Nació el 12 de agosto de 1881 en Ashfield (Massachusetts), Estados Unidos. Murió en 21 de enero de 1959 en Hollywood. Perteneció a una familia de origen holandés, asentada en el país desde 1658; su padre, Henry Churchill De Mille, era autor dramático y profesor de literatura en la Universidad de Columbia; su madre, Mathilde Beatrice Samuel, era inglesa y profesora en la Academia Lockwood, de Brooklyn. De Mille estudió primero en la Academia Militar de Pennsylvania, pero atraído por el teatro ingresó en la Academia Americana de Arte Dramático, mientras su hermano William se dedicaba a escritor teatral. De Mille consiguió un cierto renombre como actor escénico, y en calidad de hombre de teatro se asoció con Jesse Lasky, que entonces tenía negocios de vodevil, y con el cuñado de éste, Samuel Goldfisch (luego Goldwyn), antiguo guantero. De Mille hacía revistas y operetas para Lasky, y su hermano mayor, William De Mille, ya estaba incorporado al cine, años antes, como actor. Por otra parte, el cine era el nuevo gran negocio de los Estados Unidos. Así se formó la Lasky Feature Play Co., que en 1916 se uniría con la empresa de Zukor. De los 25.000 dólares reunidos entre los tres socios, sólo quedaban 15.000 para la filmación, que se hizo en una granja abandonada de Hollywood; la película fue comprada a crédito, y el cameraman tardó tres meses en cobrar. Fue The Squaw Man (1913-1914), con Dustin Farnum y Viola Dana; se vendió a los exhibidores, con 20.000 dólares de beneficio. Desde entonces, Cecil B. De Mille ha sido uno de los puntales de Hollywood, en su formación y en su apogeo como capital del cine mundial.
Era el prototipo del hombre de negocios norteamericano, emprendedor frente a toda circunstancia, con iniciativas siempre renovadas para todas las cosas, de una energía inverosímil que desbordaba su estricta profesión en mil sentidos. Era un deportista audaz, que practicaba los vuelos acrobáticos, y a la vez presidente de dos o tres bancos. El productor Zukor, con el que estuvo asociado, en una forma u otra, la mayor parte de su vida, solía gastarle esta broma. Cuando una película no le salía suficientemente bien, le decía: «Es que hay en ti demasiados banqueros». Lo que, en verdad, constituye una definición: el hombre de cine, el artista que en él había, llevaba dentro demasiados banqueros que le aconsejaron siempre un camino comercial: el del éxito a toda costa, que siempre logró plenamente. Su imaginación de artista la aplicaba a renovar y perfeccionar lo ya hecho, en el mismo sentido: insertar motivos de atracción popular y, sobre todo, dar lujo, suntuosidad, elegancia fácil y, al fin, espectáculo de cualquier clase.
Contribuye con aportaciones efectivas a la creación del cine del Oeste, en sus primeras películas. Cuando surge, hacia 1915, la tendencia de llevar a la pantalla las grandes figuras consagradas en la escena, hace Carmen (1915) y Juana de Arco (Joan, the Woman, 1917), y algunas otras con Geraldine Farrar, la más famosa actriz de aquellos tiempos, donde ya se inician los extravagantes gastos y caprichos de las grandes estrellas. Autor de dramas íntimos, les da en la pantalla la atracción erótica que es, por unos años, la corriente central del cine norteamericano, con bellas mujeres perversas y decadentes, con suntuosos cuartos de baño y grandes lechos de ornamentación barroca, donde las heroínas juegan su estilo: Macho y hembra (Male and Female), basada en «El admirable Crichton», de Barri; Don’t Change Your Husband (1919), La fruta prohibida (Forbidden Fruit), El señorito Primavera (The Affairs of Anatol, 1921), serie en la que consagra especialmente la gran figura de Gloria Swanson. Para cada etapa de su carrera tiene su frase, que entonces es ésta: «El brillante desarrollo del cine en los últimos años es la prueba evidente de que la atracción de los sexos, inteligente y honestamente tratada, aparece como una de las grandes fuerzas morales de la humanidad». Porque estas películas de elegante erotismo tenían siempre un fondo moral, al servicio de los más estrictos puritanos del país. Inmediatamente, recoge triunfal la antorcha de las reconstrucciones históricas, que acaba de dejar caer el cine italiano, entonces en decadencia: Los diez mandamientos (The Ten Commandments, 1923), grandioso éxito mundial que renueva el género, dándole la amplitud espectacular colosalista y a la vez poniéndolo al alcance de una producción comercial contra el estruendoso fracaso de Intolerancia, de Griffith. Esta serie de películas bíblicas, en un país de lectores de la Biblia, le proporciona los más grandes elogios, como «el Miguel Ángel del cine», y la consagración definitiva como maestro del género. A las críticas adversas respondía con otra frase: «Al que no le gusten mis películas es que no le gusta la Biblia». Aunque sus films estuviesen más cerca de la historieta que de los Libros Sagrados. Por último, cuando el cine recibe el golpe de la televisión y necesita una renovación que atraiga de nuevo a los públicos, De Mille vuelve a imponer su tradicional criterio del cine espectacular con un título que es toda una definición: El mayor espectáculo del mundo. Y enseguida la nueva versión de Los diez mandamientos, que va a llevar al cine mundial por el camino de las reconstituciones históricas, repetidas en mil aspectos, hasta nuestros días.
Este sentido extraordinario de oportunismo comercial es lo que da a su obra un acento de falsificación, lo mismo en sus dramas de sociedad, eróticos y moralistas, que en sus películas históricas; siempre hay una mezcolanza indiscriminada de todos los factores que puedan constituir la atracción de gran público. Pero también tiene aportaciones concretas a la formación del cine. La marca del fuego (The Cheat, 1915), al ser estrenada en Francia con el título de Forfaiture, causó una impresión extraordinaria en el cine europeo. Los mejores críticos le dedicaron sus mejores elogios: «Por primera vez vemos un film que merece este nombre» (Louis Delluc). Era un melodrama de alta sociedad, desorbitado y un tanto morboso, donde una elegante mujer, cuyo marido ha robado 100.000 dólares de unos fondos de beneficencia, promete entregarse a un príncipe japonés a cambio de esa suma. Pero cuando obtiene casualmente el dinero, se niega, el japonés la marca en la espalda con un hierro al rojo; el marido intenta matar al japonés, es juzgado, la mujer exhibe su espalda desnuda y tatuada, el marido es absuelto y la multitud se lanza contra el japonés para hacer justicia por su mano. Los factores del éxito van desde la elegancia y el erotismo hasta la ley de Lynch. Pero estaba hecha con una continuidad precisa, con una iluminación pictórica de claroscuros y, sobre todo, interpretada con una sobriedad entonces inusitada por el actor japonés Sessue Hayakawa. Había allí un auténtico lenguaje de cine, que se anticipaba a su época. Y en sus reconstituciones históricas hay una indudable maestría, agilidad, manejo de las multitudes, los decorados, luego el color, en un conjunto dinámico que no se había logrado en el cine italiano; lo que proviene de Griffith. En cambio, todo ello carece de sentido en su última etapa, cuando después de 1950 vuelve a imponer el género, llevando el cine mundial por un camino sin salida, necesitado de total rectificación. Pero el nombre de Cecil B. De Mille significa y resume todo un concepto del cine norteamericano y del mundial, que está ahí y que, en su tiempo, representaba una contribución innegable. Quizá pudiera resumirse en esa frase vulgar con que se significa lo maravilloso, extraordinario, inverosímil, lujoso o insólito: «Parece de cine». La obra de Cecil B. De Mille «parece de cine».
FILMOGRAFÍA: 1913: The Squaw Man (codirigida con Oscar Apfel). 1914: The Virginian; The Call of the North; What’s His Name; The Man from Home; Rose of the Rancho. 1915: The Girl of The Golden West; The Warrens of Virginia; The Unafraid; The Captive; Wild Goose Chase; The Arab; The Chimmie Faden; Kindling; Maria Rosa (María Rosa); Carmen (Carmen); Temptation (Tentación); Chimmie Faden out West; The Cheat (La marca de fuego). 1916: The Golden Chance; The Trail of the Lonesome Pine; The Heart of Nora Flynn; The Dream Girl (La niña de los sueños). 1917: Joan the Woman (Juana de Arco); A Romance of the Redwoods; The Little American (La pequeña heroína); The Woman God Forgot (La olvidada de los dioses); The Devil Stone (La piedra del diablo). 1918: The Wispering Chorus; Old Wives for New; We Can’t Have Everything; Till I Come Back to You; The Squaw Man (El prófugo). 1919: Don’t Change Your Husband; For Better For Worse (Abnegación); Male and Female (Macho y hembra o El admirable Crichton). 1920: Why Change Your Wife? (¿Por qué cambiar de esposa?); Something to Think About. 1921: Forbiden Fruit (La fruta prohibida); The Affairs of Anatol (El señorito Primavera). 1922: Fools Paradise (El paraíso de un iluso); Saturday Night; Manslaughter (El homicida). 1923: Adam’s Rib (La costilla de Adán); The Ten Commandments (Los diez mandamientos). 1924: Triumph (Triunfo); Feet of Clay (Pies de arcilla). 1925: The Golden Bed (La cama de oro); The Road to Yesterday (La huella del pasado). 1926: The Volga Boatman (Los bateleros del Volga). 1927: The King of Kings (Rey de reyes). 1928: The Godless Girl (La incrédula). 1929: Dynamite (Dinamita). 1930: Madam Satan (Madame Satán). 1931: The Squaw Man (El prófugo). 1932: The Sign of the Cross (El signo de la Cruz). 1933: This Day and Age. 1934: Four Frightened People; Cleopatra (Cleopatra). 1935: The Crusades (Las cruzadas). 1937: The Plainsman (Buffalo Bill). 1938: The Buccaneer (Corsarios de Florida). 1939: Union Pacific (Unión Pacífico). 1940: North West Mounted Police (Policía Montada del Canadá). 1942: Reap the Wild Wind (Piratas del Mar Caribe). 1944: The Story of D. Wassell (Por el valle de las sombras). 1947: Unconquered (Los inconquistables). 1949: Samson and Delilah (Sansón y Dalila). 1952: The Greatest Show on Earth (El mayor espectáculo del mundo). 1956: The Ten Commandments (Los diez mandamientos).