El miércoles después de la escuela, Mama le mostró a Yasmin videos de artistas famosos. Vieron a un señor con una corbata de moño que pintaba árboles. Vieron a una señora mayor que pintaba montañas.
Yasmin pensó en sus cuadros. Estaban muy mal y eran muy feos. Suspiró. —Nunca seré tan buena como ellos.
Mama sonrió. —No pasa nada, jaan. Solo debes hacerlo lo mejor que puedas.
Pero Yasmin no estaba preparada para pintar.
El jueves, Mama dijo: —Yasmin, termina tu tarea mientras yo hago la cena.
Yasmin volvió a ver el video del señor de la corbata de moño. Hacía que pareciera fácil. Decidió intentarlo.
Colocó el caballete y las pinturas e intentó imitarlo.
Pintar un árbol era fácil, ¿no? No.
¿Y pintar una flor? No.
Sus cuadros no se parecían en nada a los del video. Yasmin dio un pisotón muy frustrada.
¡Uy! Todo se derramó por la habitación. ¡Qué desastre!
Entonces notó algo. En la parte de arriba del lienzo había una mancha de pintura amarilla. Parecía un sol.
Yasmin tomó pintura marrón e hizo otra mancha en el lienzo.
Después salpicó un poco de pintura azul.
Después, un poco de pintura verde.
Pronto, la idea de Yasmin iba tomando forma.