15 de junio de 2020

Querido Hero:

No nos conocemos aún y si no has recibido mi última carta te preguntarás por qué te escribe alguien que no conoces. Basta decir que soy una amiga y que escribo para enviarte buenos deseos.

¿Cómo estás?

Espero que te encuentres bien.

Esta vez envío esta carta a la dirección de correo electrónico de nuestros amigos, que te la reenviarán allá donde estés.

He estado haciendo investigaciones en Internet sobre tu nombre. Para ti es algo normal, pero para el resto de nosotros es un nombre increíble, créeme. Primero busqué al griego Herón, inventor y genio de las matemáticas, que prácticamente inventó el parque eólico, fue una de las primeras personas que entendieron que los seres humanos podían aprovechar el viento como fuente de energía y además inventó el primer motor a vapor y un primer prototipo de fuente automática. Al parecer era atomista. Acabo de preguntarle a gritos a mi hermano pequeño Robert, que está en plan autodidacta del violín en la habitación de al lado —es decir, está haciendo un ruido infernal— por los atomistas, y me ha dicho que creían que los individuos eran átomos completos indivisibles, separados de los demás, y que según el punto de vista de un atomista miras las partes individuales de una idea o un tema en lugar de todas las cosas que forman su totalidad. Lo bueno es que al preguntarle he conseguido que dejara de hacer ruido con el violín. Pero ahora ha vuelto a empezar.

También he encontrado en el folclore un personaje femenino llamado Hero, y que pueda ser también un nombre de chica y me ha gustado mucho. Hero, la chica, era una Figura Mitológica que estaba enamorada de Leandro, un joven que todas las noches nadaba hasta la torre de Hero, iluminada como un faro. Pero finalmente, cómo no, su historia se vuelve trágica. Una noche, al final de su verano de amor, una tempestad apaga la luz de la torre de Hero, Leandro se pierde en las olas y muere ahogado.

Bueno, ¡algunas historias antiguas son así!

Supongo que es para que podamos lidiar mejor con las cosas tristes que nos pasan.

El poeta John Keats escribió una versión de esta historia diciendo que en realidad Leandro se ahoga en la luz de la belleza de Hero. Como si ella fuese el faro. Como me parece un poco sexista, yo he inventado mi propio poema:

Entre las olas Leandro

navegó hacia un meandro

y se hundió en su balandro

de auténtico palisandro

Ay, mi Hero querida,

no llores, no llores más

pues el amor que sentías

nunca jamás morirá

Espero que no te parezca demasiado descarado. Quería cambiar una antigua historia triste por algo más divertido. Ya he sentido bastante tristeza. ¡Hay tanta este año! Y somos afortunados. Ninguno de nosotros se ha puesto enfermo. Pero una señora mayor del otro lado de la calle que el año pasado se fue a una residencia, no quiero escribir la palabra murió, pero sí, murió. Y también otras doce personas de la residencia donde estaba, a lo largo de una semana, y un trabajador del centro, y el médico que atendió al trabajador que tenía síntomas. Y una de las maestras de la escuela de primaria que hay calle abajo. Y una enfermera del servicio nacional de salud que mi madre conocía.

Es muy triste.

Nuestro cartero es genial. Se llama Sam y trabaja tanto que es como una pequeña dinamo. Cree que posiblemente pilló el virus en marzo, pero no se hizo la prueba y todavía no ha conseguido hacérsela. Lo que significa que no puede ir a ver a su familia. Sus padres son muy mayores y viven muy lejos de aquí, en Blackpool. También conocemos a más de cincuenta personas que han tenido síntomas, pero que no han podido hacerse la prueba. Así que sin saber nada han estado muy enfermos en su casa, como Sam, y muy asustados, y nadie los ha ayudado, ni ningún organismo oficial los ha contabilizado en ninguna estadística. Muchos amigos míos saben de mucha gente a quien le ha pasado lo mismo. Ahora el Gobierno los quiere por sus anticuerpos y su plasma, pero entonces nadie quiso saber nada de ellos, los dejaron solos y ellos creían que se iban a morir. Y algunos sí que se murieron.

El negocio de mi padre está parado. Ahora mismo no tendríamos nada de dinero si no fuese por su novia, Ashley, que paga generosamente las facturas y compra comida no solo para él sino también para nosotros hasta que mi padre pueda conseguir algo de dinero del Gobierno, que sigue negándole las ayudas.

Personalmente, tenía tantos planes que ahora debo tirar por la ventana que estoy decidida a sacarle más partido a este momento. Se supone que esta etapa de la adolescencia tiene que ser increíble. Tengo dieciséis años, y el momento cumbre de mis últimos tres meses ha sido mirar películas malas en Netflix Party con mis amigos.

Pero creo que algo bueno saldrá de todo esto, que mi ya vapuleada generación se volverá más resistente. Comprendemos lo afortunados que somos al pasar el rato con nuestros amigos porque sabremos qué es vivir sin ellos. Y valoraremos nuestras libertades y lucharemos por ellas en el nombre de todo lo que es bueno.

También siento que es como si estuviéramos defraudando a los miles y miles de personas que han muerto, solo por estar con vida.

Mi hermano Robert está esperando que los genios de la medicina inventen la vacuna. Yo espero que los genios que inventen la vacuna también sean genios del cambio climático.

Y entonces quizá tengamos un futuro.

Esa es la razón, Hero, de que tú y los trabajadores esenciales del sistema nacional de salud y las personas que trabajan duro para que las cosas sigan funcionando, como Sam, seáis mis héroes, junto con la gente que lucha para proteger el clima, y cada una de las personas que protestan por lo que le pasó a George Floyd.

Tengo la visión de que, en un sentido moderno, ser un héroe es enfocar una luz brillante a las cosas que necesitan ser vistas. Supongo que si alguien lo hace se producen consecuencias. Por ejemplo, si eres una luz brillante en las redes sociales, entonces la gente se enfada y te ataca y en la misma medida tu llama los atrae como polillas.

Pero ahora quizá nos demos cuenta de que tenemos que dejar de ser venenosos para los demás y para el mundo. Sé que suena muy ingenuo porque el veneno nunca ha dejado de existir. Por ejemplo, mientras dábamos clase de Historia por Zoom nos bombardearon con una imagen porno que todos vimos. Pero supongo que el porno y el veneno existirán siempre y que los seres humanos siempre tendrán que decidir ser venenosos o no para los demás, estemos en una pandemia o no.

Supongo que lo que ha pasado aquí y en todo el mundo en estos meses de confinamiento ha sido una dosis muy suave de lo que es cotidiano para ti. Sé que no es lo mismo, no es comparable con que te mantengan en condiciones carcelarias, y encima si no eres un criminal.

También me parece increíble que a lo mejor ahora ya no estés detenido y andes por la calle sin un techo donde cobijarte y sin que nadie sepa dónde estás. Nuestra amiga nos escribió y nos dijo que a las personas detenidas las habían liberado discretamente, pero sin que tuvieran ningún sitio adonde ir ni donde alojarse, ni dinero para sobrevivir.

Querido Hero, espero que estés bien. Reconozco que me parece alucinante que lo que haya conseguido liberar a las personas en detención ilegal indefinida sea un virus y no una naturaleza humana más amable, o comprensiva, o unas buenas leyes. También estoy preocupada por otro conocido mío que duerme en la calle. Han dicho en las noticias que han dado habitaciones de hotel a los sintecho. No tengo ni idea de si él habrá conseguido alguna o no. ¿Por qué hacemos estas cosas por la gente solo cuando hay un virus y no todo el tiempo?

Pero esta no es la única razón de que escriba.

¡Escribo porque los vencejos han vuelto! Grité de alegría en la calle cuando los vi en el cielo. Al parecer no hay tantos como el año pasado, pero aquí están.

Acabo de caer en la cuenta de que si no recibiste mi última carta no sabrás de qué te estoy hablando. En mi otra carta te hablé largo y tendido de mis pájaros favoritos, los vencejos. Siempre regresan a sus nidos que dejaron el año anterior, si no los han restaurado y convertido en un AirBnB, ¡donde ahora, debido al virus, solo pueden alojarse los vencejos! Me parece divertido, aunque sé que mi comentario molestará a mucha gente.

Los vencejos han llegado de la otra parte del mundo solos, sin su pareja. Se encuentran cuando regresan al nido. Conservan la misma pareja de por vida para criar, pero se separan y no vuelven a encontrarse hasta el año siguiente para aparearse de nuevo. Me parece que si los humanos hiciesen lo mismo ¾ del año, se salvarían muchos matrimonios.

Sus nidos son como unos pequeños anillos planos hechos de plumas y papel o material que recogen del aire. Lo pegan con su saliva dándoles una pequeña forma circular, o de cuenco poco profundo, o de copa, una forma útil para contener los huevos. Luego se turnan para incubarlos o mantenerlos cálidos. Sus polluelos nacen con un día de diferencia entre sí para aligerar el trabajo de los padres. La naturaleza es muy sabia.

En las fotos, esas crías no se parecen en nada a un vencejo, son unos grotescos pellejos rosas sin plumas, con una cabeza enorme que les cuesta mantener erguida y unos ojos que todavía no pueden ver.

Pero la naturaleza es tan lista que las crías son capaces de entrar en una especie de estado comatoso si por alguna razón los padres no vuelven con comida, y pueden aguantar bastante tiempo en caso de que a un progenitor le ocurra alguna desgracia o si hace mal tiempo.

Aunque no les pase ninguna desgracia, los padres tienen que trabajar duro para cazar unas mil moscas e insectos por cabeza cada vez que salen. Los mantienen en sus buches concentrados en bolas de comida, que dan a sus crías cuando vuelven al nido.

Así que si los oyes o los ves volando por encima de tu cabeza, seguro que están reuniendo comida. Pronto las crías empezarán a ejercitar las alas en el nido y fortalecerse para emprender el largo viaje de vuelta a África. Lo que es increíble es que cuando les salen las plumas y abandonan el nido por primera vez ya pueden volar adonde sea, en cuanto alcen el vuelo no volverán a tocar tierra al menos durante un año, normalmente un par de años.

Dentro de unas seis semanas, será entonces cuando abandonen el nido.

«Eso es el verano que se acaba», dirá mi madre cuando alcemos la vista a un cielo sin vencejos.

Pero ¡aún no!

Todavía faltan unas semanas.

Siempre que los oigas en el cielo, acuérdate de saludarles también de mi parte.

Ojalá estés bien y con buena salud.

Espero que recibas esta carta,

con cariño

de tu amiga

Sacha

(Greenlaw)