Logré dormir unas pocas horas y pasé al menos dos moviéndome en la cama y observando a Madison dormir. Tenerla de regreso a mi lado era como alcanzar la superficie luego de haberme perdido en la profundidad de un océano. Aquel dulce alivio que uno siente los primeros momentos en que saca la cabeza del agua y el aire regresa a los pulmones.

Cubrí su hombro con la colcha y busqué mi ropa, saliendo de la cama. Mi celular había estado en silencio y podía ver una infinidad de llamadas perdidas de Lyn y mis padres.

Dejé la habitación, escuchando el primer mensaje de voz, y me dirigí a la cocina. No me agradaba separarme de ella, pero sabía que estábamos a salvo con los custodios, eso y mi estómago rugía de hambre.

Cada palabra que salió del celular nubló mi mañana. Para cuando llegué a la cocina estaba considerando tomarnos unas vacaciones y quedarnos en Europa.

Samuel Cassidy era el único allí. Se encontraba pelean­­do con la cafetera, ignorando el lío de café y crema en la mesada.

—¿Tienes idea de cómo funciona esta monstruosidad de aparato? —me preguntó al notarme.

—No.

Regresó su atención a la taza y la golpeó contra la cafetera desesperado.

—Henry Blackstone está muerto —dije.

—¿Muerto?

—Hubo alguna especie de emboscada mientras hacían la ceremonia de la Luna Roja, un clan llamado la Estrella Negra. Mataron a Henry y…

La tasa se hizo añicos contra el suelo interrumpiendo mis palabras.

—¿Lyn? —preguntó Samuel—. ¿Qué hay de Lyn?

—Logró escapar, Gabriel la ayudó… —Hice una pausa y agregué—: Al parecer mi madre va a ocupar el lugar de Henry.

Había pasado las últimas horas pensando que sería mejor mantener nuestra distancia de Salem por un tiempo. Madison había pasado por suficiente, necesitaba recuperar algo de normalidad, pero eso iba a ser un problema con Rebeca al mando. Un serio problema.

—¿Estás seguro de que Lyn está bien? —insistió Samuel.

Tomé mi celular y puse su mensaje en altavoz. «Mic, ¡¿por qué nadie atiende el teléfono?! Mientras todos corren tras Lucy y Madison un clan de brujas nos usó de tiro al blanco y mataron a Henry. Gabriel estaba con ellos, el muy traidor tuvo la audacia de ayudarme. Mis zapatos están arruinados y he estado caminando la mitad de la noche. Al fin conseguí algo de señal. Dile a Mais que prenda su celular y a Samuel que lo odio. Oh, y espero que Mads y las Gwyllion hayan sobrevivido la noche, de lo contrario, retiro lo dicho sobre que están todos corriendo tras ellas…»

Samuel se sentó en el suelo con una expresión culpable. Lyn sonaba furiosa, íbamos a escuchar sobre esto cuando regresáramos.

—¡¿Es cierto?! ¿Todo lo que está diciendo Lyn?

Maisy irrumpió en la cocina con una expresión desconcertada.

—Mi celular se apagó anoche y olvidé el cargador. ¿Dónde está Lyn? ¿Está bien?

—Sí, mi madre también dejó un mensaje de voz y mencionó que Lyn estaba con ella —respondí.

Eso hizo que su postura se relajara.

—No debimos dejarla sola, podrían haber… —Maisy se calló de manera abrupta, incapaz de decir las palabas.

El día apenas había comenzado y ya teníamos un nuevo enemigo, nuestro estilo de vida debería ser un nuevo deporte de alto riesgo. Busqué la caja de tés y me apoyé sobre la mesada. Rara vez había conflicto entre las diferentes comunidades. ¿Qué había comenzado el ataque? ¿Y qué hacía Gabriel con ellos?

Esa respuesta era sencilla. Gabriel sabía que no podía regresar sin sufrir un castigo, por lo que se había buscado un nuevo aquelarre. Lyn había utilizado la palabra «clan», que hacía referencia a algo más peligroso que un aquelarre. Un grupo más grande y con un propósito.

Moví la taza en mi mano. Las palabras de Madison se repetían en un rincón de mi cabeza al igual que la interferencia de un canal de televisión equivocado. «Hice cosas que no debí hacer.» ¿Qué tipo de cosas? ¿Habían involucrado a Galen? ¿A alguien más?

No estaba seguro de que estuviera en posición de cuestionarlo. No después de cómo me había comportado. Y, aun así, parte de mi quería enfadarse.

—Mic, ¿estás escuchando? —preguntó Maisy.

Giré la cabeza hacia ella.

—Marc despertó, está bien. ¿Sabes cuándo regresaremos? Necesito tu celular para hablar con Lyn.

—Yo también quiero hablar con ella —murmuró Samuel.

Se encontraba sentado en el suelo al igual que un muñeco desinflado. Hombros caídos, la cabeza colgando de sus hombros. Samuel se deprimía más rápido que cualquier otra persona que conocía. O tal vez nunca había dejado de estarlo. Cada vez que hacía un progreso, algo lo desestabilizaba.

—Aquí tienes —dije entregándole mi celular a Mais—. No estoy seguro de cuándo regresaremos, supongo que depende de los custodios.

El reencuentro entre Madison y Marcus fue algo digno de una película cursi. Ambos abrazándose y repitiendo lo preocupados que habían estado. Delan incluso la levantó en sus brazos, lo que de seguro marcó una vena en mi frente. Entendía que eran amigos, lo que me irritaba levemente era esa adoración que compartían en sus ojos. No era exactamente romántica, sino afectuosa.

Maisy esperó de manera paciente junto a la puerta, su postura era de indiferencia. Debía concederle que era mejor aceptando su amistad que yo. Encontraba consuelo en saber que de ser Lyn hubiera hecho algún comentario memorable.

Pasamos la mayor parte del día descansando y jugando juegos de mesa. Samuel se encerró en la habitación y apenas dio señales de vida. Madison había intentado hablar con él y lo único que logró fue escuchar sus lamentos de que Lyn estaba ignorando sus llamados y mensajes.

Llegado el atardecer nos encontrábamos sentados en el sillón junto al ahogar, Madi dormía contra mi pecho, cuando Stefan entró en la sala con otros custodios. La forma en que hablaban y se comportaban era tan disciplinada y correcta que sentía la tentación de hacer algo con mi magia para ver cómo reaccionarían ante un poco de caos. ¿Y por qué eran solo hombres? ¿Había custodios mujeres?

—Señorita Westwood —saludó de manera cordial—. Puedo asistirla con algo. ¿Una bebida? ¿Más leña para el hogar?

Lamentaba que Lyn no pudiera estar con nosotros, podía imaginar su sonrisa de tener a uno de esos sujetos atendiéndola.

—Estoy bien, gracias, Stefan —respondió Maisy.

—Ya no estoy inconsciente… —intervino Marcus haciendo un sonido similar a un estornudo.

Eso avergonzó un poco al custodio. Madison se movió contra mí, abriendo sus ojos. Corrí un mechón de su pelo, tentado de hacer mucho más que eso.

—¿Cuándo llegará Lucy? ¿Estás seguro de que está bien? —preguntó.

—Ewan me aseguró que todo está bien. Están aprovechando esta oportunidad para mejorar la relación con Adela y su grupo —respondió Stefan.

—¿Como tú estás haciendo con Quin? —bromeó otro de los custodios.

Había visto a la joven Gwyllion que habían usado para reemplazar a Lucy rondar por la casa. Stefan debía tener algo por las rubias.

—¿Recuperaron el cuerpo de Alyssa? Me gustaría darle un entierro, poner flores…

La voz de Madison había cambiado. Podía oír la aflicción. Stefan intercambió una mirada con los demás y luego dirigió su mirada al suelo.

—Lo siento, cuando regresaron por él, ya no estaba…

El silencio cayó pesado como una roca. Madison se puso de pie, buscando su voz.

—Me prometieron que lo traerían. ¿A qué te refieres con que no estaba? —Hizo una pausa y agregó—: ¿Quién lo movería de lugar?

—Aquel lunático y su hijo —sugerí.

Lo consideró.

—Lo dudo. Apenas podía caminar. ¿Y por qué querría su cuerpo?

La tomé en mis brazos, intentando reconfortarla. Odiaba que hubiera presenciado algo así, sobrevivido a tantos peligros. De no haberla conocido, su peor preocupación sería a causa de algún examen. Su rostro se enterró en mi pecho y besé su cabeza.

No me iba a lamentar por todo lo sucedido. No cuando tenía a la chica que amaba en mis brazos. Era hora de un descanso. Necesitaba unas vacaciones y enfrentaría el temperamento de mi madre para conseguirlas.