Dentro de cien años, seré libre. Habré olvidado

sus nombres y sus rostros, y sus problemas

no tendrán la menor importancia. El tiempo

se encarga de enterrar las cosas: cambia

como el desierto y se traga civilizaciones enteras,

borrándolas del mapa y de la memoria.

Al final, el polvo siempre vuelve al polvo.

JESSICA KHOURY,

El tercer deseo