Los demás son nuestro reflejo
Este cuento nos enseña que la vida es como un espejo: no vemos las cosas como son, sino como somos nosotros. Al igual que las gatas, solemos ver en los demás aquello que se encuentra dentro de nosotros.
Sucede especialmente con los defectos. El avaro detecta enseguida la avaricia de los demás, porque es algo que lleva dentro de sí, mientras que una persona generosa no se dará cuenta de que tiene un amigo que nunca paga la cuenta.
El mensaje más valioso de este cuento es que cada uno verá fuera lo que lleva en su interior: si una persona es egoísta, verá a su alrededor personas que solo piensan en sí mismas; si alguien es amable, tenderá a ver la amabilidad en los demás; si es miedoso, pensará que todo el mundo tiene miedo…
Vemos el mundo según cómo somos nosotros. Por eso es tan importante que nuestra mirada sea positiva, ya que eso mismo es lo que nos volverá.
Si te fijas, las personas amables y divertidas tienden a convocar a su alrededor a gente positiva, afable y llena de alegría, a la vez que evitan el contacto con las que viven amargadas o se complacen molestando a los demás.
Como las gatas del cuento, si al mirarnos en el espejo de los demás no nos gusta lo que vemos… no echemos la culpa al espejo. ¡Podemos esforzarnos en ser mejores!