DÉBORAH NO HUBIERA SIDO LO MISMO

Yo no hice mucho.

Mi apellido estaba

adentro de mi apellido.

RINGO STARR

El lenguaje cambia completamente la estructura del pensamiento. Cuando los niños aprenden a hablar, pueden simbolizar el mundo que los rodea y, así, reflexionar sobre conceptos que no estén presentes aquí y ahora. Esto multiplica las posibilidades de nuestra mente: nuestro pensamiento es posible gracias al lenguaje. La palabra, o una palabra si se quiere, puede tener una potencia asombrosa.

CUANDO LA PALABRA ES UN NOMBRE

El Sr. Gugliemitropietrino, de origen italiano, era un dirigente político radical muy querido por empleados y obreros porteños. Lo mismo que el general Urirriolabeitia Iñiguez, que a mediados de los años 40 mostraba una sensibilidad social que lo hacía distinto entre sus camaradas de armas. De aquella época también es recordado el sindicalista de origen escocés Humphrey Fitzgerald Westminsterhouse, que siempre despertó entusiasmo entre las masas trabajadoras. Eran varios los dirigentes que tenían en aquellos años la capacidad, el carisma y la ambición necesarios para encabezar un movimiento político.

Alguien, entonces, cuenta:

Por el año 1943 mi abuelo era abogado laboral y gozaba de cierta notoriedad en el barrio. Andaba por las sociedades de fomento, ayudaba a los vecinos tanto en sus problemas en el trabajo como en sus reclamos comunales. De a poco se iba haciendo de un liderazgo. Pero en el año 44, muy cansado de mi abuelo y su enfrentamiento a la autoridad, el intendente Rigamonte lo manda a meter preso. Se lo llevan a la isla Martín García. Mi abuela entonces salió con la gente del barrio rumbo a Plaza de Mayo. Empezó arengándolos para que griten:

¡La vida por el Dr. Senderowicwtelbaum!

¡La vida por el Dr. Senderowicwtelbaum!

Pero no sonó muy convincente. Les costaba gritar esa consigna. Intentó hacerles cantar una marcha que improvisó en el momento:

¡Dr. Senderowicwtelbaum!

¡Dr. Senderowicwtelbaum!

Mi gran abogado laboral…

¡cuánto vales!

Dr. Senderowicwtelbaum,

gran conductor…

¡Sos el primer trabajador!

Fue peor. La manifestación, confundida y mareada al tratar de cantar ese desafío a la fonética, se deshizo a las tres cuadras de haber comenzado. Por suerte, a mi abuelo lo liberaron a los dos días por un buen trabajo de sus colegas. Pero era claro algo: el pueblo no puede tener de líder a alguien del cual no puede pronunciar su nombre.

Semanas después a mi abuela le hablaron de un coronel que se llamaba Perón. Y entonces ella dijo:

—Ese apellido es bueno. No va a ser el Dr. Gugliemitropietrino, ni el general Urirriolabeitia Iñiguez, ni Humphrey Fitzgerald Westminsterhouse. Será Perón el próximo líder. Porque es imposible que 300.000 personas griten, o canten, o por lo menos digan «Dr. Senderowicwtelbaum» al mismo tiempo. Será Perón entonces.

Por supuesto.

El apellido es importante y determinante a la hora de construir un líder. Es el caso de Perón.

Perón permite tocar el bombo. No así el apellido Mastrodonato o Llambias. Perón suena como un bombo. Es un bombo en sí mismo. Es el propio sonido del bombo.

También es un trueno en dos tiempos.

Un cañonazo suave y otro contundente después.

«Pe» como gran ataque. «Ron» como sinfónico corolario.

Sonoramente, lleva al grupo que lo grita a sentir que es un gigante caminando. Todos se sienten un solo ser, enorme, que se afirma en dos pasos.

«Pe» es un paso. «Ron» es el segundo. Más pesado este segundo paso. Porque es un gigante gordo y no del todo simétrico. Entonces, en el segundo paso, se descarga más peso. Esto traerá problemas en la rodilla. Derecha o izquierda, según la época. Ese gigante que camina —«Pe-rón»—«Pe-rón»— amenaza con caerse todo el tiempo. Anuncia que se va a derrumbar por el bamboleo. Pero sigue ahí. No se cae. No es elegante. Pero es poderoso y decidido. Siempre por desplomarse. Pero siempre recuperándose también.

—Es como un corazón latiendo —puede agregar alguien, con una voz similar a la de Discépolo.

Otros prefieren destacar que «Perón» con esa palabra («corazón») rima muy bonito. Aunque no es la única con la que rima. Perón es un apellido muy versátil a la hora del rimado.

«Contra toda la traición».

«Liberación».

«Revolución».

«Nación».

«Pasión».

Estas son algunas de las 4.288 palabras con las que rima, según varios diccionarios especializados consultados al respecto.

Perón es lo que suena cuando algo cae empujado por un gran viento.

Perón es una montaña de bidones que se derrumba de repente.

Perón es el sonido de golpear un tanque de dos millones de litros.

Si se le agrega la palabra Evita, suave y maternal, se tiene la combinación ideal. Perón y Evita. Cierra perfecto.

Déborah no hubiera sido lo mismo.

Elsa Senderowicwtelbaum. «El funcionamiento de los apellidos». Revista Siete Días, abril 1984.

ANÁLISIS Y REFLEXIÓN

Suponemos que quien lee ya ha hecho sus propios juicios con respecto al texto anterior. Es entonces que sugerimos que aprecie lo siguiente:

GABRIELA CARTUFFO. SOCIÓLOGA QUE ANDUVO CON NOAM CHOMSKY

La lingüística sabe bien que la sonoridad de las palabras no es un aspecto menor. Hay fonemas que se adaptan de manera sencilla al aparato fonador humano, y otros cuya complejidad hace que solo con entrenamiento lleguen a poder pronunciarse.

Los sonidos que a nuestro cerebro le resultan fáciles de reconocer, armoniosos y musicales, son también más fáciles de recordar. Todo ello hace de Perón una palabra difícil de olvidar, incluso como secuencia de fonemas, despojada de su infinito significado.

Tal vez el hecho de que sea Perón el portador de semejante palabra sea solo azar. Ese azar que a veces empuja a la historia. También quizá su nombre de fácil retención y transmisión modeló en parte su personalidad y su destino. No alcanzaría con llamarse Perón para ser líder. Pero sí colaboraría para que creara al peronismo que para millones de personas es algo tan fácil de entender, retener, transmitir y, por supuesto, perdurar, como su nombre.