PRÓLOGO
Todo lo que había estado imaginando durante días se estaba volviendo realidad. Cada detalle se asemejaba a las horribles imágenes que me habían mantenido despierta las últimas noches.
La luna roja reinaba en el cielo. La oscuridad que nos cercaba. Alyssa yacía en el césped con una expresión de infinita tristeza. El Antiguo de pie a mi lado.
—«Cuando la luna de sangre toque el cielo y el mundo se tiña de rojo, se alzará un nuevo Antiguo» —recitó Kenzy—. «La sangre de un poseedor de magia dará vida al hechizo.»
Tragué saliva y retrocedí unos pasos. Galen sujetó mi brazo con más fuerza y remangó mi chaqueta. No podía detenerlo. No mientras tuviera el anillo separándome de mi magia. Sabía que no iba a desangrarme, o al menos, tenía la esperanza de que no sucediera; atacaría cuando tuviera la oportunidad de ayudar a Alyssa. Por lo que me mantuve quieta, en señal de derrota, mientras la hoja del cuchillo acariciaba mi piel y la sangre se perdía en el caldero.