Actúas con toda la naturalidad de la que eres capaz para darles a entender que no eres un ser hostil. Al parecer, estas criaturas de origen desconocido entienden el lenguaje corporal de la amistad. Vuelven a adoptar una forma sólida y se dirigen a ti con una voz metálica y aguda. De repente, te acuerdas de unas grabaciones antiguas que se encontraron en el museo espacial de una vieja civilización, en un planeta sin nombre. Ahora escuchas el mismo sonido tintineante. He aquí lo que dicen:
—Somos mitad objeto, mitad forma de vida. Allí de donde procedemos, la línea entre las cosas vivas y las inertes no está clara.
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