Se denomina «commodity» a todo bien que es producido en masa por el hombre o del cual existen enormes cantidades disponibles en la naturaleza. Aquí podemos incluir el oro, petróleo, azúcar, bonos históricos, etc., el mayor negocio de la historia de la humanidad y a la vez la estafa más grande, la que ha llevado al mundo al borde de la quiebra.
La verdad es que Corbin cayó en el mundo de las commodities por una mera casualidad, el estar en el momento adecuado en el lugar oportuno, como todo lo que le había ocurrido en la vida. Cuando comienzas a negociar con grandes empresas, escalando cada día un peldaño más entre los gerifaltes, terminas llegando a la empresa madre, de donde sale todo el dinero, o donde se creó este imperio, e inevitablemente este principio y sustento de grandes empresas siempre son las commodities, el negocio más fuerte del mundo.
Cuando entras en este extraño mercado todo parece de mentira, aquí se habla de billones,* trillones e incluso cuatrillones sin ningún problema. Comisiones de un centavo que te harían millonario para toda la vida. Pero aunque en este ambiente trabaja la gente más importante del mundo, también están los mayores timadores del planeta.
Si increíble te parecía todo al principio, cuando indagas un poco y trabajas en ello aún te parece más impresionante, y lo primero que aprendes es que el mundo y la economía tal y como la conocemos son una gran farsa.
Si algo parece asombroso en este negocio son los bonos históricos. El 4 Presidentes, el Black Eagle, el buscado Blueberry o el Napoleón 2.5 son algunos nombres de los bonos históricos más famosos. Fueron emitidos en su mayoría por el Banco Central mexicano a finales del siglo XIX, con un valor de recompra que no garantiza ni el gobierno mexicano, pues algunos de ellos están avalados con los territorios mexicanos de Texas.
Hablamos de unos documentos que pueden parecer o son papel mojado sin valor alguno actualmente, siempre y cuando no tengamos los contactos o el dinero para autentificarlos. Eso es lo más importante de un bono, tener toda la documentación en regla y pasar la prueba de la peritación en un banco, un banco suizo, generalmente. Y en el momento en que dicen que es bueno, hay que hacer el ingreso inmediato por el pago del mismo, pues todos los carroñeros del mundo caerán sobre él automáticamente.
Pero ¿por qué esta codicia y estas prisas? Evidentemente, porque no estamos hablando de unos valores pequeños, muchas veces estos bonos tienen un valor de dos o tres billones de dólares. ¿Quién puede pagar estas cantidades por lo que hasta ayer era papel mojado? Aquí nos encontramos con todo tipo de compradores e intermediarios. Lo principal de la venta de un bono es el pago de comisiones. Estas vienen estipuladas en las famosas genealogías de los bonos (en algunas de las cuales llegó Richard a estar incluido).
El expresidente de Estados Unidos Bill Clinton dijo en una declaración a los medios de prensa lo siguiente: «Estados Unidos tiene una deuda muy grande con China porque estos compraron casi todos los bonos históricos de USA».
Entre el sueño y el despertar, lo real y lo irreal, la riqueza y la pobreza, lo lógico y lo ilógico, entre lo verdadero y lo falso es donde se mueve el maravilloso y frustrante mundo de los bonos históricos. Pero sí hay una cosa que es muy cierta. Muchos en el pasado, presente y futuro sin duda han estado, están o estarán tras de este jugoso negocio de los bonos históricos, viéndose como unos cazarrecompensas, jugadores de lotería o simplemente como buscadores de un tesoro perdido.
Algunos gastarán lo único que tienen en esta aventura, otros dejarán sus trabajos o profesión, como Fernando, al que Richard había conocido en Orlando. Fernando le contó su historia. Había dejado la práctica como médico en su clínica para ir en busca de esta riqueza que unos conocidos le ofrecieron y le pintaron de muchos colores, a cuál más bonito y fácil de hacer. Dos años más tarde lo había perdido todo, incluso su clínica médica, sin contar todos sus ahorros, que había dado a muchos estafadores o «piratas» modernos, de suelo seco y cartera ávida.
Hay un fenómeno muy interesante en este negocio de los bonos históricos. Encuentras personas de todo tipo metidas en él. Desde gente de alta clase social hasta personas que no tienen para comer, y lo más insólito, una vez que están metidos en la negociación y el cierre de un bono histórico, les ofrecen una comisión de diez millones de dólares, por ejemplo, y ellos dicen que si no les dan cien millones, que prefieren no cerrar el negocio. Es increíble, pero son historias verídicas que Corbin había comprobado personalmente.
Es que muchas personas juegan tanto en la fantasía de los millones, billones, trillones y cuatrillones, que estoy seguro de que ni siquiera saben cómo se escriben esos números. Mucho menos tienen conciencia de la dimensión que representan esas cantidades. También hay individuos profesionales, al igual que gente que ni siquiera ha terminado la primaria. Mientras los profesionales investigan la historia de la emisión de los bonos, su valor real cuando fue emitido, su propósito particular de aquella época, etc., los que no gozan de una educación simplemente se dejan llevar por lo que les dicen los demás y lo asimilan de tal manera que se vuelve su profesión de fe diaria, y lucharán defendiendo su postura ante los posibles detractores de esta industria. Sin importarles que los gobiernos actuales les digan, por escrito, que dichos bonos no tienen ningún valor monetario, como vemos a continuación.
DECLARACIÓN DEL GOBIERNO DE MÉXICO BONOS ANTIGUOS QUE FUERON DEUDA
Atendiendo a numerosas consultas hechas a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y al Banco Central, se hace del conocimiento del público que los bonos de deuda antigua emitidos por el Estado mexicano entre los años 1850 y 1951 hoy día carecen de valor ya que transcurrió la fecha máxima para su cobro, y no dan acción ni derecho alguno a su tenedor, lo cual ha sido confirmado por el Poder Judicial de la Federación.
Adicionalmente, se informa que se han detectado diversas comunicaciones falsas relacionadas a los mencionados documentos, con la supuesta autenticación de servidores públicos del Banco de México, de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y otros órganos del Estado, utilizadas para defraudar a terceras personas, no obstante que dichas instituciones carecen de atribuciones para ello. Afirmamos que dichos documentos carecen en absoluto de valor, desde luego tampoco son válidos como garantía en operación alguna. No se deje sorprender ni sea víctima de un fraude.
Por tanto, y después de leer este comunicado oficial, vemos que estos bonos solo sirven para poner en un bonito cuadro en el salón de tu casa, si es que te queda casa después de estar metido en este negocio.
Pero lo más sorprendente es encontrar gente de diferentes agencias de seguridad de gobiernos locales, nacionales e internacionales metida en el tema.
Por supuesto, no podemos olvidar a los grandes empresarios. A Richard le invitaron a una cena en una residencia privada de Miami en donde iban a hablar de inversiones y de cantidades bastante considerables. En el cóctel se acercó a Corbin un tal Andrés Márquez, que se presentó como asesor financiero de un gran empresario dominicano de apellido Mejía, y Richard le preguntó dónde podía colocar los 750 millones de dólares norteamericanos que habían ganado en un negocio. Andrés le respondió que debía comprar bonos históricos y que él le podía facilitar uno.
Corbin nunca supo si este bono que le ofrecían era bueno, pero si todo el mundo financiero le decía que aquello era una estafa, cómo podía ofrecerle un gran asesor esto como salida a un dinero que desde luego olía a no ganado limpiamente.
Recapitulemos un poco de qué va este negocio:
¿Quiénes son los verdaderos protagonistas en estas historias? Son tres: el dueño del bono histórico, el famoso y misterioso comprador que casi nunca aparece y las plataformas y sus líneas de facilitadores interminables.
Ese es el mundo del bono histórico, que Richard, después de manejarse en él, podía asegurar que es un negocio que existe al cien por cien, ya que había terminado estando presente en algún cierre y validación de los mismos, viendo cómo volaban por el mundo los millones de las comisiones y los pagos.
Pero esto ocurre solo entre los pocos que realmente son profesionales de este negocio, que así y todo ven cómo se truncan la mayoría de las operaciones (que suelen terminar con los federales entrando en el banco en el momento de la validación, exactamente igual que en una película).
Imaginemos a los pobres sin experiencia, de los que también había conocido en el mundo americano, adonde llegan vividores de todo el planeta intentando hacer fortuna. Pero para ello necesitan un pequeño capital, que indefectiblemente terminará en el bolsillo del primer «experto en bonos» que encontrarán en la calle.
¿Cuál es el verdadero uso de estos bonos y por qué tienen ese gran valor? Bien, teóricamente es un papel que no vale nada hasta el momento en que un empleado de un top bank internacional lo da por bueno, y entonces ese papel pasa a valer varios billones. El banco internacional presta a ese gobierno, persona, o empresa el dinero avalado por el bono que ellos mismos han dicho que es bueno. ¿Qué gana el banco internacional? Pues los intereses, ahí está el falso negocio.
En los últimos tiempos han aparecido nuevos compradores de bonos históricos: los narcos mexicanos. Algo que no es de extrañar, pues la mayor parte de estos bonos son de origen mexicano. Richard había conocido a grandes empresarios en México que poseían bonos auténticos, pero incluso siendo verdaderos había visto lo que costaba colocar uno en el mercado, era como echar un trozo de carne en un tanque de tiburones.
Los carteles de la droga habían encontrado aquí una manera tremenda de lavar dinero, tenían una gran ventaja sobre los bonos de los grandes tequileros o empresarios: a ellos no los iba a engañar nadie. Si lo intentaban, se acabaría la operación y la vida del intermediario, por supuesto.
Un mundo desconocido pero espeluznante que tenemos aquí y que mueve una gran parte de la economía mundial. Corbin había leído una declaración pública de Jeremy Stein, uno de los siete miembros que integran la conferencia de gobernadores del Banco Central estadounidense: «Las compras de bonos que lleva a cabo la Reserva Federal para estimular la economía son cada vez menos efectivas». Pero en la misma charla el funcionario se mostraba a favor de la tercera compra de bonos históricos, la famosa QE3, por un valor de cuarenta mil millones de dólares, aunque admitía que no sería tan valiosa como la QE1, que había salvado la economía americana en 2009, cuando estaba al borde del abismo. Y con estas declaraciones admitía que el gobierno americano seguía comprando bonos históricos. ¿No decían que carecían de valor?
Aquí nos encontramos con la reina del mercado internacional: el petróleo y sus derivados. Un negocio de auténticos caimanes, que al igual que la compraventa de bonos, podemos decir que existe.
Veamos un poco cómo va el negocio. Aquí el problema es conseguir producto real, que se pueda tocar. El producto siempre está vendido, pero te pueden apabullar con documentación hasta la full POP, el documento definitivo, y la SGS o prueba de producto en puerto de destino, el análisis de que estamos pagando lo que hemos comprado. En el momento en que se llega a obtener ese documento, el pago debe ser inmediato, y se debe levantar el spot o carga en ese instante.
Estamos hablando, en muchas ocasiones, de cientos de millones de dólares. Documentos de este tipo tenía Corbin por docenas, totalmente falsificados, carentes de todo valor y preparados para engañar al perito más experto. Muchos de ellos, de refinerías rusas que ni siquiera existen. Hasta el pasaporte del capitán y la lista de la tripulación que entrara en la refinería para retirar el producto ya pagado eran documentos falsificados.
Aquí las estafas pueden ser tremendas. En una de las más recientes operaciones, ofrecieron a los clientes de Richard un buque tanque petrolero que navegaba en el mar de China, cargado con D-6 o fuel pesado por un valor de más de siete millones de dólares. Lo ofrecían con todos los documentos, y puesto en Rotterdam, por la mitad de su precio real. Cuando le dijo al intermediario o trader que estaba vendiendo aquella bomba flotante que aquello olía demasiado a engaño, este se ofendió y dijo que con las cantidades que se movían en este negocio, eso no era dinero, y si se perdía tampoco era una gran cantidad.
Richard respondió que aquella «pequeña cantidad» era de alguien, y que no quería estar en su pellejo si le estafaba tres millones y medio de dólares a una empresa que lo más probable era que no fuese a reclamar su dinero a los tribunales. Porque en muchas petroleras o empresas con sede y domiciliación en Estados Unidos encuentras un representante legal o CEO de nacionalidad mexicana o colombiana. Estas empresas, manejadas finalmente por narcotraficantes, nunca te denunciarán, pero cuenta con que no les vas a estafar. Su gran ventaja es que tienen todo el dinero efectivo que se mueve en el mundo, el de verdad, pero jamás te van a regalar un solo dólar, y menos van a dejar que se lo quites.
Otro de los problemas que tienen las operaciones petroleras es que estás comprando o facturando un producto a miles de kilómetros de distancia, con documentos validados con firma digital y direcciones que nunca son reales. Si llamas a la refinería, te encuentras que el propietario, que es quien decide con quién hace el deal o negocio, solo habla ruso, y el intérprete debe de ser familia del que tuvo Franco en su entrevista con Hitler en Hendaya, traduce lo que le conviene para cobrar sus comisiones.
Comisión, la palabra mágica que mueve todo este mundo.
Aquí también existen los privados, que cierran operaciones con las grandes compañías en calidad de bróker o intermediario con estas, con ganancias muchas veces más que suficientes para vivir el resto de su vida con una sola operación. Estos intermediarios terminan trabajando en joint venture o unión comercial con grandes empresas para determinadas operaciones. Estas empresas son las que realmente mueven este mundo, y de algunas de ellas Corbin había llegado a ver pruebas de fondos, emitidas por sus bancos, de miles de millones de dólares, que puede parecer una locura, pero tengamos en cuenta que en un viaje a Tampa, en Florida, en la cuenta de un bróker se había encontrado con un saldo –no se lo contaron, lo vio con sus propios ojos– de mil doscientos millones de dólares.
La última gran operación real la había vivido con don Jaime, un ecuatoriano que había sido intermediario en una operación con una refinería rusa, de las de verdad, y una petrolera americana. En esa operación este tipo ganó setenta millones de dólares.
Lo último que supo de Jaime era que andaba en Brasil con un Ferrari y estaba comprando ingenios o fábricas de azúcar de caña. En poco tiempo le veremos nuevamente en el mercado buscando nuevos cierres, una vez se funda o le fundan todo el dinero.
En este negocio sí que no hay corazón ni palabra, todo vale para realizar el cierre, muchos llevan años intentándolo y nunca cerraron ninguna operación, otros en menos de un año están retirados. Un mundo fabuloso, el Dorado de las commodities internacionales.
Dentro de este mundo de mercadeo internacional te pueden ofrecer de todo, desde un almacén con miles de bebidas alcohólicas abandonadas en una aduana, oro a precios de risa o quizás la más curiosa que había encontrado Corbin: la venta de una esmeralda valorada teóricamente en cincuenta millones de dólares.
Esta oferta fue realmente chistosa. Le llamaron por teléfono y contactó con un tipo que vendía una esmeralda pura total de un montón de quilates, y totalmente documentada y cotizada. Solamente cuando le habló de quilates ya sabía que aquello no sería bueno, pero la curiosidad le llevó a seguir escuchándole y pedirle que le enviara la documentación.
Cuál fue la sorpresa de Richard al ver aquellos documentos, firmados por geólogos, notarios y toda la parafernalia de sellos que se pueden conseguir por Internet. Efectivamente, en todos aquellos documentos ponía que aquella gema valía los cincuenta millones. Pero lo mejor fue cuando vio la piedra en fotos. Una esmeralda con un tallado burdo que simulaba una especie de cóndor. Aquello fue el final de su paciencia. Le dijo al vendedor (había que ver el pasaporte que había enviado para acreditar su identidad, y que Richard guardó como un tesoro: caducado en 1980 y con una foto en la que parecía Tony Manero):
–Mira, compañero, soy amigo de don Víctor Carranza, el zar de las esmeraldas colombiano, que a través de sus minas en Muzo y su empresa de manufacturas de joyería Esmerald Legend, en la zona franca de Bogotá, pone el precio de la esmeralda en el mundo, y por supuesto nunca en quilates.
Su respuesta fue, sin inmutarse:
–Está bien, se la venderé a otro.
–Pues que te vaya bien en tu próximo engaño, hermano –fue la respuesta de Richard. En esos momentos llevaba ya mucho tiempo metido en estos negocios y la paciencia siempre debe tener un límite, pues la mayoría de las veces ni se molestan en encubrir la trampa.
Aquí tenemos otro gran puntal de las commodities o negocios internacionales. Cuando te hablan de una póliza de crédito en tu banco, te parece una cosa normal, porque estamos hablando de cantidades creíbles. Pero las pólizas que se mueven en las commodities tienen un mínimo de cincuenta o cien millones de dólares en adelante.
Un gran negocio que se dispara en todo el planeta. Grandes estafas en las que te ofrecen una póliza de 250 millones y que no hay problema, que se irá pagando con los propios intereses del capital. Nada menos cierto, en ese caso lo más normal es que te quedes sin la cantidad de los gastos de formalización, infinitamente bajos para la cantidad de la que estamos hablando.
He aquí un caso concreto que había vivido Corbin, pues él había viajado a Barcelona para cerrar esta póliza. Eran cien millones de dólares, que avalaba una multinacional de la energía, así que no habría ninguna duda de que se respondería de los pagos. Pero cuál fue su sorpresa cuando lo único que le importaba al representante del banco inglés que se había desplazado a Barcelona para este cierre era que en ese momento le entregase seis mil euros, que eran los gastos de firma.
Aquel tipo llevaba todo tipo de papeles y membretes de un conocidísimo banco británico, contratos y demás abalorios del buen timador. Habían alquilado una sala de un gran hotel en Barcelona para realizar la reunión, pero aquel interés por los seis mil euros le llamó demasiado la atención y telefoneó inmediatamente a la empresa americana a la que estaba representando para comentarles la situación.
Sin problemas, le dijeron que actuara como él viera, pues con su solvencia no tenían problema en conseguir pólizas reales en cualquier mercado mundial. Estaban cogiendo esa porque tenía unas condiciones extraordinarias. En sesenta días tenías que devolver el 10 por ciento, y el resto en cinco años. Naturalmente, canceló la operación, momento en el que empezaron las amenazas y vociferando le dijeron que tenían cola de compradores para aquella gran oferta.
–Perfecto –les dijo Richard.
Mientras, les dejó negociando con otro entrevistado que estaba intentando conseguir la póliza para la compra de un equipo de fútbol de categorías inferiores. Al cabo de poco tiempo se enteró por la prensa de aquella estafa. Salió en todos los periódicos la compra de un equipo de fútbol con una póliza de crédito falsa.
Pero como en todas las commodities, esta también era verdad, solo que como siempre hay que andar con cuidado. Por ejemplo, los grandes equipos de fútbol las utilizan para comprar jugadores legalmente. Cuando escuchamos que un jugador cuesta cincuenta millones de euros, no los paga el club, consigue una póliza de crédito, paga los intereses anualmente y cuando vende al jugador cancela la póliza, y si no le llega simplemente consigue otra, nunca llegan a desembolsar esas desorbitadas cantidades. Otra realidad del falso mundo y la falsa economía en la que vivimos.
Aquí tenemos algunos detalles de este gran negocio.
Una de las cosas más curiosas del negocio de los bonos históricos es la prueba de vida, lo primero que se pide para iniciar una negociación. Se trata de una foto del propietario con un periódico de tirada nacional con la fecha del día, el bono y su pasaporte. Muchas veces estos bonos aparecen en desvanes o sótanos y el heredero cree tener una fortuna en sus manos, pero a la que se descuide lo que tendrá es un gran problema y su foto y pasaporte girando por todo Internet.
En las commodities de combustible este es el documento más importante, el del pago de comisiones, que debe estar bancarizado y es la garantía de que todos los meses cobrarás tu comisión, pues estos negocios se suelen cerrar por un año con una carga semanal o mensual, normalmente de una cantidad muy importante, y solo garantiza que pase lo que pase, tú cobrarás. Pues no es quien firma el contrato quien te hará los ingresos, sino que según entra el dinero en el banco será transferido a tu cuenta en cualquier lugar del mundo.
Este es uno de los mayores negocios, sobre todo en el caso del azúcar. Los barcos de azúcar salen de puerto y se venden en alta mar al mejor postor, no llevan rumbo fijo y se van vendiendo varias veces de uno a otro durante la travesía, y los beneficios que dejan son de los mayores.
Así se lo contó uno de los brókeres más potentes del mercado azucarero a Corbin. Compró su primer barco y vigiló la carga en el puerto hasta el final, y cuando su buque se perdía en el horizonte, creía que tenía seguro el negocio. Cuando el barco llegó a puerto ya había pasado por varios propietarios y él se quedó sin dinero y sin azúcar. «Así se aprende, con las primeras pendejadas, con tres millones de dólares menos», le dijo. Ahora viaja él en el barco hasta la descarga.
En Estados Unidos, lo mejor del sistema de compra es que tú estás adquiriendo en Nueva York un producto petrolífero que está almacenado en tanques en los principales puertos americanos. Estos tanques están comunicados unos con otros por tuberías, el sistema colonial, y abriendo y cerrando llaves de paso puedes estar retirando ese combustible en Houston.
Obama levantó la producción de crudo en el país poniendo en marcha todas las instalaciones posibles y explotando los pozos de Alaska al cien por cien, lo que convertiría a Estados Unidos en el principal productor y exportador de crudo. El poder quedó nuevamente en manos de la gran potencia, y esta vez sin tener que invadir ningún país para conseguir energía.
Los efectos inmediatos fueron la caída de precio del crudo y sacar del mercado a millones de intermediarios, que ya no tenían margen para la venta de commodities petroleras. Antes tenían de dos a diez dólares bajo plat (plat es el precio del barril en el mercado), pero con esta saturación de mercado, millones de barriles quedaron almacenados en el desierto a pleno sol, y los barcos tenían que darse la vuelta en el puerto de Rotterdam, donde no tenían espacio en los tanques para descargar. Solo han quedado los grandes operadores, lo que se buscaba.
Realmente hemos visto solo una pequeña parte y detalles de este negocio, quizás anécdotas, pero que nos dan una idea de lo que le puede ocurrir a cualquiera que quiera entrar en este maremágnum de ladrones.
Las commodities existen, pero hay que tener mucho cuidado con aquellos con los que se trabaja. Lo hemos dicho, lo más fácil es salir escaldado, a no ser que trabajes con uno de los grandes. Muchos lo han intentado, y lo han dejado después de los primeros desengaños. Aquí, como en todo, el secreto está en la perseverancia, la mano izquierda y estar dispuesto a no tener horarios, ya que a cualquier hora del día o de la noche puede sonar el teléfono, o estar dispuesto a viajar por el mundo, a los lugares más insospechados, y conocer y tratar con los tipos más extraños de todo el orbe. Actuando de esta manera, si consigues sobrevivir, finalmente terminas haciendo una joint venture con alguna gran empresa. No olvidemos que estamos entrando en el negocio que más dinero y mentiras mueve del planeta.