—Muy bien, estudiante, háblame de ti. Por cierto, ¿qué es un estudiante?
El estudiante está relajado. Al menos se encuentra fuera de la escuela y no te tiene ningún miedo.
—Bueno, no sé. Ser estudiante es como ser un prisionero. Todo el mundo te dice lo que tienes que hacer, adónde debes ir y lo que no debes decir, y siempre te gritan. Es una lata.
Te sorprenden sus palabras. Al fin y al cabo, a ti te gustaba aprender cosas nuevas.
Una de tus profesoras preferidas te dijo que solo se dedicaba a transmitir el Conocimiento Secreto de las distintas épocas. La creíste entonces y sigues creyéndola ahora. Menudo regalo para todos.
—¿No tiene nada positivo ser estudiante? —le preguntas.
—Bueno, las vacaciones, y normalmente no hay que hacer demasiado. Uno se las arregla.
—¿Eres peligroso? —quieres saber.
—No, solo lo creen. No lo somos.
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