VOCES DEL REIKI:
HISTORIAS Y CONSEJOS DE PRACTICANTES DE REIKI
El reiki ha tocado y formado muchas vidas. Parte de este camino es averiguar, con nuestra propia experiencia, cómo obtener lo mejor de este preciado regalo. Sin embargo, podemos también aprender mucho de la experiencia de otras personas. Este libro no estaría completo sin algunas de las historias especiales de practicantes de reiki que han obtenido gran beneficio personal de esta energía, y han enseñado y tratado a los demás exitosamente. Algunos de ellos son amigos y estudiantes del autor; otros simplemente respondieron a su invitación para que compartieran su sabiduría y experiencia con quienes siguen un camino similar.
Una enfermedad que me trajo algo bueno
Por Jean Dunn
Siempre he estado interesada en terapias complementarias y el lado espiritual de la vida. Fue una enfermedad la que me dio la oportunidad de investigar más a fondo estos asuntos, cuando me diagnosticaron cáncer de seno en 1995. En ese tiempo sentí curiosidad por el reiki, y decidí tomar los cursos de primero y segundo grado.
Cuando comencé la autocuración, empleaba una hora al día, y siempre me sentía relajada física, mental y espiritualmente después de cada sesión. Luego de algunos meses reduje el número de tratamientos a uno o dos por semana. Actualmente sólo practico reiki cuando lo necesito. No creo que esto sea una buena idea, y una decisión apropiada para mí sería emplear al menos una hora semanalmente para la práctica del reiki. Digo esto porque a pesar de que ahora me siento saludable, también sé cuándo falta algo en mi vida. Después de una hora de hacer reiki puedo sentirme más controlada, los dolores menores se disipan, y me siento más feliz y capaz de enfrentar la vida en general.
Nunca menciono o discuto asuntos espirituales con mi esposo; él es muy “puesto sobre la tierra” y no cree en estos campos. Sin embargo, cuando estoy pensando: “Debo hacer reiki”, él invariablemente dice: “¿No tenías ahora una sesión de reiki?”; él es consciente del cambio en mí después de un tratamiento.
Al mirar hacia atrás, desearía haber tenido la oportunidad de encontrar antes el reiki. Muy a menudo hallamos algo sólo cuando lo necesitamos. Si hubiera conocido y practicado el reiki con anterioridad, podría haber mantenido una mejor salud, y evitado el cáncer de seno. Sin embargo, he aprendido que nunca deberíamos decir “si tan sólo”. Puedo decir ahora que el reiki siempre jugará un papel importante en mi vida.
Desde que practico el reiki he sido generalmente una persona mucho más feliz, y me siento más unida al lado espiritual de la vida, y por ello siempre estaré agradecida.
Claridad, sabiduría y compartir responsabilidades
Por Mary Dawson
Después de meses de trabajar, estudiar constantemente, y dividir el tiempo restante entre mi familia y los amigos, estaba agotada física y emocionalmente. Me sentí usada, maltratada y sin apoyo.
Aprendí y practiqué reiki, esperando que me ayudara, y lo hizo, pero no de la manera que yo imaginaba. Después de las sesiones de autotratamiento me sentía más fuerte y relajada, pero luego surgían de nuevo las tensiones y el dolor emocional.
Una mañana, desesperada me senté y pedí al reiki consejos en lugar de curación, y todo se aclaró. Lo que causaba mi sensación de acoso eran los problemas de otras personas y no los míos.
Estaba asumiendo responsabilidades de personas muy cercanas a mí. Con una manera equivocada de aliviar sus cargas, sacrificaba mi salud y bienestar, y al mismo tiempo construía una pared entre ellos y yo, además de amargarme por sus insuficiencias. Desde entonces, durante mis sesiones de autocuración, dirijo el reiki a estas personas para su “mayor bien”. Los resultados han sido significativos para todos; hemos expresado los temores ocultos y las realizaciones, las actitudes han cambiado, y se ha restaurado la confianza. En realidad creo que en el fondo estaba consciente de la causa de mi dilema, pero era incapaz de afrontarla, preferí ignorarla. Creo que el reiki mostró mi debilidad; no sólo me dio la fortaleza para aceptar y enfrentar los problemas, también me infundió valor para regresarlos a su legítimo propietario. Ahora, con la ayuda del reiki, soy libre para ofrecer amor y apoyar a estas personas mientras asumen sus responsabilidades y aprenden a manejarlas, en lugar de dejárselas a los demás. ¡Gracias reiki!
Una razón para ser especial
Por Ellen Carney
He estado usando reiki durante casi un año, tiempo en el cual han surgido muchos desafíos. Sin el reiki estoy segura que no los habría enfrentado tal calmadamente como lo hice. No he usado el reiki tanto o tan a menudo como desearía, pero me da una esperanza adicional frente a las situaciones cuando lo practico. Cuando lo uso con amigos incluso el más escéptico siente el calor de unas manos muy dolorosas.
El reiki realmente nos hace pensar acerca de la vida, cómo influenciamos a quienes nos rodean, y cómo nos influencian los demás; nos hace conscientes de lo importante que son las cosas más pequeñas de la vida. Ha dado a la vida otra razón para ser especial.
Cambios sutiles
Por Jean Carney
El reiki ha cambiado mi vida de maneras muy sutiles. Me he dado cuenta de que todo tiene un propósito, aunque éste no sea obvio en el momento. Usar el reiki para mejorar mi vida y la de los demás puede dar resultados sorprendentemente rápidos. He logrado tener más calma y ser más tolerante frente a los problemas inesperados que surgen diariamente.
El nacimiento de un maestro
Por Barbara Ashworth, maestra de reiki
Durante muchos años, el reiki se ha manifestado en mi vida de diferentes formas, pero al haber tomado otro tipo de decisiones, nunca le presté atención. Ya me encontraba trabajando en mi crecimiento espiritual con un gurú llamado Sri Ravi Shankar, y pensaba que todo lo que necesitaba, ya lo había encontrado.
Un día una amiga mía que había estado interesada en la curación durante muchos años, me telefoneó para preguntarme si me gustaría ir con ella a una charla pública sobre reiki. Pensé que podría ser interesante pero no tenía intención de tomarla en serio. Después de que terminó la conferencia hablamos sobre el asunto y para nuestra sorpresa encontramos que las dos habíamos decidido asistir sólo porque pensábamos que la otra quería hacerlo. Si lo hubiéramos sabido antes no habríamos ido. No podía dejar de pensar que, aunque no deseaba practicar reiki con el maestro que dio la charla, había una razón para que yo estuviera ahí, y que tal vez en algún lugar habría un maestro adecuado para mí. Entonces decidí que si lo encontraba practicaría con él. Escuché acerca de otros dos maestros, pero tampoco me interesaron. Después un amigo me mostró un anuncio de clases de reiki que se darían en la ciudad. Llamé a la maestra para preguntarle más sobre el curso, sentí que era el momento, y de este modo empecé mi primer grado en esta técnica.
Hasta ese momento tenía dudas, necesitaba pruebas de que el reiki funcionaba. No tuve que esperar mucho, pues un día estrellé la puerta del auto sobre mis dedos; el dolor era insoportable, e inmediatamente apliqué reiki. Luego de media hora no sentía dolor, y el día siguiente no tenía ningún moretón, como si no hubiera sucedido nada.
Pocas semanas después me rompí el tobillo. Los doctores decidieron usar un vendaje firme en lugar de yeso, y me dijeron que no pusiera peso sobre él. Seguí las indicaciones y apliqué mucho reiki antes de la siguiente visita al hospital. En esta ocasión me vio otro doctor, quien quitó la venda, y no encontró ninguna hinchazón… yo le dije que no sentía dolor. Luego me pidió que esperara mientras examinaba los rayos X originales, pues no creía que hubiese habido una fractura. Regresó muy asombrado, había visto la lesión claramente en los rayos X. A partir de ese momento no tuve más dudas acerca del reiki.
Algunas semanas después una amiga me habló de un hombre de cuarenta y tres años que tenía cáncer terminal, y me preguntó si podía darle reiki. Fui a verlo y le di reiki todos los días durante tres meses. Trabajé principalmente a través de sus manos y pies, y luego de dos semanas se levantaba de la cama, se sentaba en el jardín, y empezó a salir a dar caminatas cortas. Estuvo bastante bien por algún tiempo, pudo ir a la iglesia para ver a sus jóvenes hijas en el festival de la cosecha, y viajar a Yorkshire a encontrarse con su madre.
Tenía mucho miedo de morir, pensaba que se “podría ir” mientras dormía, y algunas noches no podía conciliar el sueño por dicho temor. A veces yo me quedaba por la noche y le daba reiki, el cual lo ayudaba a calmarse y empezó a aceptar su situación. El miedo llegó a ser tan intenso, que le pedí a mi maestra que le enviara reiki a distancia, lo cual fue muy útil. En ese momento ella también me sugirió que tomara el segundo grado para que pudiera usar los símbolos con el fin de ayudar al hombre que estaba tratando. No tenía el dinero para hacerlo, pero de todos modos me enseñó, sabiendo lo tanto que quería yo ayudar a esta persona. Aprender el segundo grado aumentó mi habilidad para canalizar el reiki, y estoy segura que la transición del paciente habría sido mucho más difícil para él y su familia sin la ayuda de esta maravillosa energía.
Comencé a trabajar más a menudo esta técnica, y muchas personas empezaron a solicitarme que les enviara reiki. Un día un amigo cercano me pidió que le enviara reiki a su sobrina, quien se había roto la tibia de la pierna izquierda. Días después mi amigo llamó para hablarme de lo contenta que estaba su sobrina, pues ya no tenía el intenso dolor que había experimentado, y podía caminar sin muletas.
Continué con mi práctica espiritual, que fue mejorada enormemente con el reiki, y a menudo ayudaba a mi maestra en exhibiciones, pues sentía que ella me había dado mucho al compartir el reiki conmigo. En una particular “exhibición de mente y cuerpo”, mi maestra dio una charla sobre reiki, y muchas personas fueron a escucharla. Estaba atónita por el interés mostrado, y repentinamente caí en la cuenta de que hay muchas personas alrededor del mundo que necesitan ayuda, y podrían beneficiarse del reiki. Luego percibí un fuerte pensamiento de alguna parte que decía: ¿No crees que es tiempo de que seas maestra? En ese momento me sentí bañada en felicidad, respondí mentalmente: ¡Sí! Después empecé a dudar de esta fuerte intuición, pues sabía que tendría mucha dificultad en la obtención del dinero para convertirme en maestra. Así que compartí mi situación con una amiga, quien me dijo: “No te preocupes, sabes que si es el momento adecuado, todo se dará”; yo lo sabía, pero oírlo de alguien más abrió más esta posibilidad. Después de la charla de la maestra regresé al stand, donde estuvimos demostrando y compartiendo reiki con las personas. Sin embargo, no podía quitarme la loca idea de que realmente sería maestra ese mismo día; no sabía cómo podría ser posible.
Horas después quedé a solas con mi maestra, quien puso una silla frente a mí y dijo: “Barbara, hay algo que me gustaría hacer por ti”. Me senté sin hacer preguntas, lo cual es inusual en mí. Me di cuenta de que estaba empezando la iniciación, y en principio pensé que podría ser otra iniciación del segundo grado. Sin embargo, luego de unos cuantos minutos supe que era algo más. Sentía como un embudo a mi derecha de donde empezaron a salir grupos de símbolos que luego me rodearon. Me sentí maravillosamente bendecida; después de esta iniciación de mi maestra me paré, nos abrazamos, y de nuevo lloré.
El día siguiente hablé otra vez con mi maestra acerca de esta experiencia, y me comentó que poco antes de la iniciación uno de sus guías espirituales le había dicho que era el momento indicado para otorgar el poder. Ella pensaba que no era el lugar apropiado, pero el guía le dijo que no habría problema, pues el sitio quedaría solo y tranquilo antes de la iniciación.
Agradezco a Padma O’Gara, mi maestra de reiki, desde el fondo de mi corazón, y estoy agradecida con los divinos maestros por usarme como un canal para esta energía.
No hay reglas
Por Keith Beasley, maestra de reiki
Muchos maestros presentan el reiki como una serie de formas que deben ser practicadas de la manera que son enseñadas. Eso —para mí— no está en concordancia con el espíritu del reiki. El reiki es una energía viva de continuo cambio, y siempre responde a la realidad del aquí y ahora. Como tal no puede ser definido, no puede ser descrito sólo con palabras.
Después de muchos años de trabajar con normas, me di cuenta que las leyes, las reglas, los estándares, o como se quieran llamar, son para quienes no son capaces de pensar por sí mismos. Una vez que entramos al camino del reiki, aceptamos nuestra responsabilidad con la vida, no necesitamos más que otras personas nos digan o muestren el camino para abrirnos hacia el universo. El reiki nos enseña a ver la realidad de una situación dada para actuar en conformidad. ¿Cómo puede un juego de normas escritas adaptarse a todas las diferentes realidades que podríamos enfrentar? La autoridad en el reiki no proviene de una asociación, ni de un gran maestro, sino de la energía. Phyllis Lei Furumoto admite que si hay dudas debemos escuchar nuestra voz interior. Entre más lo hacemos, más confiamos en el reiki, el universo, nuestro ser interior o superior, y vemos con mayor certeza que ésta es la única sabiduría que hay.
Adoptamos reglas sólo por temor. Tendemos a aferramos a los “debes y deberías” que la vida nos presenta porque parece más fácil. ¿Pero lo es? No a largo plazo. A medida que entendemos más, a través del reiki, nos damos cuenta con cuántas “reglas” nos autolimitamos. Hay mucho condicionamiento. Usando el reiki en nuestra vida, nos liberamos de creencias y sueños, y vemos la realidad cósmica. Al comienzo tenemos miedo de vivir sin la seguridad de las normas, pero finalmente vemos que ese sentimiento de vacío inicial induce a la libertad que buscamos. La libertad de sólo “ser”, para responder al momento con la mente, el cuerpo y el alma. No hay reglas, ideas preconcebidas, expectativas, o suposiciones. Ésa es la esencia del reiki —nos libera de nuestras propias limitaciones mentales. Acepte la incertidumbre en su vida… ella le da a los ángeles la oportunidad de hacer milagros.
Reiki y expectativa
Por Karen Stratton, maestra de reiki
Uno de los aspectos más fascinantes del reiki es el hecho de que parece tener mente propia. El mismo nombre reiki puede ser traducido como “energía vital guiada espiritual-mente”. Éste es realmente un nombre apropiado, pues con frecuencia parece tener una forma de funcionar que no esperamos. Esto a veces puede ser frustrante cuando queremos “curar” una condición específica de alguien. Pienso que siempre debemos asegurarnos de que el paciente se dé cuenta de que el reiki no es dirigido por el practicante, y que siempre funciona de la manera apropiada para el mayor beneficio del individuo, a veces de una forma que no esperamos.
Con base en mi experiencia veo que el paciente a menudo busca el reiki creyendo que los síntomas presentes serán “curados”. Yo explico que esto tal vez no suceda. El reiki es requerido en un nivel del ser, tal vez para la curación de otra condición física, o para aliviar otro aspecto de la vida de la persona.
Las cosas inesperadas en mi propia experiencia nunca dejan de asombrarme y agradarme, como el caso de una mujer joven que buscaba una curación mental-emocional de su triste vida. Ella tenía muy baja autoestima, sentía que era víctima de las circunstancias. Durante el periodo inicial de seis semanas, mientras venía por tratamientos programados, sucedió algo bastante inesperado. Antes de empezar el tratamiento conmigo, esta mujer había visto un ginecólogo que encontró un fibroma del tamaño de una bola de billar, lo cual implicaba la necesidad de una histerectomía. Debido a la lista de pacientes en su área, le dijeron que tendría que esperar 18 meses para su tratamiento. Luego le recomendaron que fuera revisada por otro especialista donde las listas de espera fueran más cortas. Mientras esperaba la cita comenzó tratamientos de reiki conmigo, y en la tercera o cuarta sesión experimentó poderosas oleadas de energía en el abdomen durante el tratamiento, y al día siguiente sintió extremadamente sensible esta área. Cuando vio al segundo especialista le informaron que, debido a que el fibroma era sólo del tamaño de una canica, no necesitaría cirugía alguna. Obviamente puede haber otras razones para que esto haya sucedido, pero las coincidencias parecen indicar que fue el efecto del reiki.
Otra sorpresa fue una niña con lupus, quien tenía exceso de peso a causa de la retención de agua. Odiaba su apariencia y se había deprimido bastante. Su padre me preguntó si podía ayudarla, y yo le dije que estaba segura que ella podría enfrentar mejor la situación, incluso si la condición no cambiaba. Tan pronto como recibió su primera sesión empezó a orinar con más frecuencia, y durante los siguientes seis tratamientos se drenó el agua retenida, dejándola casi con su peso normal, y con una vida mucho más feliz.
Luego experimenté el caso de una mujer que después de un ataque físico no era capaz de hablar con nadie, estaba extremadamente deprimida. Pensé que con varios tratamientos de reiki se sentiría más relajada con respecto a los sentimientos y emociones concernientes a su situación, y que luego podría aceptar algunos consejos adicionales o hipnoterapia para tratar a fondo el trauma. Sin embargo, para mi sorpresa, después del primer tratamiento pudo recoger de nuevo las piezas de su vida, algunas semanas después no necesitó más atención. Me di cuenta que a largo plazo sí necesitaba más ayuda, pero el punto es que el reiki funcionó otra vez de manera inesperada.
Hay innumerables ejemplos que podrían ser adicionados a este artículo, de mi experiencia personal, y la de mis estudiantes y otros practicantes. Hemos aprendido a confiar en la sabiduría innata del reiki, nunca causa daño y siempre actúa en la forma apropiada para lograr el mayor bien del individuo. Pero como humanos a veces olvidamos esto, y podemos ser culpables por esperar resultados específicos.
Tal vez la lección aquí, cuando hablamos del reiki y lo que puede hacer, es “esperar lo inesperado”, o más apropiadamente “no tener expectativas” y dejar que el poder curativo actúe con su forma maravillosa y misteriosa.
Reiki, fusión con las manos
(Del libro Reiki at Hand, de Teresa Collins, maestra de reiki)
Antes de comenzar a practicar reiki, estudié meditación budista durante dos años, y encontré esto muy útil para identificar lo que estaba experimentando interiormente. Durante cada sesión de reiki podía diferenciar rápidamente lo que era mío y lo que pertenecía al paciente. Es una gran ayuda experimentar los síntomas del paciente desde una perspectiva tanto académica como humanitaria. Cuando reconozco que algo dentro de mí pertenece al paciente, le agradezco a la energía por traerme dicha información. Si los síntomas permanecen en mí por algún tiempo después de terminar la sesión, usualmente es algo que estoy curando dentro de mí misma.
¿Cómo es posible que el practicante experimente los síntomas del paciente? Durante una sesión de reiki la energía del paciente y el practicante es una sola. Esto significa que si la mente del paciente es hiperactiva, la del practicante tendrá esta tendencia; si el paciente está deprimido, el practicante puede también sentir depresión. No todos los síntomas son recibidos por el practicante, sólo los que la energía considera que éste debe conocer.
A veces el practicante siente síntomas que no son percibidos por el paciente. Una vez atendí a una mujer que se había caído de las escaleras la noche anterior, y durante la sesión de reiki me sentí bastante mareada. Mencioné esto después de la sesión, y le dije que se encontraba en “shock” y que debería ir a casa a dormir. Ella insistió en que estaba perfectamente bien. Una hora más tarde empezó a sentirse mal y permaneció así durante 24 horas. Después me dijo que fue educada con filosofía “estoica”, y que era muy difícil para ella sentir cualquier “debilidad” en sí misma.
El proceso en el cual el practicante siente los síntomas del paciente es llamado “fusión”. El practicante no experimenta a largo plazo ninguna enfermedad o disfunción. Por ejemplo, si un paciente sufre de artritis en su espalda, el practicante puede sentir el dolor en esta área unos minutos durante la sesión, pero no seguirá desarrollando artritis por realizar el tratamiento.
Autocuración, maestría y transformación
Por Claire M. Ray, licenciada en ciencias, maestra de reiki Usui y Karuna, maestra seichem
En enero de 1990 me diagnosticaron cáncer de seno; tenía 42 años. Tan pronto como salí del hospital después de mi mastectomía, un amigo me llevó a un encuentro de “Can survive”, el grupo de apoyo de habla inglesa del Hong Kong Cáncer Fund. Ahí un hombre joven hacía una curación a una mujer que había perdido una pierna por cáncer óseo. Después ella dijo: “Ahora me siento mucho mejor”; el curador preguntó si alguien más se sentía mal. Habría levantado mi brazo, pero mi cicatriz de doce pulgadas lo hizo difícil. Durante las siguientes semanas, me visitó tres veces para darme reiki, y también me envió dos veces energía a distancia. Cuando consulté de nuevo al cirujano para una revisión, no pudo creer la rápida curación de la cicatriz, y el poco malestar que yo sentía.
En marzo, una maestra de reiki llamada Esther Valle (ahora Esther Veltheim) vino desde Australia, y tomé el primer nivel con ella. Luego fui al Reino Unido para reformar mi casa, y estuve una semana en el Bristol Cáncer Help Center, un maravilloso lugar lleno de amor y energía positiva. Después estuve sólo tres días en Hong Kong antes de mudarme a Singapur con mi esposo y mi hija. Aún estábamos viviendo en el hotel cuando llegó un fax de Esther, el cual decía: “Llegaré la semana siguiente, ¿desea tomar el segundo nivel?” Efectivamente lo hice, sería la primera de las cinco clases del nivel 2 que realizaría con diferentes maestros durante los tres meses siguientes. En agosto de 1994 terminé en Escocia mi entrenamiento de maestría con William Rand. De camino a Hong Kong me detuve en Inglaterra para enseñarle a mi madre, a una tía y a varios amigos sobre reiki. He estado enseñando reiki desde entonces, en Hong Kong, Singapur, Gran Bretaña y Estados Unidos.
Una vez me visitó un paciente que tenía una enfermedad incurable. Una amiga practicante de reiki y yo duramos una hora trabajando en él. Ella se centró en su cabeza y yo en sus pies, haciendo reflexología y reiki a la vez. Durante media hora vimos una corriente de luz dorada avanzando por ambos lados de su cuerpo, y a su lado apareció un ángel. Cuando mi amiga tenía que marcharse el paciente estaba dormido. Aproximadamente diez minutos después se detuvo la música, y observé que el ángel había bajado hacia los pies del paciente, y dejé que el ángel continuara sin mi ayuda. Al rato el ángel desapareció, y yo toqué suavemente una campana tibetana para finalizar la sesión. Cuando el paciente despertó estaba atónito de verme sobre su cabeza, pues pensaba que aún estaba trabajando sus pies; todavía sentía el toque angelical. Ahora estaba completamente recuperado.
Hace varios años anciano mi padre se estaba muriendo. Mi madre, mi tía y yo estuvimos con él en el hospital, dándole reiki a través de sus manos y pies. Repentinamente se inquietó, como si tratara de empujar nuestras manos. Pregunté a mis ángeles cuál era la razón, y recibí la respuesta de que debíamos irnos para que él pudiera liberarse de su cuerpo terrenal. Así que quitamos nuestras manos, y cinco segundos después su espíritu abandonó el cuerpo.
La primera vez
Por Pam Green, maestra de reiki
Al haber trabajado con la energía de maestra de reiki durante casi doce meses, decidí que me sentía suficientemente apta para transmitir el regalo del reiki a otra persona. Poco después encontré mi primera estudiante. Como no tenía experiencia previa sobre curación natural, establecimos un ritmo constante y lento hasta el día de su iniciación, la primera vez para las dos.
Cuando coloqué mis manos sobre sus hombros para preguntarle si estaba lista, la tensión era obvia. Luego sentimos un golpe en la puerta frontal, le pedí que me excusara un momento. Había puesto una nota pidiendo que no me interrumpieran. Abrí la puerta y encontré una gitana. Antes que empezara el usual juego de palabras le dije: “Lo siento, estoy trabajando”. Para mi sorpresa, dio la vuelta y salió casi huyendo por el camino que guiaba a la entrada.
Cuando volví a la habitación me disculpé por la interrupción, y coloqué de nuevo mis manos sobre los hombros de mi estudiante. Se acabó la tensión y ella estaba habilitada en el primer grado de reiki. Después hablamos de la experiencia y me dijo que antes del golpe sobre la puerta sintió sus hombros sobre sus orejas, pero que dicha sensación luego cesó. Cuando le dije que escogiera algo para dar su primera curación, eligió una planta grande que se encontraba en una esquina de la habitación.
Quedamos en vernos dos días más, y no podía dejar de preguntarme cómo se sentía con el reiki en su sistema… el sábado había sido el día de la iniciación. El domingo era su usual día de lavado, y para una persona con familia y trabajo, esto siempre le tomaba mucho tiempo. La lavadora no funcionó; ella estaba furiosa.
No hubo posibilidad de llamar un técnico. Su esposo llegó a casa pero no podía hacer nada al respecto… luego ella se paró en la cocina preguntándose qué podría hacer. Después le vino a la cabeza una idea, “ya sé, le daré tratamiento reiki”. Admitió sentirse extremadamente ridícula por colocar sus manos sobre una lavadora para que el reiki ayudara a resolver su problema.
No habría contado esta historia si no tuviera un final feliz. La máquina funcionó el tiempo que la necesitó, y en el transcurso de la semana llamó al servicio de reparación convencional, pero consideraba que el reiki había hecho su parte cuando más lo necesitaba.
Ella no sabía que había dado un preciado regalo a mi inicio como maestra de reiki. Me siento realmente bendecida por tan maravilloso comienzo en mi nueva carrera.
Adicto a las caras bonitas
Por Keith Beasley, maestro de reiki
Decidí aferrarme al reiki porque pensé que podría poner fin a mis adicciones. Me había dado cuenta años antes que era demasiado sensible a un “par de ojos hermosos”. Recibir una sonrisa de una mujer con ojos claros y profundos era suficiente para enamorarse desesperadamente. Realmente patético, pero cuando somos educados en medio de películas románticas y aprendemos que la vida significa amar y ser amado, ¿qué más hace un hombre solo?
Tres años de reiki intensivo sobre mí mismo, y enseñándolo como maestro a otras personas, me han proveído muchas respuestas. De algún modo había adoptado la idea que el único género de amor era el romántico. Estaba equivocado, el reiki es amor, y puede ser aplicado en cualquier situación. En mis años de práctica encontré lo maravilloso que es el acto de amor de compartir reiki con los amigos, estudiantes, la familia, la naturaleza, conmigo mismo y todo lo demás. Poco a poco me di cuenta que mientras el amor con una mujer especial es la única forma de compartir unos de los aspectos más íntimos e intensos de este sentimiento, hay muchas formas más abiertas a nosotros. Entre más comparto más recibo, y es menos importante tener una cara bonita alrededor.
El reiki, con la ayuda de algunas mujeres, me enseñó que nunca podemos realmente confiar en otra persona para satisfacer nuestras necesidades, pero sí podemos confiar en el universo. Cuando una “amada” no telefoneaba, tenía a la mano otra fuente de amor: el reiki. No diría que las lecciones han sido fáciles, pero el reiki me ha permitido afrontar mi adicción y trabajar en ella, de tal forma que ahora puedo disfrutar la compañía de una cara bonita sin “perder la cabeza”. El reiki me ayudó a ver que, como dice la canción del gran Freddy Mercury: “Realmente nada importa”.
Mi historia con el reiki
Por Sheila Sellars
Una amiga del trabajo, quien tenía intereses similares a los míos, y que también iba a una iglesia espiritualista, me habló acerca de americanos que habían visitado una iglesia local tiempo atrás, y de una técnica de curación llamada reiki enseñada por ellos. Nunca había oído nada sobre este sistema, pero ella me dijo que cualquiera podía practicarlo, lo cual encontré difícil de creer en ese tiempo, alrededor de 1992.
Comencé a ir regularmente a esta iglesia espiritualista con mi amiga; disfrutábamos mucho los servicios. Una noche anunciaron que los americanos vendrían de nuevo a enseñar reiki. Cuando llegaron se dirigieron a dar sus clases en un centro cercano que ofrecía terapias alternativas para algunas de las personas pertenecientes a la iglesia. Los americanos habían regresado para ofrecer a quienes habían tomado el primer grado la oportunidad de seguir el segundo grado; además estaban dispuestos a enseñar el curso inicial para estudiantes nuevos y el avanzado a quienes ya habían recibido el segundo grado.
Realizaron una charla promocional en el centro, y mi amiga y yo fuimos a ver de qué se trataba. Me impresioné mucho por la energía que podía sentir y, aunque era aún poco escéptica, decidí tomar el curso de primer grado sólo por curiosidad; en ese tiempo no tenía la intención de profundizar en dicho campo.
Tomé el curso de primer grado ese fin de semana, y quedé completamente asombrada de lo que sentí. Se había abierto un nuevo camino para mí, pero en esos momentos no me daba cuenta. Con los ojos cerrados comencé a ver colores que nunca había visto. Una semana después tuve una de las mejores experiencias de mi vida.
Se decidió que todos se presentaran con sus certificados en el Town Hall local, esto daría la oportunidad de que personas de diferentes niveles se encontraran, meditaran e intercambiaran reiki. Mi maestra nos guío a la meditación, y me encantó la música que había puesto, me recordaba el desierto, mucha arena y hierba enrollada. Estaba imaginando eso cuando se me congeló completamente el lado izquierdo, el lado derecho permaneció igual; luego sentí que mi silla se levantaba del suelo; después vi un hombre chino, un mandarín, que se paró detrás de mí pero nunca habló, sólo estuvo ahí por un rato; usaba una túnica naranja con mangas anchas. No me di cuenta que tenía sus manos dentro de las mangas; también usaba un sombrero mandarín redondeado a los lados. No estuvo presente mucho tiempo, pero sentí algo realmente maravilloso, algo que nunca olvidaré. Supongo que se me presentó para ser mi guía, y yo le agradezco enormemente la ayuda. Pienso mucho en él; lo llamo el señor Chang, no sé si ése es su nombre correcto, pero me doy cuenta que sabe que soy yo quien habla con él, y realmente me ayuda.
Estaba satisfecha con la energía del primer grado, así que decidí continuar y de nuevo pensé que no profundizaría más en el reiki, pues en aquel tiempo era demasiado costoso para mí considerar convertirme en maestra. Finalmente recibí el grado de maestra, gracias a una amiga médium, quien me telefoneó para decirme que los ángeles le habían informado que yo debería dar dicho paso. De todos modos medité el asunto un tiempo debido al costo, pero mi amiga sabía que el curso también era ofrecido por una dama americana en Glastonbury, así que tomé la oferta en enero de 1995. Desde entonces me han sucedido diferentes cosas, y estoy asombrada del progreso espiritual, mental y físicamente que he tenido con el reiki. Me he dado cuenta de que el reiki es una maravillosa herramienta en el proceso de curación natural, y que muy sutilmente nos guía por el camino correcto hasta nuestro destino. También he entrenado muchas personas en este antiguo arte, y siempre me emociono de la realización y la alegría que sienten en sus etapas de evolución. Siento un gran cariño por mis estudiantes, y es un privilegio enseñarles.
Veo que las iniciaciones afectan a las personas en forma diferente. Algunos no ven ni sienten nada en ese momento, y otros observan muchas cosas. Siempre digo a mis estudiantes que las iniciaciones son personales y lo que suceda es lo apropiado para cada uno.
He tratado animales con la energía, y encuentro que la aceptan con mucha naturalidad; tienden a regresar por más, y simplemente deambulan cuando tienen suficiente.
Cuando nació mi nieta, ella tenía la cabeza un poco deformada debido a algunos problemas durante el parto. La partera dijo que volvería a la normalidad diez semanas después; así que luego de dos semanas pensé que podía trazar los símbolos reiki sobre la cabeza de la niña para ver qué sucedería. En esa misma semana la cabeza recobró su forma normal; la partera no podía creerlo. De nuevo el reiki hizo maravillas.
No siempre se le da crédito al reiki por el bien que hace; ha habido casos en que personas con actitudes fijas se han beneficiado de la energía pero han atribuido el alivio a algo diferente. Por ejemplo, he conocido personas que mejoran su respiración y afirman que es debido al clima. Eso está bien, lo importante es que la persona tratada progrese. Debemos ser tolerantes, todos estamos en una etapa diferente del programa de la vida.
También me he dado cuenta de que con el reiki he sido guiada a aprender otras cosas. Estas cosas parecen surgir en el momento indicado; digo esto a personas que están también en esta situación, sigan adelante, todo será revelado.
Personalmente creo que la energía reiki debe ser apreciada y valorada. No estoy de acuerdo con quienes piensan que debería tener un costo ínfimo; la energía debe estar disponible para todo el que la quiera, pero a un valor que los ayude a apreciarla, y a trabajar con ella amorosamente.
El reiki ha marcado mi vida y la de mis estudiantes.