UNA fotografía
de las flores del mal junto a la mesa
destinada a los hechos.
Alguien dijo su nombre cuando entraba,
pero no lo recuerdo.
Quiso enterrar los ojos
en un vaso de ron.
Yo los confundo ahora con el hielo.
No puede haber tragedia donde nunca
se descompone un sueño.
En su cuerpo, aquel brillo
de metal enfriado.
Parecía cualquiera de los nuestros.