendo—. Lo más loco es que de verdad esté en tu casa cuando sueles ser una mierda con las personas, además de ligeramente homofóbico.
¿Había tenido que decir eso justo en ese momento? ¿DE VERDAD?
—¡No soy homofóbico, joder, y tampoco soy una mierda!
—No es por ofender, Angus —interrumpió su hermana—, pero sí lo eres. Las únicas personas con quienes no lo eres es con aquellas que te importan muchísimo o a quienes quieres, pero incluso con ellas a veces eres un poco mierda y...
—Boone me importa muchísimo, ¿sí? —Fruncí el ceño y me crucé de brazos—. Me ha ayudado, tal como a ustedes, y ahora no estoy haciendo más que devolverle el favor. Eso es todo.
––––––––
AL REGRESAR A CASA, para mi sorpresa, mamá estaba ahí. Creí que iba a estar trabajando, pero no era así; estaba en la cocina preparando algo para comer y lavando ropa.
—¿Mamá? —Me acerqué a ella—. ¿Por qué no fuiste al trabajo?
Suspiró, viéndose estresada.
—Pedí el día libre porque tenía que decidir qué hacer con ese niño, hijo —Estaba alterada y movía mucho la cabeza y las manos cuando hablaba, típico de ella en momentos como ese—. No puedo dejar que se vaya así como así, ¿sabes? ¿Dónde va a comer? ¿Dónde va a vivir? ¿Irá a parar bajo un puente? ¡La culpa de saber que podría haberlo ayudado y no lo hice me mata por dentro y no me deja tranquila!
Sentí una pizca de esperanza posarse sobre mí.
—¿Eso significa que...?
Volvió a suspirar y me miró a la cara.
—Dile que se quede hasta que consiga otro lugar, ¿sí? Y sé que aquí la comida no es la mejor, y que esto tampoco es un palacio, pero...
La abracé, demasiado emocionado como para contenerlo.
—¡GRACIAS, MAMÁ!
Fui corriendo a despertarlo. Entré en la habitación, me acuclillé al lado del moreno, quien seguía durmiendo en el sleeping bag, y lo sacudí repetidas veces hasta que despertó y abrió los ojos con impresión.
—¡¿Qué ocurre?! —preguntó alarmado y sonreí a más no poder.
—PODRÁS QUEDARTE HASTA QUE CONSIGAS OTRO LUGAR —Él seguía en shock y parecía estar recordándolo todo—. YA TIENES CASA OTRA VEZ.
Y después de eso, pareció volver en sí mismo. Sonrió sin abrir la boca y asintió, como procesándolo.
—¿Tengo... casa?
Y, sin poder contenerme, lo abracé.
—Ya estás en casa, Boone —Me correspondió el abrazo y sentí mi corazón salir disparado contra mi pecho con emoción—. Esta es tu casa. O, al menos, lo es por ahora.
––––––––
LA PRIMERA SEMANA QUE Boone vivió conmigo, fue algo bastante estresante. No en sí por él, sino por todo el proceso de adaptación y mudanza, y más que todo por su canal y por el hecho de entender que debía volver a las redes sociales. Más o menos para el jueves ya estaba re instalado y mejor, se veía más tranquilo, pero entraba en un estado tan nervioso cada vez que se ponía frente a la cámara que me vi en la obligación de intervenir.
—¡Ya basta, Boone! —dije apagándole el aparato cuando hizo la décima toma para grabar un mismo video—. ¿No ves que no te salen las palabras? ¿Para qué sigues intentando grabar?
Estábamos en mi habitación. Habíamos despejado y acomodado un ambiente apto para salir en internet, y él había conseguido su cámara y trípode viejos, por lo que, discutimos antes de que se arreglara y todo lo demás para grabar, haría un video explicando lo ocurrido brevemente y diciendo que no se preocuparan por él, que la situación estaba mejor —y otras cosas que, si bien no me agradaban del todo, porque sabía que no eran verdad completamente, respeté y concordé porque a fin de cuentas era su canal y era él quien decidiría qué subiría allí o no.
—Soy youtuber —respondió con el ceño fruncido y volviendo a encender la cámara—. Si no grabo videos, ¿qué más voy a hacer?
La apagué otra vez.
—¿Intentar calmarte, quizá? —Me miró con enojo y suspiré, quitando la cámara del trípode y colocándola encima del escritorio—. Boone, no estás bien. No estás en condiciones de grabar.
—¿Cómo que no? —Ahora estaba más enojado; se le notaba en la voz—. Es más, ¿sabes qué? No me importa. Dame la cámara y ya. Necesito grabar.
—No vas a grabar nada.
—¡Es mi cámara, es mi canal, es mi vida, y soy yo quien decidirá cuándo va o no a grabar!
Y entendí por qué actuaba así.
Su vida lentamente se estaba cayendo a pedazos. Lo admitiera o no, así era como se sentía, como si de la noche a la mañana le hubieran cambiado todos los planes, como si le hubieran cambiado la brújula, como si ya nada fuera un terreno conocido para él. Y en esa vida, en esa locura que ahora le estaba tocando atravesar, los videos eran su única constante. Lo único conocido. Lo único predecible.
Lo único que controlaba.
¿Por qué quería grabar? Porque quería volver a esa parte de su vida sobre la que tenía control, la que conocía, en la que sabía que al final todo saldría bien.
Pero el problema era que ese día, esos días, en general, no estaba en condiciones de hacerlo.
—Lo que acabas de atravesar es difícil —señalé—. Prácticamente perdiste a tu casa y a tu familia. Dormiste con nervios de que te echaran en cualquier momento de una residencia por una semana entera. Ahora es que finalmente estás volviendo a ver un poco de estabilidad, de tranquilidad; ahora es que finalmente esos nervios y ansiedad se están calmando.
—¡Me calmo cuando grabo videos!
Pero no se veía calmado. Para nada.
—¡Pues justo ahora estás alteradísimo!
—¡Claro que estoy alterado! —Estaba al borde del llanto; su expresión era dura y en el fondo triste. Me deprimía verlo así, me causaba impotencia—. ¡¿No oíste todo lo que dijiste hace un momento?! ¡Es obvio que estaré así; me quedé sin casa y sin padres y sin nadie!
Me acerqué a él. Se sentó en la cama, estresado, y comenzó a llorar sin poder evitarlo. Le pasé la mano por la espalda varias veces, intentando calmarlo aunque fuera de manera mínima, y sollozó de forma tan dolorosa que deseé poder hacer más por él que simplemente estar a su lado.
—Tómate tu tiempo cuando tengas que tomártelo, y descansa cuando tengas que hacerlo —hablé—. Tus fans entenderán. Yo lo hago. Y más que bien, así que...
—S-solo q-quiero g-grabar —masculló—. S-solo e-e-eso.
Negué con la cabeza.
—No actúes como si todo fuera un show que debe continuar, porque, ¿de qué sirve que sonrías frente a una cámara, si la sonrisa es falsa? ¿De qué sirve que digas que todo está bien, si es mentira y lo sabes? En la vida real hay pausas, tristezas, problemas, decepciones, duelos, y que descanses por ellos o tomes una pausa no está mal y es válido; a fin de cuentas, son parte de la vida, y tú no eres ajeno a ella.
Trató de hablar, pero de sus labios únicamente salió otro sollozo lastimero. Sentí que el corazón se me partió todavía más y mi contacto con su espalda se volvió más suave.
Proseguí:
—La vida real no es un show que debe continuar, y no eres una máscara que solo sonríe y finge estar bien para una cámara. Eres un ser humano. A la gente le gustas por eso, porque ven que eres real, que eres tú mismo, que no mientes ni finges. No pierdas eso, por favor. No dejes de ser humano por intentar hacerles creer a los demás que eres perfecto o que todo está bien en tu vida, porque no es así y, de hecho, ni siquiera hace falta; ya te aman como eres y no cambiarían nada de ti ni aunque pudieran.
Su llanto continuó, haciéndose más intenso en el momento, y seguí acariciándole la espalda de forma tan reconfortante como pude. Trató de tomar aire para hablar un par de veces, pero todas eran en vano, porque al final volvía a llorar y con más fuerza que la vez anterior.
—Está bien que no puedas decir nada —comenté subiendo mi mano hasta su cabello y revolviéndolo, sin saber qué más hacer para indicarle que estaba ahí con él y para él—. De igual forma, a veces las palabras sobran.
No sé cómo hizo, pero se acomodó de tal forma que me abrazó con firmeza, como si se aferrara a mí, y yo pude abrazarlo de la misma manera, todavía consolándolo.
Estuvimos así por eternidades enteras. Dejó de llorar, pero seguíamos abrazados en mi cama, y estábamos acostados como si fuéramos la pareja más gay del mundo o solo como si yo no fuera heterosexual.
¿O no lo era? No lo sabía. Últimamente lo estaba dudando gracias a él, y eso me asustaba tanto que no sabía cómo enfrentarlo.
—Quizá... —balbuceé y carraspeé; había pasado tanto tiempo sin hablar que la voz me temblaba—. Quizá debería ir a... seguir con lo que... ya sabes... hacía en la computadora.
—No... —Su voz seguía escuchándose dolida—. No, por favor...
—Boone...
—¿Qué hay de malo con que me abraces? ¿Es porque soy bisexual? Porque te juro que no te voy a violar ni nada parecido; no quiero sentirme solo y...
Eso me hacía sentir incluso peor. Como si me usara, por más tonto que pareciera.
—Debería ir a terminar lo que hacía.
—A-Angus, por favor...
Me mordí el labio inconscientemente. No sabía qué decirle, ni qué hacer ni qué pensar ni cómo reaccionar.
—S-solo...
Giró el rostro hasta que su mirada se encontró con la mía. La suya se veía melancólica, rota, como si le faltara brillo o ese algo que la hacía viva... y estábamos tan cerca que el estómago me parecía una gelatina, y el corazón una orquesta ejecutando un accelerato.
—Voy a tomarme un descanso, una pausa, un como quieras llamarle —habló y asentí—. Pero, por más raro que suene, quiero tomarlo contigo. ¿Puedo hacerlo?
Estaba demasiado en shock como para procesar su pedido.
—¿Qué? —fue lo único que salió de mis labios y suspiró, todavía viéndome a los ojos con intensidad.
—Necesito un descanso por todo lo que me ha ocurrido estas semanas —explicó—. Y quiero que ese descanso, Angus, sea contigo, así que necesito saber... ¿quieres acompañarme a ese descanso? ¿Podrías formar parte de él, por favor?
A pesar de que sí quería, negué con la cabeza. No pronuncié palabra alguna, no expliqué la razón, no intenté enmendarlo... solo negué con la cabeza, él asintió, y noté cómo el poco brillo que había aparecido en sus ojos se esfumaba al instante.
—Bien —concluyó con la voz incluso más afectada que la vez anterior—. De igual manera, gracias por dejarme quedarme en tu casa.
Me levanté de la cama, sintiéndome como una mierda y a la vez con ganas de llorar, y guardé el trípode. Quité las demás cosas que estaban alrededor para grabar y, tomando conmigo la laptop, fui hasta la puerta.
—Puedes dormir en mi cama si quieres —dije, aunque ya estaba allí y probablemente había hasta comenzado a quedarse dormido. Bajé el tono para decir lo siguiente—. Y lo siento por ser tan imbécil.
––––––––
NO OBSTANTE, DESPUÉS de eso, siguió actuando con normalidad. Había temido que me odiara o que me tratara con más distancia de la usual, pero no sucedió y, por el contrario, todo continuó como siempre. A veces volvía a tener esas decaídas y lloraba, eso continuó por más de un mes, de hecho, pero, aunque en cada vez que pasaba lo abrazaba por horas y lo calmaba, no volvió a pedirme acompañarlo en su descanso o dormir con él, como al principio.
No sabía si eso significaba algo bueno, pero lo único que esperaba es que no fuera algo malo.
––––––––
LA SIGUIENTE SEMANA, estuvo muchísimo mejor y pudo volver a grabar. La cara se le veía más despejada, los hombros con menos peso, los ojos con más brillo y, en conclusión, casi parecía el Boone de hacía meses. Anunció por sus redes sociales que volvería a YouTube, que contaría el motivo de su ausencia, y que esperaba que comprendieran la razón por la que estaba desaparecido de internet, y las respuestas que obtuvo fueron tan positivas y comprensivas que le costaba creer que fueran reales.
—¿Mis etcéteras de verdad son tan asombrosos?
Y yo sonreía.
—¿Qué puedo decirte? Somos los mejores.
Más o menos desde el miércoles estuvimos planificando lo que diría en su video del domingo, pero llegado ese momento comprendimos que algo se nos estaba escapando: un plan.
—¿Qué les diremos a los chicos? —preguntó con el ceño fruncido, preocupado—. Estoy quedándome en tu casa hasta tener otra, pero no tengo otra a la que irme y debería para poder tranquilizarlos, ¿no crees?
Si era por mí, que se quedara en mi casa toda la vida.
Sin embargo, asentí.
—¿Qué vamos a hacer? No tengo ningún plan, Angus, y lo que me pagan por los videos no es suficiente como para comprar un apartamento pequeño o una habitación.
—¿Te das cuenta de que hablas en plural cuando te refieres a tu canal?
Me miró con extrañeza.
—Claro que hablo en plural. Somos un equipo. ¿Cómo no iría a hablar en plural, por Dios?
Me reí.
—En realidad es tu canal, ¿recuerdas? Se llama MetaphoricETC, no MetaphoricETCandAngus.
—Tú me ayudas con la planificación desde hace meses. Es obvio que el canal no es únicamente mío.
—Mi nombre no aparece allí, así que...
Rodó los ojos. Le enfadaba cuando le daba vueltas al asunto.
—¿Pero vas a seguir hablando o me vas a ayudar con un plan, cerebro del canal?
Reí.
—Inicia un Patreon y una campaña en un sitio de fundaciones caritativas. Explica que te echaron de tu casa por ser bisexual, conmuévelos a todos con tu tragedia por ser tú mismo, y así vas ahorrando dinero hasta que puedas comprar un apartamento o al menos pagar los tres primeros meses de un alquiler.
Su mirada pasó a ser impresionada.
—Eso es magnífico. Suena como un plan fenomenal.
Sonreí de nuevo, encogiéndome de hombros.
—Pues no soy el cerebro del canal por nada, ¿sabes?
—Pero no tengo nada que ofrecer en Patreon, así que esa idea está descartada.
Ahora fui yo quien lo miró como si no pudiera creer lo que decía.
—¿Estás bromeando? ¿Qué hay de tu voz? ¡Podrías cantar y tus fans más fans pagarían por ello! —Se veía indeciso—. Yo pagaría por oírte cantar, así que...
—¿El próximo Troye Sivan o el siguiente Shawn Mendes o algo así?
—Claro que no. ¡Llegarás hasta más lejos que ellos!
Suspiró, negando con la cabeza.
—¿De verdad crees que haya personas que pagarían por oírme cantar?
—Oh, definitivamente. Yo lo haría, eh. Tu voz parece de los mismísimos ángeles.
Se sonrojó un poco —y, secretamente, me sentí especial. ¡Había hecho sonrojar a Boone Collingwood! Merecía un premio.
—Ni siquiera traje mi guitarra, y...
Le hice señas para que parara de hablar.
—No puedes seguir viéndole problemas a cada solución que se me ocurre, ¿sabes? Así nunca llegaremos a nada.
Volvió a suspirar y asintió.
—Bien, bien. Supongo que grabaré con la cámara los audios y...
—Tal vez podría ayudarte con eso. Tengo que pedirle un favor a alguien que no me agrada demasiado, pero... por ti, lo haría.
Se mordió el labio. Una parte de mí moría cada vez que lo hacía.
—¿De verdad?
—Oh, Boone...
Aunque soy tan estúpido que no puedo decírtelo, sí:
haría lo que fuera por ti.