Mí querido Papá:
Tengo tanto que decirte y tanto que preguntarte. Antes que nada quiero que sepas que te extraño mucho a ti y a mi mami. No tienes idea cuanto los necesito. Ahora más que nunca me doy cuenta del papel tan importante que juegan los padres en la vida de los hijos. Incluso a mi edad, hay momentos en que me siento como una niña vulnerable y desprotegida. Quisiera que ustedes estuvieran aquí para guiarme, aconsejarme, abrazarme y consolarme en momentos difíciles. Quisiera compartir con ustedes mis triunfos y alegrías.
Sabes, a veces me pongo a pensar que durante mi niñez y juventud no logre apreciarte lo suficiente. No aproveché todo el potencial de cariño que tenías para dar. Desaproveché por completo ese mundo de información que vivía dentro de ti, tu intelecto, tu vasto conocimiento de la vida, de la historia y la cultura.
Pero tenemos que reconocer que tú también desaprovechaste la oportunidad de acercarte más a mi y mis hermanas. Parecía haber una barrera invisible que no nos permitía penetrar tu alma más allá de un contacto superficial. Pudiste habernos enseñado mucho y habernos motivado para explotar al máximo nuestro potencial intelectual y como seres humanos. Siempre me pregunté ¿por qué siendo un hombre tan letrado, no inculcaste en nosotras la búsqueda de la superación educativa? ¿Por qué no alentaste nuestras inquietudes de aprender, de crecer?
Entiendo que tu actitud se debía a una manera de pensar muy conservadora. Me imagino que tu intención era guiarte por las mismas reglas del juego que rigieron en tu familia. Pero esas eran otras épocas. Como megustaría haberte mostrado que las mujeres sí podemos superarnos y sí podemos contribuir a la sociedad mas allá de ser amas de casa y madres de familia.
Yo sé que tú estabas muy orgulloso de mis logros profesionales, me lo decías y me lo demostrabas todo el tiempo. Eso era importante para mí porque deseaba de todo corazón él complacerte y mostrarte que estaba haciendo algo útil con mi vida. En ese entonces recorría la ciudad de Los Ángeles cubriendo noticias, ahora recorro el mundo siendo testigo de la historia.
Como quisiera que estuvieras aquí para conversar contigo todas esas cosas que sólo hablabas con hombres. Era tan obvio, la política y los acontecimientos noticiosos eran cuestión de hombres, que las mujeres se dedicaran a la casa, los hijos y la cocina. Hoy me ayudaría tanto poder compartir contigo mis vivencias, intercambiar opiniones políticas, analizar juntos los cambios en la historia.
Siempre te vi como un gran hombre, más fuiste para mí un enigma. Había un velo de misterio en tu ser, tus acciones, tus decisiones, tu ausencia física y emocional. Si supiera entonces lo que sé ahora, sería otra historia.
No tienes idea lo que sentí cuando tu amigo me trajo aquella famosa caja llena de secretos de tu pasado que le habías dado a guardar. Eso me ayudó a esclarecer muchas cosas que simplemente no entendía. Por ejemplo, siempre me pregunté por qué no teníamos un mayor contacto con tu familia como el que teníamos con la de mi mamá. Francamente pensé que te habían desheredado por haberte casado con una mujer humilde como lo era mi madre. Me sentí rechazada y hasta humillada por esa ilustre familia que nunca conocí.
En realidad nunca me hicieron falta. Tengo gratos recuerdos de mi niñez. Yo los adoraba a ti y a mi madre. Aun en nuestro reducido núcleo familiar me sentía afortunada de tenerlos a ustedes y a mis hermanas. Y aunque contábamos con pocos recursos, nunca sentí un vacío en mi vida. Pero ahora que he tenido la oportunidad de conocer a algunos miembros de tu familia, pienso que pudimos haber tenido una vida familiar mucho más extensa, con mas tíos, primos, nuevas vivencias y experiencias.
Al sentarme a leer tus cartas y revisar los documentos que resguardabas en ese viejo archivo de piel, pude comenzar a entenderte mejor. Solo me puedo imaginar lo mucho que has de haber sufrido ocultando tu secreto. Lo difícil que habrá sido tomar decisiones que primero te separaron de tu familia en México y después de mi madre y tus hijas en California. La lucha titánica por lograr la reunificación familiar y por ser aceptado en la sociedad norteamericana.
Enterarme de tus secretos, despertó en mí la gran necesidad de saber más. De buscar a tu familia, mi familia. Quise investigar los hechos que te llevaron a darle un giro tan radical a tu vida. Pensé que si rascaba lo suficiente en tu pasado podría entender por qué nuestra vida fue como fue. Y como tu compleja historia y filosofía de la vida, ayudó a moldear la mujer que hoy soy.
No te tengo rencor por habernos mantenido alejadas de la verdad. Quisiera creer que lo hiciste para no lastimarnos, para no confundirnos con tales complejidades. Que nos mantuviste en la sombra para que nada interfiriera en la educación moral y cristiana que tanto deseabas inculcar en nosotras.
Es cierto que nunca fuiste un hombre de éxito. Nunca lograste amasar fortuna o dejarnos gran herencia. Pero quiero que sepas que lo que tú dejaste fue una huella imborrable en mi ser.
Te agradezco mucho los sacrificios que hiciste por mí, por mi madre y mis hermanas. Agradezco los principios y valores que inculcaste en mí. Tu firmeza y disciplina, ahora veo, ayudaron a ponerme en un buen camino. Despertaste en mí la conciencia social que hoy rige mi vida y mi carrera. Me mostraste con el ejemplo de que lo más importante en la vida es la familia, el ser decente, el respetarte y respetar a los demás. Esa es tu herencia, y vale mucho mas que cualquier fortuna del mundo.
Lo que he descubierto sobre ti es fascinante. Me ha hecho entenderte y entenderme mejor. Me ha hecho quererte más y darme cuenta lo importante que fuiste en mi vida. Siempre seguiré tus buenos ejemplos, y recordaré tus consejos. Llevaré tu nombre en alto con orgullo y dignidad. Trataré de enseñarles a mis hijas lo que aprendí de ti. Con la cabeza muy en alto puedo decir que yo soy la hija de mi padre, pero papi, eso sí, yo quiero ser un libro abierto con mis hijas, yo quiero vivir una vida sin secretos.
Te quiere, tu hija,
Malenita
14 de febrero de 2005