El dominio de la noche
Aquella noche, sin quebrar el silencio de la selva, algo rasgó la oscuridad. Era un rastro de sonido, un silbido que bajaba del cielo sin descoser las nubes. Luego se escuchó en el piso la explosión ensordecedora, la llamarada, una llamarada azul, y unos minutos después, ya más cerca del techo de la selva, se oyeron el escuadrón de aviones atacando, helicópteros Halcón Negro llegando con tropas, decenas de sombras descendiendo por las cuerdas que caían de sus patines, otros helicópteros, los Arpía, escoltando a los anteriores, y más arriba de todos, el Avión Fantasma protegiendo a las tropas en acción... Todo parecía muy sincronizado. Era una sinfonía militar en las sombras:
Abajo, en medio del foso tallado sobre la greda, un velo de humo levantándose y en medio del humo, el cuerpo del Mono Jojoy.
La bomba lanzada por un avión Súper Tucano había hecho impacto en el mismo borde de la hamaca en que dormía el guerrillero.
Es que ahora la noche es aliada de la aviación militar, de manera que en muchas madrugadas se viene repitiendo la escena en distintos rincones de Colombia.
Que se recuerde, en las sombras cayó también el Negro Acacio, cabeza de los traficantes de cocaína de las Farc.
Un amanecer, el turno fue para un tal Martín Caballero, llamado el azote de los Montes de María. Y un anochecer, Raúl Reyes mientras roncaba.
Luego, otra marcó la muerte de Alfonso Cano, el sucesor de Tirofijo.
Ese año en marzo, en un solo ataque cayeron treinta y tres guerrilleros en Vistahermosa, Meta.
Doce días después “tronaron” treinta y seis en Arauca. Dieciséis eran cabecillas reunidos en un aquelarre de bandidos.
Antes habían fruncido un tal Camilo Tabaco en plena borrachera, un Jerónimo y sus camaradas en el Tolima, luego Edgar Tovar en Putumayo, Yerminson en el Huila… Más tarde Gloria, una víbora, según los chocoanos que la padecieron.
Para los mandos militares, “lo importante de esta fase de la guerra es que están siendo neutralizados los delincuentes y sus estructuras armadas sin afectar a seres inocentes”.
También a partir de allí los servicios de Inteligencia comenzaron a compartir sus informaciones y la aviación militar basó entonces su accionar sincronizado con los del Ejército, la Armada Nacional y la Policía, logrando blancos precisos, como la información de los servicios de Inteligencia.
Hoy, en este continente, después de la de los Estados Unidos, la Fuerza Aérea Colombiana, es la que más horas vuela, —arriba de noventa y dos mil al año— contrastando con vecinos muy activos como Venezuela, que cubre treinta mil.
Según el general Carlos Bueno Vargas, comandante de la base de Palanquero —para ellos, una insignia—, “este es el resultado del dominio de la noche. Es que somos una fuerza aérea de veinticuatro horas. Ahí estriba uno de los cambios fundamentales en este conflicto”.
Otra visión
La nueva guerra comenzó cuando los pilotos y sus naves empezaron a gozar de un panorama total a cualquier hora, gracias a los lentes de visión nocturna de últimas generaciones que permiten atacar con precisión, pues dejan ver el objetivo de manera real.
Pero, además, esta aviación introdujo mejoras en el entrenamiento de sus miembros, en tecnología, en sistemas de navegación, en sistemas de tiro, en el concepto de la operación de sus naves.
—Como la guerra empezó a abarcar la noche, el entrenamiento sufrió un cambio, también del día a la noche, porque las condiciones de vuelo fueron entonces diferentes, pues la fatiga con los sistemas incorporados es el doble que en el día. Una hora de vuelo con lentes de visión nocturna equivale a más del doble del cansancio que se genera en un piloto durante el día… Es que, por ejemplo, la percepción de profundidad cambia. Mire: Colombia fue pionera en el continente en cuanto al empleo de lentes de visión nocturna—, dice el comandante de la Fuerza Aérea.
Pero además de los lentes de visión nocturna, las naves tienen un sistema y unos equipos especiales llamados Flir para ubicar al enemigo, igualmente con medios infrarrojos.
Esto también ha sido determinante. La capacidad de los Flir evoluciona día a día. La FAC cuenta con los más moder-nos del mundo, pero a medida que va apareciendo algo más avanzado en tecnología lo va adquiriendo.
El sistema permite detectar la presencia de los grupos de guerrilleros en medio del follaje espeso de la selva, distinguiéndolos de campesinos:
“Es que su resolución es de tal precisión que, desde las alturas, perfectamente puede determinar si la persona viste uniforme, si tiene armamento, qué clase de armamento, o sencillamente si se trata de un azadón, y eso nos permite no afectar a la población civil”.
Protagonistas
Dentro de los actores de la nueva guerra, los helicópteros Arpía son protagonistas que hoy obedecen a un diseño propio que corrobora la inmensa capacidad de los técnicos colombianos.
Realmente se trata de una unidad para transportar tropas, pero ante las limitaciones del país, los expertos la convirtieron en una nave de ataque: utiliza cohetes y ametralladoras Punto Cincuenta —magníficas por su capacidad de fuego—, de manera que el Arpía equivale a un batallón volador con una ametralladora por cada costado y un lanzacohetes, además de una capacidad infrarroja de detección, muy eficaz.
—Pero como nuestra idea no era comercial, nunca pensamos en patentar el diseño, de manera que cuando la gente de la Sikorski —el fabricante—, vio un resultado tan positivo, ellos tomaron mucho de lo que los colombianos desarrollamos y lo implementaron en sus helicópteros—, dice un oficial.
Hoy la de Colombia es una aviación militar con una gran capacidad reconocida por sus similares vecinas. Por ejemplo, se puede ubicar perfectamente en un teatro de operaciones, entre treinta y cuarenta aeronaves al mismo tiempo sin generar conflictos. Por otro lado, antes del combate es capaz de realizar planeamientos precisos y tan rápidos como ninguna otra.
Fantasmas en la noche
La aviación militar cuenta también con el Fantasma, en tierra una mariposa erguida con alas anchas y patín de cola, ahora con dos motores turbo modernos, visión nocturna y artillería. Es una nave determinante.
En esta guerra también vuela el A37, un bombardero armado con lanzacohetes al que también le han hecho actualizaciones. Se trata de “un viejito guerrero”, magnífico en intervención del narcotráfico y bombardeos a campamentos guerrilleros.
Pero más allá está el Súper Tucano que le da a la Fuerza una capacidad excepcional. “Es una pieza de muchísima precisión con un armamento justo para nuestro conflicto”, comenta el oficial, y agrega:
“Este avión cuenta con una tecnología de punta, óptima. En el ataque aire-tierra, tiene una precisión absoluta en la colocación de las bombas en un radio de cincuenta centímetros, de un metro, en torno al objetivo… ¿Recuerda usted? El vientre del Mono Jojoy. Las rodillas de Raúl Reyes”.
Más avances
En esa secuencia del desarrollo aparece también la evolución del caza-bombardero Kafir, al cual, gracias al talento colombiano, se le hizo una modernización de sus sistemas, incluyendo la inclusión de radar. El del Kafir permite localizar aeronaves intrusas y le da una capacidad de defensa realmente importante.
Y en el conflicto interno es un arma silenciosa, pero cuando hace su entrada de tiro, es decir, caer en picada apuntando hacia el objetivo, utiliza el elemento fundamental y mortífero de la sorpresa.
Todo este aparato militar es el complemento al trabajo de los servicios de Inteligencia que ubican a los delincuentes en selvas y montañas.
La Fuerza Aérea realiza cientos de operaciones cada año.
Hoy, la noche es su aliada.