Ingrid Bergman

Nació el 29 de agosto de 1915 en Estocolmo, Suecia. Murió en Londres, Gran Bretaña, el 29 de agosto de 1982. Su madre era alemana y murió cuando ella tenía dos años. Su padre, sueco, era pintor, pero las necesidades materiales le obligaron a poner una tienda de artículos fotográficos. Hasta los doce años la niña vivió con su padre y con una tía suya en un cordial ambiente familiar, pero con una enorme sensación de soledad. Era tímida, excesivamente alta para su edad, lo que ocasionaba las burlas y persecuciones de los demás niños, haciéndola retraída y soñadora. Siempre tuvo gran afición al teatro, y uno de sus grandes recuerdos es la primera vez que su padre la llevó a ver una obra teatral del dramaturgo Hjalmar Bergman; ella supone que en aquel momento nació su decisión de ser actriz.

Poco después, muere su padre y la niña fue a vivir a casa de un tío con cinco hijos, que la hacían sufrir con sus crueldades infantiles. El viejo tío era un fanático que creía que el teatro era una invención del diablo y que se opuso tenazmente a las aspiraciones de la muchacha. Su alta estatura conspiraba también contra ella. Terminados sus estudios, se presentó al concurso de ingreso en la Real Escuela de Arte Dramático del Estado, con gran éxito, que continuó a lo largo de su aprendizaje. En esta época conoció a Peter Lindstrom, que era un dentista de renombre, con el que se casaría al ser mayor de edad. Los productores y directores suecos buscaron siempre en las escuelas de arte dramático a los futuros actores, y la Bergman recibió muchas proposiciones cinematográficas antes de acabar sus estudios.

Ingresó fácilmente en el cine en 1934 con un papel secundario al lado del máximo galán de la época, Gosta Ekman; en su segunda película hace ya de protagonista y su carrera cinematográfica marcha sin interrupción. Se casa en 1937 y tiene una hija, Pía, en 1938.

Trabaja, sobre todo bajo la dirección de Gustav Molander, el veterano realizador, único superviviente del cine mudo sueco y el más importante del sonoro en aquellos años. Hace un film en Alemania y en 1938 interpreta Intermezzo, en su versión original sueca, dirigida por Molander. Es su película decisiva. Obtiene un gran éxito en Suecia, se proyecta en Norteamérica, y Catherine Brown, representante del productor David O. Selznick, le hace ver que aquella actriz desconocida puede ser la sucesora de Greta Garbo. Éste le escribe ofreciéndole un contrato por siete años, pero la joven actriz se asusta y se niega a salir de su país, donde ha obtenido sus primeros éxitos y la retiene también la profesión de su marido. Catherine Brown llega a Estocolmo y la convence para interpretar un solo film en Hollywood, con opción para otros, si aquél tiene éxito. En 1939, llega a Norteamérica y filma, bajo la dirección de Gregory Ratoff, una nueva versión de Intermezzo, con Leslie Howard, un bello film que constituye un éxito enorme en el mundo entero. Bergman ha vuelto a Suecia, Selznick quiere hacer valer los derechos de su opción, la actriz duda aún, pero en septiembre estalla la guerra y su marido decide que salga de su país, amenazado por todas partes. La lleva, con su hija, a través de Europa, hasta Génova, donde alcanza el último barco de pasajeros, el día de Año Nuevo de 1940. El marido vuelve a Suecia e Ingrid Bergman comienza su carrera de actriz.

Durante bastante tiempo Selznick no la utiliza; la Bergman hace en teatro «Lilion», de Molnar, para llenar sus forzados ocios; Selznick al fin la presta a otras empresas y en ellas hace los films que la sitúan como una de las grandes, famosas, cotizadas, actrices del cine: Alma en la sombra, El hombre y la bestia y Casablanca son los tres grandes pasos hacia su consagración definitiva. Las películas que interpreta a continuación, a partir de 1943, son una serie de éxitos para la actriz, aunque no siempre encuentre los papeles dignos de su talento, y algunos sean fracasos para la productora, como Arco de triunfo o Juana de Arco. Obtendrá dos Oscar de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood por Luz que agoniza, en 1945, y Anastasia, en 1956.

En 1946-47 marca una cumbre en la historia teatral de los Estados Unidos con su interpretación de «Juana de Lorena», de Maxwell Anderson, y obtuvo varios premios y distinciones importantes. Juana de Arco es su personaje favorito desde niña.

En el apogeo de su fama y labor artística tiene lugar un cambio decisivo en su vida y en su arte, en medio de uno de los escándalos más ruidosos del mundo cinematográfico. Su marido se ha instalado en Hollywood y alterna su profesión de médico, carrera que acaba en Estados Unidos, con la de representante de la estrella. Esta última actividad acaba por incidir en la vida íntima del matrimonio hasta distanciarlos. Ingrid Bergman va a vivir una historia de amor semejante a la que pueda suceder en uno de sus films. En 1948, en Nueva York, la Bergman ve las películas de Rossellini Roma, ciudad abierta y Paisà, que producen en Norteamérica el gran impacto del neorrealismo. Quiere ser dirigida por aquel realizador, le escribe en este sentido y, cuando Rossellini va a Estados Unidos en 1949 para recibir el premio de la Crítica Cinematográfica, conoce a la Bergman y pasa unos días en su casa. Howard Hughes, el excéntrico multimillonario, entonces dueño de la RKO, monta una película Rossellini-Bergman que se filmará en Strómboli, Italia, en la primavera de 1949. Ambos se han enamorado, aunque los dos están casados, y pretenden divorciarse. El periodista Knicker-bocker, de la cadena de periódicos Hearst, lanza la noticia y el escándalo comienza a recorrer el mundo. El marido de la actriz se niega al divorcio, y el hijo de Rossellini y Bergman nace antes de que llegue el divorcio gestionado por poderes en México, sin consentimiento del marido. Esto ocasionó una de las persecuciones más terribles de que había sido objeto persona alguna en su vida privada y en sus sentimientos más íntimos. La opinión pública se moviliza en asociaciones y grupos de presión; la prensa sensacionalista da las noticias como si se tratase de un peligro internacional, la sueca es la más dura y agresiva contra su compatriota.

Desde los tiempos de Roscoe Arbuckle o del divorcio Chaplin-Lita Grey no se había conocido un acto de agresión multitudinaria semejante, pero ahora con la amplitud y la fuerza arrolladora de los modernos procedimientos de información. Se levantan voces indignadas contra aquel linchamiento moral. Por la radio norteamericana, Walter Winchell increpa al público: «Lo único que hay más brutal que un piquete apuntando sus rifles contra un hombre, es el mundo apuntando con el dedo a una mujer». El diario órgano oficial del partido cristiano-demócrata del Gobierno De Gasperi califica el espectáculo de «agresión de caníbales». A la vez se industrializa la moral y el escándalo. La productora envía mensajeros con instrucciones para cumplir con las apariencias –hoteles separados, nada de fotos juntos, etcétera–, pero al mismo tiempo impone el título de Strómboli, sobre el de Tierra de Dios, porque aquél es ya célebre y garantiza el éxito por el sitio donde tuvo lugar el escándalo amoroso. Los exhibidores, indignados por la conducta de la actriz, anuncian que Strómboli será boicoteada en sus cadenas de cines, «siempre que no sea un gran éxito en sus primeras semanas». La Bergman tiene que anunciar su retirada del cine –sin pensar hacerlo–para calmar las iras de la opinión pública. Se casan por poderes en México el 24 de mayo de 1950. Ese mismo año tienen dos hijas gemelas y poco tiempo después se falla el divorcio de su primer marido en los Estados Unidos.

Esta situación va a influir decisivamente en su vida artística durante siete años y puede decirse que en el resto de su carrera. En ese tiempo hace seis películas bajo la dirección de Rossellini, que representan un cambio importante en su manera de actuar. Pero también es una etapa en la obra del realizador en la que se le discute e incluso niega, un claro declive en su renombre, lo que afecta a la labor de la actriz. Injusta actitud, que después ha sido rectificada. En Strómboli hace una de sus mejores interpretaciones, llena de fuerza, sinceridad, patetismo, enorme gama de matices. Europa 51 le ofrece un papel más fácil, por ser de mayores recursos, pero también extraordinario trabajo, como en Te querré siempre. En 1954 hace giras por Europa con su compañía teatral, interpretando «Juana en la hoguera», de Paul Claudel, con música de Arthur Honegger, dirigida por Rossellini, con la que harán un film. En 1955 hace su primera película sin Rossellini, Elena y los hombres, de Jean Renoir, con gran éxito. Y en cuanto la película se acaba, empieza Anastasia, de Anatole Litvak, norteamericana, pero filmada en Londres y París. Aquel mismo año se presenta en el teatro, en París, con «Té y simpatía», con la empecinada y violenta oposición de Rossellini. Obtiene un enorme triunfo personal y aquí empieza la ruptura de su matrimonio, cuando aún no se habían extinguido las consecuencias de su casamiento. Un comentarista de televisión, al presentar en Estados Unidos un reportaje sobre la filmación de Anastasia, cree sinceramente ayudar a la actriz diciendo: «Después de todo, esta discutida figura ha pasado siete años de penitencia». Hemingway, en París, se ofrece a acompañarla a su vuelta a Nueva York, para pegar al que se atreva a meterse con ella. Éste es el ambiente que aún la rodea. Pero su vuelta a Estados Unidos, en enero de 1957, es triunfal. La crítica otorga su premio –y más tarde la Academia un Oscar– a su labor en Anastasia, una película convencional, donde la actriz vuelve, en gran parte, a su estilo anterior a Rossellini.

Éste, tras sus habituales mil proyectos, está filmando en la India, y sus nuevos amores –también tocados de escándalo– con la actriz Sonali Das Gupta consuman la separación, que obtiene legalmente en 1957. En diciembre de 1958 Ingrid Bergman contrae nuevo matrimonio en secreto con el empresario teatral sueco Lars Schmid. Y en los mismos días, un consejo de ministros, presidido por el rey de Suecia, acuerda unánimemente reintegrar a la actriz la ciudadanía sueca, que había perdido por su casamiento con Rossellini. La batalla del mundo contra su ídolo ha terminado. Los tiempos han cambiado y otra actriz, Brigitte Bardot, lucha por su independencia personal frente al escándalo publicitario.

Sin embargo, Ingrid Bergman se dedicará preferentemente al teatro, sus películas se espacian y no tendrán la importancia de las anteriores, actuando sobre todo en Europa. Pero su renombre, su arte y su significado en el cine permanecen justamente.

Es la gran actriz nata, cuyo arte de crear personajes tiene el máximo acento de espontaneidad. Aunque cada uno de los tipos creados por ella es el resultado de un estudio minucioso, parece haber surgido por generación espontánea. La espontaneidad y la facilidad es, verdaderamente, el centro de gravedad de su juego escénico. Los directores que han trabajado con ella han encontrado su labor de realización más fácil que con ninguna otra actriz, porque su gesto de composición parece el propio y porque puede ser fotografiada desde todos los ángulos y bajo las luces más diversas, como si su fotogenia fuera tan espontánea como su facultad de creación. Ingrid Bergman representa una clave de sinceridad como pocas actrices lo han hecho nunca. Todo se ve en ella claro y simple, evidente aun en los matices más complicados y sutiles. Ingrid Bergman es la actriz del alma desnuda. Y ofrecer el espíritu de un personaje en toda su pureza y en toda su complejidad humana es lo que, quizás, da a los seres que crea ese indefinible encanto que está más allá de todo hecho concreto, de toda figura determinada, como el trazo común y mejor de la condición humana.

FILMOGRAFÍA: 1934: Munkbrogreven, de Edvin Adolphson y Sigurd Wallen. 1935: Bräningar, de Ivan Johansson; Swedenhielms, de Gustav Molander; Valborgsmässoafton, de Gustav Edgren. 1936: Pa solsidan, de Gustav Molander; Intermezzo (Intermezzo), de Gustav Molander. 1937: Med livet soninats, de Per Liudberg. 1938: Dollar, de Gustav Molander; En kuinnas ansikte (Un rostro de mujer), de Gustav Molander; Die vier Gresellen (El pacto de los cuatro), de Carl Froelich; En Enda natt (Destino), de Gustav Molander. 1939: Intermezzo: A Love Story (Intermezzo), de Gregory Ratoff. 1940: Juninatten (Noche de junio), de Per Lindberg. 1941: Adam Had Four Sons (Los cuatro hijos de Adán), de Gregory Ratoff; Rage in Heaven (Alma en la sombra), de W. S. Van Dyke; Dr. Jekyll and Mr. Hyde (El extraño caso del doctor Jekyll), de Victor Fleming. 1942: Casablanca (Casablanca), de Michael Curtiz. 1943: For Whom the Bells Toll (Por quién doblan las campanas), de Sam Wood. NOMINACIÓN (A. P.). 1944: Gaslight (Luz que agoniza), de George Cukor. OSCAR (A. P.). 1945: Saratoga Trunk (La exótica), de Sam Wood; Spellbound (Recuerda), de Alfred Hitchock; The Bells of St. Mary’s (Las campanas de Santa María), de Leo McCarey. NOMINACIÓN (A. P.). 1946: Notorious (Encadenados), de Alfred Hitchcock. 1948: Arch of Triumph (Arco de triunfo), de Lewis Milestone; Joan of Arc (Juana de Arco), de Victor Fleming. NOMINACIÓN (A. P.). 1949: Under Capricorn (Atormentada), de Alfred Hitchcock; Stromboli, terra di Dio (Stromboli), de Roberto Rossellini. 1951: Europa’51 (Europa 1951), de Roberto Rossellini. 1953: Siamo donne (Nosotras las mujeres), de Roberto Rossellini; Viaggio in Italia (Te querré siempre), de Roberto Rossellini. 1954: Giovanna d’Arco al rogo, de Robert Rossellini; Die Angst, de Roberto Rossellini. 1956: Elena et les hommes (Elena y los hombres), de Jean Renoir; Anastasia (Anastasia), de Anatole Litvak. OSCAR (A. P.). 1958: Indiscreet (Indiscreta), de Stanley Donen; The Inn of the Sixth Happiness (El albergue de la sexta felicidad), de Mark Robson. 1961: Aimez-vous Brahms? (No me digas adiós), de Anatole Litvak. 1964: Der Desuch (La visita del rencor), de Berndhard Wicky; The Yellow Rolls-Royce (El Rolls-Royce amarillo), de Anthony Asquith. 1967: Simulantia, de Gustav Molander. 1969: Cactus Flower (Flor de cactus), de Gene Saks. 1970: A Walk in the Spring Rain (Secretos de una esposa), de Guy Green. 1974: Murder on the Orient Express (Asesinato en el Orient Express), de Sidney Lumet. OSCAR (A. S.). 1976: A Matter of Time (Nina), de Vincente Minnelli. 1978: Höstsonet (Sonata de otoño), de Ingmar Bergman. NOMINACIÓN (A. P.).